viernes, 12 de agosto de 2011

good bye, baby II

Ahí va, la segunda y última parte. Para dentro de un par de días estaré de nuevo contando chorradas de las mías, lo prometo.
...
Tiempo, y varios encuentros después, yo empecé con el desequilibrado, con el que siempre te unió una antipatía mutua. Desde la primera vez que os visteis y él aún no era nada mío. Luego, se convirtió en mi novio y, claro, la cosa fue a peor. Nada le daba tanto miedo en mi mundo como tú. Ni el Ross, al que siempre supo que amaba con toda mi alma. Tenía mucho más miedo a esa química nuestra. Él decía que podía “olerse” cuando estábamos juntos, que nos mirábamos de una manera que le retorcía las tripas. Por eso sólo te vi una vez a escondidas, con la intención de demostrar que podíamos ser amigos. Sólo amigos, sin que me miraras así, sin sentir un imán en mi interior que me precipitaba hacia tu pecho. Pero no pudo ser. Recuerdo ese último beso, el último que me diste, en la parada del autobús, cogiéndome de la mano y mirándome despacito, con suavidad, con ternura. Como pocas veces me habías mirado. El beso más casto que jamás me hayas dado y tuvo que ser el último. Cuando llegué a casa me mandaste un mensaje, diciendo lo que yo ya sabía, que había demasiado “eso” entre nosotros (palabras textuales) para poder ser sólo amigos. Y ahí lo dejamos. Tú volviste a Estados Unidos. Yo hipotequé mi vida con el desequilibrado y sólo hacía trampas en sueños, imaginando tu piel dorada y recordando “eso” que sólo tú me has hecho sentir.
A finales del año pasado, el desequilibrado se fue. Y lo primero que pensé fue en ti. Luego reculé porque no quería que me rozaras el corazón en carne viva y por suerte, tú ya tenías novia. Me he empeñado desde la primera vez que te ví en no colgarme de ti como una colegiala. Y lo conseguí. No iba a permitírmelo en ese momento, a estas alturas, con este panorama. El problema es que ahora me faltan las fuerzas que antes me sobraban. Por eso me autoimpongo la orden de alejamiento que no terminas de entender. Porque ahora, o saco las espinas envenenadas, o soy demasiado vulnerable. No hay término medio.
Desde entonces, hablamos algunas veces, te escribí esto, dándote el nombre de dueño de mis sábanas.
Y ahora sé que te vas. Que esta vez te vas de verdad. Y que no podré ir a despedirte, que no habrá besos en tu buhardilla el centro, que no habrá desnudos sobre el sofá de estampado hortera. Que te vas, puede que para siempre de mi vida. Nunca había pensado que llegaría este día. Siempre había un bis. Siempre volvías antes o después. Y no me duele la lejanía, repito. Me duele cerrar un capítulo de mi vida y asumir que quizás, nunca más sienta eso que sentía entre tus brazos. Creo que me convertí en mujer de verdad cuando mi cuerpo tuvo contacto con el tuyo. Hasta entonces era una chica un poco perdida, que practicaba el sexo porque era parte de las relaciones. Pero me resultaba un poco indiferente. Sin embargo, al primer roce de tu piel con la mía, algo estalló dentro de mí. Fue como cuando mi gato se estira y abre las garritas suaves, mostrando unas uñas enormes. De pronto, al verme suspendida en el aire, con tu brazo sujetándome la cintura, me convertí en una mujer libre y llena de vida. Creo, que realmente, yo soy sosa, vulgar y anodina. Tú me hiciste brillar, resplandecer, ser especial detrás de las sábanas. Pero eras tú el que hacía eso de mí, no yo. Tú me liberaste, en muchos sentidos. Liberaste mi fiera interior, que se zampó a mi niña buena de colegio de monjas. Liberaste la mujer fatal que no me atrevía a ser. Liberaste mi lado salvaje. Por eso, detrás de una parte de mi libertad, de mi fuerza, de mi seguridad en mí misma, siempre estarás tú.
Ahora sólo queda recordar nuestra historia como algo bonito. Como algo mágico y especial, lleno de momentos a escondidas y de besos robados. Vuelvo a pensar lo que dije hace ya años, que mereció la pena vivirlo. Mucho. Si viviera mil veces, puede que lo cambiara todo, pero seguro que mil veces caería en tus brazos. Y hago como que me vuelves a decir que todo irá bien. Por que siento que va a ser así. Que seremos un poco amigos. Sólo un poco, sólo hasta donde “eso” nos deja serlo. Lo bastante para contarnos de vez en cuando qué tal nos va, para informarnos de los acontecimientos importantes de nuestra vida. Para saber, que si realmente nos necesitamos, estaremos cerca. Lo bastante para saber que nunca nos olvidaremos y que no hay kilómetros, océanos, continentes distintos que nos borren de la memoria del otro. Hace poco te lo dije, para que te lo lleves de recuerdo a Estado Unidos, que puede que un día llegue a ser la loca de los gatos, que recoja animales tiñosos y arrastre mi carrito roñoso por las calles, almacenando trastos inservibles en casa sin recordar apenas mi nombre, pero que no olvidaré lo que sentía entre tus brazos, con tus manos haciéndome estremecer, con tus labios levantando ampollas en mi piel.
Así que, de un modo muy extraño, muy especial, muy distinto de todos las demás, te diré lo que nunca, nunca te he dicho. Y no es con amor, porque nunca te he amado. Ni como amigo, porque no lo somos. Ni como amante, porque como tal ya te lo he dicho y te lo he dado casi todo. Pero no puedo evitarlo, hay una parte dentro de mí, que por esta vez necesita que lo sepas. Porque te vas para siempre y porque se acaba una parte de mi juventud contigo.
Por primera y única vez: te quiero.

P.D. Be happy, baby. Everythings gonna be all right. I´m sure.

4 comentarios:

  1. No comenté la primera parte porque imaginaba lo que venía en la segunda. No me equivocaba.
    Yo no tendría narices para una despedida así (de hecho, no las tengo). Qué preciosidad. Qué pena.

    (Y no digas nunca jamás...)

    Te quiero. Mucho. Lo sabes.

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  2. Sólo se dice adiós con la muerte. Lo demás siempre es un hasta luego.

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  3. Hasta dan ganas de llorar! pero sabes? si el destino los quiere juntos, es posible que un dia en el futuro, se reencuentren, talvez cuando ya poco les importe el otro, talvez cuando tus sabanas tengan otro dueño o el simplemente esté con alguien mas, pero este ultimo hecho significara que el olvido que un dia el uno por el otro querrá sentir, se verá irremediablemente, consumado.
    Don't worry :) y mira mi ultima entrada, los consejos de mi mami para sentirse feliz, eran infalibles! un abrazo

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  4. Debo decir que mi historia con el dueño de mis sábanas fue bonita y quería contarla, pero en realidad hace mucho tiempo que no pasa nada entre nosotros. Esta vez no he llorado su marcha. Y no puedo echar de menos a alguien con quien hace años que no tengo relación. Nunca le olvidaré, porque tengo buena memoria. Y siempre tendrá un hueco en mi corazón, pero porque tengo un corazón que parece el hotel de los hermanos Marx, lleno de gente que entra, que sale y que corretea de un lado para otro. Además, yo quiero que todo le vaya bien. Y estoy súper contenta por él, porque creo que es su sitio en el mundo y que va a ser feliz allí.

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