martes, 15 de febrero de 2011

te usé como refugio

Te usé como refugio, lo reconozco. Tú no lo sabes, ni lo sabías, ni posiblemente lo sabrás, pero fuiste mi escondite durante mucho tiempo.
Cada noche, cada silencio, cada desprecio. Cada segundo que no era feliz, me escondía en ti. Y en los últimos meses fueron muchas veces, demasiadas. Me pasaba más tiempo contigo que con él, aunque viviera a mi lado. Me resultaba más dulce tu recuerdo que mi realidad.
Por las noches, al apagar la luz, él se iba con ella y yo contigo. Dormíamos juntos, pero soñábamos por separado.
Yo recordaba tus besos, tu olor, el tacto suave de tu pelo largo. Caminaba con mi dedo índice y corazón por tu costado, haciéndote cosquillas porque me gustaba ver cómo te agitabas y te reías, levantando la cabeza para que te diera besos. Te mordía los hombros y te pasaba la mano por el pecho, enredando la punta de mis dedos en la pelusilla rubia que te salía. Bajaba por esa línea de pelo y jugaba con tu ombligo.
Él se imaginaba que la besaba el cuello, pero a mí me daba igual, me daba media vuelta en la cama y pensaba intensamente en ti, imaginando que estabas de nuevo ahí, en mi espalda.
Te girabas y me abrazabas por detrás. Te pegabas a mi espalda y me decías que te encantaba que durmiera desnuda todo el año. Pero es que a tu lado nunca era invierno. Tu recuerdo está ligado al verano, a las noches templadas, a dormir sin ropa, a amaneceres dorados que me hacían sentir bien. Así que imaginaba tu torso cálido pegado a mi espalda y tu respiración en mi nuca. Tus manos juguetonas acariciándome el estómago, tus dedos rozando la goma de mi única prenda. Esa forma tuya de agarrarme los pechos y de canturrearme bajito al oído. Me decías que de qué me reía. “de ti”, decía yo. Y tú me llamabas boba y seguías recorriéndome con la yema de tus dedos, con los ojos cerrados y diciéndome que tenía le piel muy suave. Y notaba cómo te excitaba pasarme la mano por la cara interna de los muslos y me besabas justo entre los omóplatos, susurrando que aún era temprano para dormir, o para levantarse o para cualquier cosa. Aún teníamos tiempo. Aún podíamos quedarnos un rato.
Me mordisqueabas la oreja y yo me reía de nuevo. Tú me canturreabas otra vez con ese tono tan bajo y tan dulce que ponías, y hundías la nariz en mi pelo. Me dabas la vuelta y me besabas. Así, con pasión medio contenida, como besabas tú. Y me rodeabas con tus brazos. Yo te seguía los besos, claro. Quién se resistía a esos labios. Te los mordía suave y jugaba con la punta de mi lengua. Te metía las manos en la nuca, me enredaba en tus mechones rubios y me agarraba de tus hombros.
Generalmente a estas alturas él se había dormido. Y soñaría que le llevaba el desayuno a la cama o que la arroparía con una manta o que compartirían un pastel. Por mí, cuanto más lejos mejor.
Yo lo que quería era esas cosas que tú me hacías. Esas que recordaba con detalle. Esas que me hacían estremecer. Ese modo tuyo de suspenderme en el aire con un brazo rodeándome los riñones. Ese modo de abrazarme cuando me tumbaba sobre ti y sentía todo tu calor en cada resquicio de mi piel. Esa mirada que me traspasaba las costillas. Ese gemido suave que me aceleraba el pulso.
Fue mucho tiempo escondiéndome en tu recuerdo para no asumir mi realidad. Muchas noches de ignorar que él no me quería recordando mis noches a tu lado. Mucho tiempo de huir en sueños, de usarte de escudo, de cobijarme en tu memoria.

Él se iba con ella. Yo me refugiaba en ti.  Ahora él se ha ido, no sé si con ella. Y yo no tengo donde esconderme.

4 comentarios:

  1. Yo quiero ser su refugio. ¡Yo! ¡Aquí! ¿No me ve? ¡El de la bolsa de papel en la cabeza!


    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  2. ay, sr gilipollas, entre que me hace reír y mi afición a los gilipollas, esto va a ser el comienzo de una bonita relación... (lo que no sé es de qué tipo...)

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  3. Hola Naar:

    ¿Sabes una cosa? Hay veces que no sé muy bien qué comentarte en tus textos. No por no saber qué decir sino por el hecho de que me parece estupendo todo lo que escribes y que no merece la pena decir nada más por si acaso lo estropeamos.
    Es un verdadero placer leerte, siempre consigues sacar una sonrisa.

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Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!