martes, 24 de noviembre de 2015

tardes de cacao mental

Siempre he sido una persona contradictoria. Odio madrugar, pero odio más aún estudiar o trabajar por las tardes. Si trabajas/estudias por la mañana, tienes que levantarte temprano, obviamente. Y me da por el culo hacerlo. Sin embargo lo prefiero. Tener que estar toda la tarde fuera de casa me agota y tengo la sensación de perder el día y no tener nada de tiempo para mí.
Como la vida es tan simpática que si no quieres caldo te pone tres tazas, este año tengo un montón de cosas que hacer... por la tarde.
Lunes y miércoles tengo una especie de trabajillo en el que voy de mediadora familiar y de terapeuta de una adolescente un poco descarriada. Vuelvo poco antes de la hora de ducharme y cenar y con la cabeza cargada de palabras. Cero ganas de hacer nada más.
Martes y jueves hago pilates y de ahí me voy a toda leche a inglés. Me estiro y digo “winter is coming” a partes iguales. Apenas tengo tiempo de comerme una manzana de camino para no desfallecer. Que por cierto me la como en el trayecto y luego encuentro el corazón mordisqueado semanas después por ahí tirado. Con la de mierda que tengo en el coche cualquier día me crece un manzano entre los asientos de atrás. Llego a casa a la hora justa para ducharme, cenar y caer en el sofá medio en coma entre el cansancio y los phrasal verbs.
Los viernes antes me rascaba el higo a dos manos. Pero no sé qué pasa últimamente que todo el mundo quiere hacer planes y no hay un viernes que pueda comerme una lata de fabada y quedarme toda la tarde en casa tirándome pedos. De verdad que ya no le dejan a una realizarse.
El caso es que siento que los días se me pasan volando. Me levanto, me voy a hacer cosas del despacho con mi madre o a cualquier cosa. Apenas limpio un poco o pongo la lavadora. Tengo que volver a comer, reposar 15 minutillos para que no se me salgan el filete de pollo por las orejas mientras hago la postura del tigre y salgo corriendo. Y vuelvo como los niños, para ducharme, cenar y quedarme medio gilipollas en el sofá. Así que no leo, lo escribo, no nada. Os leo los blogs desde el móvil y curioseo un rato twitter. Y ya.

Y me siento un poco gilipollas. Creo que no sé de nada, la gente me pregunta por cosas de la tele que no veo, me habla de noticias que he oído de refilón mientras conducía y me habla de historias de internet que no sé ni que existen. Eso sí, puedo contarte dudas existenciales adolescentes, hablarte de la postura del insecto y decirte una frase con cuatro tiempos verbales diferentes en inglés. Cualquier día digo a mi profe de pilates que I am the nightwatcher , pongo a la niña a hacer cien abdominales y le digo al profe de inglés que hable con más respeto a sus padres.

2 comentarios:

  1. Jajajaja. Ay, mi niña... Yo prefiero trabajar por las tardes y tener la mañana libre para mis chorradas pero eso va en gustos, claro. Me alegro un montón de que estés haciendo cosillas de lo tuyo. Cualquier día te veo con un programa en la tele tipo Hermano Mayor (cada día me creo menos ese programa, dicho sea de paso). Y encima les enseñarás inglés en posturas imposibles. Yo ahí veo audiencia. Jajajaja. Besotes, guapa!!!

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  2. Yo también tengo clase de inglés y taichi. Un beso.

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