sábado, 24 de marzo de 2012

Arañas, mitad coña, mitad en serio

La gente me toma por una chiflada cuando digo que lo que llevo peor de vivir sola es cuando aparece una araña en casa. Pero es verdad.
Además, yo sé que los animales saben cuando tienes miedo y se aprovechan de él. Y las arañas lo saben. Vaya si lo saben. Por eso tienen todas un complot en mi contra. Me odian y quieren acabar conmigo, lo sé. Aunque sea del susto, planean matarme.
Hoy por ejemplo, ha habido dos que pretendían joderme el sábado.
Esta mañana me he levantado dispuesta a limpiar mi casita, la-lará-larita. Y cuando quito la colcha de la cama para cambiar las sábanas, cae una araña negra y horrible al suelo. No era grande, pero era fea como el demonio. Y se queda ahí, en el suelo, mirándome con ojos desafiantes. Yo, llena de valor y armada con un pañuelo la he espachurrado. Ja. Muere, muereeeeeeee, maldita araña del demonio.
Pero siempre que aparece una araña me entra la crisis. Seguro que hay más. Seguro que no venía sola. Venía con su familia, sus amigas o su escuadrón de matar a Naar. Así que empiezo a limpiar y rebuscar compulsivamente. Ya no es que cambie las sábanas. Es que miro entre cada pliegue. Sacudo furiosamente la colcha, el nórdico, la almohada. Seguro que hay más escondidas. Igual hay un agujero en alguna costura y se ha metido entre medias del nórdico, anidando entre las plumas y dejando ahí sus pequeñas crías, para que un día se hagan grandes y poderosas. Entonces, cuando menos lo espere, ¡zas! Saldrán y me comerán. Como en una peli gore. Me visualizo durmiendo plácidamente y de repente, miles de millones de pequeñas arañas empiezan a brotar de todas partes de la cama y me dejan en los huesos. Está claro. Es lo más probable. Así que empiezo a repasar las costuras del colchón, de la colcha, de mi amado nórdico que ahora estoy considerando prender fuego. No haya nada. Pero no hay que fiarse, las arañas son muy listas. Urden maldades en mi contra. Así que escudriño cada mota sospechosa de la pared. Del suelo. Del techo. Cada pelusa es susceptible de ser una araña. Muevo todos los muebles. Fumigo cada rincón de la habitación hasta que acabo medio intoxicada.
Y bajo de nuevo al salón a seguir con mi limpieza. Fijo que aquí hay más. Claro. La de la habitación era la avanzadilla. El resto del ejército arácnido está aquí. Así que de nuevo, corro los muebles, aspiro y friego compulsivamente. Paso el plumero por las paredes. Limpio y limpio como una desquiciada. Al cabo de dos horas de fregoteo psicótico, me siento un poco más calmada. Ya no hay más. Y el mensaje ha quedado claro: cada araña que entre en esta casa será exterminada sin piedad.
Entonces abro la terraza para dejar la bolsa de basura y tirarla luego. Pero algo en el suelo se mueve. Y no quiero ni mirar, porque es demasiado grande para ser una araña con la que yo pueda. Aprieto los dientes y miro de reojo. Madre de Dios. Es una araña. Una araña enorme. Una especie de tarántula horrible y marrón. Y esas me dan más pánico aún, porque el verano pasado una picó a mi madre y terminó en urgencias con una crisis anafiláctica. Son un tipo de araña que se llama de rincón y son bastante peligrosas. Total, que tengo que matarla. Como venganza a lo mal que lo pasó mi mamá. Y porque podría entrar en casa. Podría picarme. Podría picar a mi Ron. Podría matarme, esta puede conmigo sin lugar a dudas. La miro de nuevo, agazapada en una esquina, camuflada entre unas hojas secas. Joder. Esta araña ha debido de ser entrenada por las fuerzas del Vietcom. Esto es la guerra de guerrillas.  Y es lo bastante grande como para no poder matarla con la mano. Ni loca me acerco yo a ese bicho. Pero no puedo pisarla porque está en un ángulo chungo. Así que cojo la escoba y trato de sacarla de ahí. Y cuando la veo moverse, entro en crisis. Lo que más me desquicia de las arañas es verlas andar, con todas esas patas, que no sabes hacia donde van. De hecho, me pongo tan nerviosa, que mientras maldigo entre dientes y siento cómo me pica todo el cuerpo, la araña me churrea un par de veces y se vuelve a su rincón. Pero ya es cosa de orgullo. No te vas a salir con la tuya, maldita. Muere, muereeeeeeee. Y al final la piso. La piso, la repiso y arrastro el pie por el suelo, por si acaso. Muerta, súper muerta, requetemuerta.
Tengo tentaciones de nuevo de ponerme a limpiar, pero la terraza está llena de porquería y es la hora de comer. Así que mejor meterme en la ducha y frotarme hasta que deje de picarme todo.

Así que, yo que soy súper defensora de los derechos animales, por una vez me pongo en su contra. Y voy a hablar en serio por un momento. Por favor, por el bien de la humanidad, por mi escasa cordura, por la gente alérgica como mi madre o por lo que más queráis, si veis una araña de este tipo, matadla. No la dejéis, ni la echéis. Son peligrosas. Mirad esto o buscad información suya si queréis en Internet y veréis que pican, son venenosas y sus picaduras se ulceran y dejan secuelas. No es cosa de broma. Es por responsabilidad. Que la gente es idiota y trae animales de otros países sin pensar en el impacto medioambiental o en la salud pública. Que una tarántula, un escorpión o una serpiente no son un animal de compañía porque pueden hacer daño. Pueden escaparse y picar al vecino, a un niño, a alguien como mi pobre madre. Así que, bromas a parte, cuidadito con el tema.


8 comentarios:

  1. Qué asco de bicho!, yo las odio, y recuerdo que algo parecido se le coló a mi hermana en casa, cuando la echó insecticida se hinchó y todavía parecía mas grande y asquerosa.
    Hace mil años, estando en el pueblo había una plaga de mariquitas, yo me dediqué sadicamente a echarlas a las telas de araña, y veía como las envolvían, hasta que un día soñé que me caía yo en una tela, y que me comían a mí, jamás lo he vuelto a hacer, y odio a las arañas, no me cae bien ni Spiderman por mucha malla que lleve y por muy cachas que esté.

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  2. Yo tengo una casa en el campo, así que imagínate la de bichos de éstos que he visto... no me molestan mucho; mientras no me toquen, las arañas me parecen bien, pero no voy a dejarlas por ahí para que me picotéen mientras duermo, eso está claro... así que por las mías no te preocupes, que las mato a todas :D

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  3. Ayyyy, me ha dado de todo sólo con leerte. Las arañas y las cucarachas son mis peores enemigas. En mi segunda patria, Uruguay, existen en el campo unas arañas llamadas "Araña Pollito". Sólo una vez he visto una de cerca. Paso de describírtela... Si te "pica" la curiosidad, búscala en los Internetes. Saludines!!

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  4. Yo un día me encontré una negra, con una bola blanca del tamaño de una canica encima, en cuanto la ví, pegé un grito y salí corriendo, pero luego volví con un cepillo y sin pensarmelo 2 veces me la cargué, luego busqué en internet que clase de araña era, y resulta que es que estaba preñá, y en la bola estaban los huevos...he de decir que no me dió pena xDD
    besos Naar!!

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  5. No queremos saber nada de arañas. Ha sido leerte y ya me ha empezado a picar todo el cuerpo.

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  6. Juer nena! y te imagino con tus herramientas de fumigar: escoba en mano trapo en ka otra mano, mascarilla y ale, la super Naar al ataqueeeer! jijiji
    Una cosa son las arañas de toda la vida, que no hacen nada, y otra cosa, lo que tu dices, en éste caso, dos dedos de frente, por favor! y cómo Naar, escoba en mano!

    Besotes!

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  7. Mi prima Nuria y mi amiga Vero les tienen una fobia que se mueren xD

    Mi mayor altercado con estos seres fue en una ocasión, duchándome en RD hace 10 años, cuando una tarántula marrón clara y peluda me bajó por la bañera, situándose a mi lado. En vez de matarla, me cubrí con una toalla y metí tales voces que entraron en el cuarto de baño diez personas :P

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  8. Querida NAA pues yo lo de las arañas, lo soluciono con un buen zapatillazo en la cabeza, aunque me llamen asesina los de la asociación protectora de animales.
    Un besito y gracias por pasarte por mi blog.

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