sábado, 12 de noviembre de 2011

reencuentro en la capea

Estoy agotada. Pero feliz. Es ese agotamiento maravilloso de haber pasado todo el día fuera, de no haber parado quieta, de no haber parado de hablar y de reír. No sé si podré articular palabra en lo que queda de fin de semana, pero me da lo mismo. Ya he dicho hoy muchísimas y a gente que realmente me importa.  
Lo he dicho alguna vez, pero mis amigos son los mejores. Aunque nos distanciáramos un tiempo. Aunque ahora seamos más maduros, más viejos, más serios. Aunque ya sólo seamos la sombra de aquellos universitarios que se sentaban en el parque de ciencias a jugar al jia. Siguen siendo de lo mejor que ha habido nunca en mi vida. Y les quiero.
Este preámbulo es para decir que la capea ha sido un éxito. El tiempo ha acompañado y ha hecho un sol estupendo. No parecía ni noviembre siquiera.
Pa y yo nos hemos ido en mi coche y tras un momento de crisis relacionado con un camino de tierra que no era el que debíamos tomar, hemos llegado genial. El autocar con todos los locos de mis amigos acababa de llegar. Así que nos hemos puesto a repartir besos y abrazos, saludos y alegrías varias. Una de las cosas que me ha fascinado siempre de este grupo es la capacidad de tener contacto físico entre todos. De abrazarnos y darnos besos, de decirnos que nos queremos sin rubor. Me encanta, lo reconozco.
Sólo ha habido un momento tenso cuando tras saludar a todo el mundo, me he quedado delante del Ross. Por un momento he dudado, pero no me ha dado tiempo a reaccionar cuando me ha dicho “¿no vas ni a saludarme?”. Por un instante se me han cruzado mil cosas por la cabeza. Pero he elegido bien, creo. Le dicho, “claro, que sí: hola Ross, ¿qué tal?”, le he dado dos besos y me he dado media vuelta. Se traduce por “no te niego la palabra, pero no te quiero cerca”. Igual soy una inmadura o una gilipollas, pero así lo sentía y así lo he hecho.
El resto del día ha sido genial. Risas, bailes, conversaciones, bromas y muchas fotos. El Gordito, hiperfeliz disfrazado de torero. Flumi en su quinta esencia. Seis en su modo “estudio antopológico de situaciones ancestrales”. Bombita más genial que nunca. Mery amorosa, preciosa y pequeña como siempre y su novio, Persa, divertidísimo, le voy cogiendo el punto a este chaval. Y los demás estupendos.
Del Ross y su novia hablaré detenidamente en otro post, pero hoy sólo lo positivo. Sólo este sabor de boca tan bueno que me deja mi gente. Hoy sólo la diversión, los abrazos, los besos, los momentos absurdos. El amor tan grande que me dan y que se llevan cada vez que nos juntamos. La extraña melancolía que me crea despedirnos.
Nadie tiene el blog, pero no me importa. Siempre creí que las palabras escritas son como una carta lanzada al aire. Por eso, como lo sabéis aunque no lo leáis, lo diré una vez más: os quiero chicos. Sois los mejores. Los más maravillosos amigos del mundo. Y os quiero. Os quiero a reventar.

3 comentarios:

  1. Bienvenidas las alegrías. Las penas ya llegan solas. Espero a leer tus opiniones sobre el Ross y su novieta.

    Besos.

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  2. Felicidades por tu celebración y por los amigos que tienes.

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  3. Las fotos son muy divertidas. ¡Me alegra mucho que lo hayas pasado tan bien!

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