Llevo una racha que no duermo bien. Será la premenopausia. Será la ansiedad. Será el calor. Será lo que será. Qué más da. El caso es que ando medio rara y medio en crisis. Claro, que cuándo no estoy yo en crisis. Creo que llevo encadenando crisis desde parvulitos.
Anoche estaba tan hasta el coño de mí misma que me tomé medio diazepam caducado que había por ahí en mi caja de los medicamentos posiblemente caducados y me fui a la cama. Me he despertado a las 7:30 de un salto pensando que llegaba tarde al trabajo. He tenido que mirar el móvil varias veces para convencerme de que era sábado y no tenía que conectarme a un trabajo que odio, sólo tenía que ir a hacer recados que odio y eso al menos me permitía dormir un poco más, así que gracias por el mensaje erróneo, cerebro, casi me da un infarto, muchas gracias.
Este nuevo trabajo de persona normal de lunes a viernes por la mañana hace que tenga que invertir mis mañanas de sábado en hacer recados y compras, en ir al carrefour y al alcampo. Qué fue de las mañanas de dormir la mona, de hacer el vago o de simplemente pensar qué me iba a poner esa noche, quién sabe. Pero bueno, los pomos para el mueble nuevo no se iban a comprar solos y de paso pues me daba una vuelta y paseaba mi crisis por un estúpido centro comercial.
Luego he decidido echarme un rato de siesta después de comer. Me encanta el verano pero las tardes son eternas y a ver qué carajo haces desde las 4 hasta que el calor abrasador de los infiernos baja un poco y al menos puedes abrir la ventana. Y yo estaba agotada de haber elegido los pomos de las narices y de haberme perdido en el párking buscando mi coche (estaba una planta más abajo). Así que me he dormido, supongo que por puro aburrimiento. Ha sido una hora, pero me ha dado para soñar con toda clase de cosas que me hurgan en lo más hondo. He soñado con mi Ron. Muchas veces sueño con él y quiero pensar que es que viene a verme porque él también me echa de menos. Era un sueño realista, podía tocarle y olerle y abrazarle, y aunque sabía que en la vida real había muerto, sentía que tenía ese ratito con él. Esto me pone a la vez alegre y triste y no sé cómo explicarlo mejor.
Después dejaba a mi Ron y seguía con mi sueño, haciendo movidas y me encontraba con mi primer amor platónico de instituto. Mira qué bien, cuánto tiempo sin verte, persona que en realidad ya no es quien yo recuerdo. Curiosamente su voz sonaba como siempre y su sonrisa y sus ojos azules eran los de entonces y su pelo lacio y rubio le caía sobre un ojo y no tenía las cicatrices ni las mierdas que le han hecho los años. Así que le abrazaba y no sé qué pasaba que me besaba. Y qué bien oiga, porque en la vida real no le besé nunca, pero para eso son los sueños. Para abrazar a mi gato del cielo y besar a un tipo que me gustaba con 14 años. Por supuesto, en mis sueños yo no estoy casada, no hay un señor dormiense, no tengo responsabilidades de ningún tipo y evidentemente, no tengo 40 años. Así que el menda este me estaba besando y yo le decía que si podíamos pasar un día libre juntos y me miraba, se ponía serio y me decía: “no, no podemos. Esto no es real.” Y me he despertado. Gracias, cerebro, de verdad, no sé qué te he hecho, pero ya puedes ir dejando de putearme, muchas gracias.
Igual es por el calor, por la premenopausia o por la crisis de los 40, pero entre no dormir, los pensamientos aleatorios sobre cosas totalmente absurdas que me atacan cuando menos lo espero y ahora el boicot a los sueños, igual termino enganchada al diazepam caducado antes de lo que pensaba.