martes, 10 de abril de 2012

Mezclas de culturas y acentos

Cuando trabajaba con menores de diferentes razas, etnias y culturas, aprendí que a veces las mezclas son buenas, otras malas y otras simplemente, no son mezclas, son agua y aceite.
Recuerdo un caso gracioso, en el que un chaval árabe y uno español se hicieron amigos. El único problema es que no hablaban el mismo idioma. Sin embargo, se entendían extrañamente. El marroquí hablaba en árabe y el otro le contestaba en castellano. Nunca supe si hablaban de lo mismo, pero se reían a la vez y hacían trastadas juntos. Me divertía mucho verlos.
Luego he visto otros casos, mezclas de acentos, de costumbres y potingues difíciles de entender, como niñas árabes comiendo choped y pasando de su cultura y chicos españoles preguntándome por qué el cerdo es impuro y empeñados en no querer bocadillo de chorizo.
Yo misma, en primera persona, a veces me dejo arrastrar por lo que me rodea. Cuando voy al sur, me contagio del acento y de repente, se me olvida decir las eses y las pronuncio como h aspiradas. Entre otras cosas raras que hago. El caso es que me poseo por una Naar andaluza que no soy, a la vez que mis amigas se cachondean porque cuando están conmigo hablan más “finolis” como dicen ellas.
Supongo que todos tendemos a mimetizarnos con el ambiente por un instinto de protección primario. Y aprendemos por el método del espejo, repitiendo lo que vemos y oímos. 
El caso es que al final de mi calle, donde empieza la parte profunda de mi barrio, conviven unas cuantas culturas. Hay una familia del este que tienen tres hijos rubios y a cada cual más guapo que el anterior. También hay bastantes ecuatorianos, colombianos y unos cuantos árabes. Y viven en una extraña armonía, compartiendo edificios, tiendas, espacio y día a día.
Lo gracioso, es que el otro día pasaba por allí y de una tienda de productos árabes salía una mujer ataviada con su chilaba, su pañuelo en la cabeza y todo el rollo. Llevaba un carrito con un bebé y otro niño de unos cuatro años que andaba un poco rezagado. Y de repente, se dirige al niño para que camine más rápido. Y lo hace con un acento rarísimo, como si Cantinflas y el moro de las pelis de Indiana Jones hubieran tenido un hijo y le dice " Ande, apúrese mi hijo".
Toma yá. Esto es mezcla de culturas y lo demás son tonterías.



6 comentarios:

  1. La ventaja de vivir en un lugar así, es que puedes conocer sobre otros países sin salir del barrio, xD.

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  2. Jajajaja. Qué bueno!!! A mí las mezclas culturales me encantan. Enriquecen. Un besote.

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  3. Suscribo a Alter, porque iba a poner lo mismo :P

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  4. Correcto. Las culturas enriquecen siempre y cuando no se quieran imponer a unas sobre otras.

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  5. Diversidad cultural, lo llaman! Es interesante conocer nuevas culturas. Saludos!

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  6. Yo vivo en un sitio donde hay de todo y convivimos bien, supongo que es adaptarse, aunque sinceramente, no saldría sola por las noches xd!

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