lunes, 31 de diciembre de 2012

Feliz Año Nuevo (con vestido vintage)

Vintage: dícese de la ropa vieja y usada que de repente encuentras monísima.

Yo un día de estos voy a ponerme a rebuscar en la ropa de mi madre y de mi yaya y me voy a forrar con ropas vintages de estas. Porque las dos tienen una rama extraña del síndrome de Diógenes. Ellas lo guardan todo, pero súper limpio, súper ordenado, etiquetado y envasado. Muy monas ellas y su basura perfectamente conservada.
El caso es que a parte de mierdas que yo opino que deberían estar en la basura desde hace décadas, también guardan cosas molonas. Mi yaya tiene zapatos de salón de los años cincuenta  que me incitan a cortarme los dedos de los pies para poder metérmelos. Maravillas de tacón de aguja en el número 36. Ains. Estúpidos pies del 38, os odio.
Yo este año estaba un poco así como chof con la nochevieja. La iba a pasar de una manera y ahora tengo que pasarla de la contraria. Y no me gusta mucho el cambio, pero bueno. El caso es que estaba tristona. Tanto, que devolví el vestido que me había comprado para la ocasión. Y empecé a valorar la posibilidad de ponerme mi famoso pijama de pelotillas a juego con calcetines esponjosos y zapatillas de estar por casa de abuela. Me vendría ideal con el pelo sucio recogido en un moñete y mi palidez natural, ojeras profundas y maquillaje cero.
Pero luego me dio por seguir dándole vueltas al asunto. ¿Por qué voy a hacer eso? ¿Qué motivos tengo para ponerme así de mohína y de rancia? ¡Seré estúpida! A ver, que sí, que yo tenía unos planes y no han salido… ¿y? ¿por qué eso tiene que ser malo? A lo mejor los planes no han salido por una razón cojonuda que aún no entiendo, pero que dentro de poco estará ahí, delante de mis narices. A lo mejor, estoy caminando hacia mi verdadero destino y me lo quiero perder por aferrarme a un pasado que ya no sirve de nada. ¡Y no! Esa no es la filosofía de Naar.
Así que me puse a pensar de nuevo en qué ponerme. Soy un poco maniática para la Nochevieja. No me gusta vestir de negro, me da mal rollo. Los años que vestí de negro no molaron. Me gustan los que visto de rojo. Y estreno algo. Como el año pasado. Pero no podía ponerme otra vez el mismo vestido. Y no tengo más cosas rojas sin estrenar.
Entonces… oh, idea. Rebuscar en la ropa de mi madre. Y tenía un vestido ideal que tiene más años que yo. Curiosamente, es súper moderno. Y rojo, muy rojo. Con detallitos dorados. Perfecto. Vintage total. Y sí, estrenado por mi madre, aunque ella apenas se lo ha puesto un par de veces. Y yo no me lo he puesto, así que no cuenta.
Y me lo voy a plantar esta noche más ancha que larga. Hombre ya.
Total, aprovecho las últimas horas del año, en las que todos estaréis preparando la cena, las cosas, los vestidos, las fiestas. Aprovecho para desearos lo mejor para el 2013. Para pedir de nuevo salud, abuelas que salen de las operaciones y familias felices. Aprovecho para hacer mi catarsis habitual, para dejar definitivamente atrás lo malo, lo que me hizo daño, lo que me hizo sufrir. Y para empezar de nuevo, con el contador a cero. Para empezar a buscar todo aquello que quiero o deseo. Año nuevo, para hacer propósito de ser feliz y de demostrarlo. Para salir de fiesta, para visitar a mis amigos, para compartir momentos con la gente que quiero. Para seguir adelante siempre, venga lo que venga.
Y ya sé que mirar atrás no sirve de nada, no hay que retroceder ni para tomar impulso. Pero sólo un segundo de reflexión para una vez más, dar las gracias. Y para desearos lo mejor de lo mejor. A todos los que habéis pasado por mi vida este año que se acaba y habéis hecho de él un año estupendo. A los amigos fantásticos que me acompañan desde hace tanto. A los amigos nuevos, o recuperados, que se van haciendo por el camino. A los hombres que quise aunque ellos no me quisieran, o sí, lo mismo me da a estas alturas. En especial al Niño Chico, que ha marcado de este año. A mis padres, a mi familia. A Anita, a Pa, a I… a esos amigos que son más que amigos. A Ron, que es el amor de mi vida en forma de gato. A mis amigas del pueblo y al sobrino que tengo en camino y espero con ilusión. Y a todos vosotros, que ya sabéis que borracha, hormonada o en estado normal, creo que sois la leche.

¡¡Feliz Año a todos!!

Y añado lo que he colgado el facebook, aunque sea repetirse un pelín, porque creo que me ha quedado muy mono: Se acaba un año de emociones fuertes. Este último mes ha sido una mierda, lleno de dolor y malas noticias, pero se va saliendo adelante porque el futuro siempre puede ser mejor. Hoy es una noche para creer en ello. Aunque sea un poquito.
Quiero dar las gracias a todos los que me habéis acompañado en este camino que ha sido el 2012. Amigos, familia… a todos gracias. Sin vosotros las cosas no serían igual. Cada uno habéis puesto vuestro granito de arena para hacer de este un año, en conjunto, estupendo.
Y como no hay que mirar atrás si no hacia delante, os deseo a todos un feliz Año Nuevo, en el que los momentos felices eclipsen las cosillas malas del día a día. Un año en el que las fiestas hagan olvidar los días tristes y las risas callen al llanto. Un año en el que haya más nacimientos que defunciones, más uniones que rupturas, más encuentros que distanciamientos, más besos que bofetadas. Un año en el que amemos, riamos, brindemos y abracemos. Un año en el que nos sobre la salud para gastarla en juegas, nos sobre la alegría para repartirla con quienes estén tristes y nos sobre la fuerza para hacer frente a lo que se ponga por delante.
Hagamos del 2013 un año lleno de alegría, de disfrutar de las pequeñas cosas, de ver la luz al final del túnel. Hagamos de él un año que valga la pena vivir y recordar. Hagamos que cuente cada día.
Feliz Año Nuevo 2013 a todos. Y que a falta de dinero, derrochemos sonrisas.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Premio, meme y tal... último del año.

Bueno, Natalia me pasa un premio de esos que vienen con preguntitas y tal. Y yo lo recojo encantada, claro. No creo que pueda contar mucho nuevo sobre mí misma, pero se intenta.
Añado un agradecimiento especial a Natalia por mencionarme en su blog y decir de mí algo muy bonito: que tengo una especie de gracia natural para contar las cosas. Y me gusta pensar que pueda ser así. Debo decir también que yo es un blog que no sigo siempre porque escribe en catalán y aunque lo entiendo perfectamente, me cansa leerlo, como me ocurre con cualquier idioma que no sea el castellano. Pero la chica cuenta cosas interesantes. Igual, sobre todo los catalanoparlantes, debías echar un ojo por ahí.
Bueno, que me enrollo, al lío. Voy a responder las 11 preguntas que me pasa junto al premio.


1. No puedo meterme en la cama si antes...  no me he quitado la ropa. Insisto en mi fobia a los pijamas.

2. Dime con quién vas y... si me mola el plan, me apunto.

3. ¿Deseo de Año Nuevo? Salud y que la operación de mi yaya salga bien. Y bueno, pediría más cosas, pero las fundamentales son esas, salud y mi yaya como una rosa. El resto ya lo pelearé yo como pueda. Ya sacaré fuerzas de cualquier sitio. Ya me ayudaréis entre todos como siempre.

4.  Dulce favorito.  Chocolaaaaaaaaaate.

5. ¿Qué isla te comprarías? Coño, si tuviera dinero para comprarme una isla… pues no me compraría ninguna, me parece un gasto absurdo. No quiero una isla. Me parece un gasto muy grande y muy inútil. Hay muchos hoteles privados y lujosísimos. ¿Para qué quiero yo una isla llena de arañas, bichos y cocoteros? No tengo yo inclinaciones a lo Robinson Crusoe.

6.  Dios o Diosa favorito. Creo en Dios profundísimamente, pero sería un tema muy largo y complicado de explicar.

7. ¿Castillos de arena o  túneles?  No me gusta demasiado jugar con la arena, pero en todo caso, castillos. Para túneles ya tengo los de la m-30 y los aborrezco por completo.
8. Personaje histórico al cual le darías una buena bofetada.  A muchos. Pero es que yo me ponía a repartir hostias y me quedaba sola. Por eso prefiero respirar hondo y aplicar el rollito pacifista.

9. Última lectura.
Estoy leyendo “Martín ojo de Plata” de Matilde Asensi. No me gustan especialmente las novelas de aventuras, pero bueno, me entretiene.

10. Tu momento troll del año.
Esta pregunta me genera dudas, ¿qué es un momento troll? Yo por suerte, no tengo trolls en el blog. Sólo hubo una respuesta fea una vez y fue cortada de un tajo. Si la pregunta se refiere a otra cosa, que me lo expliquen y contesto de nuevo.

11. Recomienda un blog.
¿El mío no vale? Jejeje. Si no, hay unas cuantas recomendaciones ahí a la izquierda de la pantalla. Son estupendos todos.

Ahora se supone que tengo que contar otras once cosas sobre mí. Y he contado tantas, que ya no creo que me quede ninguna, pero lo voy a intentar sin repetirme demasiado.

1.      Odio darme base de maquillaje en la cara y no lo hago nunca. Como mucho, si me inspiro, me doy la BB cream esa que me agobia menos. Pero las plastas esas que cubren la cara como una pasta grasienta me dan un ascazo que me muero.
2.      Escribo montones de historias, novelas y relatos, pero nunca los enseño, son ridículos. Pero me sirven de terapia.
3.      Me ponen los pelirrojos. Y las pelirrojas, que es peor. Es un horror. Todos me gustan. Eso sí, que no sean pecosos. Es difícil, pero los hay. Y cuando los veo, pierdo el norte.
4.      En abril tengo una boda. Al día siguiente a mi cumpleaños. Si no fuera de un amigo al que quiero tanto como a Gordito, iba a ir Rita la cantaora.
5.      Me gusta mi pelo y tengo fobia a cortármelo. Quiero hacerlo justo después de la susodicha boda, pero me da pánico pensarlo. Es una bipolaridad extraña entre quiero y no quiero.
6.      Me fascina pintarme los labios de rojo. Me sube la moral y me siento sexy y poderosa.
7.      Soy consciente de que mis ojos pueden llegar a imponer porque son demasiado grandes y demasiado claros. Por eso cuido mucho cómo me los pinto según la imagen que quiera proyectar.
8.      Trasnocho como un vampiro. Tengo tendencias nocturnas, pero trato de controlarlas porque no me sienta bien físicamente. Aún así, me cuesta. No soy capaz de acostarme antes de las dos de la mañana. Y luego me acuesto y pienso en chorradas y me monto películas hasta que me duermo.
9.      Llevo un piercing en el ombligo desde hace más de doce años. Y no tengo ninguna intención de quitármelo.  
10.  Me resulta más fácil reír que llorar. Soy capaz de reírme de casi todo, soy de risa fácil. Hacerme llorar es complicadísimo. Eso sí, como algo lo consiga, entro en bucle y no dejo de llorar en todo el día.
11.  Y la última por fin… estoy atravesando la crisis de los 30 desde que cumplí 27, pero este año ya ha sido horrible. En el fondo, estoy deseando cumplirlos a ver si se me pasa.


Bueno, se supone que ahora tendría que hacer yo 11 preguntas y pasársela a 11 blogger… pero me da una pereza que me muero. Así que me quedo con mi premio, he cumplido mi parte de contar mi vida y ahora si alguien quiere apropiarse de él y responder a mis preguntas, pues mira qué bien. De todos los blog que sigo, podría dárselo a cualquiera, así que podéis sentiros totalmente premiados.

sábado, 29 de diciembre de 2012

fin de una era, comienzo de otra

Soy fan de Iker Jiménez. En serio, amo a ese hombre. Como un día me lo encuentre, se lo quito a la carapán de su mujer. Y esto lo digo aunque no venga a cuento, pero es que siempre que hablo de estos temas, me acuerdo de él.
Después del cachondeito del fin del mundo y demás, a cualquiera que se haya molestado un poco en saber de qué iba el calendario Maya sabrá que no predecían ningún cataclismo, si no un simple cambio de era. Y no es el fin del calendario, es que ellos creían que el tiempo era cíclico, circular, que tras una era, se volvía al principio.
Yo no sé nada del tiempo, ni del espacio, ni de nada. Todos los años juntándome con físicos no me han servido para nada. Pero sí sé una cosa y es que yo soy muy simbólica y que me tomo ciertas cosas muy en serio. Y hay días que marcan un antes y un después en mi vida, aunque sea por una chorrada.
Se termina un año que me da cierta pena dejar atrás. Ha sido un buen año. Ha tenido sus cosas, claro. Y este último mes ha sido una mierda que ha deslucido el resto, pero seamos sinceros, el 2012 ha sido un buen año para mí. No me puedo quejar, y menos después de los años anteriores que he tenido. Los seis primeros meses del año fueron maravillosos, casi ideales. Fui tan feliz y estaba tan llena de buen rollo que a veces me daba vértigo, porque sabía que llegaría algo que lo jodería. Luego las cosas se torcieron un poco, pero aún así, fui muy feliz durante meses. Fue una época bonita y alegre aunque ahora me cueste recordarla así. En resumen, un buen año. Pero se termina. Como la era de los Mayas.
Ahora viene lo cojonudo de asunto. ¿Sabéis que pasa cuando una era acaba, cuando un año se termina? Que empieza otro. Y empieza en blanco. Tábula rasa. Hagamos de él algo bueno. Dejemos lo malo atrás, lejos, donde no podamos verlo ni pueda hacernos daño. Y empecemos con nueva ilusión, con nueva esperanza, con nuevas fuerzas, con nuevas ganas. Estrenemos año y estrenemos muchas cosas en nuestro interior. Estrenemos una era que, por qué no, puede ser mejor.
Sabéis los que me seguís desde hace tiempo, que yo siempre pido una única cosa: salud. El dinero ya lo ganaremos, o no y viviremos en la pobreza, tanto me empieza a dar ya. Al amor estoy totalmente cerrada. Así que me reitero en pedir salud. En este año, en especial para mi yaya, que la operan en enero. Yo con que ella salga de la operación bien y se recupere lo mejor posible, me doy por satisfecha. Con eso ya será un buen año. Y luego, por extensión para los míos, mis padres, mis amigos, mi Ron. Salud para los que me rodean y para los que ellos quieren. Con eso ya me valdrá y me sobrará.
Aprovecho la ocasión para desearos a todos un Feliz Año Nuevo, que se cumplan vuestros deseos y que también tengáis salud. El resto, como digo siempre, lo iremos peleando día a día. Y con un poco de suerte, hasta lo iré contando.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

continuación de una noche-buena

A ver, lo último que conté es que yo llegué a mi casa de la de mis yayos en Nochebuena. Y me puse a escribir presa de una fiebre alcohólica inexistente. Porque dije una copa de cava, pero es mentira: fue media. Debieron ser los langostinos, que me comí dos. Yo que sé. Algo me tuvo que sentar mal al cerebro. Igual es porque estoy con la regla, para colmo de alegría navideña. Sí, debe ser eso. Las hormonas, las malditas hormonas, como siempre.
El caso es que tuve un arrebato de sinceridad, de confesión y de amor generalizado. Borracha perdida de hormonas. Y escribí, ya lo dije, para no ponerme a llamar y a mandar mensajes inadecuados. Porque varias veces tuve el móvil en la mano diciendo “Total, tengo la excusa de las fiestas, le felicito y ya si eso…” pero luego recapacitaba. “No, Naar, no. No se mandan mensajes a los ex, ni a los hombres de pasado en general, ni al Ross, ni a nadie.” Y daba a cancelar y dejaba el móvil. Tecleaba furiosa otro rato, me fumaba un piti, me comía una bolita de coco de las que me dio mi abuela y están buenísimas.
Pero esa noche tenía una fijación en la cabeza y volvía una y otra vez a pensar en él. En el que siempre me devuelve la alegría, pensando que quizás tuviera él la que había perdido. En el que siempre me ha hecho sentir la mujer más fuerte y maravillosa del mundo. En el que siempre me hace sonreír. En el que nunca he dejado de pensar por completo. En el dueño de mis sábanas.
Y otra vez al soliloquio mental. “mándale un mensaje, mujer, si total, hace poco hablasteis por facebook y todo está bien. Le felicitas las fiestas, que sabes que está en su mar. No va a pensar nada raro de ti, que tampoco lo haces con intenciones ocultas, que sólo sois amigos… ¡¡No!! No escribas nada a nadie. Estate quieta, pedazo de imbécil. Que no aprendes. Que te he dicho que este año tienes que mantenerte alejada de todo ser masculino y hacer voto de castidad voluntario.” Así que dejaba el móvil una vez tras otra pero sin dejar de pensar en lo guapo que estaba en la foto que había colgado por la mañana, tomándose su colacao al sol de una terraza desde que se veía el mar que le pintó los ojos de azul.
Con mucha fuerza de voluntad, cuando terminé el post, las bolitas de coco y los pitis, me fui a la cama. Sin llamar a nadie. Toda orgullosa yo de mi falsa borrachera y de mis hormonas bajo control. Me tapé hasta las orejas y seguí pensando en él. Porque sí. Porque es mi lugar feliz. Porque es el único hombre al que no quiero olvidar de todos lo que han pasado por mi vida.
Y entonces, casi a las seis de la mañana, en el silencio sepulcral de mi casa, cuando estaba justo a punto de dormirme con el gato enroscado en las piernas, tronó el móvil sobre la mesilla. Un mensaje. ¿Y qué gilipollas manda un mensaje a esas horas? ¿Quién podía estar más borracho o más hormonado que yo? ¿Quién no ha sabido controlar sus impulsos lo suficiente?
Pues él. ¡Él! El dueño de mis sábanas. Él tenía que ser. De entre todos los hombres del mundo, él. Y me decía que una vez más tenía arena entre los dedos, los pies en el mediterráneo y que algo le decía que everythingsisgonnabeallright. Lo mismo que me dijo en el ya lejano 2004, cuando nuestra historia truncó mi vida estable y me empujó al lado salvaje.
Ay dios, ay dios, ay diooooooos. Pegué un salto en la cama. A tomar por culo mi poco sueño. A tomar por el culo mi plan de no hablar con nadie en ese estado lamentable de borrachera falsa y hormonas alteradas. A tomar por culo mi calimero, mi pena, mis malos rollos. A tooooooomar por culo todo.
Y es que sólo saber que él, en un momento de la noche pensó en mí, me hace feliz. Que aún se acuerda de ese verano que me mandaba mensajes desde la playa, que aún tiene grabado igual que yo ese everythinsisgonnabeallright. Que aún existo en su mente, en su mundo, en sus recuerdos. Que aún hay un arañazo mío en su corazón. Que aún tiene un minuto de madrugada para escribirme unas palabras. Que aún no hay fuerza humana o divina que nos haya separado del todo. Eso ya me devuelve la sonrisa, la alegría y las ganas de vivir. Porque hay gente que se va de tu vida a la primera de cambio, y hay otros que aunque les cierres las puertas se cuelan por las rendijas. Esos son los que valen, esos son los que de verdad te quieren y les importas. Esos son los que se quedan para siempre.
Sabía yo que volvería a ser feliz en breve, pero no sabía que fuera a ser tan rápido, tan fácil, tan de un segundo para otro. ¡Zas! Unas pocas palabras en el momento justo y vida nueva. Sabía que alguien tenía mi alegría, pero no sabía que fuera él… de nuevo él, quien la tuviera.
Y ahora también añado: esto no es el principio de ninguna historia. Sigo con mi plan de castidad voluntaria. No tengo el coño para farolillos. Pero él… siempre será ÉL. Y con un mensaje ha valido para romper el huevo de calimero, ha valido para descongelarme el corazón, ha valido para devolverme la luz que se había apagado. Y no necesito más. Él siempre será capaz de tener ese efecto mágico sobre mí. Siempre sabrá cómo hacerme vibrar. Por eso, no sé si lo leerá o no, pero gracias corazón, gracias por ser el único y absoluto dueño de mis sábanas.

P.D. Y mil gracias a vosotros. Hoy estoy totalmente sobria de cava, pero aún más hasta el culo de hormonas y aún así os sigo queriendo. Sigo pensando que sois los mejores lectores del mundo. Mil gracias por todos los comentarios de los que nunca comentan (animaos más a menudo, no me seáis rancios), por los que sí lo hacen siempre, por el terreno donde enterrar cosas, por los guiris nuevos de Salamanca (pronto, Key, pronto estoy allí haciendo estragos de rubios grrrrr) y por… por todo. Sois al menos la mitad de mi alegría, de mi corazón recompuesto y de mis ganas de seguir adelante.

martes, 25 de diciembre de 2012

confesión semi navideña

Lo cojonudo de no beber nunca es que te tomas una copa de cava después de cenar, por aquello de brindar y eso y ya vas que lo flipas.
Estoy a punto de hacer alguna cosa de esas que hacen los borrachos, he tenido el móvil tres veces en la mano para llamar a tres personas inadecuadas. Y me pregunto si seré capaz de terminar la madrugada sin hacerlo.
En fin, para tratar de distraerme a mí misma de mis propias tendencias chungas, voy a confesarme aquí, en plan alcohólica total, con rollo de ese de os quiero mucho a todos y tal. Porque es verdad. Ods quiedo muchíssssssimo. Sois unos lectores de puta maddddrrre.
Ahora confesaré: la semana pasada decidí dejar el blog. Sí. Decidí hacer el petate y que me siguiera quien quisiera. De nuevo, como hace dos años. Maletas y cambio de lugar. Para poder llorar a gusto mis penas. Para deshacerme de recuerdos. Porque este blog me trajo al Niño y cada vez que lo abro me pregunto cosas, recuerdo sus comentarios, las entradas sobre las que hablamos, las que le mandé antes de publicarlas para ver qué le parecían. Y hay veces que es horrible. Así que entre eso, y otra cosa que pasó, lo decidí: me piro de aquí.  
Peeeeeeero… mientras estaba escribiendo la entrada ocurrió una cosa. Y es que me dio por pensar en la otra gente que he conocido, que me sigue, me comenta. Me acordé de un mensaje de una lectora en la sombra que, cuando conté la ruptura me dijo que tenía un terreno apartado y una pala por si había que enterrar algo extraño. Ese comentario me hizo soltar una carcajada que me recompuso medio corazón de golpe. Y me acordé de otra gente que sale de vez en cuando y me comenta. De gente, como Davidsan o la Gata que me han mencionado en sus blogs haciéndome sentir enorme. De gente que he llegado a conocer, como Key. Y me dieron ganas de volver a Salamanca para irme de fiesta con ella en busca del guiri buenorro.
Así que me entraron las dudas. Jo, duele a veces, pero yo no me quiero ir de aquí. Y abrí el correo, para darme una tregua pensando en otra cosa. Y ¡sorpresa! mail de un lector en la sombra que me decía que me leía desde el principio, que se había acordado de mí viendo a una actriz de una peli. Toma piropazo. Y me contaba un par de cosas que me hicieron sonreír. Y empecé a convencerme de que no, no quería irme, jolines.
Así que borré lo que había escrito del post y decidí darme un día de margen de reflexión. Y entonces ocurrió de nuevo. Un mail de la mami de Dark mandándome unas fotos maravillosas que me llenaron de ilusión y me dibujaron una sonrisa.
Así que me planté ante mí misma. Puede que el recuerdo del niño impregne un poco este blog. Pero dentro de poco, cuando se pase el dolor y el constante echarle de menos, será un recuerdo agradable. Debe ser mi estúpida borrachera, pero hoy, hasta me alegro de haberle conocido y de lo que viví con él, así que pronto veré esos recuerdos y pensaré en la bonita historia que me regaló este blog. Y si no, pues recuerdo que empecé el blog hecha una mierda y no dejé que el espíritu del desequilibrado de mi ex lo ensuciara. Porque, poniendo en la balanza, lo bueno gana con creces a lo malo. Con muchas creces. Y que no quiero irme, no quiero dejaros, no quiero, no quiero, no quiero…
Así que me quedo. Y espero que por muchos años.
Hala, ya he confesado como una borracha a las tres y media de la mañana, cuando he conseguido dejar a mi familia y volverme a mi casa. He confesado por no ponerme a llamar a gente con la que no debo hablar. He confesado por no ponerme a mandar mensajes de esos que según ves que pone “enviando” tratas de cancelar por todos los medios. He confesado y punto.
Y eso, que muy Feliz Navidad aunque llegue tarde, de madrugada y con una copa de cava encima que nunca debí tomarme. Ods quiedo bucho, colegas…


viernes, 21 de diciembre de 2012

se ha acabado el mundo?? no?? pues vaya...

Jopé. Qué asco. No ha pasado nada. ¡¡Yo quería que se acabara el mundo!! Me siento estafada. Yo quiero mi fin del mundo.
No sé si os pasará a vosotros, pero yo tengo la extraña sensación de que llevo toda mi vida oyendo hablar de un fin de mundo inminente. Y sobre todo desde el 2000, ya es una especie de obsesión. Ay, que se acaba hoy. Ay, que no, que mañana. Ay, que si pal lunes que si pal miércoles. Y nada. Aquí no se acaba nada más que mi paciencia. Además, me pregunto, una vez pasado el 21 de diciembre de 2012 de los cojones… ¿cuándo será la próxima fecha prevista? Necesito datos para estar atenta, porque yo siempre he pensado que sería guay presenciarlo. Oye, es historia en vivo. El final de la historia para ser exactos. ¿Y quién no quiere leerse un libro hasta el final? Además, luego podrás ir al cielo, al limbo o lo que sea y fardar que te pasas.

-         ¿Y tú de qué moriste?
-         De un infarto/de viejo/atropellado por un seiscientos/de un empacho de judías pintas con chorizo.
-         Bah, pringao. Yo morí en el fin del mundo.

Y molas mil más que el resto, claro. Así que siempre que he oído lo de tal día es el fin del mundo, me entra la curiosidad a ver qué pasa y cómo va la cosa. Si se va a llenar todo de lava y fuego y azufre, si aparecerá el diablo con su tridente y sus cuernos y su rabo. Si no nos enteraremos de nada porque la Tierra volará en pedazos y se convertirá en un bonito fuego artificial. Yo qué sé, pero eso hay que verlo.
Lo malo es que poco a poco, voy perdiendo la ilusión. Me siento como el del cuento del pastorcillo y el lobo. Que tanto “ay, que viene”, que ya no me lo creo y a este paso, un día me voy a levantar y van a estar los jinetes del Apocalipsis aporreando la puerta de mi casa...

-         ¿Naar? ¡salga que es el fin de los tiempos!
-         No me interesa ningún seguro, gracias.
-         No vendemos seguros, oiga, somos los jinetes del Apocalipsis salga y muera, que se acaba el mundo.
-         Gracias, pero tampoco quiero cambiar de compañía de gas, de luz, de teléfono ni de nada. No voy a comprarle calendarios ni a darle aguinaldo. Váyanse, hombre ya.
-         Pe… pero oiga, en serio, que somos los ángeles de la muerte y la exterminación.
-         Ya, ya, eso ya lo he oído antes. Hale, zumbando de aquí.

Y tantos años de intriga no servirán de nada, porque se acabará el mundo mientras yo estoy aquí como una gilipollas tejiendo una bufanda para mi abuela y tirando la pelotita de albal al gato. Me pillará en pijama de pelotillas y despelujada. Me pillará con unas bragas viejas y sin maquillar. Me pillará comiéndome los lacasitos por un estricto orden de colores.
No sé por qué, pero tengo un repentino sentimiento de estar desperdiciando mi vida mientras los jinetes del Apocalipsis cabalgan a toda leche hacia mi puerta.

martes, 18 de diciembre de 2012

armas, pastillas y situaciones a evitar

Ha vuelto a ocurrir. Ha vuelto a haber un tiroteo en Estados Unidos que deja a la gente conmocionada. Entre otras cosas, porque han muerto 20 niños. Que cada día mueran muchos más en otros países, no importa tanto. Todo el mundo sabe que los muertos americanos son más valiosos.
Pero no voy a hablar de eso, ya lo han hecho más y mejor de lo que yo lo haría y además siempre he creído en el dicho ese de que cada uno llora por donde le duele. A los yankis les duelen sus muertos y como ellos gobiernan el mundo, pues a dar la noticia cada cinco minutos.
El caso es que una vez más se abre el debate sobre las armas. Sobre el hecho de que puedan comprarse como chupa-chups. Sobre el hecho de que más de la mitad de los americanos tienen al menos un arma de fuego en su casa. Y es muy difícil que nada de eso cambie puesto que forma parte de su segunda enmienda, como un derecho primordial, por encima de la sanidad o la vivienda. Así son los yankis. Así son los que tanto admiramos. Así son los que gobiernan y lideran el mundo.
Yo estoy muy en contra de las armas, así en general, pero tengo una escopeta de plomos en el pueblo. Me lo paso bomba haciendo diana y juegos de puntería, pero puedo decir llena de orgullo que esa pequeña escopetilla jamás ha sido disparada hacia ningún ser vivo… Exceptuando la vez que mi padre quiso matar una cucaracha que había en la pared. Por supuesto no le dio y sólo consiguió asustarla y que saliera corriendo como una loca ante los gritos aterrados de mi progenitor. La cucaracha huyó al patio de los vecinos y mi padre llegó a la conclusión de que lo suyo era disparar a las latas de cerveza y alguna que otra nuez o porquería que encontraba tirada por el suelo.
Tras este inciso absurdo, yo estoy en contra de las armas. Porque además, hay armas y armas. Que la mía es una escopetilla de plomos y los americanos se compran rifles de asalto, pistolas y armas automáticas, con un sinfín de municiones variadas y destructivas. Y las armas, las carga el diablo. Porque si no tienes un arma, no la disparas, así de sencillo. Y si la tienes, no sabes cómo vas a reaccionar. Puede que bien, puede que la uses para disuadir a algún malo maloso que entre en tu casa. O puede que te pongas nervioso y le vueles la cabeza al vecino mientras va a tirar la basura porque crees que va a atracarte.
Porque la cruda realidad es que al año mueren 30.000 americanos por disparos de armas de fuego, de los cuales unos 2.000 son por accidente. Eso es mucha gente. Demasiada gente.
Yo siempre he dicho que quien evita la tentación evita el pecado. Porque pienso en mí misma. Si yo hubiera tenido una pistola en mi casa, lo mismo, en algún caso de desesperación me había pegado un tiro y había puesto la pared perdida de sesos. O lo mismo había descerrajado un disparo a alguno. Quién sabe. Ahora mismo lo pienso en frío y juraría que no, pero en caliente quién sabe cómo va a reaccionar. Yo me autoimpongo muchos límites porque no me fío de mí misma. En estado de crisis soy totalmente impredecible. Por eso, por ejemplo, no tengo ansiolíticos ni antidepresivos en casa. Nunca los he tomado y aunque a veces los haya necesitado, siempre he peferido hacer el bruto y comerme los problemas con patatas. Porque sé, que si tuviera un bote de ciertas pastillas en casa, lo mismo una noche tonta me lo empujaba entero con una botella de whisky para pasarlo. Por eso no tengo ni armas ni pastillas. Porque puede que esté como una cabra, pero no quiero comprobar mis límites, poner a prueba mis fuerzas.
Y quizás mucha gente debería hacer esta reflexión. Debería saber que igual está un poco loco, como yo, como cualquiera. Debería pensar que la enajenación mental puede llevar a cosas muy feas. Y que un segundo de locura, se puede lamentar toda la vida.  Porque pensemos de verdad y seamos honestos ¿Para qué quiero yo un arma? ¿Para qué quiero algo con lo que puedo matar a otra persona? ¿Quiero ver qué ocurre si se diera el caso? ¿Merece la pena comprobarlo?
Puede que yo tenga una manía irracional a los americanos, pero este vídeo, extracto de “Bowling for Columbine” de Michael Moore, explica muchas cosas. Os recomiendo que lo veáis, son apenas tres o cuatro minutos y explican muchas cosas…

domingo, 16 de diciembre de 2012

calimeradas de sábado noche

Al final los planes para el fin de semana se truncaron por razones ajenas a nuestra voluntad, pero sólo los hemos pospuesto. Pronto nos reuniremos los satánicos y haremos el gamberro hasta que se nos pasen las penas. Sí o sí.
A falta de mis gordos dándome amor, salí el sábado con una amiga. Me arreglé con esmero y salí a la calle. Todo un logro para mis tendencias agorafóbicas y sociópatas. No puedo decir que me lo pasara bien, pero por el mero hecho de que he perdido la alegría. No sé dónde la he puesto, tengo que buscarla seriamente porque me jode estar así. Yo no soy esta. Yo soy una persona más vital, más alegre, más fuerte. Yo no soy este ente ojeroso y demacrado que me mira desde el espejo.
Anoche mientras volvía conduciendo por un Madrid colapsado de gente, de coches, de luces y de más gente, me dio por pensar en ello. Sé que volveré a estar contenta y feliz. Sé que volveré a ser quien era. Lo que no sé es cuando. Porque he perdido mi alegría y no sé donde la he puesto. Puede que alguien, al hacer la maleta apresuradamente, se la llevara sin querer. Al fin y al cabo, le dije que se lo llevara todo, absolutamente todo, hasta que no quedara rastro de su paso por esta casa. De repente, tuve ganas de preguntárselo. Ojalá pudiera preguntarle si a él le sobra la alegría que a mí me falta, porque en ese caso es que se llevó la mía. Ojalá pudiera decirle lo bonita que está la puerta de Alcalá iluminada. Ojalá pudiera decirle que estuve en un sitio al me gustaría haberle llevado. Ojalá pudiera decirle que aún le echo de menos, quizás como amigo, quizás como compañero, pero que echo de menos hablar con él y contarle las cosas que me han pasado en el día. Ojalá pudiera decirle tantas cosas…
Luego volví a pensarlo. ¿Por qué iba a ser tan estúpida de querer hablar con quien no quiere hablar conmigo? ¿Por qué iba a echar de menos a quien posiblemente jamás se acuerda de mí? ¿Por qué iba a lamentarme de haber perdido a quien se alegra de ello?
No tiene sentido alguno. Y entonces, como de la nada, a la altura de Atocha, encontré la respuesta. Yo lo que tengo es un ataque de calimeritis. Ya hablé alguna vez de los momentos Calimero, esos en los que te paseas por ahí con tu cáscara de huevo en la cabeza preguntándote por qué el mundo te odia. Y yo estaba haciendo eso. Estaba haciendo el Calimero, con mis tristes ojos de pollo y mi cáscara lastimera sobre la cabeza. Oh, pobre yo, pobre, pobre de mí.
Y me dio la risa. Así, de la nada, cuando estaba enfilando la calle Embajadores, me dio por reírme. “Debo ser la tía más estúpida del mundo”, me dije. Desde el coche de al lado, un chico me miró, me sonrió y me guiñó un ojo. Y yo volví a reírme. “Lo llevas crudo, chaval.” Y seguí conduciendo, cantando a ac/dc y y viendo lo bonito que está Madrid lleno de luces.   
Y es que creo que una semana es suficiente. Una semana que ha pasado lenta y agónicamente. Una semana larga como un demonio. Una semana sin comer apenas, durmiendo mal y sin ser capaz de respirar con normalidad. Una semana sufriendo un dolor inexplicable. Y ya basta. Ya se acabó. Joder, hombre ya. Fuera cáscara de huevo, fuera enormes ojos manga de lágrimas chispeantes. Fuera agonías de pollo. La vida sigue. No, qué diablos, la vida comienza.
Y puede que vuelva a caer alguna vez en hacer el Calimero, pero lucharé con todas mis fuerzas, por pocas que sean. Me recordaré que se sale, que al fin, hay luz. Me recordaré que siempre sale el sol al día siguiente. Me recordaré que volveré a reír, volveré a soñar, volveré a ilusionarme. Me recordaré que el dolor físico se cura y el emocional se olvida. Me recordaré que volveré a comer y a llenar los vaqueros con mi culo celulítico. Me recordaré que la vida está llena de oportunidades y yo iré a por ellas. Me recordaré que sigo viva y que voy a seguir estándolo. Me recordaré que algún día volveré a ser feliz como era antes o más, y este mal trago habrá merecido la pena porque me habrá endurecido un poco más. Me recordaré a mí misma porqué no debo querer llamarle, no debo lamentarme, no debo echarle de menos. Y me volveré a reír, puede que sola, puede que acompañada, por haber sido una Calimera. Volveré a reírme hasta que coja de nuevo costumbre. Volveré a reírme hasta que sea feliz de nuevo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

finde fuera porque debo ser buena amiga

Sé que tengo algo chungo que hace que todas mis relaciones fracasen. No soy lo bastante femenina, o lo bastante dulce, o lo bastante dependiente. Quizás simplemente no soy bastante. No nací para ser “la novia de”. Pero ha dejado de importarme. Yo soy otra cosa. Otra, no sé cuál, pero otra.   
Y como es algo que asumí hace años, el dolor se me pasa pronto. Demasiado pronto, quizás. Así que ya estoy recompuesta y caminando con paso firme. A veces, rasco la costra, hurgo un poco en la herida por el mero placer de sentir algo… y sigo adelante.
Lo bueno, lo maravilloso de mi vida, es que sé que soy una buena amiga y eso me consuela. Tengo que serlo a juzgar por mi gente. Lo he dicho hasta el aburrimiento, pero joder, es que igual que debo ser la peor novia del mundo, también debo ser una amiga estupenda. Por aquello de compensar, supongo.
El otro día, casi por casualidad, me llamó Flumi. Le conté lo del Niño y chasqueó la lengua. “Me cago en la leche, tía” me dijo, “lo siento, pero esto va a haber que celebrarlo”. “¿Cómo celebrarlo?” le dije medio mosca. “Claro. Tú me enseñaste que una ruptura es una nueva oportunidad. Tú eres la que siempre celebra los aniversarios de las rupturas”. Y es cierto. Algunas han sido fiestas memorables. Es curioso que nunca haya celebrado un aniversario de pareja, pero haya celebrado unos cuantos de ruptura. Aún así le expliqué que eso se hace cuando ha pasado un año, lo has superado, te sientes de puta madre y te alegras de haber dejado atrás algo que no te hacía bien o que simplemente no era para ti. Pero él insistió “un año es mucho tiempo, tía. Y lo mismo se acaba el mundo en pocos días. Celebraremos la semana de ruptura, ¿te parece?”
Yo seguía pensando que no había nada que celebrar aún. Me siento muy culpable de lo que he hecho pasar a esa criatura. De lo mal, fatal, que me comporté el día que rompimos. Y de lo mucho que ha perdido él por mi culpa. Sigo sin ver la fiesta por ningún sitio. Pero Flumi puso en marcha una extraña maquinaria y al día siguiente me llamó Gordito. Y me dijo una de las mejores frases que me han dicho en estos casos. Insistió en que le dijera cómo estaba y tras despotricar un rato, pero explicarle que estaba bien, sólo un poco furiosa con el mundo y conmigo misma, me dijo “nena, estoy mucho más cansado yo que tú de ver cómo te hacen daño.” Y me añadió “¿sabes lo que necesitas?” “No me digas que una fiesta, por favor.” “No, no. Tú lo que necesitas es amor de gordos. El sábado dormimos en casa de Bombis. Y si los 300 kilos que debemos pesar entre los dos no te hacen sentir mejor, es que no eres humana. Y vamos todos. Bombita va a comprar unos pollos de corral y a cocinarlos con arroz.”  
Así que, aprovechando el portentoso nacimiento de mi amigo Bombita, han organizado todo para pasar el fin de semana fuera y achucharme entre sus lorzas. Repito, debo ser una amiga de puta madre. Si no, cómo iba a tener tantas personas maravillosas a mi lado.

Y como vosotros también sois más majos que las monedas de dos euros y os portáis como los mejores, a ver si os da la gana de votarme en los premios 20blog. Y si no, me la pela. Porque amigos son los que cuando dices que te han hecho daño, se apuntan para zurrar a quien haga falta, te ofrecen terrenos para enterrar cadáveres y organizan fines de semana en pueblos cochinos y perdidos para estar juntos. Amigos son los que hacen que pierdas el miedo a caer porque están ellos para levantarte. Amigos son los que hacen que te importe una mierda que te rompan el corazón, porque llegan ellos y lo recomponen antes de que te des ni cuenta. Amigos son los que yo tengo y lo demás, tontería pura.

Para votar, se registra uno aquí y me vota aquí.

lunes, 10 de diciembre de 2012

dos años de Naar

Vale, igual estáis hasta el gorro de mí. Y no me extraña. Tres días seguidos publicando es un tueste. No tenía pensado hacerlo, pero yo qué sé, se han torcido las circunstancias. Lo del Niño quería contarlo cuanto antes. Las malas noticias del tirón y lo antes posible, para que nadie pregunte o hurgue en la herida sin querer. Lo de twitter ha sido un arrebato, una solución para ocupar mi tiempo en tonterías y no pensar en cosas autodestructivas y feas. Pero quería decíroslo, por si alguien quiere saber más de mí o leer mis ideas absurdas y espontáneas que no dan para un post.
Y ahora  tengo que volver a escribir porque hoy hace dos años que nació Naar, que abrí este blog y que empecé a caminar. Era un momento jodido. Muy jodido. Yo estaba en una casa sin muebles, sin calefacción y sin nada. Mi ex se lo había llevado todo, incluida mi dignidad, mi amor propio, mis ganas de vivir. No tenía fuerzas ni para respirar. Me abrazaba al gato, nos envolvíamos en la única manta que tenía, sentados en el suelo, y lloraba de puro dolor esperando que pasara la noche. Creí en algunos momentos que quizás no lo contara. Pero me empeñé en salir adelante. Y vaya si lo conseguí. Aprendí tanto de mí misma, me hice tan fuerte y tan grande que estaba orgullosa de quien era.
El año pasado por estas fechas sin embargo estaba muy feliz. Estaba llena de ilusión, de esperanza, de ganas de vivir. Intuía que el 2012 iba a ser un gran año. Llevaba unos meses ya siendo inmensamente feliz, levantándome con una sonrisa y con unas ganas arrebatadoras de comerme el mundo. En nochevieja estaba radiante, esperaba el año con la mayor de las ilusiones, esperando que todas mis intuiciones se hicieran realidad. Soñaba con el día a día y sonreía.
Éste estoy a medio camino. No soy feliz, pero no estoy destrozada. No estoy hundida, pero sí tocada. Me queda una racha complicada. No tengo tan buen presagio sobre el 2013. En enero operan a mi yaya. En abril cumplo 30 puñeteros años y al día siguiente tengo una boda, lo cual me apetece como una patada en el estómago. Y tengo cierta zozobra interior de no saber qué va a pasar, qué va a ser de mí.
Pero sea como sea, el camino sigue ahí. Y paso a paso, se va recorriendo. No sé hacia donde va, no sé a dónde me va a llevar. No sé siquiera si merecerá la pena tanto esfuerzo. Y no me importa, es la magia de la vida, que no sabes qué va a pasar. Pienso caminar y caminar sin mirar atrás. Pienso caminar e intentar disfrutar de cada paso, de cada vez que ponga un pie delante de otro. Pienso seguir siendo como soy. Pienso volver a reconstruirme y a ser feliz con las pequeñas cosas que me gustan. Pienso llegar más lejos de lo que yo misma creo. Y pienso seguir aquí, escribiendo, contando mis absurdeces y siendo Naar. Porque a pesar de todo, sigue mereciendo la pena vivir. Hace dos años no sabía que lo mejor de mí misma estaba por llegar, pero ahora lo sé. Que lo mejor, siempre está delante si sabes verlo y no te anclas en el pasado. Así que hoy, más que nunca, suelto lastre, tiro para delante y sigo caminando.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Twitter!!

Las rupturas tienen cosas chungas. Te ahogas, te duele el pecho como si te hubiesen puesto una bomba dentro y hubiese explotado, dejándote la caja torácica como una escombrera. Te sientes perdido y asustado. Te sientes engañado, ridículo, fracasado. Te sientes una mierda, vaya.
Y las horas se hacen muy largas mientras tratas de no pensar, de no agobiarte, de no recordar, de no hacerte preguntas sin respuesta. Los días son eternos y las noches son la peor de las pesadillas.
Peeeeero… uno no puede dejarse meter en estos bucles sin sentido. Yo no pienso hacerlo. No es bueno para mí. No es positivo para nadie. No gano nada.
Así que para mantener la ansiedad a raya, hay que buscarse entretenimientos. Para no pensar en lo que no debes, hay que hacer nuevos planes, buscar nuevas ilusiones, tener nuevos proyectos. Aunque sean absurdos.
Yo empecé a pensar anoche. Necesito nuevos planes para este mes y no recordar los que había hecho. Muchos planes con los que llenar un vacío asquerosamente hondo que se ha alojado en mi pecho. Lo malo es que hasta ahora, mi cuerpo ha hecho planes por su cuenta, entre los que están adelgazar peligrosamente, no comer nunca más algo sólido y fumarme las existencias de la marca que me gusta. Muy positivo todo, vaya.
Pero tengo los mejores amigos del mundo, los mejores seguidores del blog y el mejor gato. No sé de qué me puedo quejar. Así que, para estar aún más en contacto con algunas personas, perder el tiempo que me sobra y sentirme moderna quetecagasosea, me he hecho twitter. No tengo ni puñetera idea de cómo se usa, no sé muy bien para qué sirve y no sé cuando me aburriré de él, pero tengo muchas noches en vela y muchos días absurdos para descubrirlo.
Así que podéis seguirme o pedirme que os siga o lo que cojones se haga en este mundo extraño del pajarito azul. Lo tengo con mi nombre real porque prefiero que vosotros sepáis mi nombre a que “los otros” sepan quién es Naar y lleguen hasta aquí. Veremos qué sale de todo este mejunje.

sábado, 8 de diciembre de 2012

de cero... otra vez

Como podéis ver, he borrado la entrada de los seis meses con el Niño. Yo no lo sabía, pero era una mentira. Apenas una semana después lo hemos dejado. Y aunque agradezco de antemano vuestro apoyo y vuestros ánimos, os diré que prefiero no hablar del tema por el momento. Así que no me preguntéis ni me digáis nada al respecto. Ya hablaré cuando tenga ganas y no vaya a ser hiriente.
Y tampoco quiero ánimos. En este momento no los necesito. No quiero escuchar eso de que me he llevado seis meses maravillosos porque no es verdad. No ha merecido la pena. Los dos hemos perdido demasiado y no hemos ganado nada. No me queda un bonito recuerdo porque ha sido todo empañado por la sucia mentira. No he aprendido nada nuevo. Y ya sé que el tiempo juega a mi favor y se me pasará el dolor aterrador que ahora me ahoga. Lo sé. Lo he hecho mil veces. Me importa una mierda comenzar de cero… otra vez.
Sólo me duele la idea de que cada vez que levanto cabeza, cada vez que me recupero, cada vez que salgo a flote, cada vez que soy feliz, entre todos los hombres del mundo se lo juegan a los chinos. Venga a ver quién jode ahora a Naar. Y a quien le toca, se frota las manos, sonríe maliciosamente y murmura “voy a destrozarle la vida”. Ay, ingenuos. Pues no tendríais que correr ni nada.  A mí, a estas alturas. A ver si os enteráis, majos, y de paso me dejáis en paz de una puta vez. Que a mí ya no me duele nada. Que me jode en el momento, me cabrea, me ofende, me hace patalear. Pero que yo perdí el corazón hace años. Y que ya no me lo podéis romper en más cachos. Que ya, no hay quien pueda herirme. Porque además, cuando lo intentáis, sólo conseguís que me revuelva como una fiera y que saque la parte más envenenada de mí misma. Así que mucho ojo, que estoy peligrosa. Y podías haber nacido todos como chirimoyas. Me habríais sido de mucha más ayuda.
Por otro lado también he pensado otra cosa. Este blog nació en un momento jodido. Todo lo que he hecho desde entonces ha sido crecer y levantarme una vez tras otra. Y Naar es el reflejo de lo mejor de mí misma. De la fuerza arrolladora, de las ganas de vivir, de la capacidad de resurgir de mis cenizas. Naar es todo lo que quería llegar a ser y sabía que estaba en mi interior. Por eso ahora no puedo dejarlo a pesar de las circunstancias. Precisamente por eso. Porque este blog y Naar son mi fuerza, mis ganas, mi parte luchadora, mi yo guerrera, mi fuego y mi ariete. Ahora no puedo renunciar. Ni de coña. Y menos por una gilipollez semejante. Porque si cada vez que un tío me joda tengo que dejarlo todo y cambiar de blog no voy a dar abasto. Así que me quedo donde estoy.
Volveré a ser feliz. Pronto, espero. En cuanto pase este jodido mes de diciembre. O antes, quizás. Yo, ya lo he dicho, rehice mi vida yo solita. Y he sido muy feliz. Así que no me costará tanto hacerlo de nuevo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Vampiros picha fría 2... clase de biología

Cada vez estoy más confusa. Empiezo a pensar que todo lo que he sabido hasta ahora era mentira.
El caso es que ayer por la noche vi la primera parte de Amanecer, el penúltimo episodio de los rollos vampíricos que me traen de cabeza. Y es que la primera peli me sorprendió positivamente. La segunda me entretuvo y la tercera me gustó más de lo que esperaba.
Hasta me animé a leer los libros, aunque el tercero me lo leí muy por encima y el cuarto lo dejé en cuanto llegué a la parte en que por fin frungen y el tío le dice que no piensa volver a hacerlo porque le ha dejado un par de moratones. Ahí me dí cuenta de que había llegado a mi límite de lo insoportable.
Y no voy a volver a entrar en lo mal (pero fatal) que están escritos estos libros. Ni en el mal rollo que me dan ciertas cosas, sobre lo que hablaré otro día. Hoy me voy a centrar en lo más puramente lógico. Y sé que hablar de lógica o de cosas racionales cuando hay vampiros, hombres lobo y cosas así de por medio, es absurdo. Pero una cosa es la fantasía y otra ya es que nos tomen por gilipollas profundos.
Por ejemplo, al final se casan y ella insiste en que frunjan. Dejemos de lado el que casualmente la familia de él tenga una isla privada. Dejemos incluso, el hecho de que un tío, tras ciento y pico años de abstinencia se haga de rogar. Dejemos todo eso y vayamos al grano. ¿Cómo diablos consigue empalmarse un vampiro? Porque si mis conocimientos de biología son los adecuados, los penes se llenan de sangre para ponerse erectos. Si estás muerto y tu corazón no bombea, si no te corre sangre por las venas… ¿cómo lo consigues? Además de la incómoda idea de que el tío está frío como las piedras, como repiten un millón de veces por capítulo. Aún en el caso de que consiguiera una erección o de que esa dureza en la que también insisten (que parece hecho de mármol, dice) juegue a su favor… es como trincarse a una estalactita de hielo. Súper excitante, oiga.
Pero bueno, para gustos los colores. A la tía le pone la picha fría y supuestamente dura. Por eso le persigue tratando de convencerle de que se la frunja más veces. Que los cardenales no son para tanto. Y el otro por ahí haciéndose el interesante. “Huy no, que la primera vez rompí la cama y mordisqueé la almohada. Y te hice unas pupas. Es mejor que no frunjamos nunca jamás en la eternidad.” Pero ella insiste. Llora y suplica. Porque claro, quién se resiste a una chorra helada. Y tanto le dan al asunto, que ella se queda preñada. WTF!! Volvamos a las clases básicas de biología. Para que una se quede embarazada hace falta un óvulo y un espermatozoide, ¿no? ¿no? ¿nooooooo? Pues que alguien me explique qué espermatozoides puede tener alguien que lleva muerto casi un siglo. Alguien que no respira, que no tiene sangre, que no tiene funciones corporales ni vitales de ningún tipo… obviamente. Es un vampiro, joder. Pues se ve que alguno de sus renacuajos estaba ahí y tenía puntería, porque a la primera, bombo al canto.
Y de nuevo, ida de olla de la escritora. Que si el niño se come a la sosa pero ella tiene tal instinto materno que se niega a abortar, que si el “niño” o lo que sea eso crece súper rápido, que si en un mes ya está a punto de nacer… hala, pasémonos cualquier cosa que se asemeje a la lógica por el forro de los cojones. Pero aún no es bastante. Porque como ella está tan débil, deciden darle sangre humana que es lo que quiere el pequeño monstruito que tiene dentro. Y a mí de nuevo hay cosas que no me cuadran. A ver, amigas y amigos lectores que sois biólogos (Isita, te necesito) o las que hayáis sido madres (Isa, en serio, va por ti). Cuando estás preñada, tú comes, digieres, procesas esos alimentos y parte de tus nutrientes pasan al bebé, creo yo. Pero si el bebé es un vampiro, tú bebes sangre y la cae directamente, como por un embudo. No la digieres, no la procesas. Nada. Directamente al bicho asqueroso que está tratando de matarte desde dentro.
Lo bueno es que en vez de nueve meses, estás embarazada uno. Y una vez que pasa el mes, el alien se dispone a salir. Pero no sabe por donde. Así que entre una recua de vampiros te hacen una cesárea. Sin anestesia, por cierto. Que digo yo que menudos vampiros majos. Que te abren, te destripan, tú ahí desangrándote y los tíos tan anchos, cuidando del bebé y tratando de que tú te pongas buena pronto. Mientras, a todo esto, un hombre lobo buenorro se pasea por la casa como Pedro por la suya y por supuesto se imprima de la niña que acaba de tener la tía de la que estaba enamorado. ¿eso es normal? ¿No es algo parecido al incesto? ¿De verdad quieres salir con alguien a quien le puedas decir “tu madre no besaba así”?
Y ese es el resumen así, en general de la peli. Y yo no entiendo nada. Pero nada. Tengo hasta miedo de ver la última por si entiendo menos aún y mis pocos y confusos conocimientos terminan de mezclarse en mi cabeza. Puedo terminar de idiotizarme y terminar en Gandía Shore. En serio. Tened piedad de mí. Dadme respuestas.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

rehice mi vida y dos años después... aquí estoy.

Desde que lo mío con el Niño Chico es relativamente oficial, mis amigos me dicen con frecuencia que se alegran de que haya rehecho mi vida. Lo que no entiende casi nadie, por más que lo explico, es que yo ya había rehecho mi vida antes. Mucho antes de saber siquiera que el Niño existía.
Desde que el desequilibrado de mi ex se fue de casa, todo mi afán fue rehacer mi vida, porque estaba totalmente deshecha. Luché mucho, cada día, por recomponer poco a poco los pedazos de la persona que fui. Hubo momentos buenos. Momentos regulares. Y momentos malos. Malísimos. Momentos en los que apenas me tenía en pie, literalmente. Momentos en los que dudé que llegara a ser de nuevo aquella que fui antes de la locura. Pero había algo en mi interior que me decía que yo seguía ahí, al fondo de mí misma. Y peleé por conseguirlo con todas mis fuerzas.
Al final lo logré. Aprendí a ser feliz yo sola, con mis pequeñas cosas, mis pequeñas ilusiones, mis pequeñas grandezas. Aprendí a vivir sola. Aprendí a tener una vida propia. Y, madre mía, que bien me sentí al lograrlo.
Entonces, y sólo entonces, cuando yo ya era una persona completa, llegó el Niño Chico y fui capaz de ofrecerle algo positivo. Si hubiera llegado cuando mi vida aún no estaba rehecha, las cosas no hubieran sido lo que son. Ni de coña. Porque yo tenía muchas heridas que curar, muchos conflictos que solucionar, muchos pedazos que recomponer.
Hoy hace dos años que empecé esa ardua tarea de rehacer mi vida. Hoy, que fue el día que dije basta. Hoy, que fue cuando puse al desequilibrado en la calle y supe que era la mejor decisión de mi vida. Hoy, que me armé de valor para la catarsis.
Podría decir muchas cosas del desequilibrado. Casi ninguna buena, es cierto. Pero no lo voy a hacer. Apenas queda nada de él en mí. Ni el recuerdo. Le veo en fotos y me pregunto quién es. He conseguido exorcizarme de todo lo que sufrí a su lado. Y ya ni el rencor me muerde las entrañas. Se fue, por suerte. Se fue y dejé que se lo llevara todo porque no había nada que mereciera la pena conservar. Así que hoy es un día en el que siento como si hubiera nacido de nuevo. Pero me centro en mí, egoístamente. En mi ruptura con el pasado y mi capacidad de salir adelante. En mi fuerza, que no sé de dónde saqué, para empezar de cero absoluto y rehacer mi vida. Rehacerla por completo, pedazo a pedazo, trocito a trocito. Sólo gracias a todo eso ahora soy quien soy, estoy donde estoy y tengo lo que tengo. Y no podría ser mejor. Rehice mi vida, me rehice a mí misma. Y por eso hoy sólo puedo sonreír y ser todo lo feliz que no fui en el pasado.

Enhorabuena Naar. Hoy, dos años y doscientos cincuenta post te recuerdan lo lejos que has llegado, la de pasos que has dado. Hoy, puedes sentirte orgullosa.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Decálogo de manías "inconfesables"

Como sugirió Mandarica, voy a hacer una lista de diez manías. Tengo como mil más, así que esto es sólo la punta del iceberg. Os recomiendo que os animéis a hacerlas. Os sentiréis un poco más estúpidos y ridículos haciendo esta pequeña reflexión. Y eso siempre es bueno.

1.      Cuando tiendo tengo ya las diez manías del tirón. Primero,  lo hago por un orden estricto. Las pinzas de una misma prenda deben ser iguales. Jamás tendería una camiseta con una pinza azul y otra verde, por ejemplo. Y todos los calcetines y todas las bragas deben ir seguidas, en la misma posición y con pinzas iguales.
2.      Siempre, siempre, pelo los plátanos abriendo la piel en cinco partes. Cinco. Es importante. No cuatro, ni tres, ni seis. No. Cinco.
3.      Me como los lacasitos y las cosas de colores por orden hasta que queda el mismo número de cada color.
4.      Nunca me pongo dos días seguidos bragas del mismo color. Eso me obliga a tener mil bragas de diversos colores estridentes.
5.      El reloj del despertador lo tengo diez minutos adelantado.
6.      Nunca salgo a la calle sin pendientes. Me siento peor que si fuera desnuda.
7.      No me corto las uñas antes de algo importante porque creo que me va a dar mala suerte. Esto me trajo problemas cuando estudiaba, porque terminaba las épocas de exámenes con las uñas larguísimas.
8.      Para dormir también tengo unas cuantas manías. No puedo dormir con pantalones. No me gusta dormir con ropa negra u oscura. Me quito los calcetines dentro de la cama y los escondo en una esquinita para que se mantengan calientes. Y me abrazo a un cojín para dormir, aunque tenga al otro lado al Niño Chico.
9.      Hablando de dormir, tengo que estar siempre en el lado de la cama que esté más cerca de la puerta. En caso de tener que huir, yo primero.
10.  No hay cosa que más me desagrade que la canción “The wall” de Pink Floyd. No puedo con ella. Si la oigo empezar en la radio tengo que cambiar de emisora inmediatamente. Escuchar aunque sean sólo los primeros acordes genera en mí una sensación de lo más negativa.

jueves, 22 de noviembre de 2012

solución porque yo lo molo

A ver, que conste que yo agradezco vuestros consejos y tal. Sois más majos que todas las cosas. Pero la verdad es que no me apetecía una mierda andar mendigando duchas a mis padres ni haciendo cochinadas con un barreño gigante, ni volverme una guarra y seguir el consejo de Tomate y hacerme rastas en el pelo. Así que pensé… ¿Qué es realmente lo que yo quiero? Pues ducharme en mi casa, con mis cosas, mis potingues, mis comodidades. ¿Y eso cómo se consigue? Pues arreglando la ducha.
Y no es que la otra vez me lo arreglaran mal. Es que hay cosas en mi casa que están hechas así como regular desde los inicios. Y para el rollo este de la ducha no hay más solución que lo que me hicieron la otra vez: cambiar la goma, ajustar el desagüe lo máximo posible, sellarlo con silicona y ya. Lo malo es que de la humedad y tal las gomas se endurecen, se desajustan y vuelve a filtrarse el agua. Eso o picar y cambiar la mitad de la instalación del baño, cosa que yo no puedo permitirme en este momento.
Total, que al final me lié la manta a la cabeza e hice lo que hago siempre. Cogí mi destornillador preferido, esa herramienta que sirve para apretar tuercas y no sé cómo se llama y el martillo. Yo siempre llevo el martillo. Por si las moscas. Y me arremangué con mi lema de “si ya está roto no puedes empeorarlo mucho más”. Desmonté el sumidero. Rasqué los restos de roña y silicona vieja. Saqué la anterior goma mohosa, la metí en una bolsa y me fui al leroymerlín con ella en el bolso.
El resto de la historia ya os la podéis imaginar. Compré otra goma, una par de piezas más y arreglé el desagüe. Con mi destornillador preferido y mi martillo y el cacharro ese de apretar tuercas que no sé cómo se llama.
Eso es una solución y no llamar a un fontanero, ni poner un barreño, ni ir a mendigar duchas por el mundo. Hombre ya.
Por cierto, me lo digo yo sola: molo mil. Lo mismo arreglo las luces del coche, pongo unas estanterías, monto muebles del ikea, arreglo un sumidero de ducha o hago un cocido. Repito: molo mil.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

manteniendo la calma sin ducharme

Hace un par de años me salió una humedad en la pared que hay entre el salón y el baño. Tras destrozarme el suelo y la pared picando, se descubrió que era la ducha, que filtraba agua porque el sumidero no estaba bien empalmado al desagüe en sí. lo arreglaron y santas pascuas. El sueño se quedó a cachos y la pared con ronchas de colores diversos, pero no soy yo una persona de preocuparme por pijadas.
Hace poco la pintura se empezó a ahuecar de nuevo. Tras cagarme en la puta unas cuantas veces y comprobé que al cabo de unos días la mancha de humedad volvía a aparecer en el mismo sitio que la vez anterior. No hace falta ser muy listo para hacer la deducción: misma mancha, mismo sitio… mismo problema.
Así que tuve que llamar al fontanero que lo arregló la vez anterior y que es de mi pueblo del sur. El tío trabaja bien y ya me advirtió que esto podía volver a pasar porque la instalación de la bañera está hecha con el culo. Pero resulta que está haciendo una obra y no puede venir a mi casa. La crisis no es tan acuciante para algunos, según parece.
La conclusión de todo esto es que para no empeorar la situación, no puedo usar mi ducha hasta que lo arreglen. ¿Y cuando lo van a arreglar? Pues vaya usted a saber, porque la solución de mi madre cuando se lo he contado ha sido que mantenga la calma. Curiosamente, es complicado respirar hondo y decir ommmmm cuando la mancha húmeda de tu pared avanza hacia un enchufe. Es difícil estar tranquilo cuando tienes que lavarte en el bidé y cuando no dejas de pensar planes descabellados para lavarte la cabeza. Es muy chungo relajarse en ciertas situaciones. Por eso, una vez más, ser adulto es una mierda.
Supongo que algún día podrá venir el tipo a arreglarlo, tendré que volver a repintar la pared por cuarta vez, a frotar los azulejos nuevos, a rascar pegotes de cemento y a parchear el suelo cutremente. Y supongo que algún día, podré volver a ducharme en condiciones. O eso espero.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Prefiero

Copiando a Pimiento, que copió a Mandarica, que copió a nosequién... hago mi lista de "prefiero". Espero que os guste y os animéis a hacerla.

Prefiero la noche al día, el verano al invierno y el calor al frío.
Prefiero las siestas en el sofá y las noches en la cama.
Prefiero los gatos a los perros y los hámster a los conejos.
Prefiero los hombres rubios a los morenos y los altos a los bajos, pero prefiero a mi niño chico al resto de los hombres del mundo.
Prefiero el autobús al metro y las carreteras abiertas a los túneles.
Prefiero los yogures de soja a los normales.
Prefiero los zapatos o las sandalias a las botas y los tirantes a las mangas largas.
Prefiero las sábanas estampadas a las lisas, las camas grandes a las pequeñas y las almohadas blandas a las duras.
Prefiero recibir una carta a que me regalen flores.
Prefiero las fotos a los vídeos.
Prefiero planchar que barrer, fregar que barrer, limpiar el polvo que barrer… prefiero cualquier estúpida tarea de la casa que barrer.
Prefiero la montaña a la playa y el sur al norte.
Prefiero el pelo suelto al recogido y la cara lavada al exceso de maquillaje.
Prefiero las bragas a los tangas.
Prefiero elegir a que me impongan, prefiero discutir a callarme, prefiero decir la verdad a mentir y prefiero ser yo a fingir nada.

Y por cierto… prefiero que comentéis a que paséis por aquí sin decir ni mu…

lunes, 12 de noviembre de 2012

Madrid Arena, Ana Botella y cosas que me hacen enfadar

Como yo los sentimientos suelo expresarlos en forma de cabreo aunque no sean cabreo exactamente, voy a seguir con la estela despotricadora que traigo últimamente. Voy hasta a meterme en el farragoso mundo de la política, aunque no es un tema de ideologías, es de lógica. En este caso le toca recibir a una del PP, pero si hubiera sido del PSOE le hubiera dado la misma caña o más. Así que nadie se crea que me decanto por un lado. Que una sigue antipolítica y anarquista hasta la médula.
Hace ya algo más de una semana que ocurrió lo del Madrid Arena. Vayan por delante mis condolencias a las familias. La muerte de un adolescente siempre es una desgracia. La muerte de cuatro es una tragedia.
Ahora bien, yo la mayor parte de las veces que pasan cosas, me pregunto si yo era la única que las veía claras como el agua. Porque no creo que pueda ser tan lista. Y me resisto a creer que los políticos, la policía, los dirigentes, los responsables y el resto del universo no se enteren, o lo que es peor, que se enteren y se la pele por completo lo que pase. Me cuesta imaginarlos mirando por la ventana de su despacho y silbando como el que finge disimulo, mientras las vidas de su pueblo, de la gente que les ha votado está en riesgo.
Y es que era obvio que esto iba a pasar en cualquier momento. Hace muy pocos días, el 22 de septiembre para ser exactos, ya hubo una avalancha de gente en el Madrid Río que se saldó con 60 heridos. Pero no hubo muertos. Así que no cuenta, supongo. Debía haberse muerto alguien y lo mismo así habían empezado a pensarlo. Sesenta heridos no es nada. Aquí hace falta sangre, carnaza, muertos. Si no, lo pasamos por alto.
Y por supuesto, esta avalancha del Madrid Río no fue la primera. Un par de semanas antes estuvo mi amiga Pa en semejante sitio y me llamó al día siguiente para decirme que lo había pasado mal, que se había agobiado, que había tenido miedo y que aquello era muy peligroso. Pero naaaaaada… qué más da. Nadie hace nada. Dejemos que siga pasando. Luego hay muertos y nos llevamos las manos a la cabeza. Ay, cómo ha podido pasar. Y entonces sí, entonces todo son medidas, normas y cosas que se promueven a bombo y platillo para que se vea lo mucho que hacen los políticos por nosotros.
Pero insisto en que esto pasa cada fin de semana en ciertos sitios. Yo misma, que soy una rancia y sólo salgo de fiesta si me obligan, hace unos años viví una nochevieja de pesadilla en un sótano en la calle San Bernardino en el que nos habían metido como enlatados. Tardé un par de horas en irme a mi casa con nauseas, mareos y una ansiedad considerable. Y sé de muchas fiestas en las que se forma un follón importante, rozando o sobrepasando con demasiada frecuencia el límite de lo peligroso. Y quien dice fiestas dice conciertos, macrobotellones tolerados, firmas de discos, eventos deportivos y actos diversos. Son muchas las ocasiones a lo largo de cada mes que congregan a cientos o miles de personas en recintos poco o nada preparados para ello. Pero lo vemos como normal. En Madrid al menos estamos acostumbrados a los tumultos hasta el punto de que si un sitio no está lleno de gente, es que no mola. Si un concierto no rebosa gente, ha sido un fracaso. Necesitamos esa masificación sin ser del todo conscientes del peligro real que corremos. Yo soy una claustrofóbica absoluta y jamás me meteré en un jaleo de esos por gusto, pero quizás esta desgracia no sea la última. Porque los aforos se superan siempre en las fiestas. Siempre hay overbooking, se diga lo que se diga. Y porque la mayor parte de los sitios no están bien acondicionados. Y porque los de seguridad no son tal, son sólo gorilas con pinta de mafiosos y malas formas que se creen los amos de la noche y que no velan por la seguridad de nadie. Pero, según la señora alcaldesa de Madrid, a la que voy a poner tupida ahora mismo, la desgracia del Madrid Arena fue poco menos que culpa de los que estuvieron allí por no respetar los flujos de movimiento que debía haber habido dentro del recinto. O sea, por favor, mueran de forma ordenada. No vayan a amontonarse donde no deben.
Y ahora bien, ya he denunciado el hecho de que esto pasa cada dos por tres y nadie hace nada, nadie parecía saber nada, a nadie le importaba nada. Ahora me voy a cebar con la alcaldesa de Madrid. Porque me da vergüenza, pero vergüenza absoluta que esa tía represente nada de mi ciudad. Lo primero es que esta mujer ha ido trepando en el PP por la excelente razón de ser la mujer de Aznar. Grandes credenciales las suyas. A fuerza de explotar el asunto llegó a concejala. Se hizo la picha un lío tratando de explicar sus razones contra el matrimonio gay con peras y manzanas. Y ahí, dale que te pego a medrar hasta que por fin, le sonó la flauta cuando Gallardón, el alcalde electo en Madrid tuvo que dejar su puesto para tomar la cartera del ministerio de justicia cuando Marianico el re-corto subió al poder. O sea, señora, que usted no es alcaldesa por votación popular. Ha sido puesta ahí a dedo. Cosa que en Madrid ocurre con una impunidad absoluta, porque el presidente de la Comunidad tampoco es el que se votó. Se eligió a Esperanza Aguirre, pero ahora va y se pira y nos ponen a otro que no lo conoce ni su padre. ¿Y quién se queja? ¿Quién dice algo? Porque ahora tenemos una alcaldesa y un presidente que no han sido elegidos democráticamente, si no puestos ahí porque sí, repito: a dedo. Y es que, señores del PP, sigue gobernando el mismo partido, pero no el mismo candidato que se decidió si votar o no. Y no es lo mismo. Cuando uno vota a un candidato, es por algo. Déjennos elegir. Y si ese elegido se va, dennos la oportunidad de volver a decidir quien nos gobierna. No nos lo impongan aún más de lo necesario. Que esto ya es cachondeito.
Pero bueno, ahí está la señora Botella con su más que dudosa subida al poder. Y por primera vez ocurre algo realmente serio en Madrid desde que ella está ahí. Porque hasta ahora, sí, heridos, problemas, huelgas, paros, violencia callejera, agresiones policiales, revueltas en el congreso… nimiedades. Repito, aquí o muertos o nada, a juzgar porque nunca ha se ha presentado a dar la cara ante ninguna circunstancia. Y esta vez, por fin se la pintaban calva para ganarse mínimamente el respeto de unos ciudadanos a los que representa injustamente.  Podía haber salido a dar explicaciones. Haberse acercado al lugar de los hechos. Haber hablado con las familias. Haber demostrado que está para servir al pueblo. Que no eres señora ni soberana, estás a nuestro servicio, Ana Botella. Que es algo que los políticos no les entra en la cabeza. Que no son señores feudales paseándose por sus tierras y mangoneando a sus súbditos. Que están para velar y proteger al ciudadano. Que no son jefes, son nuestros empleados. Que les hemos puesto ahí y deberíamos poder quitarles. Que no ven que nos están empujando a montar una revolución y poner una guillotina en la plaza pública. Pero no. A esta sinvergüenza apenas se le ha visto el pelo hasta una semana después, que ha aparecido con una altanería despreciable y con una estúpida y desafiante sonrisa que con gusto le habría borrado de un sopapo. Y nos dice, con todo su coño, que hacerse un viaje a Portugal a un spa de lujo en los días de la tragedia no es asunto nuestro porque pertenece a su vida privada. Y que ella piensa en sus problemas y trabaja mucho esté donde esté. Aunque sea remozándose en barros o recibiendo masajes o lo que quiera que hiciera en el spa junto a su señor marido el del bigote. Y respetuosamente, señora Botella, se podía haber ido usted a tomar por el culo. Mientras había tres niñas muertas, una agonizante que finalmente falleció y un buen montón de heridos, usted debía haber estado al pie del cañón. Y si tenía un viaje reservado, se jode. Porque ese es su trabajo altamente remunerado. Porque para eso está ahí en un puesto que ni siquiera se ha ganado. Y me repatea las tripas ese “NO” asqueroso y arrogante que suelta con su sonrisa de imbécil cuando le preguntan si ha pensado en dimitir. Es difícil ver las imágenes de la rueda de prensa y no sentir como mínimo, indignación, aunque en mi caso, asco es poco para describir lo que siento.
Así que, me va a permitir, que use las palabras que hicieron famoso a su marido y las utilice en su contra, pero váyase, señora Botella, váyase. Y añado yo, váyase, pero a la mierda. Y no hace falta ni que vuelva, oiga.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Hace unos meses dije que hacerse adulto es un asco. Y no es la primera vez que lo digo. Ni la última, posiblemente. Algunos de lo que me leéis sois mayores que yo, así que ya lo sabéis. Los que sois más jóvenes, os advierto: hacerse adulto es un asco.

Cuando dije eso, mi yaya se había puesto pachucha y le llevamos al hospital. Resulta que tiene un problema de tiroides que ha empeorado mucho y tienen que operarla. Hoy el médico nos ha dado malas noticias. Al parecer las cosas están peor de lo que pensábamos y aunque hay que operarla de todos modos, no nos dan muchas posibilidades.
Suelo ser optimista. Suelo creer que la ley de Murphy está para saltársela a la torera y que las cosas pueden salir bien. Pero también soy realista y sé que esto no pinta demasiado bien. Y estoy asustada. Cuando de pequeña soñaba con ser mayor no contaba con que los años pasan para todos. No imaginaba que mis padres y mis abuelos se harían muy mayores. No contaba con que enfermarían o, en el peor de los casos, morirían. No contaba con que mi diminuta familia se podría reducir aún más. No contaba con el asco que da a veces ser adulto.

No sé lo que podré o querré escribir en las próximas semanas. Quizás me apetezca desahogarme, o pensar en otras cosas. Quizás escriba todo lo que vaya pasando. Quizás escriba de otras cosas sólo por despejarme. Quizás no me apetezca nada y no escriba. Mientras tanto, deseadnos buena suerte, rezad si sois creyentes o cruzad los dedos si sois ateos. Espero poder contaros buenas noticias pronto. Ojalá sea así.

domingo, 4 de noviembre de 2012

bad hair, bad idea... bad todo

Como ahora mola mucho decir las cosas en inglés para que parezcan más guays, el otro día leí en una revista qué puedes hacer cuando tienes un “bad hair day”. Consejos absurdos para tratar de disimular los malos pelos, vaya. Porque eso del “bad hair day” no es ni más ni menos que lo que se conoce por un día de esos que tienes una maraña en la cabeza que parece un estropajo viejo y no hay manera de apañarlo. Supongo que todo el mundo puede tener un día de esos. Que te levantas y no sabes si peinarte, ponerte un gorro o esquilarte como una oveja. Lo chungo del asunto es cuando ese “bad hair day” se convierte en “bad hair week” o “month” o cuando no te acuerdas de cuanto hace que no tienes un “good hair day”.
Pues en ese plan estoy yo. Últimamente no me apaño a peinarme ni por error y llevo unos pelos de loca al estilo de mi foto de perfil. El caso es que este verano me dio por rayarme un poco con el asunto y pensé en cortármelo en otoño. Total, llevo más de media vida con el pelo largo. Exceptuando el infame corte de los quince años, siempre he llevado una melena estupenda. Y en el peor de los casos, me crece rápido y soy lo bastante joven como para dejar que me crezca de nuevo. Así que me convencí a mí misma con estos argumentos y decidí meter tijera. Hasta que llegó mi amigo Gordito y me dijo que se casaba en abril. Mierda. Crisis total. Y es que a mí no me gustan las bodas… pero si voy con el pelo corto, si al final no me queeda bien o si no puedo hacerme el peinado que quiera, ya sí que me puede dar algo. Así que decidí que no era un buen momento y que esperaría a después de la susodicha boda. Pero eso son muchos meses de “bad hair” de los cojones.
Y volví a pensar en una solución para mi problema (empiezo a creer que me sobra tiempo para pensar en chorradas y creer que son problemas reales, por cierto). Y al final llegué a la conclusión de que unas mechas californianas de esas que se llevan ahora molarían, me darían otro aire y no tendría que cortármelo. Además, como se dan en degradado, no me tendría que estar tiñendo raíces ni mierdas de esas y podría cortarme las puntas decoloradas tras el bodorrio.
Y oyes, tan contenta estaba con mi idea, que se lo conté a mi madre. Error. Craso error.

-         … pues sabes mami… estoy pensando en hacerme unas mechas californianas…
-         ¿y eso qué es? ¿eso que se lleva ahora que vas con la raíz como las guarras que no se tiñen?
-         Eh… no… o sí… bueno, el tema es dejar más oscuro el pelo por arriba y las puntas más claras.
-         Ojito, nena, que el pelo oscuro envejece mucho.
-         Yo no tengo el pelo oscuro yo sólo me haría… espera, ¿qué es eso de que envejece? ¿tan mal estoy?

Me mira y medita un momento la respuesta haciéndome pensar que estoy hecha un adefesio.

-         ¿¿¿Mamá???
-         ¿No habías dicho que te lo ibas a cortar?
-         Sí, pero es la boda del Gordito y no quiero ir con algo que quizás no me quede bien…
-         ¿Y precisamente quieres oscurecerte el pelo cuando vas a cumplir los 30, vas a ir de boda con todos tus amigos y teniendo un chico más joven que tú? Me parece una mala idea.

¿Podría sonar peor? ¿Podría una madre decirte algo peor que eso mientras tú estás en estado de crisis por cumplir los 30, por tener el pelo en modo mierdoso, porque se casa el primero de tu grupo de amigos de Madrid y por tener encima un novio demasiado joven y demasiado guapo? Pues sí. Mi madre puede:

-         Porque el chavalito ese que tiene… 25, ¿no?
-         Más o menos.
-         ¿Más o menos? ¿¿Qué significa eso?? ¿tiene menos de 25?
-         Muegggg…
-         ¿Eso es que sí? ¿o es que no? ¿Qué pasa? ¿es muy niño?
-         Mueggg…
-         Cuando no usas palabras es que no quieres contestarme. Y si no quieres contestarme es por algo. Pero vamos que tú verás lo que haces. – empiezo a temerme una charla materna. – pero mira, yo sólo lo digo. Y lo digo porque te conozco y porque sé mejor que nadie lo que es bueno para ti y lo que no. – aquí viene el rollo maternal, fijo. - No te oscurezcas el pelo, nena. -o quizás no...- Y sobre todo… no te hagas mechas de guarra. Hazte reflejos de esos que te hiciste una vez y te quedaron genial. Pero mechas de guarra no, hija, de esas no.

Conclusión del asunto: aún tengo por delante una racha de bad hair de aquí a navidades para pensarme si quiero contradecir a mi madre, hacerme mechas de guarra y envejecer aún más hasta parecer la abuela del Niño Chico y salir como el culo en las fotos del bodorrio del año. Eso, o un día se me va la pinza y me rapo al cero, en serio.