miércoles, 1 de febrero de 2012

el soplido del freno

Hace ya tiempo que iba conduciendo con mi madre al lado y de pronto se oye un soplido:

-         fffffffsssssssssssssssssssssssssssssss
-         ¿Nena? ¿Qué es eso? – me dice mi madre.
-         ¿No eres tú?
-         No, ¿y tú? – insiste.
-         No, yo no… ¿y tú?

Al ver que entrábamos en bucle, decidí pegar oreja para averiguar de dónde salía el sonidito de las narices. Me costó trabajo, pero tras varios días de dar golpes aquí y allá, de hacer distintas pruebas y tal, resultó ser el freno. Cada vez que lo pisaba volvía el soplido fssssss.
Sin embargo, decidí ignorarlo. Durante meses. Pero claro, el soplido persistía. Yo frenaba y él soplaba. Hasta el punto en que me acostumbré al asunto y casi ni lo oía. Sin embargo hace un par de días, volvía a ir con mi madre y ante el insistente bufido del freno, mi madre se puso tensa:

-         Nena, ¿tú estás segura de que esto es normal?
-         Bah, la palabra normal es muy relativa, mamá. ¿Quién nos dice lo que es normal y lo que no?
-         No filosofes. Escucha, escucha… psssss, ¿lo oyes? Mira, mira… pssss. ¿ves?
-         Ah, sí, eso lleva así meses, es el del freno.
-         ¿Del freno? – chilla y se agarra de la asita que hay en la puerta, como si eso la fuese a salvar de algo.

En el momento no dijo nada más, estaba ocupada rezando todo lo rezable y aferrándose a la puerta con un fin que desconozco. Anda que si me quedo sin frenos se iba a salvar por eso. Pero urdió una maldad de madre. Porque mi madre cree que aún tengo diez años y que mi padre me impone más que ella. Así que en su interior pensó lo que me decía de niña: “se lo voy a contar a papá y a ver qué dice él.” Lo que mi madre no asume es que con 28 años ya paso de los dos por igual y que si hay un tema con el que mi padre no tiene ninguna autoridad moral sobre mí, es con el coche. Mi padre es el mayor de los desastres en lo que a temas mecánicos se refiere. Durante años condujo un coche con más peligro que una caja de bombas, que perdía gasolina, se recalentaba, no frenaba y se calaba si dejabas de acelerarle, fueras a la velocidad que fueras. Y muchas otras cosas que me darían para un post entero.   
Total, que ayer, paseando los tres por la tarde, mi madre empieza con sus argucias:

-         Y claro, - le decía a mi padre, que iba tan contento con sus dos mujeres, una de cada brazo. – la niña quería irse este fin de semana al sur, pero… ¿sabes que el coche de la niña hace un ruido raro?
-         ¿Ruido? – en estos temas, para mi padre ruido significa dinero y eso le aterra. - ¿pero un ruido preocupante… o un ruido tonto?
-         Un ruido del freno. – dice mi madre triunfante.

Mi padre se debate entre el amor por su única hija y su vena roñosa acuciada por los tiempos de crisis. Al final me mira, de reojo. Yo voy con cara de inocente, como si no fuera conmigo el asunto.

-         ¿Pero el coche frena?
-         Sí.
-         Ah, bueno, entonces no es grave. – su lado roñoso se anota un tanto.
-         ¿Cómo que no es grave? Suena un soplido. Y lleva sonando meses. Que digo yo que eso no es normal. – madre al ataquerrr.
-         Ya. Pues no, claro, no es normal… llévalo al taller, hija. No sea que pase algo. – el amor de padre empata a uno.

Así que hoy bajo al taller con mi coche, resoplando los dos a partes iguales.  
El tipo de mi taller me asusta. Lleva unas gafas muy gordas que le hacen ojos de pez. Y claro, te mira con esos ojos enormes y dice cifras aún más enormes. Y acojona, claro. Además, con frecuencia pienso que me equivoqué de profesión. Mola mogollón usar palabras que no entiende nadie y que te tengan que creer sí o sí.  Los mecánicos son los médicos de los coches y como tal, se afanan en que nadie domine su lenguaje, para que nadie les quite su superioridad.
Total, que llego yo, con mi coche y ojosdepez me pegunta qué le pasa.

-         Pues que el freno sopla. – digo yo.
-         Ah, eso va a ser la goma del émbolo que sostiene la pirindola de los extremos y gracias a la cual, las correas percusoras hacen su circuito.
-         Claro. ¿y es grave?
-         Hombre… -  me dice abriendo el capó. – si eso se rompe, la júntula de la trócola se vería afectada. Y podría dejar de hacer el enganche con los engranajes de los piñones garrapiñados.
-         Ya, es lo que tiene.
-         Además, si el soplido es persistente, podría romperse la currucutora media, lo que endurecería la estrombolia sílica y dejaría de funcionar el pedal.
-         O sea, que hay que cambiarlo.
-         Sí.
-         Ssstupendo. – tomo aire para soportar el envite. - Y serán…
-         Chorrocientos euros.
-         Claro, cómo no.

Total, que ahí está el coche, en el taller, con el mecánico feo hurgándole en las tripas. Y lo que más me jode, es que cada vez que voy al taller el mito erótico del mecánico cachondo, con el mono atado a la cintura y el hermoso torso brillante y cubierto de grasa se aleja más y más. Lo único que veo son sus enormes ojos de besugo detrás de las gafas, sus explicaciones ininteligibles y el sablazo que me espera.

8 comentarios:

  1. Casi me meo con el diálogo con el mecánico. Y también con lo de tu madre agarrándose a la asita de la puerta. Ains. Voy al baño.

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  2. Pues si fuera el mecánico buenorro podría cobrarse en carne, pero con este... como que no.

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  3. jajajajja, que bueno!
    todabia me imagino a tu madre alli agarrada del coche en el taller (yo no me voy de aquí hasta que se arregle, por si acaso) JAJAJJAJA

    (Con todos los respetos a tu madre)

    y que risa con lo del diálogo, jejejejeje, muy bueno lo de "ojos de pez"

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  4. Pero, pero, pero aquí hay un tema importante... ¿quieres ir al sur ha hacer una visita a cierto macho?.

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  5. jajaja! No, Puzz. pensaba ir a ver a mi gente y sobre todo a despejarme. bueno... y si me encuentro al macho, mejor, claro. pero no. además, entre el frío y el freno soplador se ha chafado el plan.

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  6. Tu diálogo con el mecánico es brutal. Me ha parecido veros a los dos. El sábado tengo que ir yo al taller también, espero que no sean chorrocientos euros.

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  7. Mira, es que te veo con tu madre, os visualizo metidas en el coche, ella agarrada y tú a lo tuyo... juas.
    Siento lo del viaje chafado y lo de los chorrocientos, nena. Y también que el mecánico no fuera empotreitor man. Joé.
    Besote!!!

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  8. Seguid acojonándome que no me saco el carné en la vida xD

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