lunes, 4 de marzo de 2024

El pelo

 

Hace un tiempo dije que cuando estoy en una racha chunga me da por pensar en el anteriormente conocido como dueño de mis sábanas y actualmente sólo accionista de las fundas de ganchillo (por aquello de rebajar la tensión sexual y tal). Me he dado cuenta también de que cuando estoy en racha buena lo que me da por pensar es en mi pelo. El día que me muera harán recuento y será algo como vivió unos 80 años (seamos optimistas), pasó 40 durmiendo, 10 pensando en sus gatos, 10 leyendo o escribiendo chorradas, 10 totalmente en babia y otros 10 pensando si debería cortarse el pelo.

Pensé que había superado la movida hace años cuando me poseí por algo extraño y me lo corté por debajo del hombro. ¿Qué sería, el 2017? Y estuve contenta con el corte y tal, en ningún momento me arrepentí ni me quise tirar por la ventana ni nada. Pero una vez que me crece me vuelve a entrar el miedo. Es como si cuanto más largo lo tengo, más me acojona cortarlo. Sé que no tiene ningún sentido en absoluto, pero es lo que hay.

Además siempre pensé que al llegar a “cierta edad” dejaría el espíritu pantojil de la melenaza. Pero no. Ya he pasado la barrera maldita de los 40, el mes que viene cumplo 41 y sigo aferrada a la idea de que si no me toco las puntas del pelo en la cintura, todo el mundo se desmorona. Luego a su vez, veo imágenes en instagram o donde sea de cortes de pelo y me encantan las melenas al hombro, o con muchas capas o yo qué sé. Y pienso que son monísimas y hasta que me quedarían bien. Incluso mejor que ahora. Pero luego no lo hago. ¿Por qué? Porque soy imbécil, por eso mismo. No hay otra explicación.

Cuando le cuento todas estas tribulaciones al Dorniense me mira entre resignado y aburrido. ¿Cuántas veces ha escuchado la misma cantinela desde que estamos juntos? Cientos, miles de veces. ¿Y cuántas me ha dicho que me haga lo que quiera, que él me querrá igual, me verá igual de guapa y que no puedo hacerme nada que me quede mal? Pues otras tantas. ¿Y cuántas veces le hago caso yo? Cero. ¿Y entonces qué quiero? ¿La opinión de un experto estilista? ¿Someterlo a referéndum popular? No. Yo lo que quiero es que el pelo crezca más rápido, que te lo cortes y a la semana lo tengas otra vez largo. Sería bueno para la economía, todos gastaríamos más en comprar tijeras, nos haríamos más locuras capilares y los salones de belleza abundarían y estarían siempre llenos. Todo ventajas, oye. Pero no. Hagas lo que hagas, para que el pelo crezca sólo hay una cosa que puedes hacer y es esperar. Y cultivar la paciencia no es algo que se dé especialmente bien.


En cualquier caso y por si acaso, de momento, hasta que no esté la luna en cuarto creciente ni me acerco a la peluquería.