jueves, 17 de noviembre de 2011

la novia del Ross (o cómo la vida da la vuelta a la tortilla)

Durante los años que desperdicié compartí con el desequilibrado, supe lo que duelen ciertas cosas. Supe lo que es competir contra el fantasma de una exnovia “perfecta” e idealizada por todo el mundo. Me enfrenté a críticas y comparaciones injustas por parte de su entorno y su familia. Y a un sentimiento desganado por su parte, como si tuviera que conformarse conmigo porque ella dejó de quererle. Eso me machacó mucho el ego y me arrojó al fango durante un tiempo. Hasta que me di cuenta de que gran parte de esos ataques e intentos de hundirme eran propiciados por la envidia y el sentimiento de inferioridad.
De todos modos, esa es otra historia. Es una especie de preámbulo de lo que voy a contar. Para intentar explicar que no trato de hacer ningún ataque gratuito a nadie, ni mucho menos. De hecho, si leéis hasta el final, demostraré que pretendo todo lo contrario.
Como ya adelanté hace un par de post, en la capea me las vi frente a frente con el Ross y su novia. Y yo iba preparada y mentalizada a que me la pelara, pero al parecer, ella no.
Estábamos Seis y yo al poco de llegar viendo como nuestros amigos tentaban a una vaquilla resabida que pasaba de ellos, cuando me da un codazo y me dice a media voz:

-         El Ross no le dijo a su novia que venías tú. Acaban de tener una pelotera...

Yo me encogí de hombros, no me sorprendió mucho. Ross es capaz de morir antes de hacer frente a un problema. Pero Seis seguía con su charla entre dientes:

-         Aunque eso no es nuevo, se pasan la vida discutiendo.
-         Ya, todo el mundo lo dice.
-         Y, claro, la tía esta ahora te ve y tiene que estar que trina.
-         Seis, no me gusta esta conversación. Y es absurdo. Entre Ross y yo no hay nada, él está con ella. La eligió a ella, de hecho.
-         Ya, pero tú eres… tú. Ya sabes... TÚ.

Y me hizo un gesto sobre le frente que él y yo sabemos lo que significa. El estigma cainita. Sonreí, mi Seis sabe siempre qué decirme. Me guiñó un ojo y me dio un beso. Me dijo que me quería y que si yo estaba bien, por él todo bien. Así que ahí quedó la cosa. 
Durante el día, la chica se limitó a evitarme y a pasearse por ahí con cara de vinagre. Incluso discutieron otra vez delante de todo el mundo, ella desapareció por un rato y él se quedó con su cara de pena mirando al vacío. Y pasaron buena parte del tiempo con la cara larga. Además no se hicieron ni un solo gesto de cariño o de acercamiento, cosa extraña porque el Ross era un poco lapa. Lo más desconcertante era la extraña aura gris e infeliz que destilaban los dos, aunque en un principio pensé que eran imaginaciones mías. Hasta que en el viaje de vuelta, Pa según se monta en el coche, me espeta:

PA-         Nena, qué fea es la novia de Ross. Pero fea, fea.
N-         Pa, no voy a hablar de eso.
PA-         Es que es fea… ¡¡pero fea!!
N-         ¡Pa! Bastante me cuesta ser prudente y no decir nada al respecto.
PA-         Vale, no digas nada, ya lo digo yo: es fea, fea, fea…

Me eché a reír. No porque la chica sea más o menos fea, que eso no tiene gracia. Si no por Pa, que es súper graciosa cuando dice estas cosas.

PA-         Además, claro, te ve a ti y tiene que ponerse de los nervios.
N-         Mira, eso ya lo ha dicho Seis.
PA-         Es que salta a la vista. Ella así, tan… fea. Y te ve a ti y… no sé. Es como para mosquearse.
N-         Me lo tomaré como un cumplido.
PA-         A ver, que no es sólo que tú seas mucho más guapa. Es que encima tú estás tan… viva. Y ella es así como mortecina. Como rancia, como seria, como enfurruñada todo el día. Y sabiendo lo que tú has sido para el Ross. Y lo que eres, que a mí ese no me engaña. Que vale que se pasen la vida discutiendo, pero esta vez hasta tiene motivos.
N-         Pa, voy a seguir con mi plan de ser elegante y no decir nada. 
PA-         Vale, pero lo diré yo.

Durante el resto del viaje hablamos sobre la sensación de infelicidad que irradiaban, que al parecer no era una percepción mía propiciada por los celos, el resentimiento y/o el rencor.

Pero el colmo fue la otra noche, chateando con A. Estábamos hablando de la capea, las fotos y demás. Cuando de pronto me dice:

A-         Oye, Naar… ¿tú hablaste con Ross durante la capea?
N-         No, la verdad, ¿por?
A-         Es que estuvo hablando conmigo y me dijo que no le habías saludado.
N-         Sí le saludé. Pero no me apetece hablar del tema.
A-         Ya, claro. Por cierto, qué fea que es la novia.
N-         Y dale, otro con el mismo rollo.
A-         Hombre, es que encima comparada contigo…
N-         Las comparaciones siempre son injustas y crueles.
A-         Sí, pero es que tú la ves a ella, y luego a ti. Y es para que te de algo. Que la tía es fea, pero encima en comparación…
N-         A, que no compares, coño.
A-         Y no es cosa sólo de fealdad, es que es una rara. No habla con nadie, no se ríe. Yo no sabía ni que era su novia. Ni un beso, ni un abrazo… nada.
N-        
A-         ¿Tú no lo ves raro?
N-         Yo no tengo que ver nada.
A-         Hombre, Naar, yo te miraba a ti, riéndote, bailando, con lo guapa que ibas ese día con el pañuelo en la cabeza… y ella ahí, toda mohína, sin hacer nada. Que ni una triste sonrisa en todo el día. Así pasa, que noté al Ross muy decaído. Como si se hubieran pegado la amargura.
N-         A, se acaba ya la conversación. No quiero hablar del Ross y mucho menos de su novia.
A-         Vale, pero que sepas que salta a la vista. Y no es porque seamos amigos y yo te quiera.

Lo cierto es que aunque me niegue a hablar del tema, porque creo que ante todo, se le debe un respeto, y luego porque diga lo que diga yo puede ser malinterpretado, todo el mundo no puede estar equivocado. Al menos en lo de que no se les ve felices. Y me da penilla, porque el Ross era alguien alegre, risueño y bromista.
Respecto a lo otro sólo tengo que añadir que la belleza es algo muy relativo. Primero porque va en gustos. Y segundo porque hay mucho de actitud. Francamente, no creo que la novia del Ross sea tan fea. No es una belleza griega, vale. Pero es una chica normal. Sólo es verdad que parece que le falta vida. La gente que se ríe y que vive con cierta alegría es más atractiva. Así de sencillo. Pero no la juzgo. Quizás tenga motivos para estar triste. Quizás yo sea uno de ellos. Y me siento mal si es así.
Yo lo pasé muy mal sabiendo que para el desequilibrado su ex siempre sería mejor que yo. Sabiendo que alrededor de ella poco a poco se había creado un aura de perfección a la que era imposible aspirar. Sabiendo que su entorno también la prefería a ella. Sabiendo que ella había sido el gran amor de su vida y que yo era sólo el parche con el que conformarse.
Y una vez que dije todo esto en el otro blog, alguien me dijo que no la culpara a ella, que quizás yo también sería ese tipo de exnovia pesadilla para alguien. Y cómo es la vida, oyes, que ahora lo soy. Lo sé. Porque reconozco esa forma en la que ella me miraba. Reconozco esa forma de apocarse ante alguien a quien imaginas perfecto y superior aunque no lo sea. Reconozco ese sentimiento cruel que se te agarra a las entrañas y no hay manera de combatirlo, porque en el fondo sabes que es cierto, que él la sigue queriendo aunque esté contigo, que ella fue especial y tú no, que a ella la recordará toda la vida y a ti quizás no.
Y por colofón diré que aunque ya no me importe, aunque no haya opción y aunque yo cada día le quiera menos, sé que Ross sigue sintiendo eso por mí. Primero porque lo nuestro fue muy fuerte, muy grande, muy hondo. Y segundo, por un detalle más que significativo que hubo ese día y que me reservo sólo para mí. Me lo quedo, como el último resquicio del amor tan enorme que nos tuvimos. Pero la eligió a ella. Y francamente, como mujer, espero que la trate bien, porque la chica no se merece la crueldad de sentirse segundo plato. No es mejor ni peor que yo. No es más fea o más sosa. Es distinta. Y algo estupendo y maravilloso tendrá mejor que yo cuando ella tiene un novio increíble al lado y yo estoy sola.
Y manda huevos que sea yo la que tenga que decir esto y defender a la actual novia del amor de mi vida, manda huevos, de verdad.

6 comentarios:

  1. Qué grande eres, de verdad. Sólo por este post ya te mereces un aplauso.

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  2. Después de leerlo enterito (tiene mérito pq me suelen cansar los post largos... por suerte tú lo amenizas bien con tu sentido del humor), me ha entrado una duda. Si este chico (el Ross) antes tenía una novia estupenda de la muerte, luego viniste tú (y dices que la anterior era mucho más en todo) y ahora está con otra( y parece que tú eras mucho más que la actual)... ¿este chico va a menos? ¿Está perdiendo facultades de ligar con chicas estupendas? ¿Le habéis marcado tanto que ahora ya no levanta cabeza? Pobrecillo... qué pena! (ironía)

    ¿Tu estás bien ahora? Pues que le den! Ni una linea más al Ross, caramba!

    Besos, y buen finde.

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  3. Ariadna: No me he debido explicar bien. El que tenía una novia "estupenda" que por cierto no lo era, era el desequilibrado, mi último ex con el que compartí vida. El Ross es anterior.

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  4. Ops! Perdón por la confusión... ya decía yo que no lo entendía.

    Besos!

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  5. Pues sí que tiene mérito... Pero también se la ve más fea y más gris porque sois los amigos de él. Para las/los amigos/as de mi marido yo siempre era la sosa, la que lo ataba, la que no "dejaba" que fuera él mismo. ¡¡Fue una pesadilla durante muchos años!! Y eso que no tenía ninguna ex en el grupo...

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  6. Dice mucho de ti que no la critiques, y mucho más que la defiendas.

    Un saludo

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