sábado, 26 de octubre de 2013

iluminados y paranoias

Siempre he reconocido tener una vena paranoica bastante seria. Me viene de familia, ya lo expliqué una vez. Para los nuevos os resumo que un tío abuelo mío era panaroico diagnosticado y no medicado que creía que Alfonso Guerra le tenía mucha manía y le mandaba mensajes ocultos en sus mítines. Y ni hablar de Perales, que la canción de “Y quién es él” se la cantaba a él con malvadas intenciones coactivas. Tal y como os lo cuento. 
El caso es que yo no llego a esos extremos (aún) pero tengo mis momentos chungos con las cosas más absurdas. Por ejemplo yo no me suelo dar por aludida con las indirectas, ni me preocupan lo más mínimo las críticas que me pueden hacen medio encubiertas. No me quita el sueño lo que la gente piense o diga de mí. Ahora bien, lo que sí me mosquea bastante es el anonimato. Me da por pensar quién estará detrás, si no será nadie o si será alguien que ya me conoce y juega con ventaja. Eso desata mis venas paranoides y me dan unas irresistibles ganas de ponerme un embudo en la cabeza y forrarme de albal para que los aliens, la NASA, el tipo gordo que me censura y las logias judeomasónicas no puedan controlarme.
Eso explica que durante años me resistiera a tener ninguna clase de contacto con el rollo virtual, donde todo el mundo se puede esconder detrás de una pantalla y fingir ser lo que le dé la gana. Luego me metí en el mundo del blog, le fui perdiendo el miedo a los aliens y los vendedores deaspiradoras y aquí me veís, tan feliz con mi blog, con mis amigos del otro lado de la pantalla y mi chico conocido a través de este mundo. Zas en toda la boca que se llama.  Pero a pesar de todo esto, cuando llega alguien nuevo a mi vida por este medio, cuando me comenta un perfil que no conozco, cuando en twitter me sigue gente rara… me da el cortacircuito mental. Y salgo corriendo a hacerme un gorrito de albal para que dejen de vigilar mis pensamientos.
Quizás por eso (entre otras cosas) tengo los comentarios anónimos restringidos. Y por eso cuando alguien me sigue en twitter lo primero que hago es ir a ver su perfil (o como coño se llame lo de twitter) y curiosear lo máximo posible. No es por que yo sea una cotilla, es por seguridad. Por convencerme de que no es nadie raro con pérfidas intenciones hacia mi personita. Así suelo estar más tranquila y un poco más feliz.
Hasta que ocurren cosas como esta.
El otro día abrí mi cuenta B  de twitter que ignoro de mala manera. Pasan las semanas y no me acuerdo de que la tengo. Sin embargo a veces me da por mirarla así con desgana, para asegurarme de que sigue ahí y de que las dos o tres personas reales que sigo están vivas. Y lo primero que me encuentro es que me sigue un grupo rarunísimo y que tiene un extraño simbolito de un círculo con un triángulo dentro que a su vez tiene otro circulito dentro. Una lumbrera el que lo diseñó, oiga.  Los colegas en cuestión tienen puesto en su definición: “Somos un grupo de contacto con seres humanos del cosmos, de la Confederación de Mundos Habitados de la Galaxia con más de 130 libros en descarga. Varios paises.” Y luego añaden esto “ar bo cl co cr es mx pa pe ve”. Y SE QUEDAN TAN ANCHOS. No sé muy bien si estas letras del final son un código alienígena, si son siglas de países, si son símbolos químicos de la tabla periódica o si es que el mono que escribe sus mensajes se quedo sin plátanos y aporreó el teclado furioso.
Y qué queréis que os diga. A mí esto me caga de miedo. No por que me sigan, por una vez y sin que sirva de precedente mi vena paranoide se ve eclipsada por la racional y sé que están haciendo un bombardeo masivo a seguir gente buscando el followback. Sé que no es nada personal conmigo. Pero el mero hecho de que estas cosas existan me da susto. Porque tienen casi 18.000 seguidores. Eso es mucha gente. Con que la mitad o menos les lean o les crean mínimamente, ya estamos jodidos.  Porque a riesgo de juzgar precipitadamente, esto huele a secta que se mata. Y si no, visitad su página web y decidme qué pensáis. Y no sé, a mí estas cosas me preocupan. Porque a mí me parece que nadie puede tragarse ni dos palabras de estos tipos o de otros tantos semejantes, pero hay mucho loco suelto, mucho necesitado de creer en algo, de pertenecer a algo. Porque a mí puede parecerme impensable, pero la gente siguió a Manson, le gente se suicida en masa esperando a la nave espacial que viene a por ellos, la gente sube a los montes esperando la llegada de vete a saber qué. Y creen en ello más profundamente de lo que posiblemente nunca crea yo en nada. Y eso me acojona, qué queréis que os diga. Porque los fanatismos me asustan, los alienamientos me asustan y desde luego, estos supuestos humanistas que vienen a salvarnos en los tiempos revueltos me ponen los pelos de punta. Está claro que atravesamos malos tiempos, todos necesitaríamos una tabla de salvación que nos hiciera pensar que las cosas van a mejorar de verdad. Y de esa desesperación viven estos grupos de gentuza, donde siempre hay alguien que saca tajada. Y eso es realmente lo peligroso. Que de la flaqueza de muchos se hagan fuertes unos pocos.
Quiero añadir que no estoy en contra de las religiones, de las asociaciones o de los grupos diversos. Todos pertenecemos a algo, de un modo o de otro. Y creer no es malo. Lo malo es perder el norte, no ver, no pensar y no decidir libremente. Lo malo es seguir ciegamente a los iluminados que aparecen en ciertos momentos.

Y bueno, qué se yo, igual estos tipos son super majos y realmente un día va a aparecer una nave espacial que los salve del fin del mundo. O lo que sea que defiendan. Yo ya dudo de todo. Yo no sé nada. Yo soy una loca, una paranoica, una fan de las teorías conspiranoides. Que no sé para qué me meto yo en este jaleo sabiendo que las altas esferas vigilan mi blog y Perales cantaba a mi tío. A mí qué me preguntáis, joder. Voy a ponerme un embudo forrado de albal en la cabeza y a hablar con mi gato que es el único que me comprende.


miércoles, 23 de octubre de 2013

El tinglado donde no pinto nada, capítulo 2

Ya sabía yo que el tema no quedaba tan pacíficamente. Porque la gente que es tocapelotas, no lo es un poco. Es MUY tocapelotas.
Hablo del post anterior, claro.
El asunto es que la despechada mujer que al principio se dirigió a mí tan amablemente, poco a poco se fue poseyendo por el demonio de los cuernos. Que a mí me parece estupendo que te pongas furiosa, pero mira a ver con quién.
El caso es que la histérica mujerzuela fue subiendo de tono y me dijo que si yo me había metido en medio de ellos, que no se creía que no hubiera pasado nada, que era yo la que había hablado con su novio por facebook cuando estaba en casa con ella y con su hija, que si era culpable de todo y que si le había jodido la vida. Y NO, señora mía. Yo he intentado ir por las buenas y explicarte que no pasó nada. He tratado de ser maja y comprensiva y de comerme un trozo de un marrón que no es mío. Pero no tengo que aguantar insultos y descalificaciones de nadie.  Así que le dije que no había manera de hablar con ella y la bloqueé de facebook. Acto seguido le mandé el mensaje a su novio que os pongo a continuación para que veáis lo clarito que yo hablo y le bloqueé también.
En vez de preocuparte tanto de decirme lo que tengo o no tengo que hacer y que decir (que estaría bueno que tuviera que hacerte caso), mejor sería que le explicases bien las cosas a tu futura mujer. Yo no tengo por qué mentir ya que no hice nada malo ni pasó absolutamente nada. Te estoy tapando y no dejo de decir a tu novia que hable contigo y crea lo que tú dices porque no tengo interés en haceros daño, pero NO quiero que me llegue ni un solo mensaje suyo más y menos en el tono que lo está haciendo ahora. Le he respondido y he tratado de hablar de buenas maneras con ella porque sé que lo estará pasando mal y no me hace ni puta gracia esta situación y estar salpicada de esta mierda, pero ahora se está poniendo borde y no lo voy a consentir. Así que te lo digo a ti una sola vez: dile lo que te salga de las narices pero déjale claro que no me escriba más y que yo no tengo nada que ver en todo esto. Desde luego le he repetido mil veces que no pasó nada entre nosotros y que no nos hemos vuelto a ver porque es LA VERDAD, pero ella no me cree. Y no voy a consentir que se ponga en duda lo que digo o lo que hago, que se apele a mi conciencia diciendo que no la tengo tranquila, que me diga que soy una mentirosa o que me he metido en medio de vosotros y no sé qué historias. Tú sabes de sobra que hubo un beso porque TÚ lo buscaste mil veces y poco menos que me lo diste por la fuerza, te hice varias “cobras” y te dije que no me iba a liar contigo. Por supuesto no pasó nada más después de eso, digo yo que por algo sería. Y desde luego, la única conversación que tuvimos por facebook la empezaste TÚ. Yo no me he puesto jamás en contacto contigo, ni te he buscado, ni he tratado de ligar contigo toda la noche ni nada de nada. Que no se me ponga a mí de guarra y de ir metiéndome donde no me llaman porque no es la historia. Y no me hagas recordar lo que me respondiste cuando te pregunté si no era verdad que tenías novia o mujer o lo que fuera.
Y tranquilo, no le voy a decir nada de esto a tu novia, puedes borrar este mensaje en cuanto lo leas y no habrá más pruebas, pero sabes bien que tengo razón y que el único que tiene que perder aquí eres tú. Dile bien claro a tu novia que NO vuelva a escribirme, que NO me insulte ni ponga en duda lo que digo, que yo NO me he metido en ningún sitio y que yo NO le he jodido la vida a nadie porque estoy empezando a cansarme.
De verdad espero que arregléis las cosas porque es una auténtica chorrada lo que pasó y no creo que merezca la pena. Yo también tengo mi novio y mi vida y lo último que quiero es que esto me afecte más.
Con esto pongo punto y final a toda esta fea historia y NO quiero más respuestas por parte de ninguno de los dos. Espero que haya quedado bien claro.

Una vez dicho esto y mandados los dos a tomar viento fresco, debo decir que el tema me ha hecho pensar un poco sobre las reacciones de la gente. Y es que a veces somos absurdos. A ver, si tu novio o tu marido te pone los cuernos, el culpable es él y solamente él. Por mucho que zorree una tía con él, tiene la opción de decir que no. Si la tía ni siquiera quiere algo con él como fue el caso, desde luego ya es el colmo. No vale decir que le han buscado, que le han dicho o que le han provocado. Uno tiene la decisión de hacer o no hacer las cosas, nadie te pone una pistola en la sien para que seas infiel. Así que jódete y asume que has compartido una parte de tu vida con un gilipollas y deja de buscar culpables fuera.


Por suerte ya sí que ha terminado el cuento porque están bloqueados y como alguien más se ponga en contacto conmigo voy a tomar medidas más serias. Que sólo me falta a mí tener que aguantar gilipolleces semejantes. Hombre ya. 

lunes, 14 de octubre de 2013

y en todo este tinglado... ¿qué pinto yo?

De verdad, de verdad, que no busco yo que me pasen estas cosas. Que yo quiero ser una persona aburrida, sosa y anodina. Soy feliz con mis pequeñas cosas del día a día, con mi rutina, mi gato, mi sofá, mis pensamientos absurdos, mis lecturas, mis escritos, mi novela que me va a sacar de pobre y nunca pasa del tercer capítulo… que para mí un problema es que me coincida la hora de ducharme con la de hablar por teléfono con el niño chico. Y me gusta esta etapa de relativa calma que me está brindando la vida. De verdad de la buena, quiero disfrutar de cierto aburrimiento.
Pero no, pa qué. El universo funciona mejor si de vez en cuando me llevo al menos un sobresalto.
Hagamos memoria para que la historia tome sentido. Algún sentido. Bueno, para que entendáis algo.
Hace dos años se casó mi amiga N. Anita y yo fuimos y lo pasamos muy bien y blablablá. Bailamos, charlamos y ligamos mucho. Y uno de los tipos que quiso ligar conmigo al final me dio un beso de esos por la fuerza tras mil cobras y otras mil negativas. No me molestó demasiado porque estaba pasándolo bien y no quise chinarme por una tontería, pero tampoco es que me hiciera mucha gracia. Además yo intuía por ciertas cosas que el tipo estaba casado, comprometido o semejante aunque él me lo negó como si le fuera la vida en ello. Que no, que no, que yo tuve novia muchos años pero nos iba muy mal, ya se había acabado todo hace tiempo y hace poco que al fin hemos roto, blablablá… Esas cosas que sabes que son mentira. Lo que pasa es que me importaba una mierda porque él no me gustaba y tenía claro como el agua que no le iba a volver a ver. A pesar de ello nos intercambiamos los facebook para pasarnos las fotos de la boda y tal. Y unos días después me habló él, que si qué tal, que si me gustó mucho conocerte el otro día, que si podíamos volver a vernos… whatever.
Yo le di largas porque NO me gustaba y porque el facebook demostraba que sí tenía novia y una hija en común con ella, pero no quería ser borde porque es amigo de una amiga y lo habíamos pasado bien. Pero dejé claro que no íbamos a vernos ni nada.
Fin de la historia que ocurrió hace dos años y de la cual no me había vuelto a acordar jamás.
Pues esta mañana estaba yo felizmente de compras con mi madre cuando me llega un mensaje a facebook de este tipo con un “hola guapa, aún me acuerdo mucho de ti”. He flipado un poco y he despotricado un rato. Cómo un tío que se va a casar con su novia y con una hija de diez años se atreve a hacer esto. Es demencial. Pero no contesto y sigo a lo mío porque había visto unas bailarinas monísimas rebajadas. Hasta que llego a casa feliz como una patata con mis bailarinas y un vestido y descubro que tengo cuatro mensajes más en el facebook y una solicitud de amistad. La solicitud es de la novia del tío este y los mensajes son de él explicándome que el mensaje de antes me lo había mandado su novia, que había descubierto la conversación que tuvimos años ha y pretendía “pillarme”. Que estaba enfurecida y quería dejarle a cuatro meses de la boda. Y a mí qué coño me cuentas, colega. No, en serio, qué quiere que yo te diga.
Total, que tras dar vueltas y NO dormir la siesta, le respondo que esa pelea no es mía, que lo siento mucho pero que yo ahí no me voy a meter y que allá se las compongan. Pero entonces me llega un mensaje de la novia. WTF?? La tía me decía, de muy buenas maneras, eso sí, que era la novia de fulano de tal y que tenían una hija de casi diez años. Que había descubierto una conversación entre él y yo del 2011 y que si podía explicarle qué había pasado entre su fulano y yo. Y mientras el otro mandándome mensajes de que le diga a su novia tal y cual, que él le ha contado no sé qué bola y que yo la siga.
Y ya se me han hinchado las narices, claro. Primero, si eres un puto infiel, asúmelo y jódete si te pillan. Segundo, no me pidas que mienta, porque eso es algo que me puede y no te debo nada ni yo tengo nada que ocultar como para mentir y andar con embrollos. No me sale del coño, fíjate tú. Y la novia pasándolo mal, pidiéndome por favor que le dijera con qué clase de persona iba a casarse en tan pocos meses.
Total, que ya hasta el higo de jaleos en los que no sé por qué estoy metida, he contestado a la chica que sentía mucho esta situación por la que está pasando, que de verdad la entiendo mejor de lo que puede creer, que entre el tipo ese que tiene por novio y yo no pasó nada ni le he vuelto a ver desde la boda, pero que las explicaciones se las pida a él. Y que ella sabrá con quien vive después de diez o doce años, que no se lo voy a decir yo por diez minutos que conocí al tipo en una boda hasta arriba de wiskicolas.


Y creo que mi breve aparición en el culebrón del día ya ha finalizado. O eso espero. Que tengo que seguir ocupada en asuntos mucho más importantes como pensando si me corto el pelo o no, a qué hora me ducho para poder hablar con el niño a gusto y cómo ahorrar unos eurillos para hacerme un tratamiento ultrarejuvenecedor que me quite las manchas de la cara. Y jugando con el gato a tirar y perseguir bolitas de albal. Y mirando las partículas de polvo en suspensión delante de la ventana. Lo que sea. Pero culebrones no, gracias. 

Dilemas capilares

El otro día hablábamos de los pelos de gitano del niño chico. Hoy vamos con los míos. Total, donde hay pelo hay alegría, ¿no?
No estoy muy en mis cabales. Tiene que haber una enfermedad mental para denominar lo que yo tengo, pero no la conozco. Igual la invento yo.
Hay gente que es tanoréxica y por muy renegrida que esté siempre cree que no está lo bastante morena y gente anoréxica y por muy delgada que esté sigue pensando que está gorda. Pues yo lo mismo, pero con el pelo. Por muy largo que lo tenga, siempre creo que no es bastante. Aunque la coleta me arrastrara y fuera barriendo el suelo, pensaría que no está suficientemente largo.
Y de vez en cuando me da el chungo y creo que estoy preparada. Me harto de verme en fotos de años y años y siempre llevar la misma melena. Y digo, que sí, que me lo corto. Pero luego no. NO PUEDO. Y me enfada, porque veo fotos de mis amigas, que cambian de look y están tan monas ellas. Y me imagino con esas medias melenas tan sexys, tan chulas y tan monas. Me imagino con cortes guays y molones que me favorecen mucho. Me imagino haciéndome peinados distintos. Me imagino guapa y fabulosa. Pero luego… luego nada. Luego me sigo dejando mi melena pantojil hasta la cintura. Y me miro en el espejo y no me parece lo bastante larga. Lo dicho, estoy enferma.
Hace poco me dio el siroco que me da todos los otoños. Estoy harta de estos pelos, me lo voy a cortar. Sí, mucho, muchísimo. Me voy a hacer una media melena. O bueno, una melena por debajo de los hombros para poder recogérmelo. O quizás un poco más, así como a media espalda. O… bueno, puedo cortarme como cuatro dedos o un poco más. Aunque para eso  también puedo cortarme las puntas y ya. O nada. Puedo hacerme nada y seguir con el pelo larguísimo.
Y exactamente eso es lo que hago… NADA. Y no me convence, pero soy incapaz de hacer otra cosa.
Para colmo, esta vez estaba bastante segura de ir a la peluquería y aprovechar el momento de locura para pegarme el tijeretazo. Pero como no sabía qué hacer para verme mona mientras ahorraba un poco, aprendí una nueva forma de hacerme ondas que no me molesta, no requiere ni un minuto, es súper cómoda, no estropea el pelo y me queda genial. Y me lo veo taaaaan chulo que ahora sí que no me lo puedo cortar.
Y pensé hacerme flequillo otra vez para cambiar de look. Pero el niño dice que los flequillos-felpudo (sólo él sabe por qué diablos los llama así) no le gustan. Genial. Iré igual para los restos. Con razón cuando fui a renovarme el DNI este mes me dijeron que si la foto era la misma que hace cinco años (vale, seis, que lo tenía súper caducado). Pues no, no es la misma, oiga. Que una envejece y se afea y se chuchuría pero mantiene el peinado. O sea, como la reina Sofía.  Geeeeeenial. Ahora sí que me estoy deprimiendo.
Encima miro en Internet y todas las páginas sobre el asunto son de “miedos infantiles”, entre los que están las pataletas que les dan a los críos cuando les pretendes cortar los cuatro pelos esponjosos esos que tienen. Se supone que de mayor pierdes el miedo al asunto. Pues vaya mierda pinchada en un palo, oyes. Ahora resulta que yo, que fui la niña menos niña del mundo sigo teniendo un miedo infantil a los 30 tacos.
Total, que ya si eso para el mes que viene lo pienso. Para cuando esté la luna creciente de nuevo, que mi madre dice que si te cortas el pelo cuando la luna está en cuarto creciente, te crece más rápido. Por si acaso.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Por los pelos

¿Sabéis eso de que los padres siempre te ven como una niña pequeña y tratan de cuidarte y protegerte y blablablá? Pues mi padre no. Mi padre me quiere. Creo. Pero no es un padre protector ni mucho menos. Y desde hace años, cada vez menos. Ha asumido que soy lo bastante fuerte e independiente como para que él no tenga que pasarse la vida velando por mí. Así que no se preocupa demasiado por las cosas que hago ni por los chicos con los que salgo. El niño chico le cae bien porque es de pocas palabras y le ha ayudado con un par de cosas que él aborrece hacer, pero no me hace preguntas. Creo que ha aceptado la idea de que no soy la hija virginal con la que sueñan los padres y prefiere ignorar el asunto.
Sin embargo para ese tipo de cosas está mi yayo. El yayo, desde que yo era pequeña siempre me decía que debía buscarme un novio que fuera español, blanco, rubio y de derechas. Era una broma, obviamente, pero el caso es que ninguno de mis novios le ha gustado. Y eso que todos eran españoles. El primero era feo y raro y fumaba mucho. El Ross, que sí era blanco y rubio y aunque no era de derechas podría haberlo parecido porque no habla nunca de política, tampoco le convencía. El desequilibrado no le gustaba nada de nada. Incluso le dijo que se anduviera con ojo porque él tenía una pistola de cuando estuvo en la mili en África. No es verdad que mi yayo tenga una pistola, pero se lo dijo igualmente. Varias veces.
Ahora ha conocido al niño chico. Y bueno, no dice mucho porque aún no ha tenido tiempo de tratarle a fondo, pero ya le está viendo pegas. Como a todo. Al novio de mi prima la de Granada (que por cierto es bien majo y bien guapete) cuando le conoció le dijo: “huy hijo, te imaginaba mucho más alto y más fuerte, no así tan birrioso.” Y para arreglarlo, ante los codazos y las miradas asesinas de mi yaya añadió: “yo qué sé, que como mi nieta es así tan alta y tan fuertota te había imaginado más grande… porque como ella es así grandona, como una mula normanda pues pensé que tú serías igual.” Por eso cuando les iba a presentar al niño cogí a mi yaya y  le dije que por favor, controlara al yayo para que no dijera ninguna de las suyas. Y en el momento se comportó bien, pero luego me pilló a mí por banda el otro día.

-         Nena - me dice – ese chico amigo tuyo… ¿es andaluz, no? – mi abuelo, la perspicacia en persona.
-         Sí yayo, es de Sevilla.
-         Ya. Hum…. Hum. ¿Pero es español?
-         Pues claro.
-         No sé. Hummm. Parece así como… como… como moruno, niña, parece moruno. – sí, como un pincho.
-         Pero qué dices, yayo. Es español, sevillano de pura cepa.  
-         Sí, sí, ya… hummm… pero no sé.
-         ¡Que se apellida García!
-         Hum. García. Hummm. Ya. Pues no sé. ¿Y gitano? ¿No será gitano, verdad niña? ¡Porque mira que como sea gitano…!
-         ¡Pero qué gitano ni gitano! – nota mental, ocultar el resto de la vida que la abuela del niño es mitad gitana.
-         Pues no sé. Hummmm.
-         Yayo, ¿se puede saber qué te pasa?
-         No, nada. Si parece un chico majo, ¿eh? Y educado, eso sí. Pero parece… parece… hummm.
-         ¿Qué parece?
-         Que tiene mucho pelo, niña. Mucho pelo y muy negro. Ese pelo… ese pelo no es español. Ese pelo es pelo gitano. ¿Yo no te dije que te buscaras un novio rubio?
-         Sí, y español y de derechas.
-         No, ya no quiero que sea de derechas. Pero español y rubio sí debería ser.
-         ¡¡Pero si es español!!
-         Bueno. Pero tiene pelo de gitano. Dile que mi padre era guardia civil de tráfico. A ver qué dice. Porque los gitanos huyen de la guardia civil, así que díselo, a ver qué pasa.
-         ¿Le digo que tienes pistola?
-         No. Pero pregúntale si tiene una navaja.

Genial. Ahora mi abuelo cree que salgo con un gitano. Y el niño va a raparse al cero cuando lea este post, claro. Y a mí no me gustan los tíos rapados, así que le dejaré. Y mi padre torcerá el morro porque este chico sí le cae bien y además a ver quién le ayuda ahora a cargar la furgoneta con material para la obra de la casa del sur. Y mi madre se enfadará con mi padre por no querer ir a cargar más furgonetas sin ayuda. Y entonces los dos me mirarán mal por haber dejado al chico que ayudaba a cargar cajas de azulejos. Un drama todo, oyes. Y todo por culpa de los gitanos, claro.

jueves, 3 de octubre de 2013

Crónica de la boda de los yayos

Bueno, he sobrevivido. Pensé que no, ¿eh? Pero sí, lo conseguí.
Al final salió todo bastante bien. Tuvimos la mala suerte de que hizo un día horrible y llovió sin tregua, con súper tromba de bienvenida a la entrada a la iglesia. Eso hizo que cancelásemos la copa de cóctel previa a la cena en el jardín del restaurante. Pero bueno, lo demás fue bastante sobre ruedas.
La ceremonia salió muy bonita, el dueto de violín y chelo tocaron de maravilla y la soprano era soberbia. El cura se portó de maravilla y nos dedicó unas palabras, además de dejarnos leer a toda la familia y hacer unas ofrendas preciosas. Mis yayos se emocionaron mucho y creo que fui la única que mantuvo el tipo sin llorar.
El convite, quitando el fastidio de la copa de bienvenida al aire libre fue estupendo, comimos muy bien, nos sentamos de forma premeditada para que no hubiera altercados y los camareros fueron majísimos.
Después de la tarta y los cafés pusimos música. Y mis yayos se bailaron el tango de rigor haciendo llorar a toda la concurrencia y emocionando hasta a los que acababan de llegar. Y luego bailaron todo lo que se les puso por delante. Mi yaya no parecía acordarse ese día de que le duelen los tobillos ni las articulaciones ni nada, porque no se sentó en toda la noche y hasta se le hizo corto. Es el alma de la fiesta, la jodía.
El niño chico y mi amigo I llegaron al baile y las copas, lo que fue estupendo, me ahorré el mal rollo de las presentaciones y las preguntas pero me sentí acompañada y hasta bailé un poco y todo.
La parte mala la dejo para otro post de despelleje, pero puedo decir que mis primas son cada vez más estúpidas.
Mi amiga Pa hizo un buen montón de fotos, ya colgaré alguna cuando las analice detenidamente y crea que alguna pasa el visto bueno. Os puedo decir que mi vestido triunfó muchísimo y que aguanté con los zancos mejor de lo que pensaba, aunque al día siguiente apenas me podía mover.

Y por el momento poco más. El niño chico aún está por aquí y la verdad es que eso hace que escriba menos y que os lea desde el móvil, lo que me impide comentar porque es un reverendo coñazo, pero poco a poco vamos consiguiendo una rutina y pronto me pondré al día comentando y escribiendo con frecuencia.

Muchas gracias a todos por los ánimos y las palabras amables, la verdad es que han sido de ayuda en los momentos de crisis nerviosa.