lunes, 30 de enero de 2012

Naar O´Hara

Entre las muchas cosas que he heredado y aprendido de mi padre, que es un ser excepcional, es a amar “Lo que el viento se llevó”. La he visto tantas veces, que me la sé casi de memoria. Pero aún así, todos los años me empeño en verla de nuevo. Mi día preferido para ello es el de año nuevo. ¿Por qué? Pues sencillo: es una peli que requiere tiempo, porque es muy larga. Y el día 1 de enero es un poco rollo. En mayor o menor medida todos estamos resacosos, cansados, hace frío y no hay mucho que hacer. Así que en cuanto termino de comer, me enchufo la peli y ya tengo entretenimiento hasta la hora de la cena. Por supuesto, este año lo hice. Pero no conforme con esto, el día que tuve que ir a ver a mi abuela paterna, decidí cogerme una versión antigua del libro que era de mi padre, pero estaba en su casa. Ni pregunté. Cogí el libro, como compensación a sus agravios y porque es de mi padre. Era, qué diablos, ahora es mío.
Y estoy fascinada. Mira que leo. Y que me debo absorber y emocionar por casi todas las historias, pero esta tiene mucho de especial para mí.
Los personajes son fabulosos todos. Están bien dibujados y definidos. Tienen sus virtudes, sus defectos, sus problemas, sus sentimientos. Son casi tangibles. Y la historia está bien elaborada y es capaz de tenerte enganchado de principio a fin. Es una perfecta narración de cómo un mundo bien estructurado, aunque profundamente imperfecto, se viene abajo, dejando a sus habitantes confusos y desorientados.
Pero hay más. Yo me siento muy Escarlata O´Hara. No soy tan ambiciosa, ni tan avara, ni tan obsesionada con la riqueza. Pero también soy alguien demasiado dura, demasiado valiente, demasiado deslenguada cuando me dejo llevar. Demasiado decidida y obstinada para obedecer ni una sola orden. Una mujer demasiado fuerte para el mundo que le ha tocado vivir y que por eso tiene que cargar sobre sus espaldas con más peso que el resto de la gente que la rodea, porque todos delegan en ella. Una mujer dispuesta a romper con todo lo que le han dicho que es apropiado. Una mujer, con demasiado que hacer siempre como para parase a pensar en sentimentalismos. Dispuesta a relegar casi todos sus pensamientos a mañana, sí, ya lo pensaré mañana. Porque mañana será otro día.
Y, admitámoslo, yo también estoy estúpidamente enamorada de un cobarde y pusilánime Ashley Wilkes de cabellos dorados, que me ama y me admira por ser más fuerte, más valiente, más inteligente y más decidida que él, pero totalmente incapaz de dar un solo paso para estar a mi lado. Porque se muere de miedo. Porque prefiere vivir una vida insulsa al lado de alguien que no le levante la voz, que no viva la vida con esa irresistible pasión que él admira y teme a la vez. Sólo que la novia de mi Ashley no es ni la décima parte de lo que es Melania Hamilton, claro.
Sólo espero, que el día que aparezca mi Rhett Butler le sepa reconocer y cuidar y no echarlo todo a perder como ella. Aunque lo dudo. Me afano demasiado en estropearlo todo.   
El caso es que me he leído el libro casi del tirón. Emocionada, pasando páginas hasta la madrugada. Tratando, una vez más, de sacar lo bueno y aprender de los errores. Aunque sean de personajes ficticios.

Y esto viene a cuento, a parte de que me da la gana de contarlo, porque el otro día tuve una conversación de esas que dejan huella. Con la persona que me contó lo del corazón de barro, que lo está pasando mal. Vino a mi casa y mientras sorbía una infusión me miró a los ojos y me dijo:

-         Tú nunca tienes miedo.

Y yo, ante semejante aseveración, no pude mentir:

-         Sí, si lo tengo. Pero hago como que no. – porque ahora no puedo pensarlo. Ya lo pensaré cuando tenga fuerzas para ello.

Al cabo del rato, de mucho desahogarnos mutuamente, de mucho hablar y de mucho filosofar, me abrazó. Se refugió extrañamente entre mis brazos, buscando consuelo. Y era un poco raro, porque esa persona es mucho más grande que yo, mucho más fuerte. Pero aún así, yo acogí ese ovillo desconsolado que tiritaba entre mis brazos y le acaricié el pelo, le besé la frente y le aseguré que todo saldría bien. Le acuné contra mi pecho hasta que se calmó, tratando de transmitirle la paz que a mí me gustaría que alguien me infundiese de vez en cuando.
Al final, me miró fijamente a los ojos y me dijo:

-         ¿De dónde sacan estos ojos verdes tanta fuerza?

Y yo, suspiré y le dije:

-         De la tierra roja de Tara.

Y con eso, le hice sonreír.

miércoles, 25 de enero de 2012

el lobo bueno y el lobo malo

Escribí esto hace ya un par de semanas. Pero le he estado dando vueltas a publicarlo o no, porque utilizo palabras más duras de las que suelo usar hacia ninguna persona. Pero tras ciertas actitudes, me siento con el derecho a hacerlo. Así que, hala, lo publico.

Hay una leyenda india (de los indios norteamericanos, los de las plumas en la cabeza, las flechas y las pelis del oeste) que dice que todos tenemos en nuestro interior un lobo bueno y uno malo. Ante las circunstancias de la vida, los lobos pelean entre ellos y el que gana, decide lo que haremos, si el bien o el mal. Según la persona va creciendo, alimenta a sus lobos interiores. Y elige alimentar a uno o a otro. De ese modo, al que más alimenta se va haciendo más fuerte y por lo tanto, gana más batallas. En nuestra mano está alimentar al lobo bueno o al malo.
Me encanta esta fábula porque no creo en las historias de buenos y malos radicales, pienso que todos somos un poco de las dos cosas y depende de nosotros qué parte sale a la luz, hacia qué lado se inclina la balanza. Se supone que todos deberíamos tener la inercia de tratar de ser mejores, de alimentar al lobo bueno. Pero asombrosamente hay gente que alimentó tanto al malo que el bueno se murió de hambre. Y ahora apenas hay batallas en su interior dado que el lobo malo es el único, es el que decide, el que manda, el que domina. El lado oscuro, del que es imposible volver.
De primera mano conozco un caso así. Uno de alguien cuya maldad traspasa límites. Alguien que ha ido aplastando sus cosas buenas (que las tenía) hasta reducirlas a cero. Dejando que la mala hierba y los espinos crezcan y ahoguen las flores. Ahora sólo queda en su interior una nube oscura que hace honor al mote que tenían las mujeres de su familia en su pueblo natal: las nubladas. Su aura es negra, siniestra y peligrosa.   
Y esa persona es mi abuela paterna. Antes me dolía decir, o pensar siquiera, estas cosas de ella. Pero ya estoy cansada de sus ataques, de sus palabras, de las heridas que me causa sin el más mínimo miramiento. A plena conciencia, sonriendo mientras me lastima, alimentándose del dolor que causa. Ya ha colmado mis límites. Y mira que se tarda en llegar a este punto. Pero son 28 años los que tengo y los que llevo soportándola. Aguantando sus malos modos, sus humillaciones, sus críticas y sus embestidas. Contra mí y contra todo lo que quiero. Contra mi madre, mi otra abuela y mi familia materna en general. Contra mis amigos, mi gente, mis chicos. Incluso contra mi pobre padre, su propio hijo. Y es que no se cansa esta mujer de hacer daño. Es de lo que vive, como un parásito. Y la última gota que ha colmado mi vaso de paciencia no tiene nombre. Pero el caso es que ya he dicho basta. Esa mujer ya no forma parte de mi vida. Y se acabó. Hombre ya.
Y como aún es principio de año y hay que ser positivo y  el mal sólo se combate con el bien… voy a dar las gracias a mi abuela paterna. Por haber heredado de ella un pelo precioso, el don de escribir y de narrar, la independencia, el valor, la capacidad de hacer las cosas sola. Por todo lo bueno que ella tenía y que los genes me trasmitieron. Y doy las gracias porque tengo sus cosas buenas y algunas de las malas, pero yo no alimento a mi lobo malo. No le dejo crecer y hacerse fuerte como ella. Yo doy de comer a mi lobo bueno a diario, para que se haga fuerte. Para que el lobo malo gane muy poquitas batallas y con el tiempo no gane ninguna.

lunes, 23 de enero de 2012

cambio de cama... por cuestión de tamaño!

Hoy voy a presumir. De gatito guapo, guapo, guapo.

La verdad es también que tiene gracia el asunto. Ron tenía una camita que le compré cuando llegó a mi vida. Entonces era un gatito pequeño, de enormes ojos y orejas desproporcionadas. Y claro, con una camita pequeña tenía de sobra. Luego creció. Y creció, y creció... hasta que la camita quedó un poco ridícula. He aquí el documento gráfico al respecto, que demuestra que si el gato es mucho más grande que la cama, la comodidad se ve bastante afectada. A pesar de ello, él se empeñaba en pasar algunos ratos en ella. Básicamente cuando yo no puedo cogerle en brazos.




Al final me dio pena de verle de estas maneras y quería haberle traído su camita nueva por reyes. Pero las cosas se complicaron y como a los gatos se la pelan las fechas, pues la cama llegó el sábado. Y tan contento, oyes, que parece un marajá. ¡¡Menuda diferencia!!



Por cierto, el hipo rosa no lo he colocado yo. Es que a Ron le gusta dormir con él... y se lo llevó para estrenar la cama nueva. Es tierno, el jodío, eh? Ayyyyy, que se me cae la baba.

miércoles, 18 de enero de 2012

Corazón de barro

Estoy un poco chunga estos días. Mis problemas hormonales y mis ovarios cada vez están más furiosos conmigo y me tratan peor. Así que estoy dolorida, revuelta y tristona. En días calimeros de los míos, vaya.
Anoche hablé con alguien a quien adoro, pero por petición expresa, de momento guardo su identidad. El caso es que me dijo, con cierta mezcla entre resentimiento y consuelo: “al menos, cada vez que te rompen el corazón, duele menos.” Y yo, calimera total, añadí: “hasta el día que sabes que debería habérsete roto, pero apenas sientes nada.”
Hicimos un silencio cómplice de esos que a veces valen más que las palabras. Y esta persona, que posee la inteligencia más audaz que conozco, me dijo: “yo siempre lo imagino de esta forma, a ver qué piensas tú. Es como si el corazón fuese una pieza de barro cocido. Y tú la llevaras en el pecho. La primera vez que alguien te hace daño de esta forma tan peculiar que lo hace el amor, te coge ese corazón de barro, y lo tira al suelo. Se rompe en muchos cachos, y pierde su forma. Pero tú, no puedes hacer otra cosa que coger el pedazo más grande que haya quedado, colocártelo más o menos donde estaba antes… y seguir adelante. La siguiente vez que te lo rompen no es tan traumático, porque sabes lo que es. Así que de nuevo, cuando cae al suelo, te limitas a recoger el pedazo más grande que ha quedado y volver a ponerlo en tu pecho. Así una vez tras otra, cada vez con un pedazo de barro más pequeño y más amorfo en lugar de corazón. Hasta el día en que el trozo que te queda es tan pequeño, que aunque se caiga mil veces más, apenas se descascarilla y se le cae un poco de polvo.”
Me quedé pensando, cómo alguien tan puramente científico era capaz de hacer imágenes tan poéticas, tan preciosas y bien descritas. No sé si será mi parte calimera o qué, pero en el momento me pareció una definición bastante exacta. Cada vez que lo he pasado mal por temas sentimentales, me ha dolido menos que la anterior… pero más que la siguiente. Hasta el punto de ahora, que ni siento ni padezco. Que me da igual todo. Que sea lo que sea, apenas me altera el pulso. Y por un lado me alegra, porque evitarse dolor siempre es bueno y yo he acabado hasta las narices de sufrir. Pero por otro me da pena, porque echo de menos que los sentimientos me den cierto calorcillo en mi pecho de hojalata.  
En fin, mientras sigo en modo drama y compadeciéndome de mí misma, no recomiendo que nadie me tome demasiado en serio.
Por eso ayer, a pesar de decir todo el rollo de que apenas nos queda un burruño informe de barro en el pecho, esta persona me dijo al despedirse: “no te preocupes por nada, todo al final saldrá bien. Y yo te quiero mucho. Aunque algún día sólo me queden unos granitos de barro en lugar de corazón, los usaré para quererte.” Y juro que no mentía cuando, con mi media cáscara de huevo en la cabeza, mi hatillo al hombro y lagrimillas brillando en mis ojos de pollo, le dije: “y yo a ti también te quiero. Creo, que eres de las pocas personas a las que aún quiero de verdad y querré por muchas veces que el corazón se me rompa, por mucho que deje sentir... para ti siempre habrá hueco.”
Total, que ya se me pasará. Algún día, aunque sea tras la menopausia, las hormonas dejarán de controlar mi vida y podré comportarme como una persona normal. O no, pero entonces ya seré vieja y no importará que esté chiflada.

martes, 17 de enero de 2012

manual para orientarse con los personajes de mi vida

En la vida todo es cíclico. Todo va y viene, como un péndulo. Hace poco leí (no sé dónde, por eso no enlazo) que el mundo blog estaba tocado de muerte. Que ya la gente reduce sus pensamientos a los pocos caracteres de twiter y que hay montones de blog por ahí abandonados o que actualizan cada varios meses. Y en parte me dio penita, porque es cierto. Mucha de la gente con la que yo empecé mi camino blogger, hace años, con mi sitio anterior ya no escribe. Ha cerrado el blog, lo ha abandonado o lo actualiza cada mil años. Yo misma a veces he pensado que como siguiera así la cosa, terminaría escribiendo para mí sola, sin recibir comentarios, ni visitas y me moriría del asco, como antiguamente cuando escribía en el ordenador y lo guardaba en carpetas que nunca vieron la luz. O antes incluso, cuando escribía cuadernos y más cuadernos a mano. Que por cierto aún están por ahí. Los dejaré en mi  testamento para quien le puedan interesar.
Sin embargo, de unas semanas a esta parte, el blog ha experimentado un resurgimiento tipo ave fénix. Han caído casi diez seguidores de golpe, comentadores y escritores a su vez. Por varios caminos he encontrado montones de blog súper activos y que me encantan. Y me he puesto contenta. Así de boba soy yo, que me pongo triste y contenta por chorradas.
El caso es que como yo llevo muchos años contando mis rollos y como hay gente que lleva conmigo desde el principio, parto de la base de que todo el mundo me conoce y conoce mi mundo. Y no es así, obviamente. Es que me dan venas egocéntricas a veces. Pero tiene fácil solución. Voy a hacer un pequeño manual de la gente de la que hablo más asiduamente para que los nuevos visitantes se orienten con facilidad.

RON: es mi gato. El gran amor de mi vida. Un precioso gatito atigrado que mi ex encontró en la calle, cuyo papá o mamá eran gatos monteses. Así que es enorme, muy fuerte y muy guapo. Y buenísimo. Jamás ha bufado, ni arañado ni nada. Todo él es un derroche de amor.

ANITA: recurrir aquí y aquí, aunque la he nombrado muchas más veces, claro. Es una de mis mejores amigas. La conocí hace años en un trabajo y lo nuestro fue feeling desde el principio. Así que puede que terminemos siendo un par de locas solteronas en el futuro. Mientras, hablamos, reímos, lo pasamos bien y es una excelente cocinera. Las últimas pastas que me trajo el sábado están... estaban (porque ya no quedan, me las he zampado todas) estupendas.

PA: también se puede recurrir aquí para saber más y mejor. En resumen, es más que una amiga, es parte de mi familia y de mi vida. Es mi niña, mi hermana, mi apoyo, mi enfermera. Vivió un año en Valencia con su exnovio y yo la echaba de menos tanto que me dio el siroco y me fui a vivir con el desequilibrado. Luego volvió a Madrid. Y aunque lamento que el plan no le saliera tan bien como esperaba, no puedo evitar alegrarme de tenerla cerca.


Debería hacer un auténtico manual para ubicarse con mis exnovios. Yo la primera, que me pierdo si me pongo a recordarlos. Y es que durante media vida he ido enlazando relaciones. Pero bueno, contaremos los recurrentes.

DESEQUILIBRADO: mi último ex. Lo dejé con él días antes de abrir este blog. Y aunque le nombro relativamente a menudo, no le he dedicado post en exclusiva. Ni siquiera tiene una etiqueta con su nombre. De todos modos, se puede recurrir aquí para saber más de nuestra historia. Resumiendo, desperdicié pasé con él cuatro años, dos de ellos viviendo juntos. Y siempre tuve dudas, altibajos, crisis y problemas. Lo que no sé es por qué puñetas tardé tanto tiempo en darme cuenta de lo sumamente infeliz que me hacía. Conclusión: dejarlo con él es lo mejor que me ha pasado en muchos, muchos años.

ROSS: bueno, tiene etiqueta propia con los post en los que he hablado de él. Y un día tengo que armarme de valor y escribir nuestra historia. Pero de momento, resumo: éramos compañeros de colegio, nos reencontramos años después (con unos 20), me enamoré como loca, viví con él los mejores años de mi vida… hasta que me dio un jari y lo dejamos. No ha pasado día en el que no me haya arrepentido. Pero bueno, cosas que pasan. El año pasado en navidades tuvimos un acercamiento y creí que volvería a mi vida, pero no. Todo salió mal, tirando a fatal. Y harta de dolor, le eché de mi vida. Desde entonces me empeño en convencerme a mí misma de que es mejor así y de que no volverá nunca, aunque las tripas a veces se me encojan y me digan lo contrario.  

A: a ver, que recuerde ahora he hablado de él aquí, aquí y… aquí. Sí... Más o menos. Pero repaso rápido: éramos amigos de la época del Ross, aflojamos lazos, el año pasado nos volvimos a encontrar, nos hicimos súper íntimos, tratamos de tener algo más, fue un desastre y desde entonces somos los mejores amigos del mundo, pero sólo amigos. Nos los contamos todo, nos vemos muy a menudo y nos ayudamos y apoyamos todo lo que podemos. .

Y estos son los personajes principales de esta telenovela que a veces parece mi vida. espero que sirva para orientar a los que andan perdidos.

domingo, 15 de enero de 2012

mi zen y el tipo que intenta jodérmelo

He perdido mi capacidad de enfadarme. Yo, que era conocida por mis accesos de furia, ahora soy un remanso de paz.
He llegado a la sabia conclusión de que los hombres no me hacen bien. Me irritan, como un urticante interno. Como si masticara ortigas o algo semejante. Y son ellos, porque me he pasado media vida con novio y cabreada, pero desde que vivo sola, apenas me enfado por nada. Todo me da igual. Pero muy iguaaaaaaaal. Así, como si me hubiera fumado un porro. Y no lo hago, que conste. 
El Ross, que puede que haya sido el hombre que más me ha llegado a conocer, siempre me decía que yo tenía días en los que necesitaba discutir. Y eso que con él discutía muy poco. Entre otras cosas, porque hacen falta dos y él pasaba de mis enfados. Así que básicamente yo entraba en trance iracundo y él me ignoraba con eterna calma.
Con el desequilibrado sí discutía. Y mucho. Cuando pasaba una semana sin discutir, me temblaban las piernas porque la guerra estaba por estallar. Como un caldo de cultivo, ahí, recociéndose. Y éramos de los que gritábamos, dábamos portazos y tal. Un show.
Y con mis otros novios, también he discutido en mayor o menor medida. Más bien en mayor, pero bueno.
Y antes de tener novios, discutía con mis compañeros cabrones de colegio, con mis amigos, con mis padres o familiares. O con el perro. El caso era montar gresca. Y me encendía por cualquier cosa. Todo hacía que me saliera humo por las orejas y echara arena para atrás como los mihuras.
Pero se ve que ya he discutido todo lo discutible con el mundo y me he cansado. O he agotado mi capacidad discutidora. O algo.
El caso es que ahora es dificilísimo hacerme enfadar de verdad. Vivo en un extraño estado de zen. Y aún en el caso de que alguien se esfuerce mucho en sacarme de mis casillas, suelto un bufido y vuelvo a mi estado de paz. El acceso de furia no me dura horas o días como antes. Y es una maravilla. Mi colon irritable lo agradece, desde luego.
Sin embargo, hay un señor de mi barrio que el universo ha enviado con el único fin de hacerme enfadar. Y como siga así, lo va a terminar consiguiendo. Y me voy a cagar en la puta como me saque de mi estado zen. Hombre ya.
El caso es que hace unos meses fui al médico con mi madre, no recuerdo para qué. Había un hueco para aparcar en la acera de enfrente del ambulatorio, donde hay un bar. En la puerta había un tipo gordo, sesentón, con bigote enorme tipo morsa. Yo me pongo a aparcar, ignorando sus instrucciones. Odio que me indiquen cuando aparco. Pero vamos, que dejo mi coche y cuando salgo, el tipo me dice:

-         Oye, niña, - empezamos bien con lo de “niña”.-  echa el coche más para atrás que lo has dejado muy pegado al de delante.

Yo miro, pero el coche está bien. Está perfecto, a la misma distancia del de delante que del de detrás, porque otra cosa no, pero aparco que te cagas. Así que le digo que no, que el coche está bien. El tío rebuzna y me insiste.

-         Que no, hombre, que no, que te montes ahora mismo y lo eches más para atrás.
-         Que no, que el coche está bien.
-         ¡¡Que no!! que hagas lo que te digo.

Aquí empiezo a entrar en crisis. A mí no me da órdenes nadie. Y menos un hombre un desconocido. Así que le contesto:

-         Que no me da la gana. Y que no tengo porqué obedecerle, coño. El coche se queda como está.

Y me fui con mi madre al ambulatorio mientras el tío seguía gruñendo.
Cuando salimos, el coche de delante, que deduzco que era suyo, estaba totalmente pegado al mío. Pero tocándolo. Y el menda en la puerta, así con media sonrisa maligna. Yo que lo veo, me río y le digo a mi madre en voz bien alta:

-         De verdad que la gente es gilipollas y no sabe en qué gastar en tiempo.

Pero me monto, arranco, meto marcha atrás y en la siguiente maniobra saco el coche, dejando al tío morsa con dos palmos de narices. Punto final del acceso de ira.
Pero, oh, cruel destino, el gordo tocacojones se vuelve a cruzar en mi camino hace pocas semanas. Estaba yo haciendo la compra en el mercamoñas. Llevaba mi carro hasta los topes, por lo que no era fácil manejarlo para alguien con mi escasa fuerza y mis ridículos brazos. Me acerco a las cajas y en esto que aparece mi archienemigo con su cesta. Pensaba dejarle pasar en un arranque de buena convivencia, dado que llevaba muy pocas cosas y yo un carro llenísimo. Pero el tío hace un quiebro que ni el Ronaldo o el Messi y se mete delante de mí en la caja, por las bravas. No puedo evitar que se me escape una sonrisa, pero no digo nada. Sin embargo, el tipo, decidido a discutir y a acabar con mi buen rollo, se da la vuelta y me dice:

-         ¿Qué pasa? Te veo ahí, dudando y me meto en la caja mientras tú te lo piensas.
-         Vaaaaale. – digo sin dejar de sonreír.
-         Hombre, es que no se puede estar ahí, que no sabes para donde vas.
-         Sí sé donde voy, pero no ahora, si no en general en mi vida. Sólo que el carro pesa mucho y cuesta maniobrarlo. Pero vamos, que me la pela.
-         Que no, niña, que no, que estabas ahí, dudando. – repite.
-         Qué sí, que me da igual. – digo mientras empiezo a poner mi compra en la cinta.
-         ¿Cómo has dicho? ¿Qué tengo mucha cara?

Yo, me empiezo a descojonar. Si su finalidad en la vida es mosquearme, lo hace de puta pena, oiga, pruebe a buscar otro objetivo.

-         Nooooooo, he dicho que me daaaaaa iguuuuuaaaaaal. – trato de vocalizar muuuuuchooooo. Por si acaso somos lentos mentalmente.
-         No, has dicho que tengo cara.
-         Pues vale.
-         Hombre, es que ya es el colmo, ¡que tengo cara, dice! – y eleva el tono, para que le escuche un público inexistente.

Y a todo esto, sin poner sus cosas en la cinta para que la cajera las pase y se las cobre. Yo, harta ya, no puedo por menos que decirle, con toda mi calma, mi zen y mi sonrisa:

-         Ay, por favor, qué pesado es usted.
-         ¡¡Encima me dice pesado!!
-         Ay, Señor bendito. – respiro hondo. -  Ponga usted sus cosas para que se las cobren de una vez. ¿No tenía prisa? ¡Pues venga! Pague y váyase.
-         Hombre, es que me has dicho que tenía cara y ahora que soy pesado.
-         Jodeeeeeer. Y sí es pesado usted, sí. Vamos, hombre, que está la chica esperando para cobrarle.
-         Pero es que…
-         ¿No tiene usted mujer o nietos o alguien a quien dar la brasa y dejarme a mí en paz? Que si no los tiene, yo lo entiendo, ¿eh?


El tío se dio por vencido al ver que la cajera no podía aguantarse la risa y que yo no me alteraba ni un pelo. Así que sin dejar de refunfuñar, pagó y se fue. El muy cansino.
Pero yo sin enfurecerme como habría sido normal en otro momento. Yo tan calmada que ni me lo creía. Definitivamente, estoy en un periodo maravilloso. Me encanta esto de estar soltera. Los hombres no me hacen ningún bien, me hacen perder mi zen.

jueves, 12 de enero de 2012

Bragas públicas

Debo tener las bragas más públicas del mundo. Y no porque vengan muchos tíos a meterse en ellas. Que ya quisiera. No. Es mucho más ridículo aún.
Hace tiempo, hablando con vecinodelprimero me dijo que a ver si pasaba por su casa, que tenía unas cuantas cosas que había recogido del patio. Como soy tan torpe tendiendo, ya cada vez que se cae algo, todo el mundo deduce que es mío. Pero le dije que últimamente no se me había caído nada. Por si acaso le pregunté qué era. Y me dijo que unos calcetines de bebé, unos baberos y unas bragas. Le dije que obviamente, las dos primeras cosas no eran mías. Y que bragas, no recordaba que se me hubieran caído ningunas, pero que aún así… podría ser. El chaval, con toda naturalidad me dijo, “son así, normales, de color carne” y yo, que no mido mis palabras, le dije “ah, entonces no son mías. Yo sólo tengo unas de ese color y están totalmente controladas.” El chaval se echó a reír y me dijo que igual eran de vecinadelsegundo.
Hasta aquí, relativamente normal. Dentro del absurdo que es hablar de tus bragas con un vecino que te tira los tejos.
Pero en los últimos días, la situación ha empeorado bastante.
Primero, me encontré con vecinodelsegundo en el portal. Llegábamos los dos a la vez y de pronto, veo que hay algo en la barandilla de la escalera. Lo coge y me dice que lo ha dejado él, que se había caído a su cuerda.

-         Debe ser tuyo. – me dice.

Y vale, que sí, que soy torpe tendiendo y ya lo sabe todo el mundo, pero no era mío. Era una especie de bayeta azul que no había visto en mi vida. Así que le digo que no, que no es mío. Pero al ir a dejarlo de nuevo en la escalera, se le caen unas bragas que iban enrolladas dentro del trapo.

-         Huy, eso sí es mío. – digo.
-         ¿Esto? – dice enseñándome de nuevo la bayeta.
-         No, eso no. Las bragas.
-         ¿Y esto? – repite.
-         Que no, que el trapo no es mío, sólo las bragas.

El pobre hombre, un poco azorado, me las da, pero voy cargada de bolsas y no sé donde meterlas, así que las cojo y me las quedo en la mano. No voy a meterlas en la bolsa de la fruta, obviamente.
Vecinodelsegundo entra en el ascensor conmigo y dice, así, como todo avergonzado:

-         No, si a todos se nos cae ropa… jejeje. Yo tengo que pasar por casa de vecinodelprimero para que me de unas cuantas cosas.

Tengo la tentación de preguntarle si su mujer tiene bragas de color carne, porque puede que sean suyas las que me dijo el chico. Pero como me parece un poco grosero, se me ocurre arreglarlo diciendo:

-         Sí, claro, yo también. Seguro que también hay bragas mías en casa de vecinodelprimero.

Según lo digo, me doy cuenta de lo mal que suena. Como si yo me fuera dejando bragas por medio mundo.  El pobre hombre me mira de medio lado, colorado. Como si no se atreviera a mirarme de frente. Claro. Sólo soy una loca que va dejando bragas esparcidas por la comunidad. Para desviar la atención de las bragas negras que llevo en la mano y que el pobre hombre mira de soslayo, le pregunto por la obra que acaban de empezar. Los muy cabrones, desde las ocho de la mañana pegando mamporros. Me dice que bien y llegamos a su piso.
Poco después llego yo al mío, con mis bragas en la mano. Suspiro. Vale, da igual, son unas bragas, no pasa nada. Si enseñé unas en el blog, ya qué más da todo. Así que dejo mis bolsas y me pongo a tender la lavadora que había dejado programada por la mañana. Y todo va bien hasta que las últimas bragas se caen y se quedan enredadas en las cuerdas de chicodelprimero. Maldita sea mi suerte. Otra vez a hablar de bragas con un vecino. Qué tema más recurrente, joder. Y qué bragas más paseadas. Para colmo, las que se han caído esta vez sí son las de color carne.

miércoles, 11 de enero de 2012

Test sobre mí...

Últimamente escribo mogollón. No doy a basto a publicar y temo que no deis a basto a leer y que terminéis agobiados de mis movidas. Pero este es mi blog y me lo follo cuando quiero. O algo. Que aquí es donde vuelco mis piradas de pinza. Así que pongo un meme tipo test que me ha divertido mucho hacer. Espero que os animéis a hacerlo.

Nombre: Eh… los que ya lo sabéis tenéis orden de guardar silencio. Los que no… pues conformaros con Naar, hombre ya. Sólo una pista, mi nombre real tiene la misma inicial que mi apodo. Así que como mucho, lo dejamos en N. 
De dónde eres: De Madrid.
Acontecimiento histórico: ¿en general o que haya vivido yo? Uf, qué confuso. Diré el atentado del 11-S. Lo vi en directo y supe que estaba cambiando el mundo.
Actor: Os remito aquí. Cualquiera de estos me vale. Y muchos más… pero actuales no sé. Como actor, actorazo, Edward Norton. Como guapo, hay muchos.
Actriz: Meryl Streep.
Addidas, Nike o Reebook: No uso marcas de deporte tan caras.
Estás enamorado/a? ¿Queda muy cursi decir que de la vida? Si no, de mi gato. Pero de hombres no. Y ni puñeteras ganas, oiga.
Alguna vez has nadado desnudo/a? Ehhhh… ¿en la bañera cuenta? Es que soy poco de nadar, soy más de secano. Pero aún así, creo que sí.
Andar, volar o navegar? Pues yo ando, pero como dice una canción de Extremoduro que me encanta “no necesito alas para volar, prefiero LSD”. Y de navegar nada.
Bebida alcohólica: No bebo alcohol. De ningún tipo.
Bebida no alcohólica: preferentemente, agua mineral. Si no, aquarius de limón o nestea. Y todo tipo de infusiones.
Canción: muchas. Muchísimas. Una de ellas, de las fundamentales, “Golfa”, de Extremo también. Y “I want to break free” de Queen. Imprescindibles ambas.
Cantante o grupo: es que soy más de canciones sueltas. Pero la voz de Freddie Mercury siempre me ha fascinado.
Chocolate o vainilla: Chocolate.
Color: rojo.
Comida: Pan con tomate y jamón serrano.
Condimento para la ensalada: sal y aceite de oliva del güeno.
Cuadro: casi cualquiera impresionista.
Coche favorito: el mío.
Define tu vivienda: MÍA.
Deporte para mirar: Rugby. Esos hombres fornidos haciendo el bruto… brrrr. Me encanta. Y esa haka de los All Blacks… mmmmmmm...
Deporte para practicar: Sofá, manta y peli. ¿cómo?¿que no es un deporte? Ah, pues ninguno.
Duermes con peluches? Ya no. Ahora duermo abrazada a un cojín y con Ron.
Animal que odias: arañas. Pero no se lo digáis, que vienen y me comen.
El vaso medio lleno o medio vacío? medio lleno. Por poco que tenga, siempre es algo. Y si no tiene nada, ¿de qué te quejas? ¡¡Tienes un vaso!!
Flor: Lilas.
Fruta: me gustan casi todas, menos el kiwi, que me da alergia. Las paraguayas y los melocotones me vuelven loca. Y las picotas. Mmmmmm, frutaaaa…
Has ligado por internet? De quedar y eso, no. Me da mal rollo.
Helado: me encanta, pero no lo puedo comer por la mierda de la lactosa. Aunque mi preferido es el de menta y chocolate de Palazzo.
Lápiz, pluma o bolígrafo: por tal de escribir, lo que sea. Suelo usar bolis. De bic o pilot, corrientes y vulgares.
Lo que admiras de los demás: inteligencia y lealtad.
Lo que odias de los demás: la idiotez, la mentira, la falsedad, el interés. La gente que le gusta aparentar. Los que viven del físico sin una sola neurona.
Lugar de nacimiento: Madrid.
Tienes mascota? El amor de mi vida, mi gatito Ron.
Materia del cole más odiada: la gimnasia. Y la física. Ironías del destino, mi Ross. A. y mis amigos son casi todos físicos.
Materia del cole preferida: literatura.
Mejor lugar para relajarte: la terraza de mi casa. Mi sur.
Mejor sentimiento de la persona: generosidad.
Momento más humillante: uf, muchos. Soy un poco propensa a hacer el memo. Pero me la pela. Y además cuento muchos de ellos, pero lo pensaré y contaré alguno más. 
Montaña rusa, ¿te gusta o te asusta? Me gusta, pero sin abusar tampoco.
Palabras favoritas:  todas, si están bien ordenadas. Perfume favorito: me gustan mucho las colonias e irlas variando. Me gustan las que huelen a limón, a flores, a frutas. Odio las que huelen a hierba, a vainilla o a coco.
Personaje de ficción: Rhett Butler, entre otros.
Personaje histórico muerto: Jesucristo. Ghandi. La Madre Teresa. Gente que haciendo el bien ha sido capaz de mover el mundo. Personaje histórico vivo: uf, no sé. No me gusta mucho la historia actual. Y creo que muchos grandes héroes pasan desapercibidos. Lo mismo te los cruzas a diario en la calle y ni lo sabes.
Pintor: casi cualquier impresionista.
Planeta: Vivo en la tierra, pero a veces me voy a la luna. Y otras tengo la sensación de ser marciana.
Poeta: ¿Uno? ¿Sólo uno? Imposible. Bécquer, por amor adolescente. Quevedo, por afinidad especial. Walt Withman. Machado. Miguel Hernandez… ay. ¡Todos!
Programa de televisión: la tele es caca. Series y pelis sí.
Programa de radio: Cinco lunas por la noche. Y por el día, cualquiera de música. Rock and gol, Europa fm...
Que buscas en el sexo opuesto?    Un pene, dado que si no, no es el sexo opuesto. Y a parte, inteligencia, lealtad, sinceridad, amor incondicional, complicidad, diversión… demasiadas cosas para una sola persona.
 Que es lo primero que piensas al despertar: “buenos días, Ron, ya voy a darte de desayunar”, si estoy de buen humor. Si no, pienso: “joder, Ron, duérmete otro rato, anda”
Que hay debajo de tu cama: un canapé de esos en el que guardo mantas, sábanas, toallas y demás ropa de la casa. Y debajo de él, pelusas y cosas que esconde Ron.
Que hay en las paredes de tu habitación: un adorno de hierro forjado que es una especie de bouquet floral con mariposas. Y me mola mazo.
Que piensas de la mesa de la ouija: que a la gente se nos va la olla y hacemos cosas raras. Pero de todos modos, hay cosas con la que es mejor no jugar. Por si acaso.
Lugar de residencia actual: Madrid.
Revista: No me gustan las revistas, pero ojeo el semanal del periódico cuando lo compran mis abuelos o mis padres.
Si pudieras ser una herramienta de jardín, cual serias: ¿de jardín? Esta es la pregunta más rara del mundo. Yo qué sé. ¿Una pala?
Si pudieras tener cualquier trabajo, cual seria: Billonaria. Si no, me gustaría ejercer de lo mío. O de algo, lo que fuera. Francamente, lo que quiero es un trabajo.
De que color tienes el pelo: rubio oscuro.
Que persona te gustaría ser: hay días que me gusta ser yo. Días que me cambiaría por cualquiera. Y para otra vida quiero ser un tío.
Sobrenombres: Naar.
Diestro o zurdo: Diestra para casi todo.
Te ríes de la gente? “De” no. “Con” sí. Mucho. Soy de risa fácil.
Te dan miedo las tormentas? ¡¡No!! Me encantan.
Tu hobbie: escribir, jugar con mi gato, hacer manualidades, “joyas” con piedrecitas de esas del swaroski y tejer bufandas.
Tu horóscopo: Aries.
Tu juego de mesa favorito: streap póker con compañeros de mesa buenorros.
Tu número de la suerte: el 5 y el 9.
Tu ultima locura: No lo sé, pero estoy urdiendo unas cuantas para próximamente.
Un animal:  me gustan todos los animales. Menos las estúpidas arañas. Pero mi amor son los gatos. Y las mariposas me encantan.
Nombre femenino favorito: los de las mujeres a las que quiero.
Nombre masculino favorito: los de los hombres a los que quiero, he querido o querré.
Olor que te gusta: a tormenta, a verano. A flores de jara. A limón con clavo. A nardos. A jazmín. A lilas. El pelo de Ron. La ropa de mi madre.
Un lugar que te guste: cualquiera en el que sea feliz. Mi sur. Mi casa.
Un sabor: chocolate con menta.
Un vicio tuyo: fumar. Y mordisquearme los pellejitos de los dedos.
Una ciudad que te guste: Madrid, porque es la mía. Sevilla, Córdoba. El sur en general. 
Una frase: y dale con una. Muchas. Pero una importante: “esto también pasará”. Y una que me cambió la vida: “take a walk on the wild side”.
Almohada de algodón o plumas? Si es blandita y cómoda, la que sea. Soy adicta a los cojines. Me encanta hacerme un nido con ellos en el sofá.
Una virtud tuya: que no me doy por vencida. Me levanto incansablemente y no me aburro de pelear por lo que creo. Y en caso de duda, recurrir aquí.

lunes, 9 de enero de 2012

Regalos

A veces creo que nos hemos vuelto todos gilipollas. Y en Navidades esa parte gilipollas sale a la luz de un modo descarado. Menos mal que ya han pasado y poco a poco el mundo vuelve a su normalidad.
El otro día estaba haciendo unas compras para Reyes. Y esperando la cola de una tienda, escucho la conversación entre dos marujas que me pone los pelos de punta. Son las típicas con abrigo de pieles y sortijones en ristre. Y una le dice a la otra:

-         Yo es que esto de los regalos lo veo un despilfarro. Regalas cosas a la gente sin saber si le van a gustar. Y te gastas el dinero sin saber lo que ellos se van a gastar en ti.

La otra gorda, rubia oxigenada y pintada como una puerta, asiente y añade:

-         Yo lo digo siempre: sería mejor si el dinero que gastamos en regalar a los demás lo gastáramos en regalarnos a nosotros mismos las cosas que realmente queremos. Así todos tendríamos lo que nos gusta y sin gastar en otra gente. Que a veces uno se gasta un dinero y recibe una porquería de los chinos.

Puede que a efectos puramente prácticos esta tía tuviera razón. Que uno puede coger su presupuesto para regalos y gastárselo en uno mismo.  Así recibe cosas que le gustan sí o sí.  Pero no recibe sonrisas y abrazos. No le dan las gracias. No desenvuelve paquetes con intriga, ni ve la cara de sus seres querido al recibir algo que has estado buscando durante días. Y sí, hay regalos que parecen una venganza. Pero en general merece la pena sólo por la ilusión con la que se hacen o se reciben. Digo yo, vamos.
Y es que esta sociedad es una mierda. Cada vez estamos más solos, más aislados y somos más egoístas. Tenemos chorromil amigos virtuales, pero nadie con quien tomar un café cara a cara. Nuestra agenda del móvil es interminable, pero apenas somos capaces de llamar a unas pocas personas de esa lista. Tenemos mil compromisos sociales en Navidad, pero vamos renegando y sin ganas a todos. Gastamos una pasta en regalos, pero gruñendo y con resquemor por si los demás se gastan menos que nosotros.  Pues qué mierda. Qué pedazo de mierda, oye.
Total, que yo sigo haciendo regalos a mi familia y mis amigos más cercanos con ilusión. Tomo nota mental cuando les oigo decir que quieren o necesitan algo. Busco lo que les pueda gustar e imagino sus caras, su sorpresa o su ilusión. Y recibo los suyos con alegría y agradecimiento. Y no es cosa de cuanto se gasta uno o cuanto vale lo que te han dado.  Porque el contacto humano no tiene precio y curiosamente es de lo que más carecemos en los tiempos que corren.

domingo, 8 de enero de 2012

Confesiones: problemas con la comida

Hace poco leí este post sobre la bulimia. Y me dejó tocada. Porque es un tema que siempre me ha llamado la atención. Y verlo así, contado en primera persona, es fuerte. De paso, he encontrado a una nueva seguidora y comentadora. Cosa que agradezco porque tener un blog me ha dado muchas alegrías, pero la mayor es la gente que encuentro.
Yo también tengo un problemilla con la comida del que no suelo hablar. No es tan grave, ni mucho menos. Ni siquiera creo que sea una enfermedad, pero ahí está y convivo con él cada día. Y me perseguirá hasta el final de mi vida.
Fue hace ya unos cuantos años, una noche como hoy la que mi vida pegó un giro y todo cambió para siempre. Yo tenía 16 tiernos años. Aún no me había llevado palos gordos. Y tenía esa especie de arrogancia que da la adolescencia. Creía que era intocable, invulnerable. Que mi vida era mía y podía hacer con ella lo que me diera la gana, sin contar con nada ni nadie.
Pero aquella noche, cuando volvía a casa después de haber salido con mis amigos y mi primer noviete me empecé a encontrar mal. Después de cenar ya me puse malísima. Vomité y tuve diarrea durante horas. Mis padres llamaron al médico, pero como era jovencita y era día de fiesta, pensaron que estaba borracha y no me hicieron caso. Ya por la mañana, al ver que iba a peor, me llevaron al hospital. Me desmayé en urgencias. Mi padre entró conmigo en brazos desvanecida para que me atendieran. Y yo apenas recuerdo más. Sé  que me pusieron una vía en el brazo para darme suero porque estaba deshidratada. Y que aún tengo la cicatriz. Sé también que creían que era apendicitis, aunque los síntomas no cuadraban del todo. Hubo un cirujano que tuvo a bien preguntar cuando había tenido mi última regla y eso le dio la pista: no era apendicitis, ni una gastroenteritis, como creían. Podía ser un cólico folicular, por quistes de ovario.
Durante meses me hicieron pruebas torturantes, crueles y dolorosas de toda clase. Pero no daban con nada. Y casi toda la comida me sentaba mal. Por eso cogí miedo a comer y me mantenía a duras penas a base de infusiones, tostaditas de pan y jamón de york en cantidades ridículas. Así que adelgazaba más y más. Cada vez me encontraba peor. Caí en un círculo vicioso de no comer, encontrarme mal, no comer, encontrarme peor… hasta que toqué fondo. Llegué a pesar 36 kilos con 1,60 de altura. Y creí que iba a morir. Me sentía muy triste y desgraciada.
Los médicos estaban perdidos. Creían que era un problema de estómago y me mandaron montones de pastillas. Mi doctora de cabecera creyó que era anoréxica y me mandó calmantes y ansiolíticos. Así que iba drogada, escuálida y atolondrada. Pero lo peor es que me daba igual, porque sentía el aliento helado de la muerte en mi cogote y ya ni eso me asustaba.
Al final, pasó. Tras meses de tormento, la muerte se alejó de mí. Poco a poco, aunque aún me quedaba mucho por pasar, supe que sobreviviría. De algún modo, saldría adelante fortalecida. Fue la primera gran hostia que me dio la vida. Y la primera gran remontada. Desde entonces es todo lo que he hecho, caer y levantarme.
Ahora tengo los ovarios muy chungos. Unas reglas terribles. El estómago delicado. Muchas intolerancias alimenticias. Una úlcera de estómago curada que a veces da guerra de nuevo. El colon irritable. Y cierta tendencia a adelgazar un poco peligrosa.
Pero a pesar de todo eso, la gran secuela que me ha quedado de todo aquello es cierta fobia a que la comida me siente mal. Por eso odio comer fuera de casa. Temo los cambios horarios. Me da pánico vomitar, pasar otra noche horrible como aquella y caer de nuevo en la enfermedad sin salida, sin solución, sin luz.
Eso hace que pague todos los problemas con la comida. Mi inercia es que si me disgusto, o me asusto, o me pongo nerviosa, no como. Si me encuentro un poco mal, no como. Si no he dormido, o he dormido demasiado, no como. Si se me pasa la hora o es demasiado pronto, no como. Si estoy con la regla y me duele la tripa, no como. Sea lo que sea, no como. Para que no me siente mal. Para no vomitar. Por si acaso.
Y así, en frío, sé que es un absurdo. Pero hay un cortacircuito en mi mente con el tema y no pienso claramente. Reconozco que sobre todo desde que vivo sola me he hecho más madura y conciente del tema. Sé que la responsabilidad es sólo mía. Y que no tengo más remedio que hacer caso a mi parte racional, comer y callar. Así que a diario desayuno, como, meriendo y ceno. Aunque a veces se me caigan las lágrimas mientras lo hago. Aunque a veces tenga que respirar hondo antes de cada cucharada, tragando más miedo que lentejas. Pero lo hago. Y estoy mejor desde entonces.
La verdad es que es una pirada mental absurda. Nunca ha hecho dieta, ni el peso me ha preocupado nunca. Soy de constitución delgada. Y aunque engordara, me daría lo mismo. No es el epicentro de mi problema. De hecho, cuando pesaba los malditos 36 kilos estaba muy acomplejada. Me veía horrible. Por eso no es anorexia, ni nada semejante. Y desde luego no es bulimia, porque tengo auténtica fobia a vomitar. Pero no deja de ser un problema con la comida. Tratar de controlar mi mundo a través de lo que como.
Nunca lo había reconocido así de abiertamente y me ha costado un huevo, por cierto. Pero ahora estoy bien. Como de todo, menos lácteos y cosas que me dan alergia, obviamente. Aunque a veces me sigue dando el yuyu. El mal rollo repentino de no querer comer para no ponerme mala. Y me resulta complicado luchar contra ello. Pero lo hago. Porque la vida es larga y puede ser maravillosa si la cuidamos un poquito. Aunque cada vez que esta fecha asoma al calendario, el miedo me ataca por la espalda, como un escalofrío. Y siento que podría volver a pasar. 
Pero luego me repongo, otra vez. Si pasa que pase. Si muero, que muera. Pero sigo con mi vida. Comiendo, saliendo, haciendo lo que me de la gana. Por cojones. O por lo que sea. Que hay que vivir. Y sanseacabó.
Total, que los miedos se enfrentan y se superan. Así que ánimo. A esta chica que he descubierto y a todo el mundo que tenga un problema raruno de estos. Sea con la comida, con un complejo, una fobia o lo que sea.
Pa´lante. A caminar.

jueves, 5 de enero de 2012

Reyes Majos 2012

Ayer fui a comprar los últimos encargos de los Reyes Magos. Y en el centro comercial estaban los tres. Melchor y Gaspar con sus barbas postizas. Y un Baltasar de lo más interesante. Es raro, porque para tener más de dos mil años, se conservaba estupendo y aparentaba unos veinte. Lo cierto es que a mí me gustan los hombres blancos y rubios como la cerveza. También los pelirrojos. Los que tienen pinta de vikingos. Pero, o este Baltasar tenía su punto o yo empiezo a estar muy necesitada. Así que estuve a punto de abrirme paso a codazos entre los niños para sentarme en sus rodillas. Pero había que hacerse una foto con ellos. Y eso de las fotos no mola nada. Que luego te ves en Internet, en una página de esas cochinas a la mínima (¿os imagináis? “Rubia desesperada se sienta sobre las rodillas de negro cañón con extraño disfraz”. Porno del duro.). Además había que pagar unos eurillos para que te dieran la consabida foto. ¿Pagar? ¿Por sentarme en sus rodillas y que me pregunte si he sido buena?  No me imagino entonces lo que me cobrarán si lo que quiero es decirle que he sido una niña mala y que me merezco unos azotes. Total, que pasé. Aún no llega a tal extremo la desesperación. Esperaré a ver si los Reyes me traen un buenorro. Y un montón de orgasmos. Y si no, lo que sea, que bienvenido será todo.
De momento, sé que me va a caer el esperado mp-4 ya que el mío sufrió un traumatismo grave causado por gato juguetón y desde entonces la clavija para los cascos o altavoces no funciona. Y un jersey rojo. Y unos botines beiges monos y cómodos. Para qué más, si aunque he sido buena, mi plan de año nuevo es ser mala. No mala de cruel. Si no de niña mala que se sienta en las rodillas de un negro potente.
En fin, espero que los reyes os traigan todo lo que esperáis. Y no sólo cosas materiales, que no son importantes. Espero que nos traigan salud, felicidad, momentos con seres queridos y sensación de plenitud. Y no os olvidéis de lo más importante: los Reyes Magos viven en nuestros corazones. En la ilusión infantil que todos tuvimos un día. Y eso es lo realmente importante de este día. Así que iros a la cama pronto. Con el corazón palpitante y soñad con lo que anheláis.

martes, 3 de enero de 2012

chicoguapo como plan B

Pa y yo tenemos una palabra de esas que sólo entendemos nosotras: FRUNGIR. Es una versión light, menos malsonante y más divertida de follar. Y voy a empezar a usarla en blog. Lo aviso por si acaso luego no entendéis nada.
Hace meses ya hablé de chicoguapo del sur. Fue un rollete pasajero a los 17 años con un niño moreno, de ojos negros y con una de las sonrisas más bonitas que he visto en mi vida. La verdad es que me gustaba mucho. Pero era un chico bueno. Con ojos de bueno, cara de bueno e incluso sonrisa de bueno. Y yo soy propensa a los chicos malos, chungos, chulos y destructivos. Así que me debatí un tiempo entre F y él, como si se tratase del angelito y el demonio esos que se aparecen en los hombros para darte consejos. Y al final, a mi estilo: pasé de ambos.
El caso es que desde que chicoguapo apareció de nuevo en mi vida a través de feisbuc, me está tirando los trastos. Y al principio pasaba. Uf, qué pereza, oyes. Que si vive en el sur. Que si igual se ha puesto feo y/o gordo y/o calvo… así que le daba largas. Pero el día de nochevieja me llamó mi amiga del sur Hermanagrande y me dijo que le había visto y que habían hablado de mí. Ahí, chismoseando a kilómetros de distancia, como si fuera adolescente de nuevo.  Y para colmo añadió: “y está guapísimo, nena. Más todavía que antes. Está buenorro de verdad.” Mierda. Así que ahora el único inconveniente es que vive lejos. Y no es realmente un inconveniente. Puedo ir, frungírmelo y volverme. Sin complicaciones. Sin “te llamo mañana”. Sin compromisos. Sin que se acople en mi casa. Sin tener que quedar si no me apetece. Joder, son todo ventajas. Así que me lo estoy pensando. Lo malo es que ahora que he superado el mono de sexo me da miedito volver a probar. Es como si dejas de fumar y luego, en un día especial dices “bueno, uno hoy que es fiesta” y a la semana siguiente estás de nuevo a paquete diario. Mal, mal.
Pero lo pensaré. Porque hace poco me mandó un mensaje que me decía “tengo muchas ganas de verte.” Y yo, que soy de hablar mucho mentalmente, pensé directamente: “y yo de frungirte.” Así que lo tendré como plan B. Si pasa enero y sigo recuperando poco a poco mi virginidad, bajo al sur, me lo frunjo y de paso veo a mis hermanas adoptivas. O al revés. Lo que sea.

domingo, 1 de enero de 2012

meme repaso del año

Como es un poco tradición en el mundo blog, hago repaso del año que acaba de terminar. En forma de meme, que ya he hecho alguna vez. Así es más fácil hacer memoria.
Pronto volveré con mis paridas habituales, que ya queda poco de las fiestas y la vida volverá a su ritmo normal. Espero que todos hayais pasado una divertida nochvieja y que el Año Nuevo nos depare cosas maravillosas.

1. ¿Qué hiciste en el 2011 que nunca habías hecho antes?
Vivir sola. Un año entero. Y con todo lo que conlleva. O sea, hacer muchas cosas sola. Desde hacer taladros y montar muebles hasta consolarme cuando he estado triste. Y matar arañas. Con dos cojones, oiga.

2. ¿Mantuviste tus resoluciones de Año Nuevo, y harás nuevas?
No hice ninguna el año pasado. Bastante tenía con sobrevivir. Este año sí he hecho alguna.

3. ¿Se casó alguien cercano a ti?
Si, amigaloca del pueblo del sur. Y aunque no disfruté mucho de la boda, me gustó mucho verla tan guapa y en un momento tan importante. También se casó Nuri, mi amiga de un excurro que tuve. Y fue la FIESTA. Qué bien me lo pasé, leñe. Y también se casó mi prima la mayor, pero no fui.

4. ¿Nació alguien cercano a ti?
No.

5. ¿Murió alguien cercano a ti?
No, gracias a Dios.  Fui al tanatorio por la abuela del Jimmy, pero era mayor y no fue nada muy traumático.
6. ¿Qué países visitaste?
Ja. El viaje al sur ya fue todo un logro. No ha estado la economía para viajes. Ir al Ikea de las afueras ya ha sido bastante.

7. ¿Qué te gustaría tener en 2012 de lo que has carecido en 2011?
De lo que he carecido, amor y empotramientos contra la pared. Hombres macizorros a tutiplén. Pero yo al año siempre le pido una sola cosa: salud. Para mí y los míos.

8. ¿Qué fechas de este año permanecerán en tu memoria?
Ehhhh. No sé. No soy muy buena con las fechas. Puede que el día de la no boda.  

9. ¿Cuál es tu mayor logro del año?
Sobrevivir. Aprender a ser feliz sola. Hacerme fuerte. Madurar. Crecer interiormente. Me siento orgullosa de mí misma.

10. ¿Cuál ha sido tu mayor fracaso?
No encontrar trabajo. Pero no creo que sea un fracaso personal, si no un tema social. Y si soy totalmente sincera, puede que perder al Ross.  

11. ¿Has sufrido una enfermedad o herida?
No graves. Mis cosas normales. Mis problemas con las hormonas, mis ovarios crueles y esas cosas. Mi colon irritable, mi vieja úlcera de estómago que a veces se resiente. Y heriditas y golpes a porrillo, pero porque soy muy torpe. Pero nada del otro mundo.

12. ¿Qué ha sido lo mejor que has comprado?
¿Comprar? Uf. Tengo poco dinero para compras. Puede que los muebles que me faltaban, las mesillas de noche y tal.

13. ¿El comportamiento de quien merece celebración?
Huy, muchos. Es fascinante lo que te sorprende la gente en las malas rachas. Algunos para bien, otros para mal. Pero en general, estoy muy feliz con mi gente. A. ha sido imprescindible este año. Increíble. Merece un aplauso. Y luego, como siempre, mis padres, mis niños I y G, Pa, Anita... y los amigos bloggeros, claro.

14. ¿La actitud de quien te ha hecho sentir deprimida u horrorizada?
Pues creo que mi abuela paterna, pero no me sorprende. Es ella en su quinta esencia.

15. ¿Donde se ha ido la mayor parte de tu dinero?
Pues como no tenía dinero, no ha ido a ninguna parte. La ayuda de mis padres es lo único que tengo y gracias a ellos sobrevivo. Tampoco soy muy de gastar, la verdad.
16. ¿Qué te ha hecho mucha ilusión?
Aprender a vivir sola, sola de verdad. La actitud de mis amigos. Los cariños de Ron a diario. Cositas sencillas que me han ayudado a vivir.
17. ¿Qué canción te recordará siempre el 2011?
No lo sé, escucho música de forma aleatoria, lo mismo la extremoduro que a la jurado. Y de este año… puede que la danza Koduro esa veraniega que me recuerda al viaje al sur y a las bodas de este año.  Y, totalmente imprescindible: "Wisky barato" de Fito. Me he repetido miles de veces eso de "ya no queda nada entre tú y yo, ya no queda nada entre los dos..."

18. Comparando con hace un año, estás:

i. ¿más content@ o más triste?
Más contenta. Mucho más contenta. Mi vida ahora me gusta y antes la odiaba. Con eso ya lo digo todo.
ii. ¿Más delgad@ o más gord@?
Más o menos igual. Paso rachas que adelgazo bastante, pero en general me mantengo estable. Justo por estas fechas hace un año estaba escuálida por razones obvias, pero desde que me recuperé, he estado más o menos igual.
iii. ¿Más ric@ o más pobre?
Pues por el estilo, o sea, pobre.

19. ¿Qué te gustaría haber hecho más?
Frungir como loca. Disfrutar de la vida, que es corta y yo he perdido ya demasiado tiempo. Salir de fiesta. Viajar. Y cepillarme hombres estupendos.

20. ¿Qué te gustaría haber hecho menos?
Echar de menos al Ross. Llorar por él. Extrañarle. Y aburrirme sola en casa.

21. ¿Cómo pasarás la Navidad?
Con mi familia. Con mi gente. Con quien me quiere. Tranquilita, que no es poco.

22. ¿Te has enamorado en el 2011?
No. Bastante he tenido con tratar de desenamorarme del Ross. Sin conseguirlo del todo, por cierto. Pero me he enamorado más y más cada día de Ron. Mi gato es mi mayor amor. El mejor y más fiel.

23. ¿Cuantos rollos de una noche?
¿De una sola noche? creo que ninguno. Empecé el año con un rollete con hermanodeG. Luego tuve unos meses de tonteo con A. Y un intento de acercamiento con el Soso. Pero poca cosa. Creo que lo único parecido fue el beso que me robó un macarrilla en la boda de Nuri.

24. ¿Tu programa de televisión favorito?
Ni idea, no veo la tele. He visto Anatomía de Grey, Californication, Big Bang Theory y alguna que otra serie que me han gustado mucho. Y Skins, que a ver si se deciden a doblar la cuarta temporada al español de una vez.

25. ¿Odias a alguien a quien no odiaras a estas alturas del año pasado?
No, odiar es feo. Y no sirve para nada. Yo cuando paso página, la paso. Adiós buenas. Que te cunda la vida. ¡A pastar! Anda que no tengo yo cosas guays que hacer para andar perdiendo el tiempo en odiar.
26. ¿El mejor libro que has leído?
Jo, he leído unos cuantos buenos. Niebla, de Unamuno es brutal. Un mundo feliz de Aldous Huxley ha sido de los últimos. Y El jardín de los hechizos que me dejo Pa y me ha gustado mucho. Pero ha habido muchos más.

27. ¿Cúal ha sido tu mayor descubrimiento musical?
No descubro nada… soy un poco de las que escuchan siempre lo mismo, aunque sean cosas raras. Quizás alguna canción suelta, las típicas: Rolling in the deep de Adele o el Eu si te pego famoso.

28. ¿Qué querías y conseguiste?
Ser libre y feliz. Ser yo. Sentirme bien en mi piel y estar orgullosa de mí misma. Qué más se puede pedir a la vida.

29. ¿Cuál es tu mejor recuerdo de 2011?
No ha sido un año para recordar porque a pesar de que ahora estoy bien, ha sido duro. Y los momentos buenos, los habéis vivido conmigo.

30. ¿Tu película favorita del año?
Es que voy poco al cine. Así que no sé. Come, Reza, Ama me gustó bastante. Y un par de pelis francesas de esas que no conoce ni Rita.

31. ¿Qué hiciste en tu cumpleaños y cuantos cumpliste?
Cumplí 28. Y estuvo muy bien. A pesar de la alergia, un ojo chungo, una otitis y cosas semejantes. Lo pasé con mi familia y luego con mis amigos, que se quedaron a dormir e inauguramos la terraza. Fue genial ese desayuno al sol primaveral.

32. ¿Qué es lo que hubiera hecho tu año mucho más satisfactorio?
Foll... digo… haber salido más y haber pasado más juergas. Y haber tenido un trabajo y con ello, algo de dinero para mis cosas.

33. Describe tu concepto de la moda en 2011:
Yo qué sé. Paso mil de la moda, de la ropa y encima no tengo dinero para comprarla. Así que ni idea. Sólo sé que los pantalones se llevan demasiado ajustados para mi gusto y con la cintura demasiado alta.
 
34. ¿Qué te ha hecho permanecer cuerd@?
Pues he estado a punto de volverme loca por completo, pero eso ocurre casi todos los años. y ahora creo que ya voy retomando las riendas y creo que yo misma soy la que me mantengo. Y Ron, que me hace levantarme cada mañana y seguir viva con más ilusión. Mis padres también son un gran apoyo. No sé qué sería de mí sin ellos.

36. ¿Qué tema político te ha removido más?
Paso un poco de la política.  Me jode todo lo que está pasando, la crisis, la gente que se queda en la calle, el paro y la injusticia. Pero no creo que otros lo vayan a hacer mucho mejor.
37. ¿A quién has echado de menos?
A mis hermanas del sur, a mi Ross y a la gente que ya no está conmigo.

38. ¿Quién es la mejor persona a la que has conocido?
Me temo que no he conocido a mucha gente. Puede que Jime y la novia de Flumi, que son aledaños a mis amigos, pero he pasado muy buenos momentos con ellas. Y a un amigo de A. con el que me río una barbaridad. Es un chico divertidísimo.

39. Dinos una lección valiosa que has aprendido de 2011:
He aprendido un huevo. Quizás la que más me ha valido a lo largo del año ha sido: “esto también se pasará”. Por eso hay que disfrutar lo bueno y no angustiarse en exceso por lo malo, porque se pasará.

40. ¿Dirías que el 2011 ha sido un buen año a pesar de todo?
Complicado decir sí o no, así radicalmente. Ha tenido muchas cosas buenas. Y otras bastante malas. Pero ha sido un gran año. De esos que pasan a la historia. Ha sido la base de todo lo que ahora soy y de lo que llegaré a ser. Un año de aprendizaje, de madurez, de descubrimiento, de catarsis, de reconstrucción, de renacimiento.

¡¡FELIZ AÑO 2012!!