sábado, 17 de agosto de 2013

el diminuto escarabajo verde

Llevo un tiempo dando muchas vueltas a la idea de las segundas oportunidades que da la vida. A si hay que luchar contra viento y marea para conseguir ser feliz. A si hay calma tras la tempestad. A si siempre vuelve a brillar el sol. Y el otro día lo vi claro. En la taza del váter. Las respuestas a veces aparecen donde menos se lo espera uno.
El caso es que hace un par de noches me dejé caer en la cama bastante cansada. El niño chico estaba a mi lado, ya sin sus gafas ni sus lentillas. De pronto, señaló hacia arriba.

-         ¿Qué es eso?
-         ¿El qué?
-         Lo que corretea por el techo. Dime que no es una araña y tengo que levantarme a matarla.

Miré hacia donde apuntaba su pequeño dedo. Un bichito verde se paseaba tan campante.

-         No, no es una araña. Es una especie de escarabajo diminuto.
-         ¿Entonces no lo mato?

La pobre criatura sigue traumatizado desde que expliqué queera un manta matando arañas y trata de redimirse. Pero no.
El caso es que entre que él es bastante vago, que estaba muy cansado y que a mí los bichos no me dan ningún miedo a no ser que tengan ocho patas y ocho ojos, me levanté y lo cogí con un papelito. Era un bichito parecido a una mariquita pero verde. Joder, era hasta bonito. Dije que me daba penilla matarle, pero claro, tampoco lo iba a adoptar. Así que lo tiré al váter. Y no tiré de la cadena, porque gastar agua a lo tonto y hacer ruido a esas horas era absurdo.
Por la mañana cuando fui al baño, encontré mi sorpresa. Y muchas respuestas.
El bicho verde seguía nadando y pataleando en el fondo de la taza. Estaba vivo a pesar de toda la noche en remojo. Y yo, que soy una gilipollas, en lugar de tirar de la cadena, de hacer mi pis mañanero y olvidarme del asunto, cogí un peine viejo de esos que regalan en los hoteles y saqué al bicho. Estaba mojado, así que lo puse en el turulo de cartón de un rollo de papel higiénico gastado. Se quedó quieto, como si estuviera cansado. Yo le miraba con un poco de pena y de sentimiento de culpa. Pobre bicho. Había querido matarle y él se había empeñado en vivir. Había nadado lo que sería una parte importante de su vida sólo por unas horas más a cambio. La hostia, qué lección me estaba dando un escarabajo diminuto y verde.
Al fin bajé del baño, con el bicho totalmente reanimado y correteando por el turulo de cartón.

-         Nene, el bicho de anoche estaba vivo. Le he sacado del váter. Se ha ganado vivir.

El niño levantó sus ojos del móvil. Pensé que me iba a llamar loca. Que me iba a decir que vaya puto asco de bicho y de que yo ande hurgando en los váteres. Que estoy para que me aten. Que no hay quien soporte vivir conmigo. Pensé que me iba a decir cualquiera de esas cosas que me han dicho en el pasado. Pero sonrió.

-         ¿Estaba vivo? ¡Joder! Pues sí, haces bien, suéltalo, que se lo merece.

Igual estamos locos los dos. Para que nos aten. Seguramente nos entendemos porque somos igual de raros. Pero qué bien sienta escuchar cosas así.
Salí a la terraza y sacudí el rollo de cartón en uno de mis tiestos mustios. El bicho cayó y corrió entre las hojas, camuflándose casi al instante. Estoy segura de que estaba feliz. Un diminuto escarabajo feliz. Un diminuto escarabajo con más cojones que la mayor parte de las personas. Un diminuto escarabajo capaz de patalear en el agua durante horas sin rendirse. Había una posibilidad entre un millón de millones de salvarse, pero creyó en ella. Y la consiguió. Se salvó y pudo volver a corretear por una planta. Se lo merecía. A ver si aprendemos, coño. A ver si todos empezamos a patalear cuando todo va mal, creyendo, confiando en que quizás las cosas cambien aunque todo apunte a un fatal desenlace. Teniendo la esperanza y no desistiendo nunca. Aferrándonos a la vida como un diminuto escarabajo verde que nos ha dado una lección a todos los humanos, supuestamente tan superiores al resto de las especies.
La suerte existe, pero también se busca. La suerte existe, pero también se pelea. La suerte existe, pero a veces hay que nadar durante media vida para encontrarla.


9 comentarios:

  1. Yo si tiro un bicho al váter lo piso primero, me da mucha pena imaginarlo ahogándose (por lo menos le doy muerte rápida) Lo que hago normalmente es echarlo por la ventana. Y así me queda la conciencia tranquila.

    Y sí, todo un campeón el pequeño escarabajo :)

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  2. Y a dios pongo por testigo de que jamás volveré a matar a un bichito

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  3. Pues sí que se lo ganó. Es cierto que a veces podemos sacar enseñanza de las cosas más inverosímiles. Un besote!!!

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  4. Yo los tiro todos por la ventana, que vivo en un bajo y tengo jardín.
    Recuerdos al NC.

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  5. Me has pillado con una depre y no puedo creer en lo que dices, pero tienes mucha razón.

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  6. Ole por el bicho y ole por vosotros. Qué cosas tiene esta vida...

    Besitos

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  7. Quería pasar a saludarte y he creído que la mejor entrada para pasar a decirte ¡HOLA PRECIOSA! era ésta, jijiji

    Mola mucho!

    Estoy sorprendida! sabes que siempre que veo una araña me acuerdo de ti? te lo juro!
    Me ha encantado la historia del escarabajo verde. Mola! es mi héroe!

    No se si mi pregunta estará fuera de lugar, pero...¿quien es niño chico?

    Un abrazo enorme! muchos besotes!

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