domingo, 26 de junio de 2011

avance hacia el sur

Lo últimos meses de mi vida, todo ha sido un caos. Día tras día, caos tras caos. Muy complicado, doloroso y retuercetripas todo. Pero vaya, ahí voy, con humor, con filosofía, con calma a veces, con desesperación otras.
Ahora me toca enfrentarme a otro obstáculo. Voy saltándolos uno a uno, como buenamente puedo y ahora toca uno gordo.
Hace casi un año que no salgo de Madrid. Que no salgo apenas de mi barrio. Que hay días que ni salgo de casa. Como siga así, los escasos (muy escasos últimamente) 60 centímetros de mi cintura me parecerán un perímetro demasiado grande. Me encierro, porque es mi modo de afrontar las cosas y de acorralar mis propios miedos y mis propios problemas hasta que los reduzco y sé que puedo con ellos. Pero ahora, quiera o no, esté preparada o no, tengo que dar un salto hacia delante.
El sábado que viene se casa la única amiga del pueblo del sur que me queda soltera. Y eso que ella juraba y perjuraba que no se casaría. Pero claro, llegó un andaluz guapo a rabiar, con su gracia, su sonrisa, sus ojos y sus rizos negros y la convenció. Y tengo que ir. Porque es como mi hermana y porque en realidad, quiero ir.
Va a ser duro, claro. Duro, porque tengo que salir de mi perímetro de seguridad, de mi casa, de mi barrio, de mi Madrid, que extrañamente, me protege entre asfalto y edificios altos. Tengo que salir de mi vida, mi rutina, mi gato y mi pijama. Tengo que enfrentarme a la soltería en su máxima expresión, ir sola a una boda, estar todo el día rodeada de matrimonios felices y aceptar que estoy sola, que el desequilibrado se fue para no volver y que puede que nunca rehaga mi vida. Tengo que enfrentarme a la incomprensión, a las miradas, a los dedos acusadores, a los chismes y a las preguntas de un pueblo entero. Y aún así, lucir un vestido largo con gracia y no tambalearme en los tacones altísimos que voy a llevar. Y repito, va a ser duro. Pero lo voy a hacer. Con la fuerza arrebatadora esa que me sale en los peores momentos. Con ese espíritu indómito que arrasa cuando debería flaquear.
Total, que me voy al sur. Y creo que me va a venir bien. Que en el fondo, lo necesito. Cambiar de aires, sentirme arropada por mis medio hermanas. Charlar, bailar, pasarlo bien. Tomar el sol, cañas, tapas y terrazas. Aire del sur despeinándome un poco.
Espero poder publicar algo antes, si no, habrá crónica de boda, puede que hasta con fotos incluidas.

martes, 21 de junio de 2011

venganza voyeur-vecinal

Hace ya unas semanas me pasó algo que por pudor no he contado. Y eso que cuento las cosas más disparatadas, pero es que esta me hizo sentir muy idiota.
El caso es que yo tiendo la ropa en unas cuerdas muy monas que tengo en la terraza pequeña. Mi terraza grande es donde ceno y paso la vida en verano, donde Ron ataca a todos los bichos que se acercan y donde la gente viene a gorronear mojitos y fresco nocturno. Y mi terraza pequeña, está acristalada y es un psudotrastero donde tengo la lavadora, los productos de limpieza y demás. Está da a la parte de atrás del edificio, y se comunica con unos patios interiores y garajes de los edificios colindantes y de la otra calle. Total, que sales a tender y ves a todas las otras marujillas tendiendo a su vez, o ves sus cocinas o ves las ventanas con luz de la gente de enfrente. Y está lo bastante cerca como para ver con detalle, en plan voyeur.
Y hace un tiempo, yo salí de la ducha tan feliz y fui a poner la ropa sucia en el cesto, que también está en esa terraza. Entonces vi que la lavadora había terminado. Y me puse a tender. Más apañada que es una…
En esto, que según estoy con medio cuerpo fuera, colgando cosas de las cuerdas y haciendo esfuerzos para que no se me caiga la mitad, veo como dos tíos en una terraza de enfrente me empiezan a mirar. Y yo a lo mío. Lalará-larita, tiendo mi ropita. Y los tíos venga a mirarme y a decir cosas. En esto que me silban. Y se ponen a decir cosas, pero como son extranjeros, no entiendo nada.
Por un momento, me acuerdo del grupo de facebook, “estoy harto de salir a la terraza y que mis fans me aplaudan”. Flipo un poco, pero sigo concentrada en poner las pinzas iguales en cada prenda. Manías obsesivas de las mías.
Y los tíos dale que te pego a decir cosas, a silbar y a mirarme sonriendo con ojos lascivos.
Llegué a la conclusión de que la primavera y el calor ponen muy mal de lo suyo a la gente y que los hombres son tontos. Tanto vivir sola, me he olvidado de esas cosas que hacen los tíos. Será eso, sí.
El hecho, del que me dí cuenta mucho (demasiado) rato después, de que yo estuviera en sujetador, no creo que tenga nada que ver con el asunto. Ni siquiera aunque el sujetador fuera bonísimo, con encajes y me quedara pequeño.
Pero hoy ha llegado mi venganza. Tras tiempo de vergüenza, saliendo a la terraza de incógnito, pensando en que los vecinos se han recreado con mis pechugas mientras yo tendía como una pánfila sin enterarme de nada. Hoy, por fín, el karma se ha puesto de mi lado y me ha devuelto un poco de lo que mis tetas dieron al mundo.
He salido a dejar la ropa sucia en el cesto y me he encontrado a uno de los que me miró y me dijo cosas recogiendo cosas de su cuerda en calzoncillos. Unos slip negros de goma ancha de lo más monos. Y su terraza es de barrotes, así que se le veía entero, enterito. Ja. A mí sólo se me veía de cintura para arriba, mi terraza es de ladrillo. Punto para Naar. Y, o yo empiezo a estar salida y desesperada, o el menda estaba bueno de narices. Pelo rapado, cuerpo fibrosillo… y desnudo, sobre todo desnudo. Ahí, venga a coger calcetines. Qué mono él. Así que me he quedado mirando. Me he ahorrado los vítores, pero me he recreado la vista. Cuando la vida te da limones, haz limonada. Y más si antes tú le has regalado un kilo de naranjas.
Deuda de karma. Justicia divina. Vouyerismo entre vecinos. Lo que sea, qué más da, si lo que importa es… ¡que he visto a mi vecino en pelotas! Jijijiji…

domingo, 19 de junio de 2011

la chumbera (algo había que hacer)

Hace muchos años ya, uno de los tipos más peculiares que he conocido, me contó esta historia. Y aunque en el momento me eché a reír, luego me he acordado de ella muchas veces a lo largo de mi vida. Y últimamente, muy a menudo.
Supongo que es sólo una especie de leyenda urbana, o de fábula que se inventó este tío o algo así, pero la contaré como algo totalmente veraz, tal y como me fue contada a mí. Porque hay cosas que tienen más gracia así.

Había una vez un grupo de amigos que llevaba unos días en una playa desierta. Llevaban ya días allí tirados sin hacer absolutamente nada, sin moverse apenas, casi sin comer y sin cambiarse ni el bañador. Nada. El tiempo pasaba y nadie hacía nada.
De repente, uno de los chicos de grupo, salió corriendo y se tiró en plancha encima de unas chumberas. Los amigos corrieron hacia él para rescatarle. Le sacaron maltrecho, lleno de espinas por todas partes, herido, sangrando, gritando de dolor. Tenía espinas clavadas muy hondo, otras en la cara, en las manos… todo su cuerpo estaba traspasado por pequeñas pero dolorosas espinas.
Los amigos le arrastraron fuera de las chumberas y le preguntaron:

-         Pero… ¿¿POR QUÉ LO HAS HECHO??

Él, que seguía retorciéndose de escozor y con espinas clavadas por toda su piel, se encogió de hombros y dijo:

-         Bueno, algo había que hacer.





Y lo primero que piensa uno tras esta historia es “pues qué gilipollez, vaya tío idiota”. Ahora, hay que darse un respiro y volver a pensarlo con calma. A veces en la vida, hay que hacer cosas. Hay momentos, que uno sabe que va a salir escaldado, pero aún así, hay que hacerlo. Hay que decidirse, hay que asumir riesgos, hay que dejar que las espinas traspasen la piel. Hay veces, que algo hay que hacer. Aunque sea tirarse a una chumbera.

miércoles, 15 de junio de 2011

pass free

Cuando estoy en “esos días” me muero de calor. Me dan sofocos, como a las menopausicas. Desarreglos hormonales o no sé qué leches. La conclusión es que estoy más o menos normal y de repente, calorcalorcalooooooor. Temo por la combustión espontánea. Temo estallar envuelta en llamas que surgen de mi interior. Temo reducirme a cenizas en segundos. Pero bueno, tras años de ardores repentinos lo tengo bastante controlado, me calmo, respiro hondo y me abanico. Y en esos momentos es mejor no hablarme, no tocarme y no alterarme. Puedo salir ardiendo.
Anoche estaba en el sofá abanicándome como las señoras mayores y mirando feisbuc, cuando se conectó el dueño de mis sábanas. Llevaba unos días preocupadilla por él por una cosa que leí y decidí saltarme mi norma de alejamiento y preguntarle cómo iba todo. Sé que no es recomendable hablar con alguien que te sube a temperatura cuando ya estás ardiendo de por sí, pero bueno, no es su culpa que yo viva medio menopausica desde los 20 años.
Y me dice que sí, que está bien. Que está liado y tal y pascual. Y que se rompió la nariz jugando al rugby. Y yo haciendo esfuerzos por no recordarle con esos pantalones cortos haciendo el bruto entre otros hombres, revolcándose en el barro y luchando por un melón de cuero. Grrrr… Soy rara, pero encuentro el rugby un deporte altamente erótico y masculino. Pensamientos malos, caca, fuera de mi cabeza. Nariz rota, eso, pensemos en narices rotas, eso es poco sensual, no me sube los cuarenta grados. Nariz rota, sangre, pus, esas cosas.
Y me dice “pues justo ayer estuve pensando de ti”. Mal, mal, maaaaaaaaal. Nariz rota, sangre, pus, caca de la vaca. No acordarme de que encima de esa nariz hay unos ojos azules súper peligrosos que me traspasan. No acordarme de que más abajo está su sonrisa que me derrite. Esos labios que me han besado hasta el alma. No. Mal, mal. Piensa en cosas no eróticas, piensa en cosas no eróticas…
Como soy idiota, me poseí por un momento calimero de los míos y le dije que quería saber por qué había pensado en mí. Que necesitaba algo que me subiera la moral. Que no razono, ya lo he dicho más veces. Y calimero más fiebre es igual a desastre seguro.
Me contó que había estado pensando en si tuviera un pass free (o algo así, yo qué sé, el bilingüe es él) que es básicamente un vale para hacer lo que le diera la gana por una vez sin consecuencias para con su novia y su vida actual. Y al parecer, yo sellaría ese vale.
Hummmm. Rápido, piensa en cosas no eróticas. Nariz rota, sangre, pus, caca de la vaca.

Gracias a Dios, tuvo que dejar la conversación poco después. Porque si no, ya habíamos terminado degenerando hasta que yo hubiese salido ardiendo literalmente. Por suerte me abaniqué un rato y me fui a la cama. Pero como no podía dormir, pensé un rato en lo del pass free ese de marras. Cuando yo estaba con el desequilibrado también pensaba eso a veces. Soñaba que tenía un paréntesis de todo vale sin consecuencias y por supuesto, me iba con el dueño de mis sábanas. Incluso reconozco que en otros momentos de mi vida, me he tomado el pase libre sin permiso y me he ido con él a una barra libre de besos prohibidos. Él es mi libertad en estado puro. Con él era yo, más desnuda en cuerpo y alma que nunca. Y luego, volvía a mi vida normal. El dueño de mis sábanas es mi paréntesis, mi pass free, mi vale de hacer lo que me de la gana por un rato.  Y como estaba prohibido, no se enteraba nadie, más que él y yo y nuestras sábanas, por lo que luego el día siguiente amanecía como si tal cosa. Todos los veranos me acuerdo de él, porque eran esas noches cálidas cuando nuestros momentos se hacían realidad sólo para nosotros.
En mis años con el desequilibrado, al que fui completa y absurdamente fiel, desee muchas veces tener un pass free. Y ahora que estoy soltera lo tengo a diario, podría hacer lo que quisiera a cada momento. Pero no lo hago. Porque ni quiero ni puedo. Y me autoimpongo orden de alejamiento con el dueño de mis sábanas. Aunque él tuviera el pass free de los cojones. Mejor no. Mejor cosas no eróticas, nariz rota, sangre, pus, caca de la vaca.

martes, 14 de junio de 2011

premio y agradecimientos varios

Este es el post número 70 de este blog. Y me han dado este premio por partida doble. Mil gracias a Nora y a Goyo. Se supone que hay que dárselo a tropecientas personas, pero con vuestro permiso, no lo voy a hacer. Os lo merecéis todos, por estar ahí, por seguirme, por leerme, por comentarme… por caminar conmigo. Gracias, caminantes, estáis todos premiados.
Y eso, que van 70 post, así, con la tonta. Parece que era ayer cuando me temblaban las piernas de comenzar este camino. Guau. Da miedito a veces mirar atrás.
Bueno, y el colmo. Que van 42 seguidores. Qué fuerte. Cuando llegue a 50 hago un post especial, ya me inventaré algo, no sé, os dejaré que me hagáis preguntas personales y vergonzosas o escribiré a petición del público o algo así. Total, a por los 50 caminantes.

Me está gustando mucho caminar con vosotros esta aventura. Moláis mil. Mi blog mola mil.  Y los que me siguen y me comentan molan mil más.

sábado, 11 de junio de 2011

por qué los pantalones tienen bolsillos

He descubierto por qué los pantalones tienen bolsillos. Y no es para guardar cosas. Las mujeres no guardamos cosas en los bolsillos de los pantalones. Como mucho un pañuelo, un billete de metro o la lista de la compra. Para almacenar mierda tenemos el bolso. El guardar compulsivamente porquerías en los bolsillos es puramente masculino.
En embargo los vaqueros y la mayor parte de pantalones para chica van llenos de bolsillos. Y vale, los de culo favorecen, pero los de delante no. Marcan más las cartucheras y hacen bulto. ¿Y entonces? ¿Por qué los ponen, eh?
Pero ya sé el por qué. Los fabricantes de pantalones son sabios de narices.
Los bolsillos sirven para que las solteras tengamos dónde meter las manos cuando paseamos. Así de duro.
Yo siempre había ido de la mano de alguien por la calle. De pequeña, de la de mi madre o mi padre o mis abuelos. Y tanto me acostumbraron, que aún hoy lo hago. Voy con mi madre de la mano. O del brazo. O algo. Pero agarrada a mi madre como si fuese un mono diminuto de esos que no sueltan el pelo de su mamá mona por nada del mundo. En fin, cosas ridículas que tiene una.
Luego empecé a ir de las manos de mis novios. No de todos a la vez, se entiende. Uno tras otro. Pero siempre había alguno. He ido empalmando relaciones durante años, así que siempre había una mano a la que agarrarme. Y durante los últimos años, me había agarrado a la del desequilibrado día tras día.
Ahora llevo meses soltera y sin mano a la que asirme. Tanto metafórica como literalmente. Y hasta ahora, el invierno y el frío me habían dado la posibilidad de llevar las manos escondidas en los abrigos, protegiéndolas del frío. Pero ahora ya no llevo chaqueta y entonces me pregunto ¿qué coño hago con las manos? Me siento tonta, con los brazos colgando y sin saber qué hacer con ellos. 28 años y aún estoy aprendiendo a caminar por la calle sin dar la mano a alguien. No sé si se puede ser más estúpido que yo.
Pero, ah, descubrimiento, los pantalones tienen bolsillos. Aunque vaya en camiseta tengo donde meter las manos. Y no es lo mismo que agarrarse a un maromo, pero vaya, al menos sé dónde ponerlas.

martes, 7 de junio de 2011

astenia

Como llevo unos meses encontrándome bastante mal, me cansé de oír gruir a mi madre y fui al médico. Yo soy de esas personas agnósticas de la medicina, que no van al médico porque suelen saber lo que les pasa o lo que el médico les va a decir. Yo conozco mi cuerpo. Son muchos años peleando con él. Y tengo la idea, tras muchos años de desagradables experiencias, de que los médicos no te hacen demasiado caso.
Pero el asunto es que mi madre insistía y si unos análisis le hacen feliz, pues vale, hagamos análisis. Así que fui a mi doctora, que es una persona de esas que no dice dos palabras seguidas ni aunque la pagues por ello. Ella te mira y si tú mantienes el silencio el suficiente tiempo, escribe en su ordenador y te extiende una receta. “Tómese esto”, te susurra. Y punto. Pero aún así yo fui a contarle mi vida, a sabiendas de que no me diría nada al respecto:

-         Mire, es que últimamente me encuentro muy mal.
-        
-         Duermo fatal, estoy todo el día cansada, me duelen las piernas, se me duermen las manos... incluso he tenido calambres en las rodillas bastante dolorosos.
-        
-         Además me levanto mareada y tengo malestar todo el día. El estómago revuelto, nauseas, poco apetito, diarreas, dolores de tripa…
-        
-         Además de mis problemillas hormonales.
-        

Tras dos minutos de silencio, veo que escribe en el ordenador: ASTENIA. Ah, qué bien, un montón de síntomas y cosas que me complican la vida y usted lo convierte en una palabra de lo más ambigua: astenia. Eso es capacidad de síntesis. Definitivamente es una doctora de pocas palabras.

-         ¿Podría mandarme unos análisis al menos para que me miren a ver si me pasa algo?
-        
-         Y de paso, una cita con el ginecólogo.
-        

Me extendió un papel con la cita. Hoy he ido a por los análisis y el plan ha sido más o menos el mismo. Silencio sepulcral mientras miraba los resultados detenidamente durante varios minutos hasta que ha dicho en el límite de lo audible:

-         Está todo bien.
-         ¿Le llevo estos resultados al ginecólogo?
-        
-         Tomaré eso por un sí.
-        
-         ¿Y todos los síntomas que le conté? Porque no han variado…
-        
-         ¿Cree que seguirán siendo trastornos hormonales y el ginecólogo podrá ayudarme?
-        
-         ¿quizás cambiarme el tratamiento?
-        
-         Muchas gracias doctora, es usted de gran ayuda.

domingo, 5 de junio de 2011

mi gente de internet (que no son putas ni pervertidos)

Yo era de las que pensaba que en Internet sólo hay putas y pervertidos. Lo curioso es que hoy en día todos andamos en mayor o menor medida por este mundillo virtual y, una de dos, o todos somos putas y pervertidos o también hay gente normal. Dentro de que yo creo que la normalidad es algo relativo, pero eso es otro tema.
Hace ya años que empecé a escribir un blog. El anterior a este, que me dio muchas alegrías y algún que otro disgusto, pero que sobre todo, me dio a personas sin las que ahora mi vida no sería igual.
Todo empezó cuando yo trabajaba en una oficina en la que la vida diaria era un infierno. Mi vida estaba haciéndose pedazos por momentos y no sabía cómo o dónde volcar mis frustraciones. Las horas en aquella oficina eran largas y a muchos ratos, tediosas. Así que empecé a navegar por blogs. Y un día, en un comentario en uno de ellos, ví el de una chica que se quejaba porque no sabía poner un enlace. Luego añadía el nombre de su blog, Manual para torpes. Y pinché. El nombre era gracioso, a ver qué contaba. Y tras dos o tres post, me enamoré de ella, de sus palabras, de sus cuentos, de su forma de contar como extraordinario lo cotidiano. Sin saberlo, ella me empujó a abrir mi propio blog y así, a través de ella, de sus seguidores y de los que pronto me siguieron a mí también empecé a conocer gente. Gente, que por cierto, no parecían putas ni pervertidos. Ni, la que parecía una tercera opción razonable, querían venderme nada.
De eso hace años ya. Tres, cuatro, no lo sé. Unos cuantos. Yo contaba mis cosas, ellos las suyas, nos comentábamos, intercambiamos mails. Y llegó un día que Elena, que para mí sólo había sido Dudo hasta entonces, me dijo que venía a Madrid y que si nos conocíamos. Y me pareció estupenda la idea. Por fin la abrazaría. Porque a esas alturas yo ya la quería. Sólo me faltaba poder abrazarla para corroborarlo. Y para comprobar que ni puta, ni pervertida, ni quería venderme nada.
El tiempo ha ido pasando y he seguido compartiendo mi vida con esa gente supuestamente extraña, supuestamente lejana, supuestamente desconocida. Ellos saben de mí mucho más que gente con la que me cruzo a diario, que gente que sí ve mi cara o que sí está “cerca”. Ellos, son tan parte de mí o más que la gente del mundo no internáutico. Ahí estáis, Abisal con nuestros mails de gatos, las fotos de mi Ron, las de tus nenes, las cosas que nos contamos y que a lo mejor sólo entendemos tú y yo; Isita esas recetas, esas fotos, esas bromas por facebook… y ahí estáis otros muchos, que lo sabéis de sobra.
Y sobre todo están mis debilidades, mi Elena, mi Dudo, mi Fraggelcillo torpe y maravilloso que me quiere tanto y me hace sentir tan bien. Cómo me ayudaron esos abrazos esta primavera. No lo sabes, tesoro, lo que sentí esa tarde paseando, viendo al enano tan grande y charlatán. Pero al menos sí sabes que te quiero  con locura porque eres especial hasta decir basta. Y está mi Fusa, que se me resiste el abrazarla, pero sabe que la quiero y que estoy tan, pero tan orgullosa de ella que se me hincha el pecho sólo de pensarlo. Y mi Nacho, al que acabo de conocer en persona, pero nos conocíamos tanto de antes, que ha sido como ver a un amigo que vive lejos, pero con el que hablas y te entiendes con muy poco. Ese pedazo de escritor con el que comparto alguna noche de desvelo y de charla literaria. Ese eres tú, Ignacio, el escritor que lo ha conseguido, que ha escrito una novela, que me engancha con cada relato y que me hace sentir segura, como si no hubiera sido hoy, sino hace mucho cuando nos conocimos. Ya sabes que Madrid ahora también me tiene a mí, y nosotros sabemos lo que significa. Y mi CMQ que somos tan parecidas, tan iguales que nos podemos contar todo y entendemos en nuestras rarezas y nos queremos tanto sin ponernos apenas cara. Además compartimos un poco a mi gato y eso es un triunfo, porque a mi amor no lo comparto con cualquiera. Fuiste la primera a la que conté mi ruptura con el desequilibrado y tantas veces me he desahogado contigo, mis miedos, mis torpezas, mis debilidades que formas parte de mí. Y te tengo que dar las gracias por todo lo que tú sabes.
Y qué puedo decir. Que mi vida ya no es la misma si me quitan este pedazo tan grande, si me niegan mi blog y mi gente  relativamente virtual. Sois un poquito míos, mi gente. Y sois los mejores compañeros de camino. Sería mucho más duro sin vosotros. Da gusto caminar con gente así al lado del alma, de la mano del corazón. Os quiero. Y punto.

viernes, 3 de junio de 2011

sueños para la ansiedad

Quítame la ansiedad,
Sácame de este hastío,
No quiero despertar
Si es que acaso me he dormido.

Últimamente la ansiedad me come viva muchas noches. Y la tristeza se apodera de mí muchas tardes. Y el desayuno me sienta mal muchas mañanas. Y como no duermo bien, caigo frita muchas siestas.
Esta dinámica me deja poco tiempo para encontrarme bien y estar en condiciones más o menos aceptables. Y ya, la verdad, no sé si es algo físico que me afecta emocionalmente o algo emocional que me afecta físicamente. Y para el caso, qué más da. Es la del huevo y la gallina, que a veces no se sabe si importa más el origen del asunto para atajarlo o las consecuencias para paliarlas.
Además cuando uno vive solo, todo se magnifica, como en el Granimbécil ese de la tele. Sólo que aquí es de verdad y encima no me esperan unos cuantos montones de euros a la salida. La realidad es que si vives solo, todo es un problema, porque entre que nadie te ayuda y nadie te escucha y nadie te mata las arañas, todo es una movida. Por eso tienes que animarte sola, consolarte sola y calmarte sola. Y a veces, hasta contarte las cosas a ti misma y contestarte. Yo de esta salgo bipolar perdida.
Pero anoche tuve un sueño. Un sueño modesto, no como el de Luther King, claro. Un sueño en el que encontraba un hombre maravilloso que me llevaba a fiestas vestida de largo, guapísima yo. Y que me quería mucho y me besaba como en las pelis. Y que me acompañaba y me escuchaba y me hacía sentir especial. Y… y… ains.
Que no es que yo quiera eso. Al menos no ahora. O no desesperadamente. Sólo es que echo de menos compartir y tener alguien a quien contarle los pequeños problemas cotidianos, alguien que me llame a mitad de mañana para preguntarme si estoy bien. Alguien que me cuide y me de la mano. Alguien, jolines.
El caso es que en el sueño me sentía muy bien. Muy tranquila, muy bien, ilusionada tirando a feliz. Como hace mucho, muchísimo, que no me siento. Si es que me he sentido así alguna vez, claro.
Además, al despertarme, en vez de darme el bajón habitual de cuando tienes un sueño precioso y de pronto ves que era mentira, me ha dado por pensar que igual algún día me pasa algo así. Que igual, alguna vez vuelvo a ilusionarme, vuelvo a compartir, vuelvo a ser parte de algo y no una zumbada que habla sola. Que igual, algún día me enamoro y lo que es más fascinante aún, alguien se enamora de mí. Que igual, alguna vez salgo de esta rutina de encontrarme mal, de ansiedad y de dolor de estómago.