miércoles, 8 de agosto de 2012

aceitunas contra los problemas

Sé que tengo una extraña tendencia a culpar a mis hormonas de todos los males. Pero es que es verdad. Mis ovarios me odian y yo les odio a ellos. Todos en paz. Más o menos, porque la batalla se libra en mi endeble y poco cuidado cuerpo. Y con frecuencia, en mi cabeza. Mis hormonas controlan mis estados de ánimo y mis chifladuras. Y así me cunde a mí la vida, claro.
Por razones que no vienen al caso, llevo un par de meses con más alteraciones de las normales. Y ha habido de todo: cosas buenas, cosas malas, sustos, viajes, cambios de horarios, problemas alimenticios tanto por exceso como por defecto, frungimientos estilo batir record guiness… os hacéis una idea del caos de vida que llevo desde principio de verano. Y claro, mis enemigas las hormonas se frotan las manos. Es el momento de acabar con Naar. Y ríen malignamente. Las muy cabronas.
En cualquier caso, esta vez sabía que iba a tener una regla complicada. Pero no que me fuera a volver totalmente loca. En serio, creí que me dolería más (aún) o algo así. Algo medio normal. Pero no. Primero, me tiré tres días furiosa. Convertida en un volcán de ira dispuesto a erupcionar en cuanto alguien se acercara. Mi familia me miraba asustada. Luego, empecé a sentirme gorda. Muy goooorda. Mi parte racional, que está por ahí al fondo, me decía “a ver, so pirada, no estás gorda, la ropa te queda igual” pero no valía de nada. No es que estuviera o me viera gorda. Es que me sentía gorda. Y quizás alguna de las lectoras me entienda mientras los hombres suspiran sabiendo que eso ya les ha traído más de un problema con su pareja. El caso es que en medio de mi gordura mental, me dio por tener ansiedad. Ansiedad por nada, hay que decirlo, que no tengo motivos para ello. Pero he estado dos días sin dormir y desquiciada. De muy mal humor, ojerosa, sintiéndome enormemente gorda y con la ansiedad disparada. Un lujo de persona, vaya. Un regalito para cualquiera.
A todo esto, empecé a encontrarme mal físicamente, no sé si como causa o consecuencia del resto de las cosas. Así que me dolía todo, tenía el estómago revuelto y no tenía ganas de nada.
Extrañamente, Pa se empeñó en venir a verme en medio de este caos. No sé si estaba preocupada o sólo sentía curiosidad profesional por mi lamentable estado. Y ya que venía, fuimos al Carrefour a comprar una goma para la ducha, que inexplicablemente se ha vuelto a romper por segunda vez en un mes y cuarta en lo que va de año. Y de paso, a buscar un cargador para mi e-reader. Yo me encontraba fatal y estaba a punto de echarme a llorar cuando mi plan de conseguir un cargador gratis se chafó, pero Pa, que se toma la vida con calma, decidió que le apetecía mucho comer aceitunas. Así que con las monedas que rescatamos de la guantera de mi coche, compramos aceitunas gigantes con sabor a berenjena, revuelto de aceitunas, pepinillos y cebolletas y una bolsa de lacasitos. Dieta sana y equilibrada perfecta para una mujer menstrual con el estómago hecho trizas.
Pues oye, mano de santo. Llegamos a casa, me puse hasta el culo de aceitunas, nos reímos de cosas sin sentido y de pronto, ya no me dolía tanto nada, ya no tenía ansiedad, ya no me sentía gorda y mis ganas de matar se habían esfumado. Así que me puse a comer lacasitos como si no hubiera mañana para celebrarlo. Punto para Naar en su lucha hormonal. Ja.
Lo curioso, es que a mí no me gustan las aceitunas, aún no he cambiado el cable de la ducha y sale agua por todas partes, el e-reader sigue sin batería, aún tengo la regla y me duelen los ovarios... pero, extrañamente, me importa todo un bledo.

9 comentarios:

  1. Pues tendré que probarlas a ver si tienen un efecto similar en mi, aunque a mí tampoco me gustan las aceitunas, jeje. Saludos.

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  2. está claro que no eran las aceitunas sino la compañía que tenías,da igual lo que te hubieras comido,nada como tener al lado a alguien que transmita buena energía.bs

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  3. Vaya vaya, un buen dia para regresar en el blog de Naar.
    Me encanta!
    Y es que sólo hace falta ver a Bridget Jones, por ejemplo...que como sopa azul!
    Pues tu, aceitunas y lacasitos!
    A otras nos da por el típico y tópico pote helado americano, jajajaja, lo que importa de todo éso es que todas esas personas comían esas cosas en buena companyia y por eso no les sentaba mal ni la sopa azul ni las aceitunas con lacasitos ni el helado.

    Como me gusta volver de nuevo a tu blog y ver que eres la misma!!!

    He sonreído al ver tus cambios hormonales (comprobando que estás bien) te mando muchísimos besos y creo que pasarémás a menudo por aquí

    Ya sabes, a comer aceitunas, lacasiotos y a frungir!

    :)

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  4. No sabía yo que las aceitunas tenían ese efecto terapéutico tan fantástico... Habrá que probarlo, aunque tengo que reconocer que yo, con el tema cambios hormonales, soy muy afortunada. Me pongo bastante ñoña, eso es verdad, pero ni dolores fuertes (nada que un ibuprofeno a tiempo no solucione) ni ataques de ira incontrolada. Un besote!!!

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  5. Así son las hormonas, tan pronto como aparecen se van :) con las aceitunas en todas sus variantes tengo yo un vicio importante. Tres hurras por esas amigas que no te dejan tirado con tus dolores y bajones y se acercan a mimarte un poco.

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  6. Somos tan complicadas!!! Yo también tengo una guerra continua con mis hormonas, así somos. Quien nos entienda que nos compre, no?

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  7. ¡Lo mal que se pasa en esos días! Doy fe de ello. Pero a veces, como te ha ocurrido a tí, la solución está en las cosas más excéntricas que te puedas imaginar. Lo importante es mejorarse ;)

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  8. A mí no me dan ni frío ni calor, pero me da coraje encontrármelas en la ensalada xD

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  9. ¿Que no te gustan las aceitunas? :O Las aceitunas son la alegría de la vida jajaja soy adicta, no se nota, lo sé.

    Asco de hormonas, a mí también me llevan loca, somos las elegidas, un gran poder conlleva una gran responsabilidad... (estoy hoy de unas asociaciones que asustan, no sé si será también cosa de las hormonas o qué xD).
    Me alegro de que el rio haya vuelto a su cauce :)

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