lunes, 14 de marzo de 2011

el olvidado

El otro día me acordé de esta anécdota y no me puedo resistir a contarla. Le he dado vueltas, porque tengo que usar un par de nombres reales y porque ni uno de los chicos ni yo quedamos en muy buena posición… pero hace mucho tiempo y no creo que nadie se escandalice a estas alturas. Así qué por qué no contarla.
Lo primero que debo decir en mi favor es que no suelo ser una persona infiel. No suelo, lo que significa, procuro no serlo. Lo que en realidad significa me esfuerzo afanosamente en no querer cepillarme a todo lo que se mueve cuando tengo una relación que se supone exclusiva y cerrada.  De hecho, esta vez no considero que cuente y las otras han sido todas por una razón justificada: que el agente infidelizador era el dueño de mis sábanas. Con él he sido infiel a todo cristo. Y está mal, mal y requetemal, pero no puedo evitarlo. Bueno, que no soy tan infiel como puedo parecer. Y punto.
El asunto es que hace muchos años ya (tendría yo 20 años recién cumplidos) me reencontré con un compañero de instituto que era a priori, un novio perfecto. Se llamaba Iván, era guapo, alto, rubio, de ojos azules, tranquilo, complaciente, educado y me sujetaba el bolso y el abrigo mientras yo bailaba como una despendolada en las discotecas. Sólo tenía una cosa en su contra y es que era aburrido como una ostra. Era tan, pero tan soso que en tres meses no me tocó ni el culo y jamás me hizo reír, porque apenas decía tres palabras seguidas. Si embargo yo seguía con él porque mi condición indispensable para un hombre es que no me de problemas. Y él no me los daba. Además albergaba la esperanza de que un día se inspirase y me poseyera contra una pared en un arrebato de pasión descontrolada. Sin embargo aquello nunca ocurrió.
Y un día, estando yo en la facultad me encontré con un compañero que se llamaba Juan. Un chico de lo más atractivo, jugador del equipo de rugby, alto y atlético, súper simpático y con el que me llevaba muy bien. Y me invitó a tomar algo. Como de costumbre, había una fiesta de algo en el sótano de mi facultad, así que nos medio acoplamos en un banco que había en un rincón y entre el olor a porros y la coca-cola, empezamos a hacer el tonto. A jugar a las cartas, a reírnos y a pelearnos. Una peleilla de esas que sabe uno cómo acaban. Esas de que te agarras y te revuelcas y te metes mano como quien no quiere la cosa. Todo el mundo ha jugueteado así alguna vez ¿o no? ¿soy sólo yo? Mierda.
Bueno, el caso es que me terminé enrollando con él. Y joder, qué bien me supieron sus besos. Yo es que soy poco romántica en general, pero me gustan las cosas un poco salvajes, los besos con ganas, los arrebatos que te despeinan, las aventuras que te hacen palpitar el corazón más fuerte de lo normal. Son esos momentos en los que siento que estoy viva. Así que me revolqué un rato con Juan y me fui más contenta que unas pascuas a comer con una amiga, que a pesar de ser una gruñona, conocía a Iván y le daba el visto bueno como novio mío.  Llegué a su facultad con una sonrisa de oreja a oreja.
-          Tía – le dije según me senté a la mesa con ella – me acabo de liar con un chico estupendo que…
-          ¿Iván?
-          No, se llama Juan.
-          Pero… Iván…
-          Que no, Juan, se llama Juan. – dije empezando a pensar que estaba sorda.  
-          Ya, pero ¿y qué pasa con Iván?
-          Y dale, tía, que se llama Juan. ¡¡Juan!!
-          Iván, yo digo Iván.
-          ¡¡¡JUAN!!!

Yo, piti en mano y sin quitárseme la sonrisa tipo señora potato. Mi amiga me cogió por los hombros y me zarandeó como en las pelis.

-          Vamos a ver, Naar, que pareces tonta. Que yo te pregunto qué pasa con Iván, tu novio, ese chico rubito tan mono… ¿te suena?
-          Sí, ¿por?
-          Porque te acabas de enrollar con otro…
-          … mierda… se me había olvidado.
-          ¿El qué?
-          Que salgo con Iván.

Y puedo jurar que es cierto. Que se me olvidó. No le fui infiel, me olvidé de que existía, lo cual imagino que es peor. Y no tengo justificación. Yo no bebo, y durante los años de universidad creé cierta resistencia al humo de porro, o sea, que no hay excusa que valga. Me olvidé de mi novio soso. Punto.
Como es normal, poco después lo dejamos porque empecé a pensar que si alguien se te olvida, igual es que no te importa demasiado. Así que lo dejamos. Bueno, yo lo dejé y él asintió. ¡Si es que era muy parado!

8 comentarios:

  1. Hombre, que se te olvide que tienes novio no es muy buena señal, así que hiciste bien en dejarle, es curioso cuanto menos jaja

    ResponderEliminar
  2. JEJEJEJEJE.

    Naar, yo creo q todas hemos tenido esas "peleillas" cuando tonteamos con un chico... de esas q te gustan, q jugueteas y q sabes cómo van a acabar :D


    O sea q te enrollastes con uno y no te acordabas d q tenías novio?
    pues sí... eso significa que mucho no te importaba, que no era la persona d q "roba" el corazón, el elegido.

    Pero a mí me da penilla, q le dejen y el pobre sólo asiente con la cabeza y ya está.
    jo. pobrecito.



    besotes



    alma

    ResponderEliminar
  3. Yo también me he liado con alguien después de una "peleílla", pero tengo que decir que entonces tenía 12 años. Esto no sé si me deja en mal lugar a mí o a ti, jajajaja.

    ResponderEliminar
  4. Las peleíllas ésas son geniales. Y a cualquier edad... Siempre acaban bien.

    ResponderEliminar
  5. PUZZLE: la verdad es que novio es mucha palabra para lo que éramos ese chico y yo…
    ALMA: me consuela lo de las peleillas. Y es verdad que a mi ese chico no me había robado ni el corazón ni nada. Y es que era así de soso, no decía ni hacía nada. Y me dio pena dejarle, porque era buen chico y le apreciaba mucho, pero es que casi me muero del aburrimiento!!
    PATRICIA: me has dado una idea para un post, lo verás próximamente. Pero te adelanto que si el primer beso me lo dieron con 14 años, con 12 más bien no me “peleaba” en este plan tonto con nadie…
    GOYO: esas peleillas no siempre acaban bien. Que a veces yo me pongo muy bruta…

    ResponderEliminar
  6. jaja desde luego dejarlo era la unica opcion posible

    Que sosez estar cn alguien aburrido que no te hace reir y apenas te habla...

    ResponderEliminar
  7. Cuando vuelva a tener 20 años,prometo no perderme,esas "peleillas"jajajaja.Un besito,LUZ.

    ResponderEliminar
  8. Anda que olvidarte del otro... pues muchos cuernos no son, mirándolo así.

    ResponderEliminar

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!