viernes, 13 de mayo de 2016

Aquellos universitarios años

Hoy volvía de la academia de mi clase de inglés escuchando la radio. Que por cierto, he mejorado tanto que me han cambiado de clase para subir el nivel. Lo cierto es que lo agradezco porque en mi horario habitual se habían apuntado un señor muy mayor que huele a varon dandy y una pseudohippy con la cuarta parte de neuronas de lo normal. Así que entre el tufo a colonia de garrafón y lo que me desespera la tía que se soba la rasta mientras piensa durante tres minutos cada jodida respuesta, he salido disparada en el Naar-bólido sin mirar atrás.
Y ahí iba yo, con mi coche, mis pintas de haber estado antes estirando las patas en diferentes direcciones en pilates y mis ovarios y mi endometriosis bailando la conga, cuando ha empezado a sonar esto.
He subido el volumen. Mucho. Muchísimo. Hasta que me he teletransportado a aquellos años en los que era poco menos que la banda sonora de mis días de facultad. A veces me parece que fue ayer, pero supongo que para los universitarios de ahora yo soy como el señor que huele a varon dandy. Sólo que yo era universitaria de verdad y los de hoy en día son una primos. Cada vez que hablo con un veinteañero y me dice que la facultad es una mierda me dan ganas de abofetearle con un puñado de calcetines llenos de piedras.
La universidad era buen rollo, fiestas, porros, horas al sol tirada en el césped, tercios a media mañana, risas, conversaciones de política y desprecoupación. No trabajos a todas horas, exámenes hasta finales de julio, clases obligatorias y competitividad. La universidad eran los mejores años de la vida. No el asco del que estás deseando salir para entrar en el mundo real y laboral aún más asqueroso.
Y no sé si la culpa es de las reformas contra las que me manifesté, de los cambios de leyes, de los gobiernos y su reputísima madre. O de los propios alumnos, que han cedido y aceptado. O de la sociedad en sí, donde se priman cosas absurdas, donde el modelo americano de la competitividad más sangrante cada vez se ve mejor. No lo sé, pero lo estáis haciendo todo mal. Lo estás estropeando todo. Lo habéis fastidiado, malditos, lo habéis fastidiado.
Yo fui feliz en el universidad. De hecho, si lo llego a saber, me había quedado unos cuantos años más. Fui una pringada sacándome cada curso en su año. Así que fue breve pero intenso. Tres o cuatro años, pero joder, qué tres o cuatro años.
Yo no iba a clase. Excepto por gusto. Había asignaturas que me fascinaban, profesores que me encandilaron y fui cada día, aunque fuera a horas incómodas. Hubo otras a las que fui el primer día y nunca más. Hubo otras de las que me enteré que estaba matriculada el día antes del examen (curiosamente, me presenté para probar suerte y aprobé). Y lo hacía porque era libre, cosa que no había sentido nunca antes, con tanta presión y control en el colegio y el instituto donde llamaban a casa si faltabas. Así que iba, venía, me saltaba clases, me levantaba al alba para escuchar a los profesores que merecían la pena y me salía dando un portazo de la clase de los que eran unos capullos.
Pasé muchas horas al sol. Y a la sombra. Viendo las fiestas de timbales, a mis amigos jugando al diábolo o con las pelotas de lana llenas de arena. En invierno metida en la moqueta, cogiendo unos colocones importantes del humo de porro. Pasé horas y horas en el cuchitril donde alguien montó una asociación, tirada en los sillones que robamos de un despacho, leyendo las poesías, recortes e historias que colgábamos por las paredes. Bebiendo tercios a medias, comiendo palmeras de chocolate y mirando con recelo el microondas que jamás se limpió. Hablando de política, de música, de humanidades y divinidades con gente de todas clases.
Pasé muchas más horas aún en la facultad del Ross. Viendo el rugby, cantando canciones obscenas, enseñando el sujetador a coro de “quítate la camiseta”. Perdí la vista más allá de cantarranas mientras ellos entrenaban. Me tumbé en el césped de ciencias y en el de paraninfo, puse mi culo en todos los parques y casi todas las cafeterías de todas las facultades. Me reí a carcajada limpia en todos los rincones de ciudad universitaria. Y quizás lloré en algunos. Me besé en varias esquinas. Con el chico de las naranjas, con el soñador de la guitarra, con el Ross, con el dueño de mis sábanas. Eché un polvo furtivo en los baños del decanato.
Quizás no era sólo la facultad, era la edad. Eran los jueves por Moncloa, eran las noches del Dolce, eran las fiestas en casa de la gente, eran mis amigos, era la inocencia, las ganas de vivir, el no haberme pasado aún la vida por encima como una apisonadora. Era Platero y Extremo y Loquillo y Marea y el rock de los 70 y los 80. Igual era que yo era más joven.

Viví los años de universidad. Fueron pocos, pero fueron intensos. Y no sé por qué ya no lo vivís así, estúpidos. Lo habéis fastidiado, malditos, lo habéis fastidiado.

7 comentarios:

  1. Cuando estaba en la universidad tenia un compañero que era Farmacéutico y yo le pregunte si no le agradaba su profesión y el me contesto que era tan lindo ser universitario y por eso estaba en agronomia y cuando esto acabe ¿que harás? estudiare odontología. El era rico y podía darse el gusto, yo estaba casado y necesitaba egresar lo mas pronto posible e ir a trabajar en busca de los morlacos.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Desde luego que sí, lo han fastidiado porque además ahora salen peor preparados encima de que hacen el panoli...

    A mí me encantaba cuando me pasaron a la tarde y me saltaba alguna clase alargando la merienda en cafetería. Y la costumbre que pillamos de salir los jueves improvisadamente... la verdad es que yo iba a clase y no me salté muchas pero es cierto que había una sensación de libertad que no hay ahora... A pocas manifestaciones fui yo contra el plan Bolonia...

    Un besote

    ResponderEliminar
  3. Iba a decir que para mi fueron los mejores años, pero no se si los mejores, porque luego he vivido muchas cosas buenas. Así que dejémoslo en que fueron unos años cojonudos. Libertad, diversión, conocer gente y mundos nuevos, aprender, fumar, beber, jugar al mus, ligar, reír, llorar (poco, la verdad). Fue una gozada. Además me gustó mi carrera y la saqué con facilidad. Me cago en todo cuando recuerdo que tenía ganas de trabajar. No tenía ni idea de lo que me esperaba al salir de la burbuja universitaria. De haberlo sabido habría empezado otra carrera. Aunque todo tiene su momento y si te quedas ahí anclada igual pierde la gracia. No se. No lo tengo claro.
    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Los años universitarios son los mejores...pero quién puede decir lo contrario? abofeta, pega, ese es que será un empollón. Yo los disfruté como nunca, mi vida es una fiesta continua. Con decirte que aún sigo estudiando una carrera universitaria a mis 33 años, la tercera ya...y creo que es por perder el ritmo que conlleva, la gracia y momentos a vivir...jajaja

    Kiss

    La Estupenda

    ResponderEliminar
  5. Y tanto que lo hemos fastidiado. O lo han fastidiado, aún no me queda demasiado claro. Ya hemos tenido esta conversación muchas veces, y en todas el resultado es el mismo: tú piensas que los estudiantes de hoy somos unos pardillos por no saber aprovechar estos años en condiciones (razón no te falta) y a mi me entra una envidia que te cagas al escuchar tus andanzas en el campus. Para mí, el único año que realmente disfruté de la universidad fue el primero. Es el único que en algo se parece a lo que tú nos cuentas: más horas tirada al sol que en clase, pasando de profes plastas y entrando sola y exclusivamente a las clases que merecían la pena, zampando Donettes en la "plaza del pueblo" al lado del paraninfo, colándonos en las facultades de enfermería e ingeniería para ver el ambiente, riendo, llorando, en cada banco, en cada pasillo, haciendo tours por las cafeterías y descubriendo rincones de la uni que pocos conocían. El resto, ya te lo he contado muchas veces, y me da muchísima tristeza. Ahora que me queda nada y menos para acabar, hago balance y prefiero quedarme sólo con lo bueno. Pero qué pena, de verdad.

    ResponderEliminar
  6. Yo cuando hice la carrera en la presencial me lo pasé pipa, y no lo cambio por nada tampoco. Ahora claro es distinto en la Uned, nada que ver. Pero la uni presencial, fueron de los mejores años de mi vida también. Quien no lo sepa ver...a lo mejor es que va obligado, no??

    ResponderEliminar
  7. Fueron años muy buenos. Yo ahora los recuerdo con mucho cariño... pero bien que me quejaba cuando estaba dentro... jajaja
    No creo que hayan cambiado tanto las cosas... Bueno, yo terminé hace dos años la universidad (después de 9 años estudiando... jajaja ) Y la verdad es que pese a las cosas buenas... no veía el momento de empezar a trabajar.

    Que si volvería a atrás??? Pues síii... me encantaría... Ahora... SIN EXÁMENES... Menudas lloreras... :p

    ResponderEliminar

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!