martes, 14 de abril de 2015

gordibuenas, flaquimemas y gilipolleces varias.

Llevo tiempo queriendo escribir sobre este tema, pero me da pereza bárbara porque está ya muy sobado. Pero bueno, al parecer la idiotez no pasa de moda.

Hace unos meses ya tuve una discusión por twitter con una tía a raíz de esta foto. Que a ver, el mensaje final de “todos semos bellos cual camellos” me parece muy bien, pero el resto no. Que la chica que es delgada al parecer tiene la vida facilísima, divertidísima y es tontísima porque no sabe lo que es una talla grande y cree que son osea, así como las obesas y tal. Oseatelojuro. Y esto es igual de absurdo y de injusto que ridiculizar a la gorda. A parte de que la culpa, en caso de que la haya, no es de la chica delgada, si no de las marcas de ropa, que comercializan cosas estúpidas. Y ahí soy la primera que lo piensa. Hace poco me compré unos pantalones y los tuve que cambiar porque no me entraban por los tobillos. Inexplicablemente el diseñador debía pensar que las mujeres tenemos los pies de la barbie porque era humanamente imposible meter una pierna por ahí. Y es verdad que hay tiendas donde lo más grande es la 38 y sin embargo sí comercializan talla 32, que ninguna mujer adulta y sana puede entrar ahí. Y me parece fatal, fatal, fatal. Y cualquiera con dos dedos de frente se lo parecerá también. Pero no es culpa de las que estamos delgadas. Que también tenemos problemas para encontrar ropa que nos siente bien por el mero hecho de que se diseña con el ojete. Y que debería haber al menos hasta la 42 o 44 en tiendas normales y de chicas jóvenes, pues claro. Pero busquemos a los verdaderos culpables de eso en lugar de demonizar a la chica flaca que va a comprar y que también tendrá sus complejos. Digo yo, vamos.

Y la gente me podrá decir, “oye, que tú estás en el lado privilegiado, que eres delgada, de qué te quejas”. Porque esa es otra. Parece que si estás delgada no tienes más problemas en la vida. No tienes derecho a acomplejarte. No puedes quejarte de que no te gustan tus muslos. Y desde luego, todo el mundo tiene bula para decirte lo que le salga de las narices. Porque como estás delgada no te vas a ofender si te dicen que parece que estás enferma, que tienes unos brazos ridículos o que te faltan tres cocidos. Eso sí, cuídate mucho de decir algo remotamente parecido a una chica gorda. Que el universo se te echa encima porque claro, no tienes en cuenta sus sentimientos y sus complejos y blablablá. Porque las delgadas no nos ofendemos, obviamente. Que no seré yo quién diga que hay que meterse con nadie, ojo. Que el asunto es mirarse cada uno en el espejo y estar en sus cosas y dejar a los demás que hagan lo que les de la gana con su vida y con su cuerpo. Y no estar todo el puñetero día pensando si hay una lorza de más o de menos, que es algo que no importa nada. Porque lo he dicho más de una vez, pero estoy hasta las narices de darle tanta importancia a las tallas, a que la gente siempre parezca en la obligación de decirte si estás más delgada o más gorda que la vez anterior que os visteis. Son temas que me cansan mucho y que creo que por muy cuerda y sensata que seas, terminan afectándote.
Y es que todo el mundo parte de la base de que si estás delgada es que te matas de hambre, que pasas el día en el gimnasio o trotando por ahí cual potra desbocada y que eres una obsesa de la imagen. Que por la misma regla de tres se podría pensar que una gorda es así porque es una zampabollos, ¿no? Pues no, Dios nos libre. El sobrepeso se debe a las hormonas, el tiroides, la genética, la ansiedad y mil cosas más. Razones que aparentemente no sirven en el caso contrario. Y coño, ya basta. A ver si dejamos la ley del embudo y lo utilizamos para meternos nuestras opiniones por el culo. Que estar gorda o delgada no es nada crucial y casi siempre puedes terminar tocando un punto sensible. Que igual es mejor decir a alguien “oye qué guapa” o “qué bien te queda esto” o “qué guay lo que te has hecho en el pelo”. Que un poco de positivismo y de dar ánimo sin entrar en temas escabrosos le hace bien a todo el mundo.

En fin, perdonadme esta chapa, pero es que estoy un poco cansada del asunto. Ahora diré que no hay mayor defensora de los kilos de más que yo. Todos mis ex han sido gorditos. El Ross no ha pesado nunca menos de 95 kilos y yo le veo estupendo incluso cuando pasa de los 110. Me gustan las lorcillas, es lo que hay. Lo que pasa es que yo soy poca cosa. Porque mis padres son delgados. Y mis abuelos. Y posiblemente en generaciones anteriores. ¿Qué le voy a hacer? Yo no engordo, no he pesado 50 kilos en mi vida. Y como bien, de todo y sin mirar calorías ni grasas ni esas cosas, no lo he hecho jamás. Soy muy golosa, me pongo de azúcar hasta las trancas, hago bollos, galletas y natillas casi todas las semanas. Paso de la verdura y las movidas integrales. Soy una chica normal, que come de todo y que lo más parecido a deporte que hago es pilates dos horas a la semana. Pero no engordo, es lo que hay. Y estoy cansada de tener que pedir perdón por ello. Estoy harta de escuchar comentarios ofensivos, de que se dé por hecho que me mato de hambre, o que soy una obsesa de la imagen. Tengo una talla 34. Y es tan honorable como tener una 44.
Sobra decir lo que de que lo importante es estar sano porque es tan evidente que me cansa decir obviedades, pero yo prefiero mil veces un chico gordito que uno delgado por pura preferencia personal, pero tiene que haber gustos para todo. Porque en la variedad está la bonito de la vida.
Lo que me cabrea es que se ponga de moda decir que las gorditas molan más por quedar bien y soltar frasecitas hechas sobre las curvas y las mujeres de verdad y la belleza real y las gordibuenas y toda clase de chorradas. Porque mujeres reales somos todas. Y la belleza no existe, es algo de lo más subjetivo. Y ya cansa el asunto.
Además seamos honestos, hay gente que está bien hecha y gente que no. Hay tías que tienen un cuerpo precioso con una talla 44 y tías horrendas con una 36. Es cuestión de proporciones. Y si realmente se potenciara la “belleza real” cuando sacaran modelos de talla grande, no se las pasaría por photoshop para quitar los pliegues, la celulitis y para poner brillos aquí y quitar los de allá. Pero claro, queda mejor poner la frase en cuestión con una foto retocada que decir la verdad que es que todos tenemos defectos, que si estás muy delgada es difícil tener un buen culo y que si estás gorda es imposible tener una tripa plana. Es mejor decir que vivan las gordibuenas mientras te venden pastillas quemagrasas y gastadineros que aceptar que la vida es como es y que no pasa nada por tener celulitis o las tetas caídas porque la persona real es lo que está dentro de ese cuerpo y no por fuera. Pero claro, eso no interesa al consumo.

Y mira, suficiente por hoy, que me termino quemando. Me voy a comer la media bolsa de conguitos que me queda para celebrarlo, coño ya. Y os recomiendo hacer lo mismo. Peséis lo que peséis. Cojona.
 

7 comentarios:

  1. Amén.

    Lo puedes decir más alto pero no más claro. No entiendo esa manía que tiene el ser humano de insultar una cosa para defender la contraria. ¿Tan difícil de entender es que las dos son opciones aceptables?

    Aparte, que con estos temas se suele demonizar en exceso a las tiendas de ropa. Que sí, que suelen tener más amplitud de tallas hacia abajo que hacia arriba, pero eso de una tienda en la que sólo se llegue a la 38 jamás lo he visto, de hecho yo uso una 42 desde que comencé la adolescencia y jamás he tenido problemas para encontrar mi talla (y compro en las mismas cadenas que compra todo el mundo).

    Saludos!
    Ainis94

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  2. Es como lo de que las guapas son tontas y las feas profundas e interesantes. Yo soy guapísima e interesantísima de la muerte.

    Bah. Que les den. A los que opinan estas simplezas y a los estereotipos.

    Besis de fresi

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  3. Yo también estoy cansada de lo de "mujeres reales" y "curvy". Yo tengo la 44, por genética cualquier cosa me engorda y mi culo engorda un poco más cada año. Y el verdadero problema no es si me llaman gorda o me miran mal, porque la verdad es que me molo a mí misma y yo, a mi clon, le daba.
    El problema es que cuando voy a comprarme ropa, no hay. No ya que me quede mal, sino que no hay. Esa es la gran diferencia con las mujeres hiper delgadas: que para ellas siempre habrá, les guste o no esa prenda.

    El día en que veamos en la televisión a presentadoras delgadas, gordas y rellenitas; cuando en las revistas haya de todo y en las pasarelas desfilen a la vez mujeres de todo tipo de constituciones... entonces se acabará toda la tontería. Porque todas somos mujeres reales, joeres.

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  4. Amén
    Soy del club de la 34, y me miran como si fuera anoréxica cuando pido una talla menos
    y también todo el mundo piensa que claro , como eres delgada, todo te queda bien...pues no, con algunas cosas, estoy de pena y además encontrar ropa de la 34 para una persona de 42 años es difícil, para mi talla, sólo hay cosas de adolescente petarda o de Ana Obregón...

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  5. No había visto el dibujito pero a mí tanta falta de respeto me parece meterse con alguien por gorda como presuponer que por que una chica esté flaca tiene que ser tonta del bote o una superficial.
    Yo superé los 50 al cumplir los 35. Hasta entonces, lo más que había pesado eran 47 kilos. Sigo llevando una 34 y tiene razón Alicia en que cuando cumples según qué edad cada vez es más difícil encontrar ropa de tu talla que no te haga parecer una ridícula. Jajajaja.
    Lo de que me manden a comer cocido lo he escuchado mil veces en mi vida y es cierto que parece que las flacas no se pueden ofender. De adolescente lo pasaba fatal porque no tenía curvas ni nada pero siempre está como mejor visto meterse con una flaca que con una gorda, cuando lo suyo sería no meterse con nadie. Mujeres reales somos todas, las flacas, las gordas, las bajitas, las altas...
    En fin, a ver si maduramos de una vez y empezamos a fijarnos en lo que importa. Un besote!!!!

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  6. Muy buena reflexión Naar. En los comentarios ya han dicho todo lo que yo diría sobre este tema, pero quería saludarte! Que viva la diversidad!!

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  7. Estoy de acuerdo contigo. A la gente delgada también le dicen unas cosas que alucinas, y todo el mundo piensa que no come. Y también estoy de acuerdo en que a mí los chicos muy delgados no me gustan.

    Besos.

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