viernes, 30 de octubre de 2015

Las ofertas "bulto" y otros problemas de estar en paro

Últimamente he visto varias quejas en twitter de algo que pensé que sólo me pasaba a mí. Y lejos de consolarme con el mal de muchos, he pensado que o pasa algo raro o es que yo soy demasiado conspiranoide. Pero vamos a ver si no huele regular el tema.
Como muchos españoles, yo estoy buscando trabajo. Para mi desgracia, la crisis pegó de pleno a mi rama profesional y después de haber trabajado sin parar desde antes de terminar la carrera, me quedé en paro hace unos cuatro años. Y a veces parece que fue muy lejano y que no sirvió de nada tanta experiencia, trabajar en diferentes cosas, formarme y aprender, machacarme y dejarme la piel en lo que hacía. Pero bueno. Desde entonces he hecho cosillas sueltas, me he sacado varios cursos, me he apuntado a inglés y para pagarme las facturas he trabajado con mis padres. Pero no mola. Yo quiero un trabajo normal, de gente normal. No quiero estar con el ahora sí, ahora no, con el agua al cuello siempre, con el dinero asquerosamente justo, con el agobio mes tras mes. Porque esta situación es cansina y agotadora. Y porque por circunstancias personales que no vienen al caso, empiezo a necesitar un empleo de manera imperiosa y urgente.
Así que cada mañana y cada tarde me meto en las páginas de empleo, me apunto a ofertas, tomo notas de empresas a las que escribir mails. Algunas responden amablemente, otras nada. Al principio frustra, luego ya te acostumbras y te resbala. Lo que me mosquea y de lo que os hablaba al principio es de lo que yo llamo “las ofertas bulto”. Son esas que aparecen siempre, que las ves, te llevas una alegría y respondes tan contenta porque cumples todos sus requisitos. Pero todos, aunque sean absurdos o una locura. Te piden que hables chino y lo hablas. Te piden que tengas un 35 de pie y lo tienes. Te piden que tengas el pelo cortado a tazón y lo tienes. Y dices, joder, me llaman seguro. Lo rellenas todo tan contento. Y al día siguiente compruebas con asombro que tu candidatura está rechazada. Y dices, bueno, pues habrá alguien que además de hablar chino, tener un 35 de pie y el pelo a tazón, la chupará de maravilla. Pero debe ser que no, porque a la semana o los quince días, la oferta reaparece misteriosamente. WTF!! Y tú vas y la echas de nuevo. Que igual no vieron tu maravilloso currículum. Añades una carta de motivación. Les escribes lo bien que lo haces todo y les adjuntas una copia larga de tus méritos, tus cursos y tus experiencias. Meeeeeeec, rechazada. Bueno, vale, me tienen manía. Y al poco tiempo, otra vez la oferta renovada en la página, que ya no sabes si echarla o pasar o llamar al FBI y decirles que vaya forma de tratar de espiar a la gente. O mi teoría del bulto, que es que la ponen para que parezca que hay más ofertas de que la realmente hay.
Obviamente no me refiero a esas páginas donde las ofertas se renuevan solas, no. Ni a esas que una vez inscrito no te puedes volver a apuntar. Me refiero a las que las ofertas sólo aparecen si están recién puestas y que te aparecen el número de candidatos apuntados. Y os aseguro que estas ofertas aparecen y desaparecen no sé con qué motivos oscuros. Y al parecer, no soy la única a la que le pasa.
Y por último, ya que hablo del tema de buscar trabajo y tal, diré que me jode la gente que te culpa de estar en el paro. Que te dice que eso es que no te mueves, que no buscas o que no haces nada. Porque encima de que te sientes una inútil, una mierda y tu autoestima baja por momentos cuando todo el mundo se permite cosas que están tan lejos de tu alcance que no puedes ni soñar con ellas, alguien te dice que tú eres la culpable de tu situación. Sí, me encanta no poder irme de vacaciones a donde me apetece, me encanta no poder comprarme caprichos, me encanta callarme cuando mis amigos hacen ciertos planes porque sé que no puedo apuntarme. Me gusta mucho, muchísimo, ahorrar tres meses para el cuarto poder hacer algún dispendio loco, como ir a cortarme el pelo. Me encanta que se estropee algo en casa y tenga que pedirle dinero a mis padres como si fuera una niña pequeña. Me gusta muchísimo esta especie de humillación constante. Me alegra mucho no querer casarme ni tener hijos, porque si quisiera estaría jodida. Así que por favor, si tenéis algún amigo en paro, a no ser que sea un claro caso de ni-ni por voluntad propia, no le digáis que si se mueve lo suficiente para encontrar algo. Porque hace pupita escucharlo.

Y nada, oye, que si alguien sabe de alguna vacante en su empresa o de lo que sea, que me lo diga. Que total, por intentarlo en un sitio más no pierdo nada.


lunes, 26 de octubre de 2015

Menos mierda y más plural

Cuando leí lo de “quiero estar soltera pero contigo” porque lo publicó una amiga en facebook casi me caigo de culo. Yo lo que quiero es liarme a mamporros con la mitad de la humanidad. Lo curioso es que el texto pretende ser innovador o rompedor o moderno o qué sé yo qué cojones pretende. Pero no. Es una mierda pinchada en un palo que las tías con media neurona que se pusieron cachondas leyendo las sombras del Grey ahora creen que es lo más de lo más. Y yo de verdad creo que habría que sacarse una especie de graduado para hacerse llamar ser humano y demostrar que no eres una ameba.
Aparte de que recomiendo leer este artículo al respecto y que dice grandes verdades, añado yo un pensamiento mío personal. Y es algo tan sencillo como que cuando se habla de pareja debería usarse más el plural y menos el tú tal y yo cual. El plural no implica hacerlo todo juntos, no implica perder personalidad ni individualidad. Implica trabajar hombro con hombro, mano a mano. No es lo mismo decir “yo pelo, tú cortas, yo pongo la sartén y tú echas las patatas” que un simple y bonito “entre los dos / nosotros preparamos las patatas”. Que es el defecto gordo que yo le veo a esta carta o lo que mierda sea. Porque esta tía no quiere estar soltera pero con él. Quiere que él no se agobie diciendo que son novios, pero comportarse como una mujercita que necesita a su hombre al lado. Y no. No es cuestión de estar soltera o casada, contigo o sin ti. Es cosa de ser dos que hacen una vida en común. ¿Eso significa que vayan juntos a cagar? NO. Significa que haya un plural, un toma y daca, un los dos, un codo con codo. Que no haya dependencia, que no haya uno que sale ganando siempre. Quiero que nos riamos, que hagamos el payaso, que salgamos cada uno con nuestros amigos y nos contemos las anécdotas de la noche después, que nos esperemos despiertos y que nos sorprendamos con detalles. ¿Tan difícil era?
Y todo esto lo digo yo, que soy rara de pelotas. Que no me gusta la palabra “novios” porque me parece carca, que “mi pareja” me mosquea porque creo que ocultas algo y que “mi compañero/a” me suena a rojismo extremo de barricada y puño en alto. Yo, que temo el compromiso y que odio dar explicaciones de mi vida privada. Yo, que soy como soy. Pero.
En fin, no me explico demasiado bien últimamente. Creo que es cosa de estar estudiando inglés y tener la cabeza llena de pájaros. O las hormonas. O lo que sea.


martes, 20 de octubre de 2015

Bodorrios, rugby y trajes de gala

Cuando hace un par de años Gordito se casó con su señora, lo hizo vestido con chaqué. Muy tradicionales ellos. Y pidió a sus hermanos y testigos que fueran también de pingüinos. El Ross consiguió escaquearse y yo no dije ni mú porque no me gustan los chaqués. Lo respeto y a quien le guste para una boda o lo que sea, pues bien, pero a mí no me molan nada.
El caso es que uno de los que sí aceptó la propuesta fue Bombita. Y el tío iba más que feliz embutiendo sus 140 kilos en un gigantesco chaqué de alquiler que, según él, le quedaba como un guante.
Tanto le gustó la experiencia que cuando le pidió matrimonio a su chica a la que llamaremos Bubita por razones que ahora mismo no vienen al caso, puso como condición ir con tan elegante y para mi gusto caduco atuendo. Y ahora pretende que todo el mundo vaya igual.
El día que nos los dijo estábamos poniéndonos tibios a cervezas en el bar de Eusebio y nos hizo hasta gracia. Jiji, jaja, este Bombita, qué cosas tiene. Además, yo huí de mirada suplicante del Ross que pretendía que yo le sacara de ese berenjenal alegando que a mí no me gustan los chaqués. Pero no me dio la gana. Yo estaba más interesada en los modelos preseleccionados que iba a probarse Bubita y que me estaba enseñando en el móvil. Buen gusto la chica, por cierto.
Cuando la semana pasada estuvimos en la playa, Bombita volvió dale perico al torno con el chaqué de las pelotas. Y yo seguí pasando del asunto porque bastante tengo con decidir qué me pongo yo como para gestionar qué se ponen los demás. El Ross alegó que él tiene un traje negro muy bonito del Corteinglés que le compré yo hace la torta de años para la boda de Amigaguapa del pueblo. Y que no pensaba gastarse un duro más en ese tema. La vena roñer atacando fuerte. Bubita dijo que le daba igual, que él quería que fuera de chaqué y mientras ellos discutían, Reichel, Pelirroja y yo nos pusimos a debatir si era mejor vestido largo o corto, si pelo recogido o suelto y me puse a hacerle una trenza super chula a Pelirroja que tiene el pelo más bonito del mundo y que quiere que la peine yo ese día. Así de nuevo, me escabullí del asunto.
Y pensé que como queda un montón para la boda y hablamos de ella sólo cuando nos juntamos, ahí había quedado el asunto. Pero ayer estaba tumbada en el sofá del Ross zampando patatas fritas y escuchándole hablar de rugby cuando de repente dice:

  • Y he pensado llevar un kilt.

Mierda, he debido desconectar de la conversación y me he perdido una parte. A ver, rebobinemos. El mundial de rugby. Australia contra Escocia, no sé qué de la decisión arbitral en el minuto 78. Que al final pasó a semifinal Australia, pero que claro, lo mereció Escocia. Hummmm... escocia, kilt... veo la relación, pero...

  • … Porque yo con un chaqué no me veo, pero con un kilt de gala...
  • Ah, para la boda, dices.
  • Claro. He pensado alquilar un kilt de esos chulos de gala.
  • Ehhhh... vale.
  • Así que busca un sitio donde los alquilen y lo miramos.

El caso es que yo veo complicado alquilar un traje escocés medianamente decente en España. Y que en pleno Toledo y mediados del mes de junio, no me pega mucho un traje de pura lana ovejuna escocesa, pero oye, él sabrá. Al que le va a picar el culo cosa mala va a ser al Ross, no a mí. Y aquí estoy, como una gilipollas, buscando un kilt de gala tamaño jugador de rugby. Que lo veo chungo, pero todo sea por verle en faldita de cuadros.

Así que lo dejo dicho porque si alguien me puede echar una mano, se agradece. Este blog ha conseguido cosas increíbles, igual consigue esto también.   

jueves, 15 de octubre de 2015

Decisiones ajenas

Hace poco os conté que mi amiga Pa quería dejar el trabajo. Tal y como están las cosas suena a locura abandonar un puesto fijo con un sueldo decente a cambio de nada. Y lo cierto es que yo no estoy de acuerdo con lo que quiere hacer. Por eso quise hablarlo con ella despacio y el otro día me senté, respiré hondo y le pedí que me diera sus razones. Una de ellas es que estaba quemada de su trabajo. Y vale, esa la entiendo.
Pa es auxiliar de enfermería y lleva desde que terminó los estudios trabajando en el mismo hospital. Me imagino lo desgastante que debe ser. Todo el día enfrentándote a la enfermedad, el dolor, la muerte; a las familias agobiadas y a los pacientes al límite de sus fuerzas físicas y psicológicas. Sé que quizás no es el trabajo más fácil del mundo. Que cuidar, curar, limpiar y dar de comer a enfermos a veces debe cansar. Pero no sé. Antes le gustaba y veía el lado bueno de las cosas. Antes encontraba la ilusión y las ganas. Y cuando todo eso fallaba, se cambiaba de especialidad y ya está. En los hospitales suelen ser comprensivos con esas cosas. Por eso después de un tiempo en geriatría estuvo en maternidad, que quieras que no, es como más alegre. Y otra temporada se la pasó en urgencias que es de locos, pero no te aburres. Y otra simplemente estaba rotando e iba de un servicio a otro según se la iba necesitando. El problema es que hace ya unos seis años o más que se metió en oncología y no ha vuelto a cambiar. Y onco es muy, muy duro.
El caso es que a base de hablar con ella, la convencí de que al menos pidiera una excedencia por si lo que ella quiere hacer no salía bien. En el hospital se lo han tomado regular y la están tratando de retener por todos los medios porque como ya he dicho otras veces, es una auxiliar estupenda. Incluso le han ofrecido que haga un curso (ellos le darían los días libres e incluso tratarían de financiarle una parte) para que se recicle un poco y cambie de servicio o de especialidad si quiere. Yo misma cuando me lo dijo le busqué unos cursos sanitarios a ver si le volvía picar el gusanillo y entraba en razón.
Pero nada, oye. La tía sigue erre que erre con dejarlo y tratar de ganarse la vida vendiendo productos dietéticos en una especie de empresa-secta que le tiene sorbido el cerebro. Y bueno, yo entiendo que te quemes de un trabajo y más si es tan duro. Entiendo que a todos de vez en cuando nos dé el perrenque de querer emprender algo nuevo. Incluso entiendo que te deslumbres por algo que te cuente alguien más “listo” en el mal sentido que tú. Pero hay otras cosas que no entiendo. Como que te dejes comer el coco por los comerciales de una empresa piramidal cuyos métodos son más que cuestionables y la mayor parte de sus actuaciones rozan la ilegalidad y traspasan la moralidad. O como que cambies el cuidar enfermos por vender sabe dios qué productos químicos para adelgazar sin supervisión médica.

En fin, no sé. Que me tiene preocupada el tema y ya no puedo hacer más porque he hablado con ella, la he ayudado a buscar alternativas y he tratado de hacerla razonar sin éxito. Lo siguiente va a ser ponerme a repartir collejas. O lo más duro, pero lo más efectivo: cruzarme de brazos y ver como alguien a quien quiero se pega un tortazo de los que hacen época. Pero al fin y al cabo, la decisión es suya y las consecuencias serán para ella. Que no sé por qué me preocupo yo por lo que haga el resto del mundo, si bastante tengo con lo mío. 

martes, 13 de octubre de 2015

pilas cargadas a tope

Os pongo en situación: El Ross y yo en casa de Pelirroja mirando por el balcón, móviles en mano. Bombita y su novia nos aseguran que están llegando pero se retrasan más y más. Están al lado, pero dando vueltas por el pueblo un tanto desorientados. Pelirroja ya ha entrado en el garaje con Reichel y Rulas, que recién llegados de Holanda no tienen ni idea de que les estamos esperando para darles una sorpresa. Nosotros al borde del infarto. Un minuto más y se encuentran en el portal. 30 segundos más y también. Por los pelos es poco.
Reichel se sorprendió tanto que tardó en reaccionar. Rulas no sabía ni en qué idioma darnos las gracias y sólo nos abrazaba fuerte y sonreía más de lo normal, lo que yo pensaba que era imposible. Bombita casi se ahoga subiendo las escaleras y a su chica casi le da un infarto. Sin embargo, lo más sorprendente de todo es que salió bien. Porque mira que nuestro grupo es un desastre y al final siempre sale todo fatal, pero no. Sorpresa, abrazos, besos y alegría a raudales. Qué bello es vivir con vosotros, qué fácil la felicidad a vuestro lado. Qué inmensos sois, copón.
En fin, el caso es que el viaje ha sido un éxito. Y eso que han faltado algunos. Flumi trabajaba y Gordito y su mujer tenían una boda. Pero bueno, han estado de espíritu.
Los demás hemos hecho de todo. Hemos tomado el sol, comido paella, paseado por la playa, bebido cervezas, visto el rugby y hablado hasta las tantas. Hemos disfrutado como enanos. Han pasado los años, la gente se casa, Reichel se preña y hay cosas que cambian, pero hay otras que permanecen. Cada vez es más fácil asumirlo. Cada vez es más sencillo saber que somos los mismos pero distintos, que hemos cambiado, pero permanecemos. Cada vez los 30 suenan menos mal porque compartimos más pasado, más historias, más confianza, más complicidad, más recuerdos. Cada vez la vida es más acogedora entre sus brazos.
Yo me traigo un montón de cosas buenas. He descansado como hacía años que no hacía. He caído rendida en la cama y me he levantado contenta, me he estirado en la terraza al sol con el sonido del mar de fondo, he desayunado entre risas y me he arreglado codo con codo con la novia de Bombita en el mismo espejo, cogiéndole más cariño y más confianza por momentos. Qué buena chica, joder, cómo me alegro de que se casen. He tocado la barriga aún inexistente a Reichel porque dentro está mi sobrino al que voy a adorar. Me he abrazado con Bombita porque me ha dicho una frase que pensé que nunca iba a llegar a escuchar. Con Pelirroja todo tan natural y tan fantástico como siempre. Me he reído, me he sincerado, he escuchado, he hablado, me he mojado los pies en la playa. He sido feliz y libre y tranquila. El aire de levante se ha llevado un montón de negatividad de mi cabeza y me ha desfruncido el ceño. Me ha purificado y fortalecido. Y sí, vengo nueva y llena de energía. A ver si me dura.

Y eso. Que aunque no me leáis, os quiero. Os quiero a reventar. Porque sois mi casa, mi familia, mi lugar en el mundo. Sois los mejores amigos que podría tener, sois las personas con las que soy como soy, como quiero ser, como me da la gana de ser. Sois mis mejores recuerdos, la mejor parte de mi vida, mi presente y el mejor de los futuros. Porque sé que las circunstancias cambian pero nosotros permanecemos. Y todo seguirá cambiando, pero encontraremos la forma, buscaremos el modo. Y os querré toda la vida.  

domingo, 4 de octubre de 2015

La educación de callarse la boca

No es la primera vez que lo digo, pero hoy en día hemos confundido la sinceridad con la mala educación, con la grosería y con ser un bocachancla. Eso, y que la gente es miserable de la hostia puta, pero bueno, vamos por partes.
Cualquiera que me conozca de cinco minutos puede tener bien claro que se me puede acusar de muchas cosas en la vida pero no de falsa ni de mentirosa. Creo en decir la verdad, creo en no esconderse y creo profundamente en ser claro y leal. Eso no significa decir todo lo que te pase por la cabeza, no es soltar todas las barbaridades que te vengan en gana y desde luego, no es ser grosero ni maleducado. Que el problema fundamental hoy en día es que a la gente le falta un poquito de mucha educación. Dicho esto, bien sabido es que creo que precisamente si hay una amistad y una confianza, cuando alguien te pide consejo debes ser sincero y decirle la verdad. Pero hay formas y FORMAS. Puedes decirle a alguien que crees que se está equivocando suavemente, puedes tratar de hacerle reflexionar y puedes mostrar tu desacuerdo siempre que dejes claro que tendrá tu apoyo y tu comprensión. Querer a alguien es apoyarle aunque no estés de acuerdo con lo que hace y estar a su lado aunque creas que está en un error. No sé si me explico. Lo que no debes hacer es boicotearle, machacarle ni ser innecesariamente hiriente. Y lo que desde luego no está permitido es volcar tus frustraciones, tus miedos y tu mierda en ella. Eso no mola nada. Porque además te arriesgas a que la otra persona tenga tan poco tacto como tú y te diga tres frescas, que te las estas ganando.
Y aquí viene el asunto de lo miserable que es la gente a veces. Yo tengo un montón de defectos, pero me alegro siempre del éxito ajeno. Y más si son mis amigos, gente a la que se supone que quiero. Me alegro de cuando les va bien, de sus logros laborales, de sus triunfos en lo personal, de sus proyectos que salen estupendamente y de sus reconocimientos. Me alegro en su felicidad, me apeno en sus tristezas. Y estúpidamente, suelo esperar que hagan lo mismo conmigo. Y la mayoría lo hacen, ojo. Mis amigos son los mejores. Por eso son mis amigos. Pero de vez en cuando viene alguien de quien esperas algo más. Y me llevo la torta.
El otro día le conté a una amiga algo que me tiene ilusionada. Aún no es más que el pequeño inicio de un proyecto, pero me gusta cómo va. Se lo conté esperando un buen deseo, un “espero que salga bien”, una alegría. No sé, esperando cualquier cosa que yo haría. Pero no. Me di de morros con una frase fea y con un montón de mierda que no me corresponde por encima. Porque esta tía, que no está en situación de criticar a nadie porque si ahora mismo hay alguien tomando decisiones estúpidas y haciéndolo todo mal es ella, volcó sobre mí todas las cosas que ven de puto culo en su vida. Me dieron ganas de cantarle las cuarenta, de decirle que cuando ordene toda su porquería venga y me diga algo, pero que mientras, se esté calladita que está más guapa. Me dieron ganas de decirle que yo la estoy tratando de apoyar y de comprender a pesar de que no da una a derechas. Me dieron ganas de decirle que creo que es imbécil y se está dejando embaucar por quien no debe, pero que lo único que hago es tratar de ayudar, de aconsejar y de tragarme lo que realmente pienso por no hundirla en la misera. Sin embargo decidí pasar. Si estás tan jodida que una buena noticia te revuelve y te hace echar por la boca un montón de basura, no mereces que te diga nada más y yo no pienso ponerme a tu altura. Es mejor que te quedes en tu propia mierda y te la comas a cucharadas.


Además, para desahogarme, ya tengo el blog. Hala.  

viernes, 2 de octubre de 2015

Días que cunden

¿Sabéis esa gente odiosa que dice que le gusta madrugar, se levanta activa y llena de energía y dice que así puede provechar el día? Yo no soy de esas. A mí me gusta dormir hasta tarde y no siento, ni remotamente, que esté perdiendo el tiempo. Oiga, estoy durmiendo, no estoy desperdiciando la vida. Que es algo bien sano y bien agradable el dormir a pierna suelta después de desayunar. Ron lo sabe, por eso me obliga a levantarme a las 7 o las 8, según le dé el aire. Y luego nos echamos un sueñito hasta las 9 o las 10. O las 12 si es fin de semana. No me da vergüenza ninguna admitirlo.
Pero hoy se me ha jodido el plan. Anoche no pegué ojo porque entre la regla, el dolor de cabeza que arrastro de toda la semana y alteraciones varias, apenas dormí. Luego me he levantado con Ron a las 7:30 y a las 9 estaba en el centro cultural de mi barrio a ver si pillaba una plaza para pilates. Y sí, la conseguí después de cuatro horas de tortura china esperando rodeada de abuelas con ganas de cháchara. Pensé que moría allí echa un gurruño sentada en la escalera.
Por la tarde me he ido a mi primera clase de inglés. Porque sí, he decidido desempolvar mi ajada lengua de Shakespeare y me he apuntado a una academia que da clases de conversación y de preparación a exámenes oficiales. A mí, la verdad sea dicha, no me gusta nada el inglés. Yo diría que soy más de francés, pero luego vaís al chiste fácil, así que me lo ahorro. El caso es que la clase mola, es muy dinámica, el profe (nativo) es muy simpático y sé que es útil. Pero jo, qué perezaca más grande las preposiciones y los pasados y los have y los do y blablablá. Coñazo, oiga. Y no sé hasta qué punto estas clases pueden conducirme a frungir con un Irlandés pelirrojo que se llame Owen. O un escocés pelirrojo que se llame McAlgo. O un pelirrojo cualquiera. Si por mucho inglés que hable no tengo pasta para irme a la caza del vikingo cachondo. Bah.
Luego me he venido para casa, he quedado un rato con mi amiga Pa que se ha metido en una empresa de esas de productos dietéticos para adelgazar y que es más una secta que una empresa. Qué comida de tarro, por favor. Qué coñazo de grupos de control, de proteínas, nutrientes, viajes de empresa, presentaciones, técnicas de venta y cuotas a alcanzar. Y yo qué sé, seré una descreída dormilona, aficionada al pilates y a los pelirrojos, pero a mí estos negocios que te ofrecen un supuesto dineral a cambio de invertir tú dos dinerales, me huelen a chungo pescao. Y dejar un trabajo fijo, con un sueldo fijo para vender polvos que huelen a diablos y que te rebajan los michelines me huele a chungo pescao de hace un mes. En fin, ella sabrá. Cada uno gestionamos nuestros errores como mejor sabemos. Bastante tengo yo con lo mío para solucionarle la vida a los demás.

Y bueno, esto es todo por hoy, que para lo vaga que soy ya me ha cundido el día más de la cuenta. Que tengo la cabeza como un bombo de historias de abuelas, de terceras personas del plural y de proteínas y nutrientes. Y no veo ningún pelirrojo dispuesto a llevarme a la cama en brazos. Así que me retiraré yo sola con mi amorcillo peludo que en unas horas tenemos que desayunar para volvernos a dormir un poquito más.