miércoles, 30 de diciembre de 2015

Resumen del 2015 y... ¡FELIZ 2016!

El 2015 ha sido un año de esos que cuando terminan no sabes muy bien si ha sido bueno, malo, regular, sí, no o todo lo contrario. A ver, en líneas generales, pues bien.
No ha habido problemas serios de salud en mi gente querida. Y mira, casi que con esto ya es suficiente, la verdad.
Económicamente he estado tan mal como siempre peeeeero parece que ahora algo mejora la historia con mis 200 eurillos por tratar a la preadolescente y algún extra que voy arañando de aquí y de allá. Y en amores no me puedo quejar porque he tenido más de lo que merezco. El Niño Chico ha ocupado casi todo el año con esa paz y esa dulzura que él sabía extender por la casa. Esa forma suya de saber llevarme, de saber tratarme, de saber escuchar y estar ahí. Esa forma suya de ser casi perfecto. Y le quiero, así en presente. Porque amarle ha sido lo mejor que he hecho en años, él me ha enseñado y demostrado muchas cosas y me ha querido más de lo probablemente merezco. Ha sido una historia maravillosa que llevaré conmigo siempre. Y se terminó porque tenía que ser así, porque un final feliz no siempre son matrimonio e hijos. A veces es esto, que cada uno siga su camino llevando un pedacito del otro en el corazón.
Luego llegó lo del Ross, que es más complicado de lo que puedo explicar en un resumen del año. Que me hace feliz, pero es difícil a veces. Igual un día me pongo y lo escribo para los masocas que quieran leerlo, pero not today.
El año ha tenido cosas súper maravillosas como el viaje a Cracovia, que fue una experiencia enriquecedora, bellísima y muy profunda. Hasta ahora, el mejor viaje que he hecho en mi vida. Todo salió bien, el clima, la gente, los sitios, el apartamento, las excursiones, el día en Auschwitz, las carreteras, la siempre estupenda compañía del Niño... Sólo hay una palabra: perfecto.
Y también ha tenido sus cosas malas. La muerte trágica, abrupta y jodida de un amigo de la infancia me tocó muy dentro, muy hondo, me dió muy de bruces con todos mis miedos, mis fantasmas, mis dolores, mis peores pesadillas. Y desde que el murió el 17 de julio, algo se me rompió por dentro y ya ningún día volvió a ser verano.
Agosto fue una pesadilla por muchas razones: agobios, ansiedad, constantes sangrados y problemas hormonales que me dejaron en los huesos... qué jodido mes de mierda más largo y más feo.
Sólo los días en la playa con mis amigos en octubre fueron capaces de cambiarme la cara y de hacerme sonreír. Que luego noviembre y diciembre me están mustiando otra vez por razones que no vienen al caso, pero sé que esto se me pasará y volverán las oscuras golondrinas y tal.

La verdad es que afronto el 2016 con cierto optimismo. Se casa Bombita, y eso mola. Reichel va a ser mamá, y eso mola. Otros amigos tienen planes chachis y eso mola. Y yo no tengo una mierda, pero bueno, sé seguir hacia delante esperando que las cosas molonas lleguen, porque llegan, que lo sé yo. Y llegan para vosotros también, estoy segura. Así os lo deseo de verdad, de corazón. Como siempre, como cada año, sólo pido salud para que salgamos airosos de las trabas que pone la vida y que derrochemos sonrisas, que de esas siempre se puede regalar una y salen gratis.
Resumiendo...


¡¡¡FELIZ 2016 A TODOS!!!

lunes, 28 de diciembre de 2015

bromas en inglés y dulces por correo

Mi profe de inglés es un cachondo mental. Lo malo es que a veces hace chistes en inglés y si no estás escuchando o si tu nivel es un poco escaso, no lo pillas. Por suerte a mí oído me sobre, así que me río mucho con sus ocurrencias aunque a veces sea la única y el resto de la clase me mire como si estuviera loca. Cosa que tampoco es nueva, por otro lado.
La verdad es que estoy encantada, estoy soltándome muchísimo, mejorando a pasos agigantados y el otro día me felicitó por mi pronunciación. Incluso el profe está pensando subirme de nivel, aunque yo prefiero esperar a estar un poco más segura. Fíjate, yo que tenía una vergüenza bárbara por decirlo todo mal. Que también os digo, no sé qué le pasa a la gente en la boca cuando habla inglés que parecen de repente todos murcianos. (No me se enfaden los murcianos, que es bromita)
El caso es que el tipo, que con eso de ser australiano y haberse pasado más de media vida del revés se le ha debido de quedar el cerebro un poco más pallá que pacá y a veces se va del tema y nos cuenta cosas que no sé sabe muy bien a dónde conducen aparte de al hecho de practicar la lengua de Shakespeare en ambientes menos rígidos. Hace poco por ejemplo, describiendo unas viñetas con actividades cotidianas, había una foto de un tipo haciendo la cama. Supuestamente. Entre que la fotocopia estaba regulera y que el dibujo en sí era raro, el hombre va y suelta “Aquí podemos ver a un hombre violando a una oveja. Y en la siguiente está su mujer fregando los platos... o deshaciéndose de las pruebas, quién sabe” A mí, propensa a la risa absurda, me dio un ataque de esos incontrolables y mientras mis compañeros me miraban confusos, le dije que quizás era una oveja muy, muy bella e irresistible.
La semana pasada sin embargo, la tomó con las cestas de Navidad. Le dio por decir que no entendía la manía de los españoles de dar comida por estas fechas y que él prefería que le dieran el dinero y ya se compraría lo que le diera la gana. Un compañero le dijo que al menos si daban un jamón bueno sería y él dijo que prefería algo dulce. Y que además se lo mandaran a casa. Que hace años, trabajando no sé dónde, le dieron una cesta con un jamón incluido (debió ser en antes de la crisis) y que pesaba todo unos 15 kilos. El pobre hombre vivía lejísimos del trabajo y no podía arrastrar la cesta por todo Madrid, subiéndola al metro y al autobús, así que cogió un taxi y le cobraron una pasta. Así que le salió cara la broma de la cesta.
De repente, me surgió la idea. Igual que hay empresas que te envían flores, molaría una que te mandara dulces navideños o bombones para regalar en estas fechas. Ya me veía yo forrándome con mi idea, cuando descubrí que como de costumbre, se me habían adelantado y resulta que Delaviuda, ya lo hace. Por curiosidad me metí en la web y resulta que puedes personalizar cajitas con dulces, bombones y toda clase de cosas ricas y enviarlas a domicilio. Además que los puedes personalizar y no sólo para Navidad, si no para toda clase de eventos, bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños... Total, que lo llego a saber un par de días antes y el regalo del amigo invisible del blog había sido esto. Para la próxima ya lo sé.


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Cumpleblog y amigo invisible

Soy una madre horrible. Pensé mil veces en esta fecha, en su momento pensé que no llegaría, que el tiempo no sería capaz de avanzar tanto. Y fíjate, llega y yo pensando en las musarañas.
Mi niño, mi blog, este hijo salido de mis entrañas ha cumplido cinco años. Y yo ese día voy y hablo de Podemos. Estúpido Pablo Iglesias y su erotismo.
Ahora en serio, parece mentira que el tiempo haya corrido tanto. No sé aún cómo lo he conseguido, cómo hemos podido llegar hasta aquí. Cómo ha podido la vida dar tantas vueltas. Gracias a este blog he hecho amigos, amigas a las que adoro y que espero ver cada año con ilusión. Me he enamorado del Niño Chico al que conocí a través de aquí. Al final no ha podido ser, pero me enamoré y no me da vergüenza admitirlo. Amé y fui amada, fue una historia bonita, feliz y que viviría mil veces más. He veraneado con las gemelas, con mi niña de Almería, he vivido aventuras y he hecho idioteces con ellas, las he acogido en mi casa. Las quiero, aunque no se lo diga lo suficiente. Me han invitado a bodas, he tomado cafés, he pedido ayuda y he tratado de ayudar, he estado en casa de Álter, ella ha estado en la mía. Me he carteado con gente, nos hemos contado cosas, me han llegado mails, he cogido cariño a tantas personas más allá de un avatar o un blog que no podría nombrar a todas.
Y como eso es así todos los días, pues la fecha concreta va y se me pasa. Soy un desastre. Y me fustigo por ello.
Lo bueno es que las fechas son propicias para más cosas buenas y chulis y chachiguays y molatodos. Así que el otro día me llegó regalo de mi amiga invisible y me vais a perdonar las fotos de auténtica mierda que he hecho, pero no me apetecía sacar la cámara medio decente y las he hecho con el móvil y aguantándome las ganas de ponerme a engullir bombones. El caso es que la pobre chica me decía en la tarjeta adjunta que no puedo fotografiar porque forma parte de la decoración navideña del naarhogar, que había leído mi blog en busca de cosas que me gustaran y no había encontrado nada. Al parecer he dicho varias veces que soy poco materialista. A partir de ahora empezaré a hacer post de cosas que quiero para futuras ediciones. Cosas sencillas: un coche nuevo, una casa en la playa, un viaje al caribe... así, normalito. De momento me ha tocado un colgante con un infinito que al friki del Ross le ha gustado mucho y yo me estoy reservando para nochevieja, por aquello del deseo de infinitas cosas buenas para el 2016. También una pulsera que pone “Love” súper chula y que por primera vez en mi vida, no se me cae. Tengo unas muñecas raquíticas y casi no puedo llevar pulseras, pero esta, oh maravilla, me queda genial. Y bombones. Estos también le han gustado al Ross, pero los he escondido lejos de sus garras. Son míos y me los pienso comer como una auténtica gumia. En fin, Anusca77, gracias por todo, has acertado a pesar de decir que no sabías qué regalarme. Y mil gracias por la tarjeta y los buenos deseos. Espero tener una nueva amiga en el blog.


Por último, y debido a la vorágine de los días venideros, aprovecho para desearos a todos MUY FELIZ NAVIDAD. Lo del Año Nuevo me lo guardo y así me jodo y hago post específico, que ando un poco vaga. De momento, que las fiestas sean agradables y llenas de espíritu positivo, es un milagro la vida y para algunos que somos creyentes, un poquito más en estas fechas.


  Madre mía, no sé cómo no gano un premio a la peor fotógrafa del mundo. En fin, la intención es lo que cuenta. Espero que os gusten mis cositas tanto como a mí.

sábado, 19 de diciembre de 2015

La odisea del coche en Madrid en Navidad

Por los comentarios que me han llegado al blog (y eso que últimamente estáis vagos para comentar, coñe) y los de twitter, he llegado a la conclusión de que no soy la única monguer que no distingue su coche de otro que se le parezca. Debo añadir en mi descarga de culpabilidad que mi madre se intenta subir en cualquier coche que se parezca al mío porque se orienta fatal y cuando voy a recogerla a algún sitio siempre temo que se haya montado con otra persona. Y de mi padre mejor ni hablamos. Mi padre sí que robó un coche pensando que era el suyo hace la torta de años. Se subió a un seiscientos del mismo color, lo abrió, lo arrancó y sólo cuando había avanzado ya unos metros se dio cuenta de que no era suyo. De verdad que la tara viene de familia.
La verdad es que últimamente en Madrid el tema del coche se está poniendo complicado y no sólo por la posibilidad de que la policía te pille intentando abrir uno que no es el tuyo. Los alarmantes niveles de contaminación nos han llevado a la prohibición de aparcar en el centro los días en los que el aire está irrespirable. Yo por suerte lo uso más para ir hacia las afueras, pero cuando vuelvo a casa y veo la boina negra sobre el centro me dan escalofríos. Y para colmo, las navidades, que convierten esta ciudad en un caos mayor del habitual.
El problema es que el transporte público no es tan efectivo como podría desearse. Los autobuses pasan cada muchos minutos y cargados en modo lata de sardinas. El metro va a su bola, con retrasos, averías y problemas varios. Y por la noche ni os cuento. Los búhos o autobuses nocturnos tardan una media hora en pasar, no siempre pillan cerca y por supuesto la enorme cantidad de gente que va dentro es de todo menos recomendable. El metro cierra pronto, o al menos no lo bastante tarde como para salir a cenar y poder a volver a casa en él. Y los taxis, a parte de caros, no siempre son fáciles de encontrar. Total, que te ves obligado a llevar el coche y luego a tener que comértelo porque no hay manera de dejarlo en ningún sitio. A veces, ante la desesperación, terminas aparcando en cualquier sitio y luego lo que te comes es la multa. Una odisea todo.
La verdad es que me gustan las navidades, me gustan las comidas con mis amigos, las reuniones festivas y las celebraciones. Pero todos estos inconvenientes se me hacen cuesta arriba. Y eso que mi coche es una pelotilla pequeña y que yo suelo tener suerte... pero en esta época es un horror. Al final, desde hace unos años opté por meterlo en párking. Te evitas el riesgo de la multa y no permites que el estrés de dar vueltas te empañe una noche de diversión y acabe con tu buen rollo. El problema es que hasta esa opción hay veces que se complica, porque están todos llenos y vuelves a la idea de comerte tu coche así, sin guarnición ni nada.

Lo bueno es que ahora han creado Parking Kong, que sirve para reservar la plaza de párking con antelación. Me parece esa típica idea genial que cuando la ves piensas “pero esto por qué no se me ha ocurrido a mí antes, si lo he tenido delante de la narices toda la vida”. Dentro de poco van a sacar una app para el móvil y yo estoy deseando tenerla porque me parece la solución al asunto engullimiento de motor y piezas tóxicas. De momento tienen página web y ya se puede reservar la plaza en tres sencillos pasos que te hacen los problemas de salir por la noche o de ir al centro en horas críticas mucho más llevadero.  

jueves, 17 de diciembre de 2015

La perrita de acogida y recuerdos de Amigo el guarrete

El otro día mi amigo el poli me dijo que se había hecho casa de acogida para una perrita y que creía que al final la iba a adoptar. La pobre lo ha pasado muy mal, ha vivido siempre en una perrera y ahora que tiene una casa y unos amos que la quieren, pues se porta de maravilla. Al principio tenía mucho miedo, pero por lo que dice mi amigo, ya va levantando el rabito, oliéndolo todo y saliendo a recibirle a la puerta cuando llega a casa. Me mandó una foto y es preciosa. Y qué queréis que os diga a mí es que estas historias me ponen el corazón blandito.
El caso es que al ver a esa perrilla negra y blanca, me acordé de mi perro. Él era blanco y tenía una especie de lunares negros, pero así como deslavazados. Imaginaos un dálmata que hubiera desteñido. Bien, pues Amigo era así.
Me gustaría decir que era un perro muy bueno. Y a es verdad que tenía un buen carácter, era simpático y sociable. Pero lo destrozaba todo. Se comía las zapatillas, los estropajos y las medias. Y luego los vomitaba. Se revolcó en el traje de novio de mi padre y lo llenó de pelos y de babas. Unas navidades arrancó del gancho de la pared el jamón que le regalan a mi padre en el trabajo y se comió la mitad. Nos quedamos sin jamón. Otra vez me mangó una cuña enorme de queso que me había comprado mi abuela. Y también se lo comió. Me quitaba mis peluches y hacía cosas sucias con ellos. Mordisqueaba mis nenucos. Me destrozó un bañador rosa que me habían regalado antes de estrenarlo. Rompió innumerables cosas. Se comía todo lo que encontraba. Y vomitaba la mitad de ellas.
Además era un guarro. Le encantaba abrir las bolsas de basura de la calle y revolcarse en ellas. Y en el barro. Y en la hierba húmeda, hasta que terminaba siendo verde. Incluso una vez, en el colmo de la porquería, se revolcó en los restos de una oveja muerta que había en un descampado. Era un puerco. Y claro, cuando llegábamos a casa le teníamos que bañar, cosa que no le gustaba mucho. En el pueblo del sur podíamos lavarle en el patio, pero en Madrid teníamos que apañarnos en la azotea de casa de mis padres. Él corría creyendo que era un juego y mi padre le perseguía con cubos de agua y la esponja. A veces se había puesto tan, pero tan sucio, que había que lavarle con lavavajillas. Y lo ponía todo perdido. Se sacudía y nos empapaba. Y aunque le secáramos con toallas, al final toda la casa olía a perro mojado. Hoy en día hay más opciones que ayudarán a los que tengan perros gorrinos como era el mío, como este autolavado para perros de Zaragoza. Al menos se ahorrarán el jaleo del agua por la casa, el olor a chucho mojado y salpicarse entero cuando se sacuden.
En enero va a hacer veinte años que Amigo se fue al cielo de los perros. Seguro que allí sigue comiéndose todo lo que encuentre y revolcándose por todas partes. Seguirá corriendo detrás de los conejos aunque jamás pilló ninguno. Y seguirá pensando que yo soy su cachorrita y que tiene que protegerme, porque era un desastre de perro y me destrozaba montones de cosas, pero me quería mucho. Y cuando nos quedábamos solos en casa siendo yo pequeña, me empujaba hasta su manta y se enroscaba a mi lado. Cuando íbamos al pueblo de mi padre se escapaba de la cuadra donde le encerraban y se venía a dormir a mi habitación porque sabía que yo tenía miedo de aquella casa. Y cuando lloraba me ponía su hocico húmedo en la cara. Así que sí, era un buen perro. Era guarro, rompía cosas, comía y vomitaba lo que no debía y me incordiaba a menudo, pero era un buen perro. Y parece mentira que hayan pasado casi 20 años desde que se fue porque curiosamente, aún le tengo presente. Hay huellas con cuatro dedos y una almohadilla que se quedan grabadas bien hondas en el corazón.


ACTUALIZACIÓN BREVE: adivinad quién finalmente se ha quedado con la perrita que iba a ser de acogida... si es que ya lo sabía yo.  

lunes, 14 de diciembre de 2015

El intento de robo

Creo que la máxima expresión del lujo es tener cosas que exclusivas que no tiene nadie más. Para darse importancia o para que tu cuñao no pueda decirte que lo suyo es mejor, no lo sé. Yo es que soy una persona de gustos y cosas sencillas, soy la típica gilipollas que cuando ve un chalet enorme lo primero que piensa es en lo mucho que tendría que limpiar. No tengo espíritu de rica como para pensar que tendría empleados. Soy más la que coge la mopa y se pasa la mañana sacando pelusas de debajo de los muebles. Que nací pringada, oye. Qué se le va a hacer.
Sin embargo, admito que lo de las cosas exclusivas tiene sus efectos prácticos. Como por ejemplo, no confundirse de coche. Porque un día de estos me detienen, me llevan al talego y encima con razón.
Este verano, en medio de mi crisis personal y de todo tipo, un día casi robo un coche. Y diréis, ¿Uno bonito? ¿caro? ¿un ferrari? No, no y no. Uno andrajoso, abollado y hecho mierda como el mío. Tan como el mío, que de hecho pensé que era el mío. El caso es que yo iba con prisa y me acerqué a “mi coche” cargada de bolsas. Metí la llave en la cerradura porque el mando a distancia se rompió hace años ya no se estila y no giraba bien. Le dí un poco pacá-pallá, pero no iba. Como ya me lo han intentado robar varias veces, pensé que igual estaba un poco forzada. Di la vuelta y traté de abrir por la del copiloto. Y tampoco. Volví a mi puerta. Ñacañaca con la llave a ver si giraba al fin. Y nada. Así que en medio de mi frustración, le arreé una patada a la puerta. Estúpido coche del demonio. Dejé las bolsas en el suelo para ver si podía hacer que se abriera y entonces me pareció que las ruedas eran raras. Me asomé al morro y... ¡tachán! La matrícula no era la mía. Miré a mi alrededor. Detrás del coche que estaba intentado abrir había uno negro y después... oh, sorpresa, el mío de verdad. Recogí las bolsas, dejé la dignidad en el suelo mugriento y me fui a mi pobre y roñoso coche cuya cerradura abrió a la primera.
Y es que claro, tengo un 206. De un color azul grisáceo que en su día fue metalizado muy mono. Ahora es color mierda-contaminación y caca de paloma acumulado en diferentes estratos desde el 2005. Encima está lleno de abollones, rayajos, desconchones y tal. Es un coche muy vulgar y corriente, vaya. Y la dejadez no es exclusiva, por lo que la mierda, los bollos y los rayones no le hacen especial. En mi barrio hay al menos cuatro coches que coinciden totalmente con la descripción del mío. Los distingo porque hay uno que es de tres puertas y otro que tiene los faros distintos. El otro, el que casi robo, es idéntico. Hasta lleva un adorno parecido al mío en el retrovisor y la misma caja de pañuelos en el salpicadero.
Por eso hace un par de días intenté robarlo de nuevo. Sólo que esta vez, al ver que la llave no giraba bien y que estaba el viejo pesao (un día os hablo de este personaje) mirándome, me fijé en la matrícula antes de soltarle una coz. Y menos mal, porque no, no era mi coche.

Como me toque la lotería me compro un coche de algún color estridente que pueda distinguir con facilidad. Y contrato un abogado por si las moscas, que aún soy capaz de intentar llevarme el que no es.  

jueves, 10 de diciembre de 2015

Yo digo que sí se puede

Siempre he dicho que no creo en las estadísticas o en las supuestas encuestas esas que salen en la tele sobre intención de voto. Porque, ¿a quién le preguntan? ¿bajo qué circunstancias? ¿y qué garantiza que el encuestado diga la verdad? Bueno, pues los agentes secretos del gobierno que nos espían decidieron que mis dudas ya empezaban a ser demasiado y que estaba a punto de descubrirles, por lo que decidieron tomar cartas en el asunto. A partir de ahora tengo que usar gorrito de papel albal cada vez que piense fuertecito para evitar este tipo de contratiempos.
El caso es que ayer me llamaron del CIS para indagar sobre a quién voy a votar. Primero pensé en no contestar y mandarles a freír monas mientras forraba las paredes de mi casa con cartones de huevos. Luego valoré la idea de vacilarles y decir que pretendía votar a la falange auténtica de las Jons. Y por último decidí decir la verdad.
Sabéis que no me gusta mucho hablar de política en público. No soy partidaria de tocar ciertos temas que no suelen traer nada bueno. Al fin y al cabo, nadie convence a nadie y lo más que consigues es calentarte y terminar pensando que alguien que te caía bien es gilipollas.
Sin embargo útimamente estoy muy lanzada y de vez en cuando hasta debato con gente con la que sé que merece la pena debatir. Nada de radicales, de cerrados de mente, de gente que escucha campanadas y no sabe de dónde vienen.
Y bueno, hoy aquí voy a hacer una pequeña excepción porque creo que la gente que me lee es lo bastante inteligente. Al menos con la que interactuo y a la que aprecio.
Yo antes era una apolítica convencida. Y en parte lo sigo siendo. No había votado nunca hasta las pasadas municipales por una cuestión de convicción absoluta en no tener nadie que mereciera mi voto y preferir estar en la lista de abstenciones, demostrando así mi descontento con el sistema. Y sigo defendiendo el derecho a abstenerse con la misma fiereza con la que defendería el derecho al voto, ojo ahí. DERECHO, señores, ante todo, derecho. Imposiciones para los tiempos pretéritos.
Ahora voy a votar a Podemos. Porque me sale del mismo coño votarles, francamente. Porque creo que se lo han ganado. Han dado una opción que no existía. Defienden cosas que me gustan. Tienen otras ideas que no comparto. Pero se han dejado la piel en mandar a tomar por culo un bipartidismo que me daba nauseas y con eso me han ganado. De momento. Pablo Iglesias me gusta. Tiene sus cosas, pero me gusta. Y me merece la pena jugármela y dar una oportunidad a lo nuevo, lo diferente, lo que me ha conseguido ilusionar. Que igual en un tiempo me arrepiento, o admito mi error si es que me equivoco. Pero de momento, arriesgo. Doble o nada.
Respeto totalmente a quien tenga otra opción. A quien vote a otro partido, a quien no vote, a quien vote en blanco, a quien meta una rodaja de chorizo en el sobre. Que cada uno haga lo que su conciencia y su inteligencia le dicte. Pero yo sé lo que voy a hacer y por qué y exijo el mismo respeto.

Así que, yo lo tengo claro. Yo no puedo olvidar ni obviar que durante años nos han expoliado y se han reído de nosotros sistemáticamente. Yo no olvido los sueldos vitalicios, los cargos absurdos, las dietas desorbitadas, las puertas giratorias. No olvido los escándalos, la corrupción, la prepotencia, los coches privados, los despilfarros, el sufrimiento del pueblo para pagarles sus vicios. No me sale de los cojones. Y sí, sonrío al futuro, a la posibilidad del cambio, a las nuevas propuestas, a los repartos equilibrados, a plantar cara al poder. Sonrío, porque tengo esperanza. Sonrío, porque pase lo que pase, se ha abierto al fin una brecha en el muro de contención de los poderosos y al final cederá y el agua arrasará con fuerza. Sonrío, porque para que caigan los de arriba, los de abajo nos estamos meneando. Sonrío, porque sí se puede. Vaya que se puede. Y ahí les duele. Que se jodan, porque podemos.  

domingo, 6 de diciembre de 2015

lo cuento y ya está

El otro día estaba intentado escribir algo súper positivo para lo de las quince cosas y me quedé un poco en blanco. El 2015 ha sido un año raro. Se ha pasado muy rápido, me he enterado de la mitad y casi todo lo que ha pasado ha sido o realmente bueno o realmente malo. No sé muy bien cuál es mi valoración global del tema a estas alturas.
El caso es que hasta verano todo fue bastante bien, pero en cuanto volví de las minivacaciones con los blogguers, todo se torció. La muerte del chico de mi pueblo me afectó más de lo que pensaba y me hizo replantearme muchas cosas. Tanto, que una vez más en la vida, lo mandé todo al traste. Fue un mes muy triste, la verdad. Septiembre también fue una caca, no vamos a engañarnos. Pero luego las cosas empezaron a cambiar. Y a cambiar, cambiar y cambiar. Y en octubre todo pegó un giro de 180º y aún estoy asumiendo las consecuencias.
Lo que quiero decir desde hace tiempo y no sé cómo es que vuelvo a estar con el Ross. Así lo suelto, BUM.
Me cuesta mucho últimamente contar ciertas cosas en el blog y no sé muy bien por qué. Creo que en parte es porque me lee más gente de la cuenta o porque cuando las escribo se hacen extrañamente reales.
Todo empezó con el viaje a la playa con mis amigos. Unos días antes el Ross y yo nos habíamos vuelto a liar, pero no le dí importancia porque estoy acostumbrada al rollo de los últimos años de liarnos y luego nada. De hacerme ilusiones y luego pegarme el batacazo. Sin embargo, había una diferencia sustancial y es que esta vez, no fui yo la que dió ningún paso. Fue él el que quiso acercarse, el que me dijo muchas cosas y el que decidió que ya era suficiente tiempo mareando la perdiz, que teníamos que estar juntos porque es lo que en realidad queríamos. Era él el que quería un futuro, el que quería una estabilidad, el que quería estar conmigo publica y oficialmente, para siempre si hacía falta. Yo flipé muchísimo, pero me dejé querer, la verdad. Con él siempre me ha resultado fácil dejarme llevar. Él es una parte de mí, él es como respirar.
¿Qué es lo que le hizo cambiar de opinión? Pues sólo él lo sabe. Dice que se ha cansado de ir y venir, de fallarme, de hacernos daño y que se había dado cuenta de que no quería estar sin mí. Creo que cuando estuve con el Niño Chico pensó que me había perdido. Es normal, es el único otro hombre al que de verdad he querido a parte de a él. Por eso al dejarlo, debió pensar que era una especie de última oportunidad para cazarme al vuelo. Y no se equivoca. Yo ya estaba convencida de que no sería nunca y lo había asumido, lo había aceptado y estaba bien, estaba en otro camino de vida. De hecho, no había vuelto a pensar en él de esa forma desde hacía tiempo. Pero mira. Cosas que pasan. Por fin nos hemos puesto de acuerdo para querernos. Porque el problema del Ross y yo es que nos hemos pasado la vida queriéndonos a destiempo. Y esta vez nos la jugamos a todo o nada. Ya es hora de ver si realmente somos el uno para el otro o no y lo zanjamos de una vez por todas.
Por ahora todo va muy bien, la verdad. Estoy muy contenta. Él está muy feliz. Y Ron está encantado de que un tipo grande y calentito le coja en brazos por las noches en vez de tener que acurrucarse en mis manos heladas. Así que todos bien.

Y ahora le voy a dar a publicar antes de empezar a asustarme por estar contando esto, por darme cuenta de que estoy en una relación seria y por asumir que el destino me ha cazado por sorpresa. Que si lo pienso mucho me da el yuyu.