tag:blogger.com,1999:blog-70055846330010520422024-03-18T04:03:15.274+01:00Tirando pa'lanteEn dos palabras puedo resumir cuanto he aprendido acerca de la vida: Sigue adelante. (Robert Lee Frost)Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.comBlogger745125tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-44646535905123489742024-03-04T01:45:00.005+01:002024-03-04T01:45:38.888+01:00El pelo<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Hace un tiempo dije que cuando estoy en
una racha chunga me da por pensar en el anteriormente conocido como
dueño de mis sábanas y actualmente sólo accionista de las fundas
de ganchillo (por aquello de rebajar la tensión sexual y tal). Me he
dado cuenta también de que cuando estoy en racha buena lo que me da
por pensar es en mi pelo. El día que me muera harán recuento y será
algo como vivió unos 80 años (seamos optimistas), pasó 40
durmiendo, 10 pensando en sus gatos, 10 leyendo o escribiendo
chorradas, 10 totalmente en babia y otros 10 pensando si debería
cortarse el pelo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pensé que había superado la movida
hace años cuando me poseí por algo extraño y me lo corté por
debajo del hombro. ¿Qué sería, el 2017? Y estuve contenta con el
corte y tal, en ningún momento me arrepentí ni me quise tirar por
la ventana ni nada. Pero una vez que me crece me vuelve a entrar el
miedo. Es como si cuanto más largo lo tengo, más me acojona
cortarlo. Sé que no tiene ningún sentido en absoluto, pero es lo
que hay.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Además siempre pensé que al llegar a
“cierta edad” dejaría el espíritu pantojil de la melenaza. Pero
no. Ya he pasado la barrera maldita de los 40, el mes que viene
cumplo 41 y sigo aferrada a la idea de que si no me toco las puntas
del pelo en la cintura, todo el mundo se desmorona. Luego a su vez,
veo imágenes en instagram o donde sea de cortes de pelo y me
encantan las melenas al hombro, o con muchas capas o yo qué sé. Y
pienso que son monísimas y hasta que me quedarían bien. Incluso
mejor que ahora. Pero luego no lo hago. ¿Por qué? Porque soy
imbécil, por eso mismo. No hay otra explicación.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Cuando le cuento todas estas
tribulaciones al Dorniense me mira entre resignado y aburrido.
¿Cuántas veces ha escuchado la misma cantinela desde que estamos
juntos? Cientos, miles de veces. ¿Y cuántas me ha dicho que me haga
lo que quiera, que él me querrá igual, me verá igual de guapa y
que no puedo hacerme nada que me quede mal? Pues otras tantas. ¿Y
cuántas veces le hago caso yo? Cero. ¿Y entonces qué quiero? ¿La
opinión de un experto estilista? ¿Someterlo a referéndum popular?
No. Yo lo que quiero es que el pelo crezca más rápido, que te lo
cortes y a la semana lo tengas otra vez largo. Sería bueno para la
economía, todos gastaríamos más en comprar tijeras, nos haríamos
más locuras capilares y los salones de belleza abundarían y
estarían siempre llenos. Todo ventajas, oye. Pero no. Hagas lo que
hagas, para que el pelo crezca sólo hay una cosa que puedes hacer y
es esperar. Y cultivar la paciencia no es algo que se dé
especialmente bien.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En cualquier caso y por si acaso, de
momento, hasta que no esté la luna en cuarto creciente ni me acerco a la peluquería.
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-66486996429234128482024-01-23T00:50:00.000+01:002024-01-23T00:50:08.278+01:00El escritorio<p> El Dorniense ha montado unos muebles
nuevos para el salón. Ahora tengo que recolocar mis cosas ahí, y
ordenar es un castigo divino para mí. Además, el mueble que tenía
antes y me parecía estupendo, queda raro al lado de los nuevos. Y
los nuevos son bonitos y tal, pero están donde estaba mi escritorio.
Mi escritorio. Mi querido escritorio. Estan ahí, ocupando su lugar
como si tal cosa. Como si no les importara.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Es una estupidez. Pero es que ese
escritorio es de lo primeros muebles que compré después de que el
desequilibrado de mi ex se fuera. Y tenía mis cosas. Mis imanes. Mis
post-it de colores. Mis cajas de chuminadas. Y el cuadro de Bécquer
que ya estaba en mi escritorio de adolescente de casa de mis padres.
Lo monté yo. Lo llené de mis porquerías. Y me gustaba. Porque era
mío.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Lo hemos quitado porque era grande y
ocupaba mucho sitio y es verdad que no le daba mucho uso últimamente.
Pero coño, era mío. Estaban mis cosas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Cuando me separé del pirado y me quedé
sola y empecé a remontar, una parte importante de mí se reconstruyó
en ese escritorio. Ahí vi “Aquellos días felices”, una peli
francesa que me salvó de una forma extraña. Ahí me sentaba en mi
silla poang del ikea, subía las piernas a la mesa y mientras entraba
el aire de la noche por la ventana, pasé un verano entero viendo
películas de megaupload (bendito seas, estés donde estés) y
diciéndome a mí misma que saldría adelante. Ahí vi, años más
tarde, la boda roja de Juego de Tronos clavando las uñas a la silla.
Ahí estudié el curso de igualdad que tantísimo bien me hizo. Ahí
pasé horas y horas con Ron en el regazo, estudiando o leyendo o
escribiendo. Y ahora no está. Ni el escritorio, ni Ron, ni
megaupload.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ahora hay unos muebles nuevos más
monos, más prácticos, más útiles. Hay unos muebles que me
recuerdan que ahora comparto espacio con un señor que me cae muy
bien, pero que está siempre ahí y que a veces, me hace sentir
horriblemente adulta.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y no me gusta ser adulta. No me gusta
haber cumplido 40. No me gusta ser responsable. No me gusta ir
renunciando a pequeñas partes de mí en pos de un nosotros o de un
bien común o de la familia o de simplemente, la vida.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Así que ahora no tengo escritorio.
Aunque ya nunca lo usara más que para amontonar ropa desordenada.
Ahora tengo unos muebles bonitos y limpios donde guardar las cosas de
forma aburrida. Ahora tengo unos muebles monísimos que aborrezco.
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-36831046512972851352024-01-05T00:36:00.000+01:002024-01-05T00:36:01.637+01:00La Niebla<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Igual antes de proponerme volver al
blog debería haberme propuesto conseguir un ordenador nuevo, que
llevo media hora para conseguir que arranque. En fin.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ayer fue la cena con los satánicos,
que hacemos siempre por navidad pero resulta ser casi en Reyes. Es
una de nuestras extrañas tradiciones. Fui aunque me encontraba
fatal. De hecho lo estuve pensando durante mucho rato y llegué tarde
y no cené. Pero les vi y me llené de abrazos, que es lo que cuenta.
A la vuelta, pensaba como siempre disfrutar de mi rato en coche por
la noche, rumiando el tsunami emocional y cantando a pleno pulmón.
Pero había una niebla horrible, espesa y blanca como la muerte la
misma. Ni en una película de terror se atreven a crear una niebla
tan densa, tan impenetrable.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Me acordé de Lo que el Viento se
Llevó, que este año volví a verla el día 1 como hacía cuando
vivía sola. Me acordé de Escarlata, soñando que persigue algo
entre la niebla sin conseguir alcanzarlo. Me acordé de cuando
vestida de negro, tras perder a su hija y a su única amiga de
verdad, persigue a Rhett por Atlanta para descubrir que va a dejarla.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y lo que iba a ser un viaje agradable
de vuelta a casa, terminó siendo un horror de ir super despacio y
acojonada si ver más allá de mis narices y preguntándome si el
padre Karras estaría a la vuelta de la esquina o si llegaría a casa
y encontraría al Dorniense poniéndose el sombrero y diciéndome que
todo ya le importa un bledo. Por suerte y como suele pasar, no
ocurrió ninguna de las dos cosas, ni de las mil catástrofes que se
me ocurren por minuto, y llegué a casa sana y salva, con el
Dorniense plácidamente dormido y sin exorcista recortando su negra
silueta en la noche.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Aún así, en medio de todo eso me dio
tiempo a pensar cosas mínimamente lúcidas. Una de ellas es que la
niebla nos da miedo porque no nos deja ver lo que hay más allá. Y
el cerebro es un cabrón que se inventa cosas horribles todo el
tiempo. Cosas que por lo general, no pasan. Cosas, que suelen ser más
terribles en nuestra cabeza que fuera de ella. Cosas que
multiplicamos, afeamos, llenamos de matices espantosos sacados de las
peores pesadillas. Cosas con las que ni el diablo podría competir.
Pero en general, cuando se aclara la niebla, cuando el sol o la luz
la filtran, cuando el amanecer rompe por fin el manto helado de la
noche, lo que sigue ahí es lo de siempre. Lo cotidiano que nos hace
sentir seguros. La carretera por la que hemos ido mil veces y sabemos
de memoria. La ciudad en la que habitamos. La calle en la que
bailamos mil noches de borrachera. El bar que cerramos entre cantos y
risas. El portal de nuestra casa, cálida y segura, donde nos esperan
los seres a los que amamos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Al final, debajo de la espesa capa de
niebla que nos ha asustado, sólo está la vida de siempre. Que a
veces también da miedo, pero al menos la vemos, la reconocemos y la
podemos mirar a la cara.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Este blog ha sido siempre mi terapia,
ya que no creo en otra. Ha sido donde me he atrevido a decirme a mí
misma las cosas que si no, no digo nunca. Ha sido donde me he roto y
me he reconstruído unas cuantas veces. Donde he admitido errores y he
caído en la cuenta de mis propias equivocaciones. Donde he dado la
bienvenida y he dicho adiós. Donde he despejado la niebla de mi
cabeza para ver que debajo seguía estando yo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por eso, anoche, en mitad de la M30 una
vez más, mientras la niebla me atería el alma, me di cuenta de que
tenía que volver. Y no sólo de vez en cuando. Tenía que volver
para ir despejando la mente, para irme enfrentando a miedos, para ir
exorcizando demonios. Y a veces, quizás, para escribir cosas a quien
dice leerme siempre con la esperanza de encontrase entre mis letras.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">No espero que me siga tanta gente como
antes. No espero muchos comentarios. No espero nada. Pero os recuerdo
que en blogger te puedes suscribir para que te lleguen la entradas
al correo. Y que suelo poner el enlace el twitter. Y que si no, aquí
de momento las puertas siguen abiertas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Feliz 2024. Que Dios nos dé salud para
enfrentar el resto. Que no me falte nadie más. Que vaya deshaciendo
nudos de mi mente. Que el sol al fin, venza los bancos de niebla.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-13068577531760229822023-08-10T02:05:00.002+02:002023-08-10T02:05:52.918+02:00Decir "no estoy bien"<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Bueno, llegó el día horrible. Es la
primera vez que me pongo a escribir sin Ron al lado. Es curioso
cuando vas haciendo cosas por primera vez sin ese ser querido que te
ha acompañado durante tantos años. Porque de alguna extraña
manera, el dolor vuelve con renovadas fuerzas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que mi Roncito se ha ido al
cielo. Llegó su momento y ya no podíamos hacer más. Es doloroso y
desgarrador. Y he necesitado una semana entera para aprender a
respirar de nuevo y ser capaz de ser mínimamente funcional. Una
semana para no llorar cada cinco minutos, para salir a la calle sin
ahogarme de ansiedad, para poder decirle a la gente que he perdido a
mi pequeño. Y aún así me cuesta. Porque sigo llorando, sigo con
ansiedad y me sigue costando mucho decirlo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">A pesar de todo eso, estoy “feliz”.
No estoy contenta, estoy triste. Pero estoy feliz. Porque él ha
estado bien hasta el final, ha sido el gato más amado y cuidado del
mundo, ha estado con sus papás humanos y su hermana felina hasta el
final. Y se ha ido envuelto en la suave caricia del saberse querido
con toda la profundidad del alma.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En fin, no tengo fuerzas para hablar
más del tema. No puedo hurgarme más en la herida. Sólo quería
decirlo porque Ron ha sido gran parte de este blog y lo seguirá
siendo. Mi ángel no me dejará nunca y siempre estará conmigo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Dicho eso, estaba tan, pero tan jodida,
que al final hice lo impensable para mí. Y pedí ayuda. Yo. Es raro.
Pero me propuse este año ser capaz de pedir lo que necesito. A veces
al menos. Dejar de decir “yo puedo con todo” y “no te preocupes
que yo me encargo” y “no pasa nada” y “estoy bien”. Me
propuse ser capaz de decir a veces “pues mira, sí, estoy en la
mierda, me vendría bien que me echaras un cable”. Y oye, lo
recomiendo. La gente suele reaccionar mejor de lo que pensamos. No
nos ven como débiles y pusilánimes y nos rechazan. Al contrario.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Decía que pedí ayuda. Al dueño de
mis... mantas para el sofá (ver <a href="https://paracaminantes.blogspot.com/2023/05/vacaciones-en-villa-ansiedad.html">aquí</a> por qué el cambio de nombre).
Hice lo que dije y le pedí tal cual que me dejara cobrar el vale de
comprensión y empatía y no sé qué cosas. Debo decir a su favor
(como si dijera pocas cosas a su favor, joder) que sintió mucho lo
de Ron, que ya me estaba dando apoyo antes de que le pidiera ayuda y
que ni había terminado de escribir la frase cuando me había
preguntado qué necesitaba.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ayer fue el primer día que pude y se
vino a mi casa a abrazarme como sólo él sabe hacerlo. Le vi los
ojos bajo la luz del sol, que hacía tiempo que no ocurría. Y la
hostia. Mira que yo tengo los ojos claros y que en mi familia son
comunes. No es algo que me llame la atención. Los ojos azules o
verdes no son algo llamativo para mí. Pero os juro que los ojos del
dueño de mis... toallas de rizo son impresionantes. Son... azul
ciencia ficción.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Dejando de lado sus estúpidos ojos y
su estúpida sonrisa y su estúpido cuerpo y su estúpida voz, me
gusta la relación que estamos creando como adultos. Anoche hablamos
muchas horas, de muchas cosas y con mucha honestidad. Fuimos capaces
de decir “estoy jodido/perdido/asustado”. Fuimos capaces de
explicar dudas vitales, miedos, vacíos y vértigos. Nos reímos, nos
sinceramos, nos abrazamos. Le di las gracias. Pero no sé si lo
suficiente. Por si vienes a cotillear, que sé que lo haces a veces, GRACIAS. </p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En fin. Basta. Sólo quería poner esto
un poco al día y dejar un pin en estas fechas para acordarme de que
fue un espanto pero no me faltaron manos para darme empujoncitos.
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-55083845050315941762023-07-04T01:22:00.004+02:002023-07-04T01:22:33.092+02:00Los Juegos del Hambre<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Nunca me he considerado una persona
rencorosa. Tengo una larga lista de defectos pero ni el rencor ni la
envidia están entre ellos. Y es que creo que son mezquindades en las
que no quiero participar. Eso y que me la suda mucho lo que hagan los
demás, eso también.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que sin rencor, pero cuando
llega el momento en el que por lo que sea, decido echar a alguien de
mi vida y bajar la persiana para él, no suele haber vuelta de hoja.
Aunque a veces me duela. Y otras, de nuevo, me la sude.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Hace poco leí la saga de los Juegos
del Hambre. ¿Y cómo es posible que yo, ávida lectora, no hubiera
ni echado un ojo a tan conocida trilogía? Pues porque le gustaba al
Ross y por eso yo la tenía un tanto atravesada. Vimos las películas
juntos, eso sí, cuándo, dónde y cómo le salió a él de su
ilustrísimo nardo, porque por más que le pedí ir al cine a ver la
última, me dijo que no. Y se me había quedado esa especie de
regusto, de algo que te recuerda a otro algo y que te desagrada de
algún modo incomprensible.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pero hace unas semanas me empezó a dar
por las fantasías distópicas extrañas y me dije “Naar tía, pero
qué coño”. Y me la descargué y me la leí engullendo los libros
mañana, tarde y noche. Y me dí cuenta de varias cosas:
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">La primera, me reafirmé una vez más
en que el Ross se creía muy listo, pero no lo era. Se perdió miles
de sutilezas del libro que le pregunté directamente cuando ví las
películas y no me supo responder.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">La segunda, nunca le guardé rencor al
Ross porque le quise mucho, le odié mucho más todavía y cuando lo
nuestro se rompió definitivamente, no me quedaba nada para él.
Nada. Ni asco. Sólo la nada absoluta, el vacío y el silencio.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">La tercera, me alegro de que los dos
hayamos encontrado nuestro camino, sin el horror de los últimos años
“juntos” quizás nunca hubiera soltado el lastre y nunca le
hubiera olvidado del todo. Lo dije una vez y lo reitero, mi relación
con él fue el túnel de mierda por el que tuve que arrastrarme para
llegar a Zihuatanejo. Y ojalá fuera lo mismo para él.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">La cuarta, con Los Juegos del Hambre he
cerrado una especie de capítulo pendiente. El de enfrentarme a la
parte de mí misma que aún no quería tocar porque estaba pringada
por su presencia. Sabía que no sentía nada por él, estaba claro,
pero temía sentir algo por mi yo de entonces. Pena, quizás, por
haberme humillado tanto. Rabia por haber sido tan tonta. Culpa por
haberme dejado. Quizás sí sea rencorosa conmigo misma. Pero no. Me
he liberado de hasta ese último resquicio.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El otro día leí en twitter que a los
7 años todas tus células se han renovado y ya nada en tu cuerpo es
el que era. No sé qué mierda de científico tiene esto, pero está
bien decir “ya no queda ni una célula en mi cuerpo que tú
llegaras a tocar”. Queda poético, supongo. Es liberador hasta
cierto punto. O algo, no sé explicarlo muy bien. Y no sé si hace ya
7 años que el Ross se fue por fin con su carrito de ruedas y se
llevó las últimas cosas que quedaban en mi casa, incluido el
anillo que me regaló a los 20, pero no siento que haya pasado jamás
por aquí. No siento que jamás me haya tocado un pelo. No sé por
qué, pero es el único hombre de mi vida al que sé que he querido,
pero no recuerdo por qué, ni cómo, ni nada. En absoluto. Él mismo
se desvaneció de mi vida de un día para otro. Y no entiendo cómo
fue posible. Hasta a los “peores” de mis ex le eché de menos, a
veces por razones equivocadas o negativas, pero estuvieron presentes
durante un tiempo en mi vida cual sombra de ciprés, alargada y
siniestra. El Ross no. El Ross desapareció y nunca jamás volví a
pensar en él. Nunca le eché de menos. Nunca añoré nada de él. Y
sólo me he tenido que volver a enfrentar a algo que me recordaba a
él al pensar en leer estas novelas. Y todo para descubrir que eran
mucho más y mucho mejor de lo que él supo apreciar y que por lo
tanto me metí en la historia y me olvidé de todo lo demás en el
capítulo 1 de la primera parte.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En fin, no sé, necesitaba desahogarme.
Decir esto último sobre alguien en quien ya no pienso nunca.
Necesitaba decirme a mí misma que ese tipo del que escribí tantos
post, al que quise tanto, al que me unían tantas cosas, realmente
existió. Que estuvo una vez en mi vida y fue una persona real. Y que
hizo una cosa buena por mí: darme a Maya. Mi pequeño terremoto
negro que anda ahora mismo montando el show nocturno de ruido, tirar
cosas y maullar sin sentido para sacarme de quicio y a la vez llenar
la casa de vida. Quizás sólo por ella, mereció la pena el resto.
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-67420747477392002602023-05-18T02:07:00.004+02:002023-05-18T02:07:51.785+02:00Vacaciones en Villa Ansiedad<p> Hoy se han acabado mis primeras
vacaciones del año y tengo la sensación de no haberme movido apenas
del sofá. No me he encontrado con ánimo ni con fuerzas ni con nada.
Yo qué sé. De vez en cuando vienen los demonios a cobrar sus
cuentas y yo soy pésima pagadora porque me paso la vida en huida
hacia delante.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ron sigue aquí conmigo, apoyado en mi
cadera mientras escribo, gordo y feliz. Es lo bueno de ser gato, te
importa una mierda el futuro, te atormenta una mierda el pasado y la
mayor parte de las palabras significan una mierda para ti. Así que
mientras su enfermedad me pasa factura a mí, a él se la viene
sudando bastante. Sé que estamos en una cuenta atrás, pero mientras
él se encuentre bien, pues seguiremos adelante y le diremos a la
muerte “not today”. Y esperaremos un día más de regalo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pero el caso es que yo no estoy muy
bien. Las hormonas empiezan a pasarme factura también y eso sumado a
los nervios, el estrés, la ansiedad por lo de Ron y por más
cosillas que no vienen al caso, pues... mal. Y hoy mientras conducía
dando una vuelta bastante tonta para ir a comprar comida a Ron, lo
pensaba. La gente “normal” (si es que existe eso) se suele dar
cuenta de que está mal porque se siente triste o irritable o algo.
Yo no. Yo me doy cuenta porque lo primero que hago es empezar a
pensar <strike>demasiado</strike> <strike>mucho</strike> <strike>bastante</strike> <strike>con frecuencia</strike> a veces en el dueño de mis
sábanas. Maldita la hora que le puse ese nombre. Debería explicar
también la teoría de mi querida Antoña y admitir que el nombre es
parte de su atractivo sexy porque la palabra <i>sábanas</i> es como muy
sensual y erótica, se desliza por la lengua y se enreda sola en los pensamientos. Quizás
debería evolucionar al dueño de mis tapetes de ganchillo y así la
cosa bajaría de grados. En cualquier caso, decía que me da por
pensar en él. ¿Y por qué? Pues porque es como una válvula de
escape. Él no tiene nada que ver con nadie más de mi vida. No está
relacionado con mi día a día, con mi rutina, con mi mundo real.
Estar con él un rato es... desconectar de todo. A veces hasta de mí
misma. Sobre todo de mí misma.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por eso cuando estoy mal, incluso antes
de darme cuenta, me da por pensar en él. Como un mecanismo de
autodefensa. Como una alarma de “tía, desconecta un rato que se te
está sobrecargando el sistema”. El problema es que luego no es tan
buena solución ni es tan inocuo el asunto, pero eso es tema para
otro día.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Esta mañana mientras conducía, como
decía dando un rodeo bastante tonto por culpa de la verbena de San
Isidro, he intentado pensar en las otras formas que tengo de encender
la luz de alarma de que no estoy bien además de querer llamar al
innombrable de la ropa de cama. Una de ellas es mirar páginas de
potingues y maquillajes que no me compro, pero curioseo. Otra es leer
de forma obsesiva como si el libro fuera un escudo ante el mundo y
mientras estoy en en Prythian o en Mundodisco o en Atlantia no
pudiera pasar nada malo en el estúpido Madrid porque já, yo estoy
lejos y nadie puede verme. Es una reacción muy madura, lo sé.
Quizás un dato interesante sea que en dos semanas de vacaciones me
he releído por completo la saga de ACOTAR, además de cinco libros
de Mundodisco, el último de Sarah MacLean y dos de Jennifer
Armentrout que tenía por ahí.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">También he llorado un poco a lo tonto,
me he quedado en casa sin hacer nada, me he pasado las mañanas
durmiendo y las horas enteras abrazada a Ron diciéndole cosas
mientras él ronronea encantado de la vida de recibir montones de
mimos y de comer todo lo que quiere.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y he pensado muchas veces en una
conversación que tuve hace un par de meses o tres con el dueño de
mis fundas para los cojines en la que me dijo que podía ofrecerme
“comprensión, empatía, inteligencia emocional y algo de
experiencia” (sic). Luego añadió cosas que nos llevarían de
nuevo a lo de las sábanas, así que nos vamos a quedar con lo
primero. Y he pensado varias veces utilizarlo como si fuera un vale.
Decirle “oye, tú, me debes un día de empatía y <span style="font-weight: normal;">comprensión,
dámelo que lo necesito.” Pero algo me dice que las cosas no
funcionan exactamente así. De todos modos, no descarto nada si mi
salud mental sigue tambaleándose y ni siquiera surte efecto mi
famoso mantra “cálmate mongola que en realidad no te pasa nada”.
</span>
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><span style="font-weight: normal;">En
cualquier caso mañana vuelvo a trabajar. A ver cómo gestiono el
asunto de la ansiedad y la agorafobia después de dos semanas de no
salir o no alejarme de casa más de lo necesario para ir a por el
pan. Espero que me venga bien y me ayude a avanzar un poco. No sé
hacia donde, pero avanzar. </span>
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><span style="font-weight: normal;">Y
recordadme también que si todo lo demás falla, puedo volver a
escribir. Escribir mierdas sin sentido como esta, pero escribir. Que es lo que me
ha salvado siempre y quizás pueda hacerlo una vez más. </span>
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-86905912011468531772023-01-17T01:25:00.003+01:002023-01-17T01:25:44.867+01:00Sobre el aborto<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Bueno, como ya está escrito el primer
post del año, ahora puedo meterme en el fango todo lo que me dé la
real gana.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Había pensado, y tengo por ahí a
medio escribir dentro de mi cabeza un post que habla de sábanas, del
sonido que hacen las palabras y de Terry Prattchet, pero estoy
cabreada con los que quieren “ofrecer” a las mujeres que quieran
abortar la posibilidad de escuchar el latido y no sé qué hostias y
se me ha cruzado el cable. Ese cable que anda suelto en mi cabeza y
que al menor soplo de aire se mueve, toca con algo, hace
cortocircuito y empiezan a saltar chispas. Pues ese.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que el año pasado en mayo
yo me encontraba fatal. Como el 2022 ha sido un año un poco mierder
y mi endometriosis, mis hormonas y mi cable suelto han estado peor
que nunca, no le di mucha importancia. Pero por dios, qué mal
cuerpo todo el puto día. Una noche incluso me desperté de madrugada
con unas nauseas locas y ganas de vomitar lo que comí hace tres
años. Yo, que no vomito nunca. Por las mañanas no me entraba ni el
té. Qué asco todo, por dios. También me mareé una tarde en el
centro y lo único que me parecía consolar era caminar con el aire
de cara, así que me fui desde la glorieta de Bilbao hasta más abajo
de Plaza de España andando. Y quería seguir hasta mi casa, pero el
Dorniense no quiso y me metió a la fuerza en un uber, donde tuve que
ir con la cabeza fuera de la ventanilla como los perretes para
aliviar las nauseas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Un día eché cuentas y no me salieron.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Tenía que haberme bajado la regla el
día anterior y no es que no lo hubiera hecho, es que no tenía ni
síntomas. Y me dije lo que cualquiera se diría en ese momento: ay,
la hostia.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Esperé cuatro días más y la regla
que no aparecía. Ni tenía pinta de que se la esperara. El
Dorniense, que suele bromear con esas cosas, me miraba torvamente, y
cuando alguien con los ojos tan oscuros y las pestañas tan largas y
tan negras te mira así, te cagas por la pata abajo porque sabes que
la cosa va en serio.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Así que al final, una mañana se me
cruzó el cable ese suelto y bajé a la farmacia, compré un test de
embarazo, subí, lo hice y pum, positivo. A la primera, en grande, en
luminoso. Dos rayas rosas como las dos putas torres gemelas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Para otra gente esto será una alegría,
una buena noticia o el sueño de su vida. Para mí era una patada en
el pecho. Yo no quiero tener hijos, no he querido nunca y jamás
querré. El dorniense tampoco. Y ponemos medios para evitarlos, sólo
que se ve que algo falló, o no pusimos toooodos los medios que
debíamos poner o yo qué sé. Para colmo, un mes antes me dijeron en
la consulta del ginecólogo que si pensaba tener hijos tenía que
operarme sí o sí, porque con la bola de endometriosis que tengo en
el intestino, si algo lo desplazara levemente o lo apretara, me
causaría una obstrucción y un riesgo altísimo de irme al otro
barrio. Así que se juntaba el no querer tener hijos con el no querer
morirme y a la vez con no querer pasar por un trance tan espantoso.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y me vi de repente sola en mi casa, con
un palito de plástico rosa en la mano, teniendo que irme a trabajar
en media hora, con mi vida yéndose a tomar por culo y con la
sensación de que no había opción buena. Creedme si os digo que
está entre los peores momentos de mi vida.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Le mandé un mensaje al Dorniense, me
maquillé un poco y me fui a trabajar. Pedí cita para mi médico de
cabecera y busqué cosas en internet. Curiosamente, de pronto
instagram se llenó de sugerencias de bebés, de señoras muy
contentas de estar preñadas por primera o por vigesimoséptima vez,
de imágenes de ecografías y de mierdas que me sonaban extrañamente
a campaña provida encubierta y que hicieron que no abriera la puta
aplicación en una semana.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Mi médico de cabecera no sabía nada
del procedimiento a seguir y me derivó a la trabajadora social a
pesar de que le insistí en que no era eso lo que debía hacer. Lo
mejor que me dijo es que era muy pronto y que no tuviera tanta prisa.
No pareció entender que cada segundo en esa situación era una
tortura psicológica. Me tuve que informar por mi cuenta, llamar a
clínicas privadas concertadas con la comunidad de Madrid y pedir
cita. A todo esto, sin poder hablar con nadie porque mi familia es
religiosa y/o antiaborto. El Dorniense me apoyó como siempre, me
dijo que hiciera lo que hiciera estaría a mi lado, trató de
ayudarme... pero no entendía la mitad de lo que me pasaba ni de lo
que le explicaba y yo me sentía sola igualmente.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Fueron unos días horribles. De verdad,
horribles. Tenía clara mi decisión, nunca hubo opciones. Pero aun
así me levantaba y me acostaba pensando en el tema. Me encontraba de
puta pena y sabía por qué. Me sentía horriblemente triste y
angustiada y sola y jodida.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por suerte, el mismo día que tenía
cita para la primera consulta en la clínica, me bajó la regla. Lo
que fuera que había intentado habitar ahí, se había ido por su
cuenta evitándome el tener que desalojarle. Tuve una hemorragia
espantosa con unos dolores inhumanos que duró muchos días. Y aún
así, me sentía aliviada porque se hubiera solucionado solo sin
tener que pasar por algo aún más traumático. También me sentía
una persona horrible por sentirme así, pero yo qué sé, como que
eso era en un segundo plano.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">No hablé con nadie del tema hasta hoy.
Nadie más lo sabía a parte del Dorniense y un compañero de trabajo
que me pilló un día llorando en la puerta mientras me fumaba un
cigarro y se lo conté. Y no pienso volver a hablar de ello por
ahora. Pero pienso en que un señoro de vox me hubiera obligado a
esperar más tiempo aún para obligarme a escuchar latidos o para
enseñarme imágenes y lo primero que se me ocurre es hacerme con un
hacha y terminar en la cárcel por descuartizar gente.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Así que por favor, una vez más, no
votéis a partidos que nos quieren quitar derechos. Sé que el aborto
es un tema especialmente delicado, que enciende mucho y que levanta
ampollas. Nadie es indiferente a esto, pero joder, pensad un momento.
Nadie aborta por gusto. Para nadie es fácil. Cada una sabemos
nuestra circunstancia y nuestras razones. Y no tenemos que dar
explicaciones a nadie. No tienen derecho a hacernos sentir peor. No
pueden torturarnos ni coaccionarnos en nombre de sus ideas. Sus ideas
no están por encima de nuestras vidas. Y no voy a entrar en dar un
alegato a favor del aborto, sólo he querido contar mi experiencia,
que seguramente fue mínima comparada con la de muchas mujeres que lo
han pasado cien veces peor.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y que necesitamos el feminismo más que
nunca. Ni un paso atrás.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-5376548826443164432023-01-15T00:52:00.003+01:002023-01-15T00:52:34.884+01:001 de 2023<p> ¿Recordáis cuando escribía(mos) post
especiales de navidad, de año nuevo, de aniversario del blog, de
cumpleaños y del día que te hacían descuento en el súper? Ah, qué
tiempos.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que ha empezado el 2023 y
yo aún no doy crédito. No sé si ha sido por la pandemia que me ha trastocado la noción del tiempo o
simplemente por la edad. Pero tengo la sensación de que los últimos
muchos años han pasado demasiado deprisa y envejezco a marchas
forzadas, a pesar de seguir sintiéndome una jovenzuela y de estar
deseando que se acabe el frío para ponerme mis pantalones de tiro
bajo. Pero ya ves, aquí estamos. Feliz año, por cierto.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He estado unos días dándole vueltas a
qué escribir para empezar el año. Soy un poco supersticiosa con
esas cosas, pero al final sólo he llegado a la conclusión de que mi
vida es una constante lucha entre el condicional y el presente de
indicativo de los verbos. “Debería” o “tendría” siempre
están a la gresca con el “voy a” o “quiero”. Porque yo
<i>debería</i> escribir un post dando gracias por el año pasado, haciendo
balance o quizás nuevos propósitos que no pienso cumplir. Pero lo
que<i> quiero</i> es hablar del sueño que tuve anoche o de la cena con los
Satánicos o de lo mucho que me gustó la peli de Elvis y de que
ahora Austin Butler es mi novio. Y lo que <i>voy a </i>hacer es... nada. Voy
a escribir lo que me salga de allí, pero no lo voy a publicar. Voy a
comerme un trozo de bizcocho de chocolate que he hecho esta tarde,
voy a seguir leyendo Brujerías de Prattchet y voy a coger a Ron y a
decirle lo muchísimo que le quiero. Y así ni una cosa ni la otra.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y quizás la semana que viene o mañana
o dentro de tres semanas, escriba algo que realmente me apetezca sin
la presión del primer post del año.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Feliz Año de nuevo, a todos los que aún pasáis por aquí, a los que me leen desde la oscuridad, a los que se fueron, a los que se mudaron y ahora hablamos por whatsapp o por twitter. Que nosotros y los nuestros tengamos salud para afrontar el resto de las cosas de la vida, ese es el único deseo posible. </p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-53257686711848745092022-12-16T01:38:00.006+01:002022-12-17T01:30:28.511+01:00El amigo invisible ataca de nuevo<p> El otro día pensé que estaba muy
reflexiva y cansina en el blog y que hacía mucho que no me pasaba
algo lo bastante estúpido para hacer uno de esos post que me solían
caracterizar. Pa qué dije ná. Y es que si hay algo estúpido y
absurdo en estas fechas es el amigo invisible. Es algo que está mal
planteado desde la base y es que regalar debe ser algo voluntario y
casi espontáneo, no organizado y obligatorio. Y debes regalar a
quien te dé la gana, no a quien te toca sacado de un bombo. Pero
nada, oye, no hay año que no te veas envuelto en un amigo invisible
con gente que posiblemente no te cae ni bien y a quien no regalarías
ni un billete sólo de ida a la mierda.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">A mí este año me pillaron en el del
trabajo. Venga mujer, apúntate, si estamos todas las compañeras,
que es divertido y blablablá. Y como ya tengo fama de rancia y de
fría y de distante y de borde y de no sé cuántas cosas más, pues
al final me vi obligada a apuntarme voluntariamente. Se hizo un sorteo
con una aplicación de móvil que seguramente ahora esté vendiendo
mis datos a algún niño rata ruso que se dedique a crear bots
chungos en twitter. Y me tocó una compañera que me cae bastante
bien. No tan bien como para regalarle algo así porque me apeteciera,
pero sí lo bastante bien como para no regalarle una de las apestosas
cacas de Ron metida en su bolsita de plástico negro. Y quería
dedicarle un par de minutos a pensar qué podría comprarle. Pero
luego ando atareada con mil cosas más interesantes, como meditar sobre el proceso de perlación de la ostra atlántica y se me fue el tiempo
sin que se me ocurriera nada.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Además, qué más da. El amigo
invisible es un absurdo. Nunca jamás a nadie le regalaron nada que
le haya gustado. O al menos a mí no. Jamás me tocó algo que dijera
“joder, qué guay”. Aún recuerdo el año que Bombita decidió
que era buena idea regalarnos a todos colonias que un alumno suyo
había <strike>robado</strike> conseguido por ahí y que me tocó una de Bisbal. Era
tan horrible que empecé a usarla como ambientador para el baño,
hasta que me dí cuenta de que el baño olía mucho mejor sin
mezclarlo con eau de Bisbal. Ese fue el último año que hicimos el
amigo invisible típico y cuando inventé el amigo invisible inverso,
que es que cada uno lleva un regalo random, a poder ser ridículo y
baratísimo, lo envuelve y se ponen en un montón. Y cada uno coge
uno, a ciegas, pero sabiendo que va a ser una mierda. Nos reímos
mucho más desde que lo hacemos así.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Volviendo a la oficina, cuando empezó
a acercarse la fecha, todo el mundo comentaba que si ya tenían el
regalo, que qué bien, que si no sé qué comprar. Y yo venga a dejar
por ahí comentarios al azar, tipo prefiero que me regalen cosas que
se puedan usar, que mi casa es muy pequeña. O que cualquier cosa que
tenga gatos o mariposas me gusta. O que los saquitos de semillas que
calientas en el microondas están entre el top five de mejores cosas
que me han pasado en la vida. O que unos guantes en invierno siempre
hacen el apaño. O que se me había roto el paraguas. O sea, mil
ideas de cosas prácticas. Y la gente con evasivas. Y yo ya a la
desesperada, que mira, que hasta una colonia me vale, que la usas y
tiras el bote y no ocupa sitio. Y la lista de turno, “ya pero es
que una colonia es algo muy personal.” Pues mira hija, mientras que
no sea la de Bisbal, a mí me vale.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">A todo esto, la fecha seguía
acercándose y yo seguía sin comprar nada para mi afortunada porque
encima claro, para no gastar mucho el límite eran 10 euros. Que ya
sabemos que los regalos del amigo invisible son una mierda, pero si
encima el límite es ese, no sé qué esperamos que ocurra. Y de
pronto me acordé de una especie de foulard que me trajeron este
verano de Ibiza, creo. Algodón orgánico de no sé qué con tintes
naturales exprimidos a mano de las raíces de la pachamama. Y ahí
estaba en su bolsita y con su etiqueta porque sería muy bueno, pero
era a rayas azul mortecino y blanco feo que me recordaba demasiado a
los uniformes de los presos de Auschwitz y me daba mal rollo. Así
que mira, dos pájaros de un tiro, me quito un chisme del medio y
quedo hasta bien. Y como me daba algo de apuro no gastar nada, pues
añadí al regalo una cajita de bombones que siempre hace el apaño y
una tarjeta navideña con unas palabritas monas. Y chimpún.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">La gente empezó a recibir sus regalos
ayer, que yo libraba. Y mandaban fotos al grupo de whatsapp. Y, coño,
ni tan mal. Foulares, guantes, mantitas, packs de geles y cremas,
agendas y cuadernos... que estaba hasta empezando a tener ilusión
porque lo que me tocara no fuera una mierda absoluta.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ah, qué ingenua, pero qué ingenua fui
pensando que por una vez, mi regalo no iba a ser el peor de todos con
una diferencia abismal.
</p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaFudw42UklQnqsaL97bc8zQUhErGkEEiGEB1xOmC0auYYHIvCYHE5gVby0mKSz5ptsT-Ls0SJolR5KkxK4f4MWaIlfYgSUlTUr7sMzhamXI4preAnmU11OEGpvSsWtGZOs7ezdQANSPHH58EpeEJodIpstve6zRICbqCp4DksQM6h3yf8oRL6kvaTDQ/s3264/IMG-20221215-WA0005%20(1).jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3264" data-original-width="1632" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaFudw42UklQnqsaL97bc8zQUhErGkEEiGEB1xOmC0auYYHIvCYHE5gVby0mKSz5ptsT-Ls0SJolR5KkxK4f4MWaIlfYgSUlTUr7sMzhamXI4preAnmU11OEGpvSsWtGZOs7ezdQANSPHH58EpeEJodIpstve6zRICbqCp4DksQM6h3yf8oRL6kvaTDQ/s320/IMG-20221215-WA0005%20(1).jpeg" width="160" /></a></div><br /><p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-44603625430493296682022-11-28T01:21:00.003+01:002022-11-28T01:21:49.835+01:00Apaleada<p> La serie “Cómo conocí a vuestra
madre” me genera sentimientos enfrentados. Tiene capítulos con los
que me he reído muchísimo y alguno con el que me he cabreado
bastante, creo que las primeras temporadas son una delicia y creo que
el final es terrible. Pero sobre todo, hay un capítulo que me ha
hecho llorar del dolor más profundo y desgarrador del mundo, el que
viene de tu peor temor, de las heridas que te causa ese demonio
interno que te repite detrás de la oreja que lo que tú eres no está
bien.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Todos tenemos uno de esos. Un demonio
pequeño (o grande, según el día) que te dice cosas horribles sobre
ti misma. Y como lleva ahí toda la vida, como te conoce
perfectamente porque es parte de ti, le crees. A veces, demasiado.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">A mí, entre otras cosas, mi demonio me
susurra que mi carácter espantará a todo el mundo, que nadie
llegará a conocerme, a quererme y a saber que tengo un lado tierno,
que me lo mereceré por ser como soy. Me lo dice mientras sus garras
diminutas se me clavan en la nuca y me hacen dudar.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El capítulo de Cómo conocí a la
madre que te parió es uno en el que Ted sale con una chica tonta y
aniñada, absurda y dependiente. Y Robin se lamenta y él le dice que
cuando estaba con ella, nunca se sentía necesitado. Que siempre se
defendía sola y que ante cualquier cosa se ponía por delante sin
dudar y decía “deja, yo me encargo”. Y ella se tambalea. Joder,
igual es verdad. Igual soy demasiado dura, demasiado independiente.
Demasiado bruta. Igual por eso no me quieren. Y llorando va a buscar
a Barney. Le pregunta si cuando estaban juntos alguna vez sintió que
ella no le necesitaba. Y él le dice algo como “no, claro que no.
No me necesitabas porque eres una mujer fuerte e independiente y eso
es lo que te hacía maravillosa”. Y ella se echa a llorar y yo me
siento rota en mil pedazos afilados que me desagarran las entrañas.
Porque yo soy Robin. Yo soy fuerte e independiente, yo soy el “aparta
que yo me encargo”. Yo soy la que no llora. La que contesta con
cabreo cuando a lo mejor solamente está asustada. La que dice
siempre, bajo cualquier circunstancia, que está bien. Y otro día
que tenga más fuerzas nos metemos en el barro de por qué las
mujeres tenemos siempre las de perder, si somos demasiado fuertes o
demasiado blanditas. Porque hagamos lo que hagamos, recibimos hostias
hasta en cielo de la boca. Pero mira, hoy no me siento con ánimos de
escribir una perorata sobre por qué deberíamos abolir el
patriarcado. Que lo aboliría igualmente, pero no hay ganas de abrir
ese melón ahora.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y claro, volviendo a lo mínimo y
cotidiano, a mí misma y mis circunstancias, entiendo que la gente no
es adivina. Que si yo no digo lo que quiero o lo que siento, no
pueden saberlo. Pero también hay que rascar un poquito más la
superficie. Hay que leer un poquito entre líneas. Hay que saber que
la portada no describe el libro. Que la fachada recién pintada puede
tapar un edificio en ruinas. Que las espinas pueden proteger un
cuerpecito débil. Hay que dar, al menos, el margen de duda por si
hay algo más que la primera impresión.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Desde que encontré al Dorniense el
demonio cabrón de detrás de mi oreja se hizo más pequeño. Porque
por primera vez en mi vida un hombre me quiso de verdad por quien
soy. No se ha quejado jamás de mi mal carácter, no me ha acusado
jamás de ser demasiado libre, demasiado fuerte, demasiado decidida.
Al contrario. Siempre me ha dado alas, me ha animado, me ha dejado
crecer, me ha apoyado con su silenciosa firmeza. Siempre ha visto en
mí una dulzura que yo sigo sin ser capaz de encontrar en mí misma.
Siempre ha encontrado cosas buenas en mí aun cuando nadie más las
ha visto nunca. Por eso sólo con él puedo permitirme ser quien soy,
con las espinas y con la piel en carne viva. Con las dos caras de ese
erizo extraño que soy.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pero no todo el mundo lo ve. Y hay
días, en lo que me llueven palos porque total, a Naar no le duelen.
Naar no llora, Naar no se lamenta, Naar no monta el numerito, Naar no
se rinde. A Naar se le puede dar caña que total, ella va a seguir
bien. Y mantengo el tipo, claro. Una vez más. Pero luego llego a
casa. Y estoy agotada, magullada y harta. Y sólo me queda refugiarme
en mis gatos, en mi dorniense, ponerme mi medio huevo calimero en la
cabeza y venir a quejarme. Creo recordar, que para estos casos se
tenía un blog.</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-20873602458463361082022-11-23T01:51:00.004+01:002022-11-23T01:51:30.340+01:00Botón de autodestrucción<p> Hay veces que me enfrasco tanto en mis
propios pensamientos que dejo de escuchar todo lo que me rodea. Tengo
una capacidad de abstracción que puede ser muy buena o muy mala,
según el caso. Cuando tengo que estudiar o estoy concentrada en algo
importante es fantástico porque no me molesta el ruido del ambiente.
Cuando mi cerebro irse de vacaciones a un lugar que le resulta más
interesante pero mi cuerpo debe estar atento a cosas como conducir o
trabajar, pues ya no está tan bien.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ayer por ejemplo volvía conduciendo de
un lugar donde no debía haber aparcado. Y no puse la radio del coche
porque mi cerebro estaba cantando a todo volumen “Poison” de
Alice Cooper, tan alto que no fui consciente de que la música salía
de mi cabeza y no de los altavoces. No sé cómo llegué a casa, no
soy consciente en absoluto del camino, los semáforos o los cruces.
Pero sé que en algún momento empezó a diluviar, tuve que poner los
limpias y entonces, sólo entonces, me di cuenta de que no hacía
falta subir el volumen de la radio porque estaba apagada. Sin
embargo, la voz del señor Cooper seguía clarísima a mi alrededor
repitiéndome que el veneno corre por mis venas. Y me pareció bien.
Era mejor eso que procesar otras cosas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Al menos no me dio por cantar al Puma.
Aún recuerdo esa época en la que casi me realizo una lobotomía
casera con el taladro. A esto me refiero con que mi cerebro puede
hacer las cosas muy bien o muy mal, sin termino medio. Puede elegir
mis canciones favoritas cuando más las necesito o puede martirizarme
con la numeración día tras día sin motivo alguno. Puede darme
rachas de felicidad absoluta, de paz, de tranquilidad y de sentirme
llena y que un día me despierte y de pronto decida dinamitarlo todo
porque sí. De verdad no sé qué afán tengo con pulsar el botón de
autodestrucción absoluta cuando menos lo necesito.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En la última semana ha habido dos
personas queme han dicho que no me va la vida sencilla, que me gusta
complicarme y jugar con los limites. Que me gusta rozar el fuego y
ver cuánto puedo acercarme sin llegar a quemarme o quemarme sólo un
poquito pero sin terminar en el hospital. Y joder, es cierto. Llevo
toda la vida tratando de encontrar el equilibrio. Buscando personas,
lugares y cosas que me den estabilidad, seguridad y calma. Y lo busco
sabiendo que un día voy a decidir que eso me aburre y que voy a
hacerlo saltar por los aires. Soy imbécil, ya lo sé.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Obviamente estoy en una racha de
mierda. La única constante real en mi vida es Ron. Y no puedo creer
que tenga que despedirme de él más pronto que tarde. No sé cómo
voy a llenar el vacío gigantesco que va a dejar en mi vida. No sé
qué haré con todo el tiempo, la atención, el amor y el cuidado que
le dedico a él. No lo sé. En otras épocas me habría dado a la
fiesta, el sexo y el rock and roll. O hubiese hibernado en mi casa
mirando al vacío hasta el amanecer, comiendo roñidonetes y cantando rancheras. O hubiese
tratado de hacer algo estúpido. Me marco objetivos muy absurdos
cuando estoy mal, así que podría haber sido cualquier puta cosa
estrafalaria y posiblemente, dañina. Ahora supongo que sólo me
queda lo de cantar mentalmente eligiendo cuidosamente canciones que
no incluyan pavoreales porque soy más madura. O simplemente más
vieja y estoy más cansada. O porque tengo menos tiempo. O porque tengo un
dorniense que a veces me mira con infinita paciencia, como si
estuviera harto de ver cómo me hostio contra absurdos, sin
reprocharme nada nunca. Pero me cuesta. Y aunque por ahora Ron está
bastante bien y cada día lo tomo como un auténtico regalo, no dejo
de tener un dolor constante en el pecho que me impide respirar con
normalidad. Y para acallar eso, para poder tener una vida “normal”,
para poder seguir yendo a trabajar, salir, comprar, hablar con otras
personas, y no pasar los días llorando en posición fetal, lo único
que hago es una especie de huida hacia delante a la desesperada. No
pienso, no siento y no padezco. No paro ni un momento a escucharme.
Voy, como en épocas antiguas, arrasando con lo que se pone delante
sin pensar en consecuencias y tratando de coger aire mientras siento
como una mano cruel se cierra alrededor de mi pecho y me roba el aliento en cuanto bajo la guardia un instante.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Seguramente no esté haciendo nada por
mejorar las cosas para conmigo misma. Seguramente lo esté empeorando
todo. Seguramente. Pero al menos las canciones de mi cabeza me
gustan.
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-74636745263637756332022-11-16T01:49:00.001+01:002022-11-16T01:49:05.149+01:00Tiro bajo<p> Hace poco leí un artículo que decía
que volvía la moda de los pantalones de tiro bajo. Apenas seguí
leyendo porque no me interesaba saber si los gurús de la moda
estaban de acuerdo o no. Salí corriendo a bajar del altillo del
armario la caja de la ropa que ya no me pongo pero tengo esperanza de
volver a ponerme. Y ahí estaban mis amados pantalones del
dosmilypoco. Ah, qué años aquellos.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">La verdad es que tiré algunos. Los que
tenían los bajos tan corroídos de arrastrarlos por el suelo que
daban pena. Porque eso es cierto, muy higiénico no era el asunto. Ni
muy cómodo cuando llovía, que ibas recogiendo agua hasta que te
llegaba a la rodilla y cada pata pesaba un quintal. Sin contar con lo
de enseñar la raja del culo a la mínima, tener que llevar bragas
minúsculas, coger frío en los riñones y tener que depilarte el
pubis porque, queridas, los pantalones de tiro bajo REAL, son los que
te tapan lo justo o incluso menos. Que ahora ves en la tienda el
cartelito de tiro bajo y sólo significa que se abrochan debajo del
ombligo. Y no. Vale que es un avance tras años de pantalones a que
llegan a los sobacos, pero no es eso lo que estoy buscando. Yo quiero
volver de nuevo al 2003, cumplir 20, ponerme mis pantalones que
apenas me tapan los pelos del coño y dedicarme a zanganear en ciudad
universitaria. Cualquier otra cosa no me vale.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y es que empiezo a pensar que hay algo
en la moda que es una cuestión de nostalgia. Nos gustan cosas que
nos traen buenos recuerdos. Y la ropa que te pusiste a los 20 y con
la que te divertiste tanto parece más bonita cuando la recuerdas de
lo que era en realidad. Creo que la memoria nos traiciona y nos hace
recordar las cosas como le da la gana a ella. Quizás, sólo quizás,
aquel garito no molaba tanto, aquellos pantalones no te quedaban tan
bien, aquella música no era mejor y aquel chico no era tan guapo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pero qué más da. Hace un par de días
alguien me dijo que importaba más el relato que la historia en sí.
Y creo que para este caso se aplica que vale más el sentimiento que
guardas que la realidad objetiva del asunto. Tener las cosas
idealizadas es bueno siempre que no pierdas la perspectiva. Decirse a
uno mismo, sé que lo tengo idealizado y aun así me encanta. Porque
esos veranos de cuando éramos niños seguramente no fueran más
cálidos, más luminosos y más largos. Esos programas de televisión
no fueran mejores que los de ahora. Ese amor loco no fuera tan
intenso. Y puede que esos pantalones de campana y de tiro bajo no te
sentaran tan bien. Pero oye, qué bonito el recuerdo. Y qué sonrisa
nos ofrece acordarnos cuando las nubes grises se ciernen sobre
nuestras cabezas adultas. Quizás con eso ya valga la pena.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Llevo unos días con el cerebro
pegajoso. Como si se me hubiera mezclado con cemento y las ideas
tuvieran que luchar por salir, haciendo un gran esfuerzo por moverse.
Saber que me tengo que despedir de Ron, el trabajo, el día a día y
los recuerdos inoportunos no me lo ponen fácil cuando se mezclan con
mis hormonas, mis desajustes y mi habitual falta de sueño. Y en
estos momentos raros, en los que ni los pantalones de tiro bajo
consiguen que me sienta mejor, los recuerdos felices son algo a lo
que agarrarme. Me refugio mucho en los recuerdos de la yaya. En
anécdotas tontas de cuando Ron era cachorro. En historias bobas de
mis amigos los satánicos. En instantes a escondidas que son sólo
míos porque quizás nunca se los he contado a nadie. Y me ayuda. Me
devuelve la perspectiva. La idea que llevo tatuada y aun así a veces
se me olvida: que esto también pasará. Que las cosas buenas hay que
aprovecharlas y llenarse las manos y el corazón con ellas porque no
serán eternas. Que las malas hay que aguantarlas como un chaparrón
inoportuno porque <i>nunca choveu que non escapara. </i>Y
que a veces, las buenas nos sirven de paraguas para afrontar un poco
mejor la tormenta.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Tengo
muchas cosas buenas en mi vida. Muchas. Y lo sé, soy consciente de
ellas. Por eso, a pesar de todo, soy capaz de encararme con los
momentos feos. El apoyo del dorniense, su estar a mi lado, su amor
incondicional, su mera existencia. Ron y Maya y todo lo que me han
dado y me dan cada día. Mis padres. Mis amigos. Mis recuerdos, las
cosas que yo misma he construido. Todo me sirve para encontrar fuerzas y seguir adelante.</p><p style="margin-bottom: 0cm;"> Y que aún puedo ponerme los
pantalones de hace veinte años y que me la sople muchísimo si
realmente se llevan o no, eso también hace. </p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-59293225822417390622022-10-10T01:40:00.004+02:002022-10-10T01:40:37.443+02:00Yo antes vivía sola<p> Mi marido me ha abandonado.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Bueno, no del todo, vuelve en un par de
días, pero me apetecía el toque dramático. Se ha ido a Dorne a ver
su familia. Yo me he quedado con Ron y Maya y mi casa para mí sola.
En realidad me gusta poder quedarme sola de vez en cuando, pero me
resulta extraño. Antes era lo normal, lo de todos los días, era
como vivía. Ahora ya no. Ahora hay siempre un señor por ahí
haciendo cosas. Y no es que sea molesto, el Dorniense es limpio,
silencioso y ocupa poco sitio. Dicho así, parece que hable de un
gato. Pero no, yo sé a lo que me refiero. He vivido con otros
hombres y tenía constantemente la sensación de que estaban por el
medio, ocupándolo todo o ellos o sus cosas. Hacían ruido,
ensuciaban todo y eran increíblemente molestos. El dorniense no. Y
eso es bueno. Todo en él es bueno, en realidad. No es perfecto,
obviamente, pero creo que sí es lo bastante bueno. Sobre todo para
mí. Es lo que necesito y sabe siempre lo que hacer conmigo, a veces
cuando ni yo misma lo sé.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">A veces creo que es la única persona
del mundo que me conoce realmente. Mucho más que mis padres, que les
adoro pero son capaces de sacarme de quicio como nadie. Más que mis
ex, a los que me vais a perdonar la expresión, pero yo se la sudaba
muchísimo. Más que mis amigas, que saben lo que yo enseño y yo no
soy ninguna artista del destape. El Dorniense es quien más cerca
está de conocer mis oscuros rincones mentales. Es quien mejor sabe
cuando necesito una respuesta y cuando es mejor un silencio. Cuando
debe frenarme y cuando darme alas. Es el único que consigue acallar
las voces de mi cabeza y consigue que me lata el corazón de una
forma acompasada.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Aún a veces le miro cuando está
concentrado en sus plantas, o limpiando o haciendo la comida y me
quedo embobada. Hostia tú, que ese tío es mi marido. Y no es sólo
lo mucho que me sorprenda tener un marido, que también. Es que tengo
uno al que se le marcan los abdominales y que tiene los hombros más
bonitos que he visto en mi vida. Pero no iba a decir eso, que se nota
que llevo cuatro días sin verle y me desvío del tema. El caso es
que le miro y me parece increíble que ese tío me quiera. Porque yo
soy un desastre. Uno grande. Yo vivo desquiciada, me altero por
cualquier cosa, propia o ajena. Me paso el día despotricando contra
cosas. A veces pienso en voz alta y le aturullo con mi verborrea. Yo
sí que ocupo espacio, sobre todo porque desparramo desorden a mi
paso. No sé cómo lo hago, trato de evitarlo, lo juro. Pero las
cosas se desordenan y se descontrolan, la pila de ropa de la silla se
multiplica y el escritorio sufre invasiones incontroladas de bolsas y
papeles. Y yo misma soy una especie de complicación con patas. El Dorniense dice que el peor error que ha cometido en su vida fue
ponerse pajarita una vez. Y lo dice en serio, muy en serio. Ojalá mi
peor error, o incluso el mejor, fuera un atuendo desacertado.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que el compensa todo eso que
está desequilibrado en mí. Y a veces le quiero tanto, tan fuerte y
tal claro, que siento un extraño picor en el pecho, como si el
corazón se me hiciera un poco más grande ahí dentro. Porque mira
que yo he querido, pero no así. No con esa sensación de que es lo
acertado, lo correcto, que quererle está bien, que quererle es lo
mejor que podía pasarme.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Me pasé muchos años viviendo sola,
acostándome sola cada noche. Metiéndome en una cama enorme y helada
o calentada con la manta eléctrica. Y me parecía lo normal. Ahora
llevo cuatro días que se me hace un poco cuesta arriba. Porque no
está él ahí dentro, respirando despacio, llenando la almohada de
ese olor delicioso y haciendo que la oscuridad no me dé miedo.
Porque todas las noches cuando me acuesto, lo primero que hago es
oler a mi marido y me fascina lo bien que huele siempre. Así que
antes de dormir le olisqueo un poco y le beso el cuello. Me acurruco
a su lado y le pongo una mano encima. Acompaso mi respiración a la
suya. Y en unos segundos toda esa nube gris que siempre pulula
alrededor de mi cabeza, se disipa. Le gano la batalla a la ansiedad
por un día más. Dejo que los malos rollos se vayan y que mis
preocupaciones se aparquen. Pospongo hasta el día siguiente las
cosas pendientes. Y dejo que su compañía, su simple presencia me
acune, que su respiración me arrulle. Y por esos momentos, todo está
bien, todo está en paz. Y esa es una sensación que no había tenido
nunca. </p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Porque yo vivía sola, era lo normal,
lo tenía asumido. Pero ya no. Ya no estoy sola, ahora hasta cuando
se va, está él. Y vivir sola estaba bien. Pero con él es mejor.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-40120872615396558992022-10-04T02:13:00.000+02:002022-10-04T02:13:36.020+02:00Vendaval en la memoria<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Nunca fui de querer cosas en abstracto
y quedarme con el que llegara para cumplirlas. Por ejemplo, nunca
quise <i>un gato</i>. Quise a Ron cuando le vi. Y más tarde, no
quise <i>otro gato</i>. Quise quedarme a Maya en cuanto toqué su
cabecita negra. Tampoco jamás quise <i>casarme</i>, así en general.
Quise hacerlo cuando el Dorniense y yo lo hablamos y supimos que era
el momento. Y desde luego nunca quise una aventura, ni una pasión
absurda, desatada y desestabilizante. Pero te quise a ti cuando me
sonreíste y me miraste a los ojos por primera vez, hace tantos años
ya. Por eso debo decírtelo: no fue casualidad. No fue que te
cruzaras en mi camino por azar. No fue que pasaste tú y si no,
hubiera sido otro. Fuiste tú y ese vendaval que desatas a mi
alrededor con el sonido de tu voz. Fuiste tú y esa risa tuya que me
hace vibrar. Fuiste tú y esa extraña capacidad para verme guapa a
través de tus ojos azules. Fuiste tú, que aún hoy en día haces
que se me sacudan los años y me desaparezcan las canas que me empeño
en no teñirme. Fuiste tú y el recuerdo que me niego a regalarle al
olvido.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Una vez te dije que cuando fuera una
vieja senil y me dedicara a ir por ahí con mi carrito recogiendo
trastos y dando de comer a todos los gatos del barrio, aún me
acodaría de ti. Y maldita sea la caprichosa memoria, que me temo que
termine siendo cierto. He olvidado los nombres de mis compañeros de
colegio. Los teléfonos que antes me sabía de carrerilla. Las fechas
que tanto me importaban. Me he olvidado de quienes fueron mis amigas,
de mi primer amor y de muchos de los que vinieron luego. Me he
olvidado del Ross y ahora es apenas el espectro de algo que conocí.
Me he olvidado de las cosas que me causaron dolor, de las canciones
que me hicieron bailar y de los días de sol cuando los veranos eran
más largos. Me he olvidado de muchas cosas y tengo que hacer un
esfuerzo, una búsqueda intensiva en mi memoria o en los archivos
fotográficos amontonados en cajas para acordarme vagamente de ellas,
sin sentir el estremecimiento que me causaban.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y sin embargo me acuerdo de la forma de
tu cuerpo, del olor de tu piel y del sonido de tus palabras con una
intensidad que me asusta. Me acuerdo de tu casa en la buhardilla
mejor que de mi primer piso. Me acuerdo de tus mensajes como si me
hubieran llegado ayer. Me acuerdo de tus uñas mordidas y tus dedos
despellejados, de cuando te hiciste los pendientes en las orejas, de
cuando te hacías dos coletas a lo Beckham, de tus piernas delgadas y
de tus colmillos montados. Me acuerdo de todo con una precisión
absurda, ridícula y totalmente estúpida.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y no es que piense en ti a menudo. De
hecho, procuro pensar en ti lo menos posible. Pero a veces va el
subconsciente, me traiciona y me hace soñar contigo de una forma
horriblemente vívida. O pongo la radio de camino al trabajo, medio
agobiada por esas cosas que nos agobian a los adultos y suena Lou
Reed. O estoy tratando de respirar hondo un domingo porque Ron está
bien y porque empiezan mis vacaciones y porque por fin puedo
disfrutar de unos días de leer y ver series y comer como una persona
normal y vas y me escribes. Y me llamas. Y de pronto tenemos mil
cosas que contarnos y hablamos durante horas que se pasan volando y
ojalá pudiera dejarlo todo para irme contigo al Rastro y que Madrid
nos abrace en su anonimato una vez más. Porque a pesar de todo, incluso de las veces que lo hemos negado, seguimos siendo amigos. Mejor que los que sólo fueron amigos. </p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ojalá no fuera así. Ojalá hubiera
podido enfriarte y congelarte en el pasado para recordarte sólo con
un vago cariño distante. Ojalá no te hubiera dedicado las mejores
cosas que he escrito. Ojalá no siguiera escribiendo para ti. Ojalá no te hubiera guardado un rincón
especial, totalmente protegido, en mi corazón. Ojalá hubiera podido
poner un punto y final en algún momento. Ojalá tú no fueras tú,
yo no fuera yo y la historia no fuera nuestra. Ojalá mil vidas para
volver a encontrarte y por un instante desear no haberlo hecho. Ojalá
mil vidas para volver a cometer el error y sonreír satisfecha. Ojalá
mil vidas despeinándome con el vendaval que desordena todo a su paso
y lo deja impregnado de ti. Ojalá mil vidas en las que mereciera la
pena vivir por un puñado de recuerdos a los que no renunciaría
nunca. Ojalá mil vidas para no regalarle al olvido ni uno sólo de
los besos que me diste.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-57303118532475712632022-10-02T23:23:00.002+02:002022-10-02T23:25:45.151+02:00Palabras más, palabras menos<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Hay palabras que tienen un poder
especial. Bien por el contexto, bien por la persona que las dice,
bien por el tono o bien por la palabra en sí misma. Las palabras son
más poderosas de lo que dicen porque ni una imagen vale más que mil
de ellas, ni se las lleva el viento.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Una palabra terrible es quimioterapia.
La oyes y tiemblas. La quimio es sinónimo de enfermedad, de
malestar, de vómitos, de palidez, de defensas a tomar por culo, de
caída de pelo. Quimio suena a hospital. Suena a otras palabras
malditas, como cáncer o muerte.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por eso cuando me dijeron que Ron tenía
un linfoma (he ahí otra palabra espantosa) y que había que darle
quimioterapia me vine abajo. Por más que me explicaron que el
tratamiento en animales no suele ser tan agresivo como en humanos,
que lo que tenía Ron era un linfoma de bajo grado intestinal
totalmente tratable y en un estado muy inicial, yo seguía bajo el
efecto perturbador de las palabras malditas. Así que, mientras él
estaba totalmente normal, yo era la que andaba por ahí pálida,
ojerosa, con la ansiedad por las nubes y nauseas que me impidieron
comer durante días. Lloré dos noches enteras seguidas mientras Maya
me pasaba su diminuta naricilla negra por la cara y me secaba las
lágrimas con sus patitas también negras. Tras unos días de ir al
trabajo en un estado lamentable, por fin llegó el fin de semana y le
di a Ron sus pastillas, temiendo lo peor. Pero a veces lo peor no
llega. A veces, por horribles que sean las palabras, son sólo eso,
palabras. Y los hechos son otros.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Así que Ron está bien. Los efectos
secundarios no han aparecido, como me dijeron que pasa en la mayoría
de los gatos. Sigue comiendo, durmiendo y pidiendo más comida. Sigue
contento y sin dolor. Sigue, ahora mismo mientras escribo,
ronroneando pegado a mi costado. Así que si Dios quiere, seguiremos
con el tratamiento y le daremos una patada en el culo a las palabras
feas, dando la bienvenida a palabras más amables, como remisión o
recuperación.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Lo cierto es que tampoco me gustó la
palabra operación cuando me la dijeron a mí. Resulta que mi
endometriosis se ha descontrolado y tengo el intestino a punto de
colapsar. Así que hay quitar un par de cachos. Suena fantástico, lo
sé. Y temo el día que me llamen y me digan palabras inofensivas,
como fecha y hora, pero terribles por lo que va a haber detrás de
ellas. Sin embargo, puede que eso también salga bien.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pensando sobre el tema de las palabras,
me he dado cuenta de que nunca digo que la llama se murió. Siempre
digo que “se fue”. Y no es una cuestión de usar eufemismos. Es
cosa de que la muerte suena demasiado definitiva. Irse, no tanto. Y
yo creo, porque me ayuda a seguir respirando, que la muerte no es
definitiva. No es el final. Sólo es el paso a otra cosa. Y que nos
veremos algún día, dentro de muchos años, espero.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Leí hace muchísimos años un libro
para adolescentes muy divertido y la protagonista tenía pánico a la
palabra “muerte”. Así que en su lugar siempre decía “bananas”.
Eso le hizo coger cierta aversión a susodicha fruta. Y a mí me
gustan mucho los plátanos, así que prefiero no usar ese truco y
seguir pensando que la gente se va, no se muere del todo pero tampoco
hay ninguna banana implicada en el asunto.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y por último, aún estoy cogiéndole
de nuevo el truco a esto. Se me había olvidado. Ya no manejo tan
bien las palabras como antes, ni las que me asustan ni las que me
reconfortan. Pero aun así, siguen siendo un extraño consuelo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-40478666378862572662022-09-20T23:14:00.003+02:002022-09-20T23:14:52.464+02:00Olla a presión<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Una de las cosas que más me aterran en
la vida son las ollas a presión. No sé en qué mente enferma puede
surgir la idea de meter garbanzos en una bomba a vapor que puede
estallar en cualquier momento. Y no tratéis de persuadirme, conozco
mucha gente a la que le ha explotado la maldita olla exprés llenando
todo de caldo hirviendo y de trozos de estofado pegado a las paredes
de la cocina. Eso en el mejor de los casos. Porque sé de personas
que han terminado en el hospital por quemaduras graves debido a esta
historia. En fin, no quiero ponerme dramática, pero son inventos del
demonio. “Pero es que la comida se hace más rápido, mimimi”.
Tampoco sé en qué momento alguien llegó a la estúpida conclusión
de que más rápido es mejor y encima nos ha convencido a todos. Más
rápido sólo es sinónimo de más peligroso.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Compraos una olla de cocción lenta,
cero riesgo de explosiones y comida buena prestando un mínimo de
atención. Y no, nadie me paga por esta cuña publicitaria.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El tema es que desde hace un tiempo
siento que yo soy una olla a presión. Y no me gusta porque puedo
explotar en cualquier momento y los garbanzos voladores y el caldo
achicharrante no es el mayor peligro en este caso.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y parece que lo único que puede evitar
el desastre de las ollas y de mí misma es la válvula de escape. He
valorado muchas opciones. Bueno, no tantas. Algunas. Y el blog parece
la más sensata. O la más barata al menos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Cuando tenía el blog, ocupaba una
parte de mi cerebro que así no estaba dedicada a pensamientos feos.
Me ayudaba a ver las cosas con humor porque de toda situación
desastrosa sacaba la conclusión de que si lo contaba con humor,
podría dar para un post. Y esa sensación era buena. Creo que podría
ayudarme de nuevo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por hacer un resumen, así a lo gordo,
os diré que todo va bien. Porque es más rápido decir “bien”
que dar explicaciones. Y no es que haya nada realmente malo. Es sólo
que a veces la vida se hace bola. Porque te pones a masticarla y le
das tantas vueltas que al final no hay quien se la trague. Tengo un
trabajo que me gusta con compañeros que me gustan (en su mayor
parte). Tengo dos gatos a los que adoro y a pesar de los disgustillos
que me llevo, sobre todo porque Ron se hace inevitablemente mayor,
siguen siendo mi alegría. Tengo un marido que aún no me puedo creer
que haya tenido tanta suerte de encontrarle. Y tengo padres a los que
adoro, me queda un yayo con cuerda para rato y la familia bien
gracias, ya sabéis.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pero yo no estoy tan bien. Me tienen
que operar de endometriosis en los próximos meses, lo que me aterra
más de lo que soy capaz de admitir. Me encuentro cansada y dolorida
demasiados días al mes. Y hay momentos en los que aunque aprecio
todo lo que tengo, me gustaría meterme dentro de un agujero y dormir
hasta que el mundo sea perfecto. O sea, mucho, mucho tiempo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y como no tengo dinero ni paciencia
para la psicología, no creo en el reiki ni en las terapias
alternativas, jamás he bebido alcohol y tengo miedo de engancharme a
las drogas, aquí estoy de nuevo. Probando si las letras pueden
aliviarme una vez más de las angustias de un día a día que en
realidad no tiene nada de malo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Septiembre es un buen momento para
empezar cosas. Es el comienzo real del año, diga lo que diga el
calendario. Así que, here we go again.
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-6006838408285522212021-12-21T03:11:00.005+01:002021-12-21T03:11:51.217+01:00Adiós, 2021<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Este año me he hecho un nuevo tatuaje.
Y un nuevo piercing que aún duele. Y que me acabo de tocar porque
cuando piensas en tus orejas te las tocas porque no se sienten por sí
mismas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He vuelto a un trabajo que me encanta y
lo disfruto cada día. Ojalá dentro de un año pueda decir que sigo
en el mismo puesto y tan contenta.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He tenido sustos con Ron, pero sigue
siendo fuerte y recuperándose, así que, aunque sería mejor tener
menos sustos, ojalá siga con las mismas ganas de vivir y de comer y
de seguir con nosotros durante muchísimo tiempo porque le queremos y
le necesitamos mucho.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido fascinada con Maya. A mí
esta gata no deja de sorprenderme con sus cosas, la adoro, sigo
pensando cada día cómo es posible que un ser tan negro esté tan
lleno de luz. Y ojalá siga alumbrándonos mucho, mucho más tiempo.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido refugiándome en el olor de
la nuca de mi marido cuando me meto en la cama por las noches. Ese
olor es paz. El calor de mi Dorniense a mi lado es como ese rescoldo
amable de la chimenea, cuando te puedes acurrucar al lado y relajarte
porque todo en el mundo está bien en ese momento. Cada noche cuando
me acuesto respiro su olor, acaricio su nuca y me doy un segundo de
tregua. Él está aquí y por un segudo, por este segundo, nada va
mal.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He tenido mi primer aniversario de
boda. Y nos fuimos a tomar algo con amigos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido escribiendo (aunque apenas
publicando) porque creo que en lugar de órganos y tripas yo estoy
rellena de letras, como una sopa sin sentido.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y he seguido leyendo compulsivamente
porque si no me alimento de palabras, me siento vacía. He leído
tanto este año que he acabado con la bibliografía de algunas
autoras.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido cocinando mucho y comiendo
poco. Bebiendo litros y litros de té. Descubriendo cosas veganas que
suplen otros alimentos que no puedo comer por mis problemas con las
alergias e intolerancias.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He echado mucho de menos a la yaya.
Hace justo un año que se fue y no ha pasado un solo día sin que
piense en ella.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido peleándome con mi pelo. Se
riza cuando quiero alisarlo, se alisa cuando quiero rizarlo, se
encrespa cuando quiero que quede bien, queda precioso cuando quiero
quedarme en mi casa sin hacer nada y no me ven más que los gatos.
Pero he llevado flequillo todo el año. Me gusta, de momento no me lo
quito.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido fumando y repitiéndome que
tengo que dejarlo. Todo mal en este aspecto.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He seguido sin hacer deporte porque no
tengo fuerza de voluntad para hacerlo sola en casa y desde luego me
niego a ir a hacerlo a ningún sitio y llevar puesta la mascarilla
mientras hago esfuerzos. Es demasiado para mí eso, francamente. Mal
en este tema también.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He conocido un montón de gente, he
estrechado lazos con algunas personas especiales, los he aflojado con
otras. Lo normal en la vida, cero dramas y alegría por lo que están.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He cambiado de coche. Sigo echando de
menos al bólido.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He sacado un certificado de
profesionalidad con unas notas alucinantes. Aún flipo conmigo misma.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He esquivado el coronabicho. Y que así
sigamos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He sobrevivido otro año de esta
extraña década de los 20 del siglo XXI que está resultando tan...
tan... TAN.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ojalá el año que viene traiga cosas
buenas, mejores, estupendásticas y fantabulosas. Ojalá nos sobre la
salud y la derrochemos en fiestas. Ojala no falte nadie y nos demos
abrazos apretaos de nuevo. Ojalá seguir escribiendo a veces, con Ron
dándome cabezazos y oyendo roncar a Maya, mientras sé que el
Dorniense duerme en la habitación y el mundo, por un segundo, se
mantiene en su lugar. Y ojalá vosotros también tengáis lo que
deseáis.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Muy, muy feliz Navidad y Feliz Año
Nuevo 2022. Ojalá todo a mejor.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-41864758105378713102021-09-22T03:24:00.002+02:002021-09-22T03:24:27.681+02:00Limpia<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Se me ha independizado un sujetador.
Hace ya un par de semanas salió volando del tendedero y se fue a
vivir al tendedero del señor del primero que no vive aquí. Es un
sujetador un poco tonto porque se ha tratado de mudar a una casa
donde no vive nadie. Igual es un sujetador okupa, vete a saber. El
caso es que al final, como nadie le recogía, se mustió de pena y se
cayó al suelo. Así que cogí mis llaves y bajé al patio y lo
recogí lleno de mugre. Y dije, bueno, sujetador pródigo, yo te
perdono tu intento de huida, vuelve a casa. Le metí en remojo,
porque pródigo vale pero pordiosero no y lo volví a tender. Y va el
cabrón y se vuelve a pirar. Así tal cual, para dejarme claro que su
intención es escapar a la mínima de cambio. Y no sé qué afán con
el vecino del primero que no vive aquí, porque esta vez el muy
descarado se fue directamente al poyete de su ventana. Que mira yo no
sé ya qué pensaría ese hombre de mí si viviera aquí. Menos mal
que no.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y ahí sigue, el cabrón del sujetador
tratando de vivir su vida en una casa que no es suya con un señor
que no sé muy bien qué uso le daría.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y yo me rindo a la evidencia. ¿Sabéis
esa mierda de que si quieres a alguien debes dejarle ir? (tamaña
gilipollez, dicho sea de paso). Pues eso, que se vaya. Era uno de mis
sujetadores preferidos de estar por casa pero mira, no voy a seguir
tratando de convencerle. Él no quiere estar aquí y no voy a
retenerle a la fuerza.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por otro lado voy a despedirme de más
cosas. No dejo de ver mi armario abarrotado de ropa que no me pongo.
Pero ay, es que me sigue gustando. Es que aún me vale. Es que igual
un día me lo pongo. Es que está casi sin usar. Y ahí voy
acumulando cosas, que tengo pantalones de los de tiro bajo esperando
a ver si ponen de moda otra vez desde el 2010. Y la gente ha perdido
el gusto y va por ahí con sus pantalones por los sobacos y el mom
fit que hace los culos gordos y feos mientras mis pantalones de hace
mil años esperan en el banquillo. No los voy a tirar, no pierdo la
esperanza. Pero los retiraré al trastero. Ya se volverán a llevar,
ya.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">También voy a deshacerme de faldas
cortas que no uso porque madre mía la pereza. Y de jerseys llenos de
pelotillas y de camisetas con manchas que no se quitan y de
pantalones de pijama que se me caen porque se les ha pasado la goma
de la cinturilla. Y así hasta que me quede con un armario que se
pueda ordenar y donde vea lo que hay. No es tan descabellado.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Igual en la limpia meto cosas para el
pelo. Porque yo, que soy medio ingenua medio imbécil, empecé a
hacer lo del método curly. Y a ver, esto está muy bien si tienes el
pelo rizado. O al menos ondulado. O algo. Pero no es el caso. Aunque
a veces sí. Francamente creo que mi pelo lo que hace es boicotearme.
Trato de alisármelo y se ondula. Y digo, ah, pues qué bien, me lo
rizo. Y empiezo el método curly de los cojones que es más
complicado que la leche y tiene más pasos y más potingues y más
movidas que agarrar una plancha o un rizador y hacerte lo que te
salga del higo ese día. Que a ver, que el pelo está más sano y
ñeñeñé, pero qué aburrimiento, la virgen. Y todo para nada,
porque duermes y al día siguiente pareces la bruja avería (nótese
en la referencia que tengo más años que la tos) y entonces resulta
que además de los potingues, el mulli-mulli, el difusor y no sé
qué más, tienes que dormir con un gorro y una funda de almohada
especial y aun así refrescarte los rizos por la mañana. Mira, que
me vale mejor raparme al cero y unirme a los hare krishna. Que yo
pensaba, ilusa, que os digo que soy una ilusa, que los rizos eran la
solución y el desentendimiento de los problemas del pelo. Que tú ibas por ahí con los rizos al viento como un caniche feliz y
contento con sus lanillas. Pero nooooo... es la hostia de difícil. Y
ni os cuento cuando encima ni siquiera tienes el pelo rizado.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y entonces mientras decido si hacerme
el curly o el harakiri se me vuelve a quedar liso. Así que sólo me
queda preguntarme para qué cojones me lo corté yo a capas este
verano y me siento a mirar al infinito pensando que es sólo pelo y
no merece la pena amargarse la existencia y que total, yo sería muy
feliz por ahí rapada al cero cantando y tocando la pandereta vestida
con una túnica azafrán.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Me acuerdo de mi abuela paterna con
frecuencia porque tengo la teoría que desde que enfermó y más
tarde se murió, se ha quedado a vivir en mi pelo y me putea un poco
a través de él. Es una teoría que suena absurda, pero si hubierais
conocido a mi abuela y vierais mi pelo de verdad que lo
entenderíais. Igual un día me animo y termino un post sobre ella
que tengo a medias.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">En cualquier caso,
tengo que ir haciendo limpia de cosas. De cosas, de movidas, de roña
en general. Que luego llega el final de año y no hago vida nueva
porque todo lo que tengo es viejo.
</p>
<p style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-84401061000944056932021-09-08T00:16:00.000+02:002021-09-08T00:16:06.034+02:00El peligroso silencio<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Me imagino que todos hemos visto La
lista de Schindler. Si no, la veis y luego venís a seguir leyendo
el post. Y si no os apetece, pues me valdría cualquier peli de
nazis. Me vale La vida es bella, por ejemplo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El tema que quiero explicar es que
cuando ves esas películas (que son basadas en hechos reales que
históricamente ocurrieron antes de ayer, que no se nos olvide esto),
siempre piensas que tú estarías del lado de los buenos. Tú serías
el que no levantó el brazo en el desfile nazi. Tú serías el que se
plantó ante los tanques en Tiananmén. Tú serías el <a href="https://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20200914/483431050399/historia-sanz-briz-angel-budapest-salvador-judios-holocausto-nazi-hungria.html">ángel deBudapest</a>. Tú serías las <a href="https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2020-02-08/infierno-historia-guerra-mundial-civil-hermanas_2444747/">hermanas Touza</a>. Tú serías Schindler. Tú
serías el salvador. Serías el héroe, el valiente, el que se
enfrenta a todo el mal y el horror del mundo. O eso piensas desde el
sofá de tu casa.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Porque las cosas casi nunca son blancas
o negras, pero hay momentos en los que hay que posicionarse. Y el
lado bueno de la historia, queridos, no es que te llamen fascista,
diga lo que diga la tarada de la presidente de esta mi comunidad. Y
podríamos meternos en casos particulares, claro. Es que hubo un caso
de un nazi que era bueno y trató de ayudar desde dentro del sistema
y blablablá. Que sí, que vale, tome su pin de buena persona, señor
nazi. Es que los comunistas eran malísimos también y blablablá.
Que sí, que lo que sea, que no estoy hablando de eso. Que no me
distraigáis coño, que así no avanzo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que todos pensamos que
haríamos lo correcto. Porque es lo correcto. Porque está claro,
porque es evidente. ¿O no tanto?</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En La lista de Schindler hay una escena
en la que una cría increpa a los judíos cuando los están llevando
al tren, no recuerdo si de camino al guetto o al campo de
concentración. Y les grita “¡adiós, judíos!” con un odio y
una rabia descomunal e incomprensible. Es un personaje de ficción
para ilustrar algo, lo sé, pero supongamos que fuera real. Esa niña
seguramente no tiene razón alguna para odiar a los judíos. Quizás
no conozca ninguno y puede que ni siquiera sepa bien qué es un
judío. Pero los odia. Porque es lo que está recibiendo cada día:
la idea de que ser judío es malo. Y que estará mejor cuando ellos
se vayan. Quizás lo oiga en casa porque sus padres sean unos nazis
recalcitrantes. O quizás lo oiga en la calle y en casa no oiga nada.
Quizás sus padres no odien a los judíos. Quizás, hasta tuvieran
amigos, conocidos, socios, que fueran judíos. Quizás hasta
simpaticen con ellos. Pero las cosas se han puesto feas y es mejor
callarse. Y aquí entra el enemigo más poderoso: el silencio. El
silencio que nos hace cómplices. El silencio que nos hace parte de
algo. El silencio que nos hace culpables.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En La vida es bella el protagonista
tiene un amigo, cliente del restaurante donde trabaja con el que
bromea e intercambia adivinanzas. Piensa que le va a ayudar cuando
todo se pone feo. Pero no lo hace. No le acusa directamente, pero de
nuevo el silencio. Si te ayudo me van a señalar. Si te ayudo, puedo
estar en peligro. Mejor no ayudar, mejor no hacer nada. Mejor el
silencio.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">También se ve esto en Patria, libro y
serie, tanto me da. Cuando ETA amenaza al Txato él dice “no me van
a hacer nada, yo soy euskaldun, de aquí de toda la vida, la gente me
conoce y el pueblo se pondrá de mi parte”. Spoiler: NO.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y ya habrá algún iluminado a estas
alturas pensando, claro, pero es que el miedo y el instinto de
protección y salvar la vida y mimimi. Hacerse bicho bola y
refugiarse en el silencio cómplice de los malvados no nos protege de
nada. Nos expone más, si cabe, porque les estamos dando poder.
Estamos dejando que ganen terreno. Estamos dejando que se hagan
fuertes. Y antes o después vendrán a por nosotros. Porque siempre
hay un motivo. El racismo, la homofobia, el machismo. Tanto da.
Cualquier excusa es buena. Siempre tendrán por donde atacarnos. Y
vendrán más fuertes y armados porque no quisimos o pudimos pararlos
a tiempo. Porque callamos. Porque, por miedo, callamos. Porque por no
señalarnos, callamos. Porque por no tener lío, callamos. Porque no
iba con nosotros, callamos. Porque callamos una y mil veces, nos
lloverán los palos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Me da miedo por donde va el mundo. Me
da miedo, especialmente porque me toca de cerca, por donde va España.
Me dan miedo las agresiones homófobas constantes, los mensajes de
odio. Porque lo único que están haciendo el enfrentarnos y crear
enemigos donde no los hay. Los inmigrantes, las mujeres, el colectivo
LGTBI, los comunistas, tu tía Paca la del pueblo que siempre fue muy
rara. Hay un millón de culpables, siempre el que tenemos al lado. Si
nos convencen de odiar al vecino, quizás no les odiemos a ellos. Y
mientras peleamos con el vecino, ellos se harán con el poder, ellos
engordarán sus arcas, ellos impondrán su ley. Y entonces diremos,
joder, cómo ha podido pasar. Cuántas veces hemos dicho o escuchado
que en qué pensaba toda la sociedad alemana, toda Europa, todo el
mundo mientras los nazis campaban a sus anchas. Pues en lo mismo que
nosotros ahora. En que la culpa de todos los problemas eran de los
judíos o de los inmigrantes o de las mujeres o de los homosexuales.
Y aunque no lo pensemos, no haremos nada porque así no te señalas,
así no buscas gresca, así no te metes en problemas. Déjalos, si
son cuatro exaltados. Si son una minoría. Déjalos que ya se
cansarán.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Pero no se cansan. No son una minoría.
No son cuatro locos. Son muchos y cada día más. Y hay que plantar
cara porque dejando que hagan lo que quieran mientras miras para otro
lado, les estás dando la razón aunque sea por omisión.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Estamos yendo para atrás. Empezamos
llamando nostálgicos a los fachas y riéndoles las gracias a los
nazis de vox y aquí estamos. Con un chaval muerto. Con otro
apuñalado y marcado de por vida. Con otros tantos con las caras
partidas. Con gente cogiendo miedo. Con discursos de odio constantes
en redes y en programas de televisión. Con no sé cuántos diputados
dispuestos a devolver a España al blanco y negro. Con gente en
contra del feminismo, de la igualdad, de los derechos humanos. Con
gente cada vez más ignorante, más garrula y más mala ostentando más
poder. Y seguimos callando.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Yo tengo claro de qué lado de la
historia voy a estar, y cada día más, cueste lo que cueste. Y una
cosa os digo, o lo tenéis claro también, o estáis en el contrario.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-54650721448757780452021-08-28T01:51:00.007+02:002021-08-28T01:51:54.695+02:00Elegía al naarbólido<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Como decíamos ayer...</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El naarbólido se jubiló. Decidió que
20 años de servicio eran suficientes y que hasta aquí habíamos
llegado. Qué pena me dio decirle adiós. Y sí, era un coche y a los
coches no se les quiere. Pero era mi coche. Mi primer coche. El coche
que siempre quise. Y yo qué sé, que no era sólo el coche. Es que
fue el coche con el que nos perdimos por Almería. Con el que fui a
recoger al Dorniense a la estación la primera vez que le conocí.
Con el que nos fuimos de viaje de novios. Fue el coche donde besé
por primera vez al chico aquél con el pelo largo. Donde metí todos
mis trastos para hacer las mudanzas. Donde traje mis muebles del
ikea. Es el coche con el que iba por Madrid en mis años locos, las
noches de fiesta, las tardes de rugby. Con el que iba con la yaya a
hacer la compra. El coche donde pasé la noche esa que fue un punto y
final con el dueño de mis sábanas. Era una parte de mi vida, como
un rasgo más de mi personalidad, como una extensión de mí misma.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Me tuve que comprar otro, claro. Porque
lo necesito para ir a trabajar y porque reconozco que este culo
gordo de vaga no se hace a base de andar. Y el nuevo es un coche
majo. Se parece mucho al naarbólido, de hecho es el modelo siguiente
pero misma marca y todo. Pero no es igual. El primer mes me lo pasé
pensando “vale, muy bien este coche nuevo pero a ver si me
devuelven el mío”. Ahora ya no lo pienso, pero cada día cuando
voy a cogerlo me sigue pareciendo raro.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Además es negro. El naabólido era de
un color de esos que las madres llaman “sufridito” y que se
traduce en “se nota poco la mierda”. Al principio era un azul
clarito metalizado que fue quedándose así como gris plata roñoso.
Y bien, eh. Que no lo lavé nunca y aguantaba dignamente. Pero este
cabrón no. Éste siempre está sucio. Pero sucio modo me da
vergüenza decir que es mío. Tanto es así que lo llevé a lavar.
Vaya cinco euros tirados a la basura. A la siguiente vez que se me
ocurra me lo gasto en porros.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Primero fui a una gasolinera un día de
estos tórridos de hace unas semanas, cansada, sudada, después de
hacer mil cosas y hasta el coño de todo. Y resulta que la máquina
lava-coches con sus rodillos de colorinchis estaba estropeada.
Vayapordiós. Vuelva usted mañana. Y yo dije, mira, será que el
destino o el dios de los coches cochinos no quiere que lo lave. Pero
a los pocos días estaba aún más sucio, las cacas de pájaro se
estaban resecando y comiendo la pintura. Así que me armé de
paciencia y me fui a otro sitio, otra vez acalorada, sudada y
cansada. Eché una gasolina que en realidad no necesitaba para que me
hicieran el descuento, pagué mis cinco euros para un lavado super
premium y dejé el coche reluciente.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Mmmmñé. La alegría dura poco en casa
del pobre. Lo aparqué lejos de los árboles para que no le cagaran
los pájaros. Y quiso el destino o el dios de los coches cochinos,
que ese mismo día por la tarde hicieran obra en la calle, con su
picar de asfalto, su levantar baldosas y su descargar un camión de
arena justo al lado de mi coche antes reluciente y ahora cubierto de
una gruesa capa de polvo. Cuando lo cogí a la mañana siguiente para
ir a trabajar casi me echo a llorar.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Así que me he dado por vencida. Nací
para tener el coche sucio, así lo quiso el destino o el dios de los
coches cochinos. Que le den por culo. Que me mire con toda la cara de
pena que quiera, lleno de polvo y churretes. Que aprenda de su
predecesor, que ahí estaba con sus mil bollos, su roña acumulada de
casi dos décadas y sin decir ni mu.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Al menos el otro día mientras conducía
volví a sentir la inspiración de la M30, que es esa que me ataca
cuando voy por la circunvalación maldita y mi cabeza bulle de ideas
que se disipan en cuanto llego a casa y me siento delante del
ordenador. Y pensé que eso sólo me pasaba en el naarbólido, pero
se ve que no, que vale cualquier coche, que igual hasta me servía
una elegante calesa tirada por caballos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">He perdido el ritmo de escribir.
Incluso la capacidad de escribir medio regular. He perdido muchas
cosas en el último año. Desde que empezó el 2020 todo es...
indescriptible. Y aún así, vuelvo aquí de vez en cuando, soplo un
poco el polvo, esquivo los arbustos rodantes y me recuerdo a mí
misma que pase lo que pase, aunque esté desierta, abandonada y mis
vecinos se hayan ido, esta sigue siendo mi casa.</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-87426038278027043992021-05-06T02:35:00.001+02:002021-05-06T02:35:28.181+02:00El día que me enfrenté al fascismo... pero no a mis padres.<p> Hace un mes cumplí 38 años, aunque el
otro día lo vi en un documento oficial y me ofendí muchísimo.
Edad: 38. ¡¡Pero bueno, tamaña injuria!! Si yo tengo... <i>cerebro
calculando</i>... oh, mierda.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El caso es que pensaba que cuando
llegara a esta edad sería una persona más madura, más adulta,
más... yo qué sé. Cuando mi madre tenía mis años, yo era una
adolescente de 16. Y mi madre trabajaba con mi padre en el despacho,
daba sus clases, llevaba la casa de forma impecable, me atendía a mí
y hacía montones de cosas. Yo limpio una vez a la semana, la semana
que toca. Como nuggets congelados, salchichas, fideos de sobre y
patatas del burguerking con frecuencia, duermo hasta las 11 si puedo
y me quedo hasta la madrugada leyendo novelas románticas. Soy un
desastre, la adultez se me da reguMAL.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Lo mejor es que cada vez me importa
menos. Anda y que le den a las convenciones sociales. No sé quién
impuso ciertas normas, pero no me da la gana de cumplirlas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ayer se celebraron las elecciones de la
Comunidad de Madrid, cosa que quizá os pille de sorpresa porque
apenas se ha dado el coñazo en los medios (sarcasmo ON). Y hace unas
semanas me dio por pensar que igual, aparte de votar, podría hacer
algo. Así que puse una balconera del partido morado en el que milito
desde hace años. Y luego me supo a poco y dije, qué coño, voy a ir
de apoderada. Por lo de la fiesta de la democracia, que es la fiesta
más aburrida del mundo, pero después del 2020 ya cualquier cosa que
lleve aunque sea el nombre de “fiesta” nos vale. Así que me
apunté. En medio de mi euforia podemita, se lo conté a mi padre.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Aquí vienen los problemas. Mi padre es
un tipo raro. Vive en su propio mundo, navega por la vida la mayor
parte del tiempo y cree en las cosas que a él le salen de los
cojones, que por cierto son pocas y un tanto descabelladas. Descartes
al lado de mi padre era todo certezas. Luego está mi madre que por
tradición familiar es de derechas. No mucho, no tanto como para
mutar al verde, pero sí para seguir las estelas de las antiguas
gaviotas. Y claro, para ella mi partido es bilduetarra filocomunista
bolivarianochavista agresivoquemaestadios y con coleta. Y dos huevos
duros.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Mi padre al enterarse de que su única
hija, ya de por sí rara y rebelde se estaba volviendo tan roja que
ya pasaba al morado y que encima iba a ir a buscar camorra en las
elecciones (esto lo pensaba él, no era real que nadie quisiera
gresca), le empezó a dar el sarpullido. Ay, que me quedo sin hija.
Que los radicales me la matan. Que Pablo Iglesias me la viola. Que
los de vox se la venden a los piratas de ultramar. Y que encima tengo
que aguantar a mi mujer diciendo que qué habremos hecho para que nos
salga una hija como ésta. Ay madre la que me espera.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y el buen hombre al principio no dijo
nada pero luego vino un día a hablar conmigo. No para disuadirme
como tal, pero un poco sí. O sea, que sí. A ver si me convencía de
que me quedara en casa tranquilita en lugar de ir por ahí exhibiendo
ideas políticas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Al principio me sentí como cuando te
echan la bronca de adolescente. Que te dan ganas de mandar todo a la
mierda y hacer exactamente lo opuesto a lo que te dicen, pero que al
final no lo haces y te limitas a enfurruñarte y a poner cara de
mierda pero haciendo lo que te han mandado. Luego lo pensé otra vez.
Oye, que tengo 38 años. Que aunque haga el adulting regumal, sigo
siendo adulta. Esto lo pensé mientras comía patatas fritas de
bolsa, sentada en el suelo en bragas y escuchando a Green Day a toda
pastilla, actitud que refuerza la idea de ser super adulta. Pero
luego llegó el Dorniense. Y me dije, coño, espérate, si tengo un
marido. Que aún digo la palabra y me entra la risilla. Marido,
jijiji. Y como un marido suena a algo bastante más adulto, se lo
conté, que mi padre tal, que mi madre se disgustaría, que yo estoy
aquí con el culo helado pero que para pensar me siento en el suelo y
mira tú qué cosas. Y el Dorniense, que es de pocas palabras, pero
siempre certeras, me dijo: haz lo que tú quieras, no les estás
haciendo ningún mal. Eres buena hija, buena persona y esto no cambia
en nada lo que eres con ellos o con nadie. Y yo te apoyo al 100%. Y
además estoy muy orgulloso de ti.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y yo sólo pude pensar que por estas
cosas me casé. Que tengo que averiguar cómo conservar a este hombre
toda la vida porque es lo mejor que me ha pasado nunca. Eso, y que
iba a ir de apoderada.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Total, que ayer me planté en el
colegio con mi tarjetoncio colgando del cuello, mis papeles en el
bolsillo y mi mascarilla morada. Los compañeros eran majos, los de
los otros partidos también y los de vox eran cuatro tipos clonados
con vaqueros, camisa, chaqueta, pin del partido en la solapa y mirada
de superioridad. Pues bueno. Y allí estaba yo, sin incidentes
reseñables hasta que salimos a la puerta a fumar un cigarro y me veo
a mis padres a lo lejos. Igual convendría que os dijera que les
había ocultado vilmente mis planes. Les dije que esa tarde no me
apetecía salir y me iba a quedar en casa. El hecho de que el colegio
sea donde votan ellos también, que esté en su zona de pasear todas
las tardes y a la vuelta de la esquina de mi casa, era un pequeño
fallo logístico.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por suerte para mí, mi madre es miope
y mi padre es despistado. Pero vamos, que venían enfilados y yo
tenía que hacer algo. Algo adulto, como enfrentarme a ellos y
decirles “esto es lo que pienso y lo voy a defender” o darles un
discurso como el que me dio el Dorniense. O lo que sea que hacen los
adultos cuando desobedecen a sus padres. Así que me escabullí cual
gusana entre la gente, corrí colegio adentro como alma que lleva el
diablo y me escondí en el baño.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Así es. No me dan miedo los fascistas,
los cuatro tipos de vox me podían soplar el coño por turnos y
estaba dispuesta a enfrentarme a todo... menos a mis padres. Así que
esperé unos minutos prudentes para que mis progenitores estuvieran
fuera de mi radio de acción y volví como si tal cosa. Reconozco que
cuando cerraron el colegio sentí un alivio importante. Luego durante
el recuento de una de las mesas, mientras un tipo de vox trataba de
ligar conmigo (mira, de verdad, yo a esto no sé ni qué decir), mi
madre me llamó al móvil. Y volví a sentirme como una merluza a
medio descongelar. Saqué el tremendo valor de no cogerlo y de al
rato, mandarle un whatsapp para decirle que estaba en la ducha y que
si no era nada importante, hablábamos luego.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Al final todo salió mal, excepto mi
plan. La derecha ganó, mi partido se va al garete, Pablo dimite y
siento que pierdo una vez más la poca ilusión política que he
tenido en mi vida. Pero no me arrepiento de haber ido, de haberlo
intentado. No me arrepiento de haber desobedecido a mis padres, pero
francamente, tampoco me arrepiento ni pizca de haberme escondido de
ellos. Adulta, pero no mucho.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Jamás le perdonaré al fascismo que
matara a Miguel Hernández, que es uno de mis poetas preferidos. Y si
él, encarcelado y enfermo, pudo escribirle a su hijo que se riera
siempre, que la risa le haría libre y que la defendiera pluma por
pluma, trataré yo, humildemente y desde todos mis privilegios, de
hacer lo mismo. Por eso, a pesar de la tristeza de hoy, de la pena
que me da Madrid y del miedo que me dan algunos partidos, trataré de
recordar estas elecciones con una sonrisa.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><i>Que hay ruiseñores que cantan</i></p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><i>encima de los fusiles</i></p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><i>y en medio de las batallas. </i>
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-7057060644476058212021-01-15T21:15:00.000+01:002021-01-15T21:15:03.083+01:00Reconciliaciones<p> Nunca he creído en ese rollo de que
los mejores polvos son los de reconciliación. Si he tenido una
bronca monumental contigo, van a pasar días hasta que me apetezca
abrirme de piernas y que tú estés en medio. Así, como dato.</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Sin embargo, contando con que no hablo
de personas, ni de broncas, ni de polvos, estoy en etapa de
reconciliación. No sé bien por qué. Tampoco sé qué era lo que me
había llevado a estar distanciada de esas cosas, pero por alguna
razón había ocurrido. Y benditos acercamientos que rompen el hielo
y sacuden la escarcha de los corazones en mitad de este Madrid que
sigue blanco y congelado. Gracias a la Filomena y a su manto de nieve
que aun no deja transitar las calles de mi barrio, me he encontrado
con dos semanas de vacaciones de mis clases que no esperaba, pero que
francamente, ahora veo que necesitaba. Me están viniendo de lujo y
los estoy disfrutando por primera vez en años.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Hace dos meses que la yaya se fue al
cielo. Aún no me he reconciliado con la idea, pero ya voy
aceptándola. Y me voy reconciliando conmigo misma tras semanas de un
dolor tan horrible que me impedía respirar.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Eso incluye las croquetas. Sólo una
vez en mi vida las intenté hacer y me quedaron fatal. De hecho, no
llegaron a ser croquetas porque la maldita bechamel se quedó tan
líquida que era imposible moldearla. Al final fue lasaña. En
cualquier caso, no volví a intentarlo. Para qué, si me las hacía
la yaya. Como la tortilla de patatas, que nunca la hice porque para
eso la tenía a ella. Pero en noviembre la yaya se fue y yo me quedé
sin croquetas, sin tortilla y sin uno de los mayores apoyos de mi
vida. Y no puedo recuperar nuestras conversaciones por la tarde, ni
sus anécdotas, ni contarle las cosas que sólo le contaba a ella.
Pero puedo hacer croquetas y tortillas. Las primeras veces que las
hice lloré como una magdalena todo el tiempo. Ahora las hago y
“hablo” con ella mientras tanto. La siento extrañamente cerca
mientras el pan rallado se acumula entre mis dedos pringosos. Y no,
no me salen como a ella, pero al tiempo. Jamás nada ocupará su
lugar, pero me enseñó a vivir hasta en las condiciones más
adversas con alegría. Y por ella que voy a hacerlo. Se lo debo. Por
eso escribo esto con las lágrimas saltándome a los cristales de las
gafas, pero el corazón me sonríe. Porque como le juré la noche
antes de que se fuera, ella y yo siempre estaremos juntas.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">También me he reconciliado con la
lectura. Yo de pequeña devoraba libros. Tanto, que pasé demasiado
pronto a la literatura adulta por el simple motivo de que se me
acabaron los libros infantiles y mis ansias lectoras cogían todo lo
que había por casa, que por suerte era mucho. Y fue así hasta hace
unos años, que por alguna razón mi cerebro se cerró. No me
apetecía leer nada, no me enganchaba, no lo disfrutaba. Y a
regañadientes no puedo hacer cosas. Así que me pasé años en los
que sólo leía de forma esporádica. A veces ha habido libros que me
han gustado mucho, pero mi ansia terminaba con la última página.
Sin embargo también lo retomé con la marcha de la yaya. Las tres
noches que pasé con ella en el hospital me ayudó a no volverme loca
el poder leer durante horas y horas. Era un libro de Marian Keyes, ni
siquiera recuerdo cuál. Pero me ayudó a pasar esas horas infernales
mientras le daba la mano a mi yaya que estaba ya más en el otro
mundo que en este. Y desde entonces he leído bastante. Me refugia
del mundo meterme entre líneas de letras que sirven de escudo ante
un presente como mínimo, raro.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ahora, como consecuencia de una serie
de Netflix, me he enganchado a las novelas de los Bridgerton. Leo
como cuando era cría, hasta las tantas de la mañana, me llevo el
libro al baño, a la cocina, leo mientras como y mientras fumo un
cigarro en la ventana. Leo por la noche y después de comer y después
de desayunar y si alguien me habla, sólo pienso que me está
quitando tiempo de seguir leyendo. Llevo cuatro novelas en poco más
de una semana. Soy una enferma. De hecho, estoy escribiendo esto y
pensando que a ver si lo termino de una puta vez y me puedo poner a
leer. Y sí, es novela facilona y predecible, pero me hace sentir
bien. Y eso ya es bastante en estos momentos. Estoy hasta el gorro de
los elitistas de las cosas que creen que para que algo valga la pena
tiene que ser tortuoso, complicado y coñazo. Vete a leer a Nietzche
y pégate un tiro, pero a mí déjame bailar en el Londres
decimonónico con afables caballeros en levita.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por último, me he dado cuenta de esta
época de reconciliación gracias Bruce Springsteen. Siempre me había
gustado pero por alguna razón, hacía años que no le escuchaba.
Sabe Dios por qué. Pero el otro día en ese estúpido reproductor de
canciones aleatorias que tengo en el cerebro sonó Glory Days. Tanto
y tan fuerte que me la tuve que poner mientras me duchaba. Y de
repente la voz de Springsteen me hizo sonreír y bailar en el baño.
Hacía tiempo que no hacía. Y me sentí bien. Así que he retomado
lo mío con él. Que además, cómo no me iba a gustar, si un tío
que puede bailar y sonreír mientras canta como lo hace él ya tiene
media polla dentro. Mirad el vídeo de Glory Days. O el de Dancing in
the dark. Os juro que me se me retuercen los colmillos con esos
vaqueros ajustados.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Me estoy desviando, que en un solo post
lo mismo hablo de mi yaya moribunda que del movimiento de caderas del
Boss. Quizás esto pasa por escribir tan poco, que ahora se me
amontonan las cosas que decir. Igual me vuelve a dar también una
racha de escribir a lo loco, quién sabe. Yo soy muy de obsesiones
pasajeras pero intensas. Tengo una conducta un tanto compulsiva
cuando algo me interesa, pero también soy de atención dispersa, así
que vaya a saber.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En cualquier caso, feliz año. No es
que de momento el 2021 lo esté poniendo fácil para que le cojamos
cariño, pero no vamos a rendirnos tan pronto. Cuidaos, cuidad a los
vuestros y sólo pidamos salud, que nunca fue tan importante.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-39855133453592445132020-11-28T21:13:00.002+01:002020-11-28T21:13:26.301+01:00Hace 10 años...<p> </p><p style="margin-bottom: 0cm;">Hoy hace diez años. La década
prodigiosa que si no me falla la memoria eran unos que cantaban en
los 80.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">En este caso no voy a cantaros si no a
contaros. Creedme, es lo mejor para todos.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">El tema es que hace 10 años, tal día
como hoy, una yo de 27 años decidió dar el primer paso de lo que ha
sido la parte más importante de mi vida. Y es que hoy hace 10 años
que mandé a tomar por culo al que entonces era mi novio conviviente,
el desequilibrado mental. Y no sé si he contado alguna vez la
historia completa en el blog porque ya van 10 años también de este
pequeño espacio y ya no sé ni lo que he contado y lo que no. En
cualquier caso, lo voy a contar otra vez. Y si ya os sabéis la
historia, pues la leéis otra vez, porque total, nadie actualiza los
blog hoy en día y tampoco hay tanto para elegir.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Decía que hace 10 años... (musiquita
de flashback y cortinilla de humo que indica que estamos haciendo
memoria) hubo un incendio eléctrico en mi casa. Eso tal día como
ayer. De pronto empezó a oler a quemado y tras dar vueltas como
peonzas buscando el origen, vimos que del cuadro de luces salía
humo. Abrí la puertecita que tiene y lo que salían eran llamas. Muy
tranquilizador. Apagamos todo lo que pudimos y llamamos al señor
electricista que nos aseguró que al día siguiente por la mañana
vendría a arreglarlo y que bueno, no nos preocupáramos tanto. El
fuego es algo que no preocupa mucho, claro.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Por la noche un amigo del
desequilibrado cumplía años y fuimos a la fiesta. Yo me fui con la
mosca detrás de la oreja porque, a ver, igual, soy una loca, pero
hacía un par de horas estaba saliendo fuego de la pared de mi casa.
El pirado de mi ex me juró solemnemente que volveríamos pronto, que
no tenía de qué preocuparme. Allí lo pasamos bien, charlando con
la gente y tal. A las 12 más o menos me dijo que si nos íbamos. Le
dije que sí, que cogía el abrigo y salíamos. Cogí mi abrigo y
cuando fui a buscarle, estaba en la cocina poniéndose la enésima
copa.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<ul>
<li><p style="margin-bottom: 0cm;">¿No has dicho que nos íbamos?</p>
</li><li><p style="margin-bottom: 0cm;">¡¡Tú siempre igual, jodiéndome
las fiestas!!</p>
</li><li><p style="margin-bottom: 0cm;">Pe... pero si tú has...</p>
</li><li><p style="margin-bottom: 0cm;">Para una vez que salgo y que me lo
estoy pasando bien – mentira. - vienes y me dices que nos vayamos
– mentira. - Y no me dejas que me tome ni una copa tranquilo, que
siempre haces lo mismo... - mentira again.
</p>
</li></ul>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Se me inflaron los ovarios y le dije
que no había ningún problema, que se podía quedar tranquilamente a
tomarse todas las copas del mundo. Que yo me iba a mi casa, que no
estaba tranquila y que estaba Ron, que por aquel entonces era un
gatito jovenzuelo y lozano, y querría cenar. Siguió echándome en
cara que nunca le dejaba divertirse. Y es que claro, no querer beber
hasta desfallecer cada semana y que me parezca regular que mi novio
se coja unas borracheras de muerte cada vez que pone un pie en la
calle es ser una aguafiestas. Total, que muy tranquilamente le dije
que me iba, que asumía las consecuencias de marchare y que él
asumiera las de quedarse. Y lo hice. Me cogí mi abrigo, me despedí
de la gente y me fui a mi casa. Le avisé también de que no iba a
esperarle la noche en vela porque él no llevaba llaves y que le iba
a abrir la puerta su puta madre en bata. Me monté en mi coche, puse
música, llegué a mi casa que por suerte no estaba en llamas, di de
cenar a Roncito, me tomé una infusión con unos roñidonetes y me
puse a meter sus cosas en bolsas del ikea. Así, sin sofoco.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">A las 9 de mañana vino el señor
electricista y arregló lo que fuera que estaba estropeado. Y yo
seguí guardando cosas en bolsas. A las 11 de la mañana me suena el
timbre y aparece mi ex borracho como un piojo que no se tenía ni en
pie el muy cabrón. Lo único que dije fue “¿crees que estas son
horas y maneras de llegar?”. Y en el mismo descansillo de la
escalera me dijo muy ufano (o todo lo que la borrachera le permitía)
“si sigues así, cualquier día voy a coger mis cosas y me voy a
ir”.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Os lo juro, fue el puto momento de mi
vida. Yo, que soy torpe y absurda y tengo tendencia al ridículo, me
salió por una vez una escena de película. Redondo. Porque según
dijo eso, terminé de abrir la puerta para que todas las bolsas con
sus trastos entraran en su campo visual y le dije con todo mi aplomo:
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<ul>
<li><p style="margin-bottom: 0cm;">Querido, ese día es HOY.</p>
</li></ul>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Creo que hasta se le quitó la
borrachera de golpe.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ahí empezó un periplo de problemas,
discusiones, gritos y amenazas que nunca llegaron a nada. Empezó el
desmontar mi casa porque unos días más tarde vino a por los muebles
que había pagado él. Empezó una racha horrible, con la casa vacía
y helada en pleno invierno, con la caldera estropeada, sin un duro y
sola. Empezó una navidad en la que no fui capaz de quitarme el
pijama ni de dejar de llorar. Empezó una caía en picado por
diversas razones que me llevaron a tocar fondo. Pasaron muchas cosas
en los siguientes meses. Abrí el blog. Adelgacé peligrosamente
hasta los 35 kilos. Pasé muchas noches en vela. Abrí twiter. Rompí
una mesa de ikea de un puñetazo. Traté de volver con el Ross y
empeoró muchísimo mi situación con sus actitudes de mierda. Lloré
hasta caer rendida. Me reí sola. Me hice un bicho bola con
frecuencia y me pasé días sin comunicarme apenas con nadie.
Escribí compulsivamente, a veces en el blog a veces en ningún
sitio. Aprendí a salir y a quedar de nuevo. Me refugié en amigos
que aún tengo y en otros que se fueron pero a los que guardo un
rinconcito de mi corazón. Me enamoré más y más de Ron. Aprendimos
a hacer un mundo propio los dos, Ron y yo, siendo el otro el motivo
de la vida del uno. Me fui recomponiendo. Volví a engordar. Volví a
comer. Volví a ilusionarme. Volví a follar. Volví a tener ilusión.
Volví a ser yo. Aprendí a ser feliz. Aprendí a ser quien quería
ser. Aprendí a vivir como quería hacerlo.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Ahora hace 10 años. Hostia. Da
vértigo. Se han pasado rápido y a la vez parece que fue una
eternidad. Y bueno, si me habéis seguido sabéis el resto de la
historia. Si no, pues yo qué sé, leed y poneos al día.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Estoy contenta de haber pasado por todo
eso. Estoy contenta de a dónde he llegado. Y aunque ahora no escriba
apenas, estoy contenta de haber abierto el blog. Fue una de las
grandes decisiones de mi vida y gracias a ella, estoy donde y con
quien estoy. Gracias, dioses de la blogosfera.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;">Y nada, sólo eso. Me apetecía
contarlo. Me apetecía recordarlo. Me apetecía dar las gracias a mi
yo de hace 10 años por haber tenido valor de dar ese paso.
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-3888125246959360092020-03-31T18:07:00.000+02:002020-03-31T18:07:44.673+02:00Raro<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Está lloviendo. Mucho. Normal siendo
abril. Normal, si no fuera porque nada es normal estos días. No dejo
de pensar en la canción de Sabina que dice “más raro fue aquel
verano que no paró de nevar”.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Desde hace semanas todos nos asomamos a
la ventana a ver llover, a ver el sol, a ver el mundo parado. Nos
asomamos, incrédulos a veces, desesperados otras, esperanzados a
ratos. La mayor parte del tiempo, simplemente nos asomamos, como los
gatos, a ver lo que ocurre fuera creyéndonos seguros desde el
interior.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El mundo no ha dejado de girar, pero ha
dejado de moverse. Al menos al ritmo normal. Y nosotros, que nunca
fuimos más viles hormigas que ahora, suspirando y pensando que ayer
(bueno, no ayer, pero hace unos días) nos creíamos invencibles. La
fragilidad humana siempre escondida tras la apariencia de dominarlo
todo. Hasta que viene un enemigo invisible y nos arrasa a su paso.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Pensábamos que esto no podía ocurrir.
Pensábamos que controlábamos algo. Y hacíamos planes. De viajes,
de bodas, de salir, de trabajar, de ir y venir. Ahora sabemos mejor
que nunca que el futuro no nos pertenece y que apenas el hoy, el
momento, es nuestro. Y valoramos más que nunca un abrazo de nuestra
madre, un rato con amigos o poco de sol en la cara. Valoramos todo lo
que dábamos por sentado, sin saber, pobres mortales, que apenas
poseemos el aire que entra en nuestros pulmones un segundo antes de
que vuelva a salir. Y pensamos en qué haríamos si volviéramos
atrás. Adelantaríamos acontecimientos, celebraríamos más, nos
querríamos más, nos besaríamos más. Aprovecharíamos más el
tiempo que ahora se nos está robando. Quizás le daríamos menos
importancia al trabajo o a los sinsabores diarios y a los disgustos
tontos. Iríamos a visitar más a nuestros abuelos, a nuestros
padres, a nuestros amigos. Saldríamos de casa y correríamos calle
arriba y calle abajo con la ilusión de un perrete cuando le desatas
la correa. No creo que nadie, si pudiera retroceder seis meses o un
año, dijera “voy a trabajar más” o “voy a discutir más con
el vecino”. No. Aprovecharíamos la vida. Aprovecharíamos el
tiempo. Haríamos cosas realmente importantes. Saborearíamos los
momentos. Disfrutaríamos de verdad este precioso regalo que
malgastamos más a menudo de lo que realmente nos gusta admitir.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hasta el aire está raro estos días.
Creo que todos en algún momento nos hemos acostado o levantado
pensando que era un mal sueño y que despertaríamos de nuevo en el
mundo que conocimos. Igual, poco a poco, aprendemos que ése ya no
existe, que ha cambiado y que ahora la vida es otra. Y seguirá
adelante, de un modo o de otro, porque la vida siempre se abre
camino. Quizás sin nosotros, aunque espero que no. Pero está raro.
Más raro incluso que aquel verano que no paró de nevar.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<br />Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7005584633001052042.post-59185704697117739912019-12-27T12:30:00.001+01:002019-12-27T12:30:35.916+01:00Estoy trabajando (guiño, guiño, codazo)<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Como decíamos ayer...</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Se me ha estropeado el móvil del
trabajo. Y contando con que la mitad de mi trabajo es llamar por
teléfono y la otra mitad el recibir llamadas, pues me diréis qué
hago yo sin teléfono. A ver, que sí, que hago más cosas... pero no
precisamente para ocupar toda la mañana. Así que estoy aburrida y
desocupada pero no puedo irme de compras navideñas porque estoy
pendiente del mail por si llega algo urgente que tenga que resolver.
Y me he acordado de que el primer blog que abrí, allá por el
dosmilypoco, fue precisamente porque tenía un trabajo en el que me
aburría soberanamente y me sobraban horas a porrillo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No sé el resto de la gente, pero en la
mayoría de los trabajos que he tenido a lo largo de mi vida me he
aburrido como una mona. A mí me sobra más de la mitad de la jornada
siempre. Y diréis que soy una vaga y no hago nada, pero es más bien
que como soy un nervio andante lo hago todo demasiado rápido y luego
ya me quedo sin cosas que hacer. A ver, que hay días y días. Hay
veces que no tengo tiempo ni para hacer pis en toda la mañana y eso
es malísimo para el riñón, pero hay otros días que podría
dedicarme a la vida contemplativa mientras sumo horas cotizadas a mi
vida laboral.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
En fin. Sé que tengo el blog
abandonado, como casi todo el mundo. No voy a volver a decir lo de
que los blog han muerto, pero sí, han muerto. Lo que me da coraje es
que estoy haciendo lo que siempre odié, dejarlo ahí vagando por el
espacio internauta sin rumbo ni misión. Que la gente (qué gente,
mongola, qué gente si aquí ya no hay nadie) no sabe si me ha tocado
el euromillón y he huido al Caribe o si he muerto en trágicas
circunstancias.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El caso es que por las mañanas trabajo
o hago como que tal y por las tardes no tengo ganas de ponerme
delante de la pantalla otra vez. Y por las noches, que antes era mi
momento cumbre del escribimiento, ahora estoy en la compañía del
Dorniense, que me alegra la vida y ocupa mi tiempo aún no sé cómo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La verdad es que estoy bien, bastante
feliz y me siento afortunada. Hay cosas feas, como la enfermedad de
la yaya y las preocupaciones del día a día, pero estoy mucho mejor
que la primera vez que me senté en este mismo salón a escribir la
primera entrada de este blog. Tampoco es difícil, estaba hecha
mierda entonces. Pero ahora estoy mejor de lo que podría haber
imaginado. Tengo a mis niños Ron y Maya, un trabajo que me agrada en
lo posible y al Dorniense haciendo de mis días algo mucho más
bonito. Tanto, que me voy a casar con él. Yo, la antibodas, me he
liado la manta a la cabeza. Ya ves tú. Hay una parte de mí que lo
hace por la yaya. Que lo vea, si Dios quiere, y que tenga tanta
ilusión como tiene ahora me hace feliz. Y hay otra parte que es que
he encontrado el mejor compañero de viaje. Y las cosas bonitas,
queridos, hay que celebrarlas. Lo feo viene solo, así que el amor y
la alegría hay que compartirla.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Sin embargo me planteo la idea de que
la mayor parte de los escritores buenos han sido solteros,
solitarios, amagados de varios tipos o simplemente han hecho la vida
digamos “difícil” a sus parejas. Y lo entiendo. Yo era mejor
escribidora (lo siento pero escritora se me queda muy grande y me
parece muy engreído la gente que se denomina así a sí mismo)
cuando estaba soltera y sola. Ahora invierto tiempo en el Dorniense,
en nuestras familias y en nuestros planes de boda y me queda poco
para venir a contar chorradas. Pero aún así, los astros se alinean,
me dejan sin móvil de trabajo y aquí estoy, un viernes 27 de
diciembre pensando que hace unos días mi blog cumplió años y ni me
acordé.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Lo que sí recuerdo es que mañana mi
Maya cumple tres años mañana. Y fue la mejor cosa que me ha pasado
un mes de diciembre. Tan pequeñita, tan negra y tan adorable como
sigue siendo, hecha una bolita en mis brazos y dispuesta a llenar la
casa de maullidos, alegría y ternura. Feliz cumpleaños, muñeca.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Acabo de releer el post y es tan
caótico y absurdo como yo. No sé si he perdido práctica y cada vez
escribo peor o que antes simplemente estaba más acostumbrada a mis
propias mierdas y no me daba tanta cuenta. En fin, tanto da, si ya no
lo va a leer nadie.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y bueno, dadas las fechas, a todos los
que ya no me leéis, pero seguís en mi corazón de blogger, Feliz
Navidad y que el 2020 se porte bien con todos nosotros, que nos dé
salud y alegría y que no se acabe el mundo antes de que se cumpla el
milagro de verme pasar por el altar.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<br />Naarhttp://www.blogger.com/profile/13782285582894069881noreply@blogger.com7