martes, 19 de junio de 2012

voy al blog de cabeza...

Voy a ir al blog de cabeza, ¿verdad? Ha sido una de las frases más repetidas durante el fin de semana. Mi niño chico me tiene miedo. Es la conclusión, que le asusto. Me miraba con sus ojos casi negros y esbozaba media sonrisa mientras sacudía la cabeza Ofú, ya lo veo, al blog que voy.
El caso es que la criatura es una mina. No sé si es la juventud, si es el acento del sur, si es él en estado puro o  si es que yo estoy inspirada y lo veo todo gracioso, pero podría estar cachondeándome de él en un número indefinido de post.
Para empezar, como él mismo ha confesado, se pierde por su propia ciudad. Para ir de la estación al hotel me hizo dar un pirulo increíble por media ciudad. Lo mejor es que hacía un calor de pelotas y que eran las dos y media del mediodía. Así que no era hora de perderse. Era hora de dejar la puñetera maleta, beber algo fresquito y comer. Lo más increíble del asunto es que a pesar de llevar seis horas de bus  a las espaldas, él, que venía de su casita, refunfuñaba mucho más que yo. Ofú qué caló. Ofú, la maleta esta que se tuerce. Ofú, esta calle no era. Ofú, qué sudores, madre mía.
Y de vez en cuando levantaba un ojo, me miraba de medio lado y volvía a decirme, “lo vas a contar en el blog, ¿verdad? voy a ser el niño que se perdía por su ciudad.”
Por lo demás, salvo unas cuantas pérdidas más por el barrio de Santa Cruz y buscando un sitio concreto, fue todo de maravilla. Sus amigos me cayeron muy bien. Fanki me hizo reír de esa forma escandalosa que me río yo cuando algo me toca la tecla. Fui a una especie de tablao flamenco donde aluciné en colores. Y me acordé de porqué durante años quise dejar atrás este infierno de asfalto y largarme al sur.  De lo que no me acuerdo es de por qué no lo hice.
En cualquier caso el niño trató de hacerlo todo bien para que luego no viniera aquí a contar anécdotas ridículas. Sin embargo, a pesar de andar con pies de plomo, de vez en cuando hacía cosas graciosísimas, al momento se arrepentía y me decía: “esto no vayas a contarlo ¿eh?”. Aunque cuando me veía reírme, volvía a soltar un resoplido de los suyos y a decir “ya está. Al blog de cabeza”. Como soy una buena persona y le prometí no contar lo más gracioso de todo, voy a dejarlo aquí por el momento. Le chantajearé el resto de la vida con ese tema.
Por lo demás, y ahora en serio, el fin de semana fue una delicia. El niño es una bendición. Es un regalo que me ha hecho la vida. Ojalá tuviera seis años más. Bueno, puestos a pedir, ojalá yo tuviera seis años menos. Aunque él me hace tan feliz que se me olvida. Total, preparaos porque el siguiente post pinta empachoso y no apto para diabéticos. Y es que he perdido la cabeza. Pero he recuperado un trozo de corazón aunque no lo tenga aquí ahora, si no que me lo están cuidando en Sevilla.

9 comentarios:

  1. Qué entrada más bonita Naar. Y olvídate de la edad, Amapola no es un niñato, es una persona con las ideas clara y eso hace que la edad sea lo de menos. Así que a por todas, que yo quiero asistir a una boda made in blogger. Yo por mi parte, os diré que estoy preparando mi próxima novela, "voy a ser el niño que se perdía por su ciudad" (jajaja, es coña, pero sería un buen título). Biquiños!

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    1. a veces soy yo más cría que él y se me ocurren más tonterías, la verdad.
      y lo de la boda lo veo crudo viendo mis antecedentes, pero oye, al menos un poco de buen rollo y felicidad que nunca está de más.
      y si quieres hacer una novela de alguien que se pierde por su propia casa, el niño es tu protagonista seguro, jejeje, además, pobre mío, el nombre de Amapola le perseguirá para siempre.
      un beso!

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    2. Te doy permiso para escribir esa novela, Mandarica. Eso sí, antes quiero leer el borrador, que no me fío un pelo jajaja
      Un beso!!

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  2. Venía dispuesto a negarlo todo antes siquiera de leer la entrada, pero me ha gustado mucho. Me he reído un montón y por ahí te salvas ;)
    La próxima en Madrid, con los satánicos y con Ron, con pelis y series, con terrazas y 800 grados menos, pero sobre todo contigo.
    Un beso!

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  3. Ýo lo único que digo es que seis años no son ná. Que lo sepas :)

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  4. Eh, que yo me llevo seis años (y pico) con mi marío (aunque parece que cuando nosotras somos las peques no se nota tanto). Tenías que vernos cuando yo tenía 15 y el 21, parecíamos algo extraño y aquí estamos.

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  5. Esa frase: "Ojalá tuviera seis años más. Bueno, puestos a pedir, ojalá yo tuviera seis años menos" me suena, de Friends o algo, no sé, puede que se la dijera Rachel a aquel noviete jovenzuelo que tenía?

    No sé el caso es que llevo un rato poniendome al día y tu blog sigue tan divertido y entretenido como siempre :)

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  6. Qué bonitooo. Yo también amenazo mucho al churri con someterlo al escarnio público del blog. Mano de santo, oye. Besos.

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