domingo, 20 de mayo de 2012

síndrome de la agonía madrileña

El que busca excusas para no hacer algo, siempre las encuentra. Porque si rebuscas un poco, siempre hay razones que te avalen. Por ejemplo yo. Desde julio del año pasado que se casó la única amiga del pueblo que me quedaba soltera, no había vuelto al sur. Y siempre tenía excusa: el frío, el calor, la lluvia, el precio de la gasolina, una cita con alguien, o el intenso picor de dedo gordo del pie. El caso era que no tenía ganas, la verdad.
Pero hace poco me empezó a dar el síndrome de la agonía madrileña. Es algo que padecemos todos los habitantes de esta urbe y que nos obliga cada cierto tiempo a salir corriendo de ella. Te entra así como una angustia y necesitas campo, o playa o una ciudad distinta en la que perderte. Así que decidí irme al sur. Tras mucho pensarlo, eso sí. Porque mi casa de allí necesita una reforma que ya está en proyecto y porque, aunque adoro a mis amigas, a veces me estresan. Pero al final fui. Pensé que en el peor de los casos, me daría para algún post interesante. Además, era la romería de allí. Y no es que yo me vista de gitana porque los volantes me sientan como a un Cristo dos pistolas. Ni que baile sevillanas, porque tengo la misma gracia para bailar que un belga arrancándose por soleares. Pero bueno, un día de campo y fiesta es una buena cura para el síndrome de agonía madrileña.
Así que hice el petate y me fui. Allí todo estaba más o menos como siempre, pero sin la pátina desagradable que recordaba de mi última visita. El calentador cochambroso de mi casa encendió a la primera y me duché con agua caliente. Casi, demasiado caliente. Me dí un golpe en la rodilla que ahora es una bola morada y dolorosa untada en trombocid. Maté un par de arañas y flipé con el tamaño de las salamanquesas. Comprobé que hay un pedazo de la selva amazónica en mi propio patio trasero y que la parra ha crecido tanto que ahora da miedo. Pasé el día en el campo con la familia de hermanagrande (mi más antigua amiga), que me tienen adoptada ya como a una más. Me enseñaron a adobar pinchitos morunos. Hubo un rato que llovió tanto que creí que saldríamos a nado, pero luego salió el sol y nos achicharramos. Me reí una barbaridad. Fumé y hablé tanto que ahora no tengo voz y creo que haré voto de silencio durante dos días. Dormí poco, pero profundamente como hacía mucho que no lo conseguía. Me despertó el canto de un gallo al amanecer. Mis amigos estuvieron estupendos conmigo, más suaves que las últimas veces, creo que por miedo a que no vuelva en otro año entero. Y me sentí feliz, en casa, en confianza. Me dio el aire del sur y ahora tengo otra cara.

En fin, por esta vez, he superado el síndrome de la agonía madrileña. Y hasta me han quedado ganas de volver por allí. Ahora sólo me queda reordenar un poco, poner lavadoras y descansar.

9 comentarios:

  1. Buenos días! ya me lo imaginé, pero no pensabas en volver el lunes?
    creo que estás contando poco....



    Anita

    ResponderEliminar
  2. Volverás pronto. Parece que te ha sentado bien el fin de semana. Me alegro.

    ResponderEliminar
  3. Yo lo sufro semanalmente ... me obliga a salir corriendo casi siempre que llega el Viernes.

    ResponderEliminar
  4. ¿Dónde fuiste?, a ver si voy a tener que ir yo también para allá.
    Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues estuve por tierras andaluzas también, pero no puedo dar más datos en público, que luego la gente me descubre!!
      Y la próxima te vienes (te daré los datos por privado) eso sí, en modo Amapola ;)

      Eliminar
  5. Esos días de campo a mí me parecen geniales, desconectas de todo, y sobre todo duermes como Dios xDD aunque siempre para poco tiempo, que la ciudad es mucha ciudad jajaja
    me alegro que desconectases y te lo pasases bien!
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  6. Nada mejor que salir de la rutina y bullicio de la gran ciudad. Campo,playa, montaña...es igual, lo importante es cambiar de aires ;))

    ResponderEliminar
  7. Yo estoy deseando poder irme de vacaciones, pero las he pillado en diciembre, así que ahí es nada... Me alegro de que hayas disfrutado. Besos!!!

    ResponderEliminar
  8. Todos tenemos de vez en cuando agonía de alguna parte. Yo estuve la semanan pasada cuatro días en Oviedo y me sentaron de lujo. Biquiños!

    ResponderEliminar

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!