lunes, 17 de agosto de 2015

El apocalipsis zombi vecinal

Hace ya unos cuantos años, cuando vivía en el piso de alquiler con el Desequilibrado, en verano empezó a oler mal en la escalera. Como allí vivíamos en una especie de comuna todos los vecinos, nos dio por comentar entre risas que quizás el vecino juerguista del ático se había muerto en una de sus fiestas y estaba ahí pudriéndose y convirtiéndose en zombi. No sé por qué, a la única a la que le preocupó esto seriamente fue a mí. Quizás por mi miedo irracional a los zombis, quizás porque mi cerebro era el más jugoso de aquel edificio de locos y era la única que realmente podría perder algo valioso si el vecino volvía del más allá a comérselo.
Sea como fuere, el vecino juerguista resultó estar vivo y pasando unos días en Mondoñedo. El mal olor procedía de casa de la vecina pirada del otro ático, que dejó un montón de comida en el frigorífico antes de irse de vacaciones y cuando saltaron los plomos de la casa se echó a perder. Ni qué decir que cuando volvió de donde estuviera tiró el frigorífico entero, procedimiento que se llevó a cabo a las tres de la mañana con la ayuda del Desequilibrado y de mis amigos I y G. Yo de paso dí una vuelta por la planta de arriba para cerciorarme de que no había zombis. Por suerte, sólo había muchas moscas, que son asquerosas pero no devoran cerebros.
Esta bonita anécdota viene a cuento de que hace una semana empezó a oler mal el ascensor de mi casa actual. Mal, fatal. Lo primero que pensé es que alguien había bajado una bolsa de basura de esas chorreantes y había dejado un asqueroso rastro, aunque no había huellas delatoras. El caso es que me metí la nariz en la camiseta y recé para que aquello se disipara cuanto antes. Cuando volví de mis quehaceres, aquello olía peor si cabe. Así que al día siguiente, a la que fregué mi casa, le dí una pasada al suelo del ascensor y eché ambientador. ¿Asunto arreglado? Nada más lejos. La peste persiste día tras día. Para colmo me di cuenta de que estaba sola en el edificio. Los Roncadores de enfrente están fuera, Pregoneros del segundo también, la chica del perrito estúpido del primero se fue hace unos días y el tipo de las muletas al que confundí con un ladrón también. O sea, que soy la guardiana del muro. Y no hay nadie que saque la basura ni que pueda provocar peste nada más que yo. Y yo no soy, os lo garantizo.
Durante días el olor me ha vuelto loca. He limpiado y gaseado el ascensor con ambientador. He subido por las escaleras esnifando cada puerta a ver si venía de algún piso. Y nada. No parece que haya muerto ningún vecino ni que se estén convirtiendo en zombis ni que se les haya estropeado el frigorífico y su contenido se haya vuelto una lava primigenia de fetidez.
Al final me dio por pensar que lo mismo es que ha caído algo en el hueco del ascensor. Una paloma. O una rata. O un ñu. Lo que sea. Algo que se ha muerto ahí y está zombificándose y pestificando toda la comunidad. Pero claro, como no hay vecinos, a nadie parece importarle el tema. Más que nada porque desde el pueblo, la playa, Mondoñedo, o donde quiera que estén, no se enteran de un carajo. Cualquiera explica a los de Dorne que en el muro están luchando contra caminantes bancos. Así que una vez más me veo sola ante los zombis sin que nadie esté dispuesto a ayudarme a defender mi valiosísimo cerebro.
Por fin ayer por la tarde me encontré con Pregonero del segundo, que por cierto es al que ataqué con una pinza. Estaba sacando algo del trastero y desde una distancia prudencial me cercioré de que no fuera él el zombi. Pero no, parecía bronceado y saludable. El muy cabrón. Le pregunté si sabía por qué el ascensor olía así de mal. Un poco a bocajarro, sí. El tipo se encogió de hombros y me contestó con desgana.

  • Ah, sí, ya. Eso es que alguien ha sacado la basura chorreando y...
  • No, no es eso, ya lo he pensado y no puede ser porque no hay nadie en la comunidad más que yo.
  • Bueno, pues habrás sacado la basura chorreando y...
  • No, no he sacado ninguna basura. Lo primero es que lleva oliendo así una semana. Si fuera de sacar una basura ya se habría quitado. Lo segundo es que he limpiado y echado ambientador. Así que no.
  • Pero es que huele a basura.
  • A ver, huele a algo orgánico en descomposición. Pero no puede ser ninguna basura, yo he pensado que quizás haya caído una paloma y se haya muerto o...
  • Yo es que más bien creo que es lo de la basura.
  • Joder, que no. Que he estado sola en la comunidad diez putos días. Y si hubiera sido yo no te preguntaría. Además de que he limpiado, no sé si me estás escuchando. Tiene que haber caído algo o …
  • Pero la basura... - dale perico al torno.
  • Lo que hay que hacer es llamar al técnico del ascensor. - sentencio sin dejarle terminar. - Porque es insoportable. Así que llama y que venga y lo mire.
  • Ya, sí, bueno. Pero es que es domingo.
  • Llama mañana.
  • Pero es agosto, igual no viene nadie.
  • ¿Cómo que no viene nadie? Pagamos una burrada de seguro para que vengan por cualquier incidencia cualquier día las 24 horas.
  • Ya, pero en agosto...
  • Ni agosto ni leches, llama y les dices que vengan. Llamaría yo, pero tienes el teléfono tú, que eres el presidente y tienes los papeles de la comunidad. Así que llama. - me falta añadir “es una orden”
  • ¿Y qué les digo, que ha sacado alguien la basura y...?
  • ¡¡¡¡JODEEEEER!!!! ¡¡Que no es la puta basura, coño ya!!
  • Pero si les digo que huele a basura y...
  • Diles lo que te dé la gana. Pero que vengan y lo solucionen. Y como me vuelvas a decir lo de la basura, no respondo, que van veinte veces que te lo explico.

Con las mismas salí y di un portazo. Qué difícil es hacerse entender con mongoloides de este calibre.

De verdad que no me extraña que no les acojone el apocalipsis zombi porque esta gente no tiene nada que perder ante el ataque de los come-cerebros.  

3 comentarios:

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!