Escribí esto hace ya un par de semanas. Pero le he estado dando vueltas a publicarlo o no, porque utilizo palabras más duras de las que suelo usar hacia ninguna persona. Pero tras ciertas actitudes, me siento con el derecho a hacerlo. Así que, hala, lo publico.
Hay una leyenda india (de los indios norteamericanos, los de las plumas en la cabeza, las flechas y las pelis del oeste) que dice que todos tenemos en nuestro interior un lobo bueno y uno malo. Ante las circunstancias de la vida, los lobos pelean entre ellos y el que gana, decide lo que haremos, si el bien o el mal. Según la persona va creciendo, alimenta a sus lobos interiores. Y elige alimentar a uno o a otro. De ese modo, al que más alimenta se va haciendo más fuerte y por lo tanto, gana más batallas. En nuestra mano está alimentar al lobo bueno o al malo.
Me encanta esta fábula porque no creo en las historias de buenos y malos radicales, pienso que todos somos un poco de las dos cosas y depende de nosotros qué parte sale a la luz, hacia qué lado se inclina la balanza. Se supone que todos deberíamos tener la inercia de tratar de ser mejores, de alimentar al lobo bueno. Pero asombrosamente hay gente que alimentó tanto al malo que el bueno se murió de hambre. Y ahora apenas hay batallas en su interior dado que el lobo malo es el único, es el que decide, el que manda, el que domina. El lado oscuro, del que es imposible volver.
De primera mano conozco un caso así. Uno de alguien cuya maldad traspasa límites. Alguien que ha ido aplastando sus cosas buenas (que las tenía) hasta reducirlas a cero. Dejando que la mala hierba y los espinos crezcan y ahoguen las flores. Ahora sólo queda en su interior una nube oscura que hace honor al mote que tenían las mujeres de su familia en su pueblo natal: las nubladas. Su aura es negra, siniestra y peligrosa.
Y esa persona es mi abuela paterna. Antes me dolía decir, o pensar siquiera, estas cosas de ella. Pero ya estoy cansada de sus ataques, de sus palabras, de las heridas que me causa sin el más mínimo miramiento. A plena conciencia, sonriendo mientras me lastima, alimentándose del dolor que causa. Ya ha colmado mis límites. Y mira que se tarda en llegar a este punto. Pero son 28 años los que tengo y los que llevo soportándola. Aguantando sus malos modos, sus humillaciones, sus críticas y sus embestidas. Contra mí y contra todo lo que quiero. Contra mi madre, mi otra abuela y mi familia materna en general. Contra mis amigos, mi gente, mis chicos. Incluso contra mi pobre padre, su propio hijo. Y es que no se cansa esta mujer de hacer daño. Es de lo que vive, como un parásito. Y la última gota que ha colmado mi vaso de paciencia no tiene nombre. Pero el caso es que ya he dicho basta. Esa mujer ya no forma parte de mi vida. Y se acabó. Hombre ya.
Y como aún es principio de año y hay que ser positivo y el mal sólo se combate con el bien… voy a dar las gracias a mi abuela paterna. Por haber heredado de ella un pelo precioso, el don de escribir y de narrar, la independencia, el valor, la capacidad de hacer las cosas sola. Por todo lo bueno que ella tenía y que los genes me trasmitieron. Y doy las gracias porque tengo sus cosas buenas y algunas de las malas, pero yo no alimento a mi lobo malo. No le dejo crecer y hacerse fuerte como ella. Yo doy de comer a mi lobo bueno a diario, para que se haga fuerte. Para que el lobo malo gane muy poquitas batallas y con el tiempo no gane ninguna.
Ya has hablado de esa mujer en otras ocasiones, y teniendo en cuenta el bicharraco que debe ser, has sido siempre exquisitamente respetuosa.
ResponderEliminarLe pregunté una vez a una psicóloga porqué a veces gente a la que nunca le he hecho daño y a la que siempre he tratado con educación y respeto me soltaba alguna frase que me dejaba sangrando por dentro, sin venir a cuento, totalmente innecesaria. Me dijo que hay gente que para sentirse a la misma altura que otras personas necesitan rebajarlas primero a fuerza de críticas o desprecios. Quizás tu abuela cuando ve algo admirable en los demás no sabe hacer otra cosa que intentar destruírlo, para no sentirse tan insignificante a su lado. Es un poco lo de "no echar margaritas a los cerdos". Pues eso, que no os merece, simplemente. Que no te dañe, es dificil pero aprende a que todo lo que diga te resbale, así no ganará el lobo malo.
Ahora entiendo un poco más el comentario que me dejaste en mi entrada sobre aque´l post en el que yo hablaba de mi abuela...
ResponderEliminarÉsta historia india la conozco y la leí curiosamente en una bolsa de papel de una tienda de ropa hippie llamada "natura" que me encantó la idea de que pusieran ésta leyenda en la bolsa justo después de comprar algún producto de allí...te hacía pensar.
Me ha gustado tu entrada, sobretodo la ultima reflexion.
Un besazo!
Conozco la leyenda india, es muy realista.
ResponderEliminarHaces bien en sacar de tu vida a una persona que no te aporta nada, por mucho que sea tu abuela. Y si te vuelve a molestar, amenázala con llevarla a que dé con sus huesos en el peor asilo del mundo mundial.
Yo también la leí en una bolsa de Natura y me pareció muy interesante, como dices, hay personas que parece que solo alimenten al malo, conozco a un caso muy cercano a mi, qué pena que haya gente así.
ResponderEliminarUn saludo
Creo que deberíamos ir juntos a matar a los lobos malos. Estos días llevo unas ganas de acabar con algunos de ellos que no veas. En fin, tú al menos ya has eliminado a una parte de tus lobos malos, y te das cuenta que siempre están hambrientos los jodíos? Siempre con ganas de devorar mierda.
ResponderEliminarEa, palante, un beso.
Goyo, me gusta tu idea, me apunto, dónde hay que ir?
ResponderEliminarBesos a todos!
Qué grande que hayas acabado tu post dando las gracias a alguien que te ha hecho daño y reconociendo que tiene (o tuvo) cosas buenas. Sólo eso ya demuestra que como persona estás muy por encima de los lobos malos y las hienas destructoras. Enhorabuena, de corazón.
ResponderEliminarMe parece un realto tremendo y duro pero con una conclusión magnifica al final: incluso del lobo malo hay que extraer lo positivo y si encima eso ayuda a alimentar y a fortalecer tu lobo bueno...bienvenido sea!!!!
ResponderEliminarHas sido inteligente. Hay un libro de apenas 100 páginas llamado "La Ley del Espejo", de un autor japonés (Noguchi talcual).
ResponderEliminarNo digo más, si os lo leéis, llegaréis a la misma reflexión que Naar.
Pues me parece genial, y aunque seguro que en el fondo duele un poquito, lo mejor es tener a ese tipo de personas lo más lejos posible. Me ha encantado la fábula. Desgraciadamente creo que a veces las personas no se dan cuenta de que alimentan al lobo malo. No todas son conscientes, y cuando lo son, ya es demasiado tarde.
ResponderEliminarPues es una pena que haya gente así por el mundo... Enorgullezcámonos de no ser así.
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