miércoles, 22 de abril de 2015

la tarjeta de absurdipuntos

Considero que ser un desastre humano está infravalorado. Porque no es fácil estar metiendo la pata todo el tiempo. Creo que a las personas torpes con tendencia a las situaciones ridículas deberían concedernos una tarjeta de puntos, como las de los supermercados y cuando acumulásemos suficientes, regalarnos algo. Una tostadora con un sistema especial para que si se nos cae dentro de la bañera no nos electrocute o algo así. En fin.
Yo por ejemplo llevo unos días acumulando puntos como para que me den el apartamento en multipropiedad en una urbanización a medio construir por culpa de la crisis cerca de Cullera.
La otra noche mi lavadora se poseyó por todos los demonios del averno y empezó a hacer unos ruidos infernales. Se supone que estaba centrifugando, pero no. Toda mi casa temblaba, la lavadora saltaba y se golpeaba contra las paredes como si estuviera aclarando a la niña del exorcista con agua bendita. Ron y yo mirábamos atónitos el espectáculo esperando a ver qué salía de allí, pero tras un rato nos cansamos y me fui a hacer un bizcocho. Bueno, pues mi batidora empezó a oler a cable quemado y me dio un calambre. De verdad que no entiendo qué pasa, todos mis electrodomésticos me odian. Y claro, con la mano medio dormida por el chutazo de electricidad, me tembló el pulso y eché una cucharada de aceite encima del móvil en vez de en el molde del bollo.
De ahí me fui a tender lo que fuera que hubiera salido de las tripas del infierno en el que se había convertido la lavadora. Curiosamente, sólo era mi ropa de color. Yo esperaba vómitos verdes o niñas que andan al revés o algo así, pero no. Sólo ropa.
Me puse a colgar cosas y entre mi torpeza habitual y la mano medio agilipollada de la descarga de la batidora, se me cayó un sujetador al patio. De pura frustración tiré la pinza con la que iba a sujetarlo con una mala leche considerable. Que no tiene ningún sentido hacer eso, pero desde cuándo hago yo cosas con el más mínimo sentido.
Y entonces, en vez de oír el “plonc” de la pinza impactando contra el suelo oigo un quejido. Me quedé un poco extrañada. ¿Desde cuándo las pinzas se quejan? ¿Tanto daño se había hecho? Me asomé entre asustada y preocupada por la pobre pinza. Y ¡bingo! El vecino del segundo al que le caigo fatal quitándose mi sujetador de la cabeza y con la pinza en la mano mirando hacia arriba. Así que hice lo que cualquier persona normal y madura haría en mi caso: esconderme. Lo cual es ridículo porque ya me había visto, pero fue un impulso. De pronto, según estaba en cuclillas en mi terraza, al lado de la lavadora del infierno y rodeada de mi ropa mojada me dije, “Naar, no eres de las que huyen, eres de las que afrontan los problemas. Además, ya no puedes hacer nada para empeorar la situación.” Así que volví a asomarme y al ver el ceño fruncido del vecino sólo se me pudo ocurrir decir una de esas frases memorables que te sacan de cualquier apuro con elegancia y clase.

  • Joder, perdona, se me ha ido la pinza.

Y entonces me dí cuenta del juego de palabras y me eché a reír. A carcajada limpia. Cual psicópata absoluta. Si algún día mato a alguien y vienen los periodistas a mi portal mis vecinos no podrán decir que yo parecía normal y que saludaba siempre. Ni saludo, ni parezco normal ni nada de nada.
El vecino, por su parte, no tiene ningún sentido del humor, así que me dijo que me dejaría el sujetador en el portal para que lo recogiera luego mientras yo, presa de un ataque de risa nerviosa apenas fui capaz de contestar.
Y qué queréis que os diga. Con frecuencia pienso eso de que tengo que hacer algo con mi vida, pero para como me salen las cosas más sencillas últimamente, mejor me quedo quietecita y sigo acumulando puntos en mi tarjeta de desastre personal con mis tareas cotidianas.

Al menos, el bizcocho estaba buenísimo.

21 comentarios:

  1. Jajajaja. Hemos llorado de la risa el churri y yo (es que no he podido resistir la tentación de leérselo).
    Es buenísimo. ¿Cómo te pasan estas cosas? Te adoro con todas tus absurdeces!!!
    Por cierto, si no pareces normal eres menos sospechosa. Hay que tener ojo con los que son muy normales y siempre saludan.

    Besotes!!!!

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    1. claro, cuéntaselo al churri, si ya es como de la familia. Además, las humillaciones cuanto más públicas mejor.
      Y eso mismo me pregunto yo, ¿por qué me pasan estas cosas? ¿por qué, zeñó, por qué?

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  2. El fin (el bizcocho) justifica los medios.

    Beijos

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  3. xD!!! llévale un trocito de bizcocho al vecino para que endulce el recuerdo de su momento Jesulín! x)

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    1. Nah, no se lo merece, es un petardo de tío. Lo que voy a hacer es tirarle otra pinza cuando se descuide, jejeje

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  4. Jajaja buenísimo, Naar. Eres total.

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    1. Gracias, aunque creo que mi vecino no piensa lo mismo :DD

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  5. jajajajjajajajajajja no puedo parar de reír!!!!! Es buenííiiiisimo!!!!!!!!!!!

    QUIERO MÁS!!!! jajajajajajaj

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    1. Más? Igual debería llenarme los bolsillos de pinzas y tirárselos cuando me lo encuentre en el eascensor o algo... :D

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  6. Tus absurdos y tú sois únicos, me encantáis :)

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    1. Gracias, me siento un poco menos absurda si al menos mis memeces os hacen reír un poco :)

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  7. Creo que todas esas cosas te pasan porque haces cosas. Hay gente a la que nunca le petará la batidora porque no sabe ni dónde está!! No dejes de hacer cosas. Como te han dicho arriba, el bizcocho justifica los medios.
    Un abrazo!!

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    1. Es buena forma de verlo :) lo que no sé es cómo justificar el pinzazo al vecino, Jejeje.

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    2. Eso es el Karma. Por soso, pinzado al canto jajajajaja. Yo me habría muerto de la risa si soy tu vecina y me pasa eso que me digan que se le ha ido la pinza. Son los encantos de vivir en comunidad!

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  8. Descubrí tu blog gracias a Mi Álter Ego hace unas semanas y recién hoy he podido leerte. Me he divertido muchísimo imaginando al malhumorado vecino con el sujetador en la cabeza. Confirmo que el aburrirse o no está sólo en nosotros mismos, dependiendo de qué ángulo vemos nuestra cotidianidad. ¡Buen fin de semana!

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    1. Bienvenido, espero que te quedes por aquí!!
      La verdad que yo me reí mucho porque estás cosas absurdas me hacen gracia aunque sean pequeñas simplezas... Como dices, creo que la vida hay que tomarla con humor y ver la risa en lo que nos rodea :)

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  9. Jajajajajaja ¡Muy buena anécdota Naar! Desde luego, tu vecino no puede quejarse de que le lluevan sujetadores del cielo...

    Un beso.

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    1. Del sujetador no, pero de la pinza igual si tiene quejas, jejeje

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  10. Jjajajaja creo que si existieran esas tarjetas seríamos muchos los que tendríamos una, yo la primera! Muy buena la anécdota!

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    1. Gracias! Y si se inventa la tarjeta os apunto, pero yo tendré la dorada como fundadora honorífica del club de los torpes :))

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