domingo, 15 de abril de 2018

What do we say to the god of death?


Hace justo diez días cumplí 35 años. Madre mía. A veces tengo que contarlos, que echar cuentas, que asegurarme. Porque me parecen muchos. Luego me doy cuenta de que lo que yo opine, al tiempo le importa una mierda. Él sigue a lo suyo, ajeno a que queramos que vuele o que se detenga. No hay nada como el tiempo, que sigue a tu trantrán ajeno a las opiniones de todo el mundo.
El caso es que he llegado a la mitad de la treintena. Los abuelos de mi trabajo me dieron muchos besos, muchos abrazos y hasta algún regalito ese día. Son más bonitos que un sol. Y todos me decían lo mismo “pero si aún eres muy joven”, “huy, quién los pillara”, “si estás en lo mejor”. La mayor parte me aseguraban que no los aparento. Y una mujer, una preciosa y adorable que está entre mis favoritas, me dijo que me deseaba que llegara al menos a los suyos. 97 primaveras, oye. Ahí es nada. Y se lo dije de corazón “que si llego, que sea como ella”.
Esa misma noche, después de un día bastante feliz, de haber comido con mis padres, los yayos y el Niño Chico, me enteré que se había muerto un chaval del equipo de rugby del Ross. Un tipo que era una leyenda porque había llegado a la selección nacional. Un tipo grandote y risueño, con unas espaldas como un armario de tres cuerpos y unas enormes manazas que te apretaban y te hacían migas. Era como un ogro bonachón, que me levantaba con un sólo brazo y se reía fuerte, con estruendo, cerrando sus ojillos negros. El año pasado en el torneo de todas las primaveras estuve mucho rato hablando con él. Nos relataba historias de sus años de Erasmus, sus aventuras por Europa y nos hacía reír a todos a carcajadas. Qué loco el tío, qué cosas nos contaba. Y bebía cerveza y se reía de nuevo y nos seguía amenizando la noche con anécdotas disparatadas.
Pues ya no está. Más de cien kilos de músculo y fuerza bruta reducidos a cenizas. Ya se sabe, polvo al polvo y tal. Que la tierra te sea leve, compañero.
Mi cumpleaños, qué maldito, ni un año me deja irme de rositas por completo.
El caso es que me dio por pensar. He cumplido 35. No son muchos. No hoy en día. No en esta engañifa que llamamos primer mundo. Pero es la esperanza de vida en muchos países aún hoy en día. Es más de lo que conseguían vivir algunos de nuestros antepasados. Es más de lo que ha vivido alguna gente que ya he dejado por el camino.
Tenía una amiga en el pueblo de mi padre que murió cuando cumplimos los 9 años. Meningitis. Dos semanas antes estuve con ella jugando en la plaza de ese pueblucho y me dijo que le dolía la cabeza. Yo me fui a la playa con mis padres. Cuando volvimos, la habían enterrado vestida con su traje de comunión.
En julio va a hacer tres años que se murió mi amigo AD de Pueblodelsur. Mi vecino de enfrente los veranos de la adolescencia, el primero con el que monté en moto, el que me traía cestas de higos, el que me hacía rabiar y me sonreía desde su puerta cuando llegaba los viernes por la noche desde Madrid. Le había visto una semana antes cuando estuve con los blogger de quedada veraniega. Y una noche mientras trabajaba, un camión se lo llevó por delante con 33 años.

Quizás parece una reflexión extraña para un post más o menos de cumpleaños. Quizás parece un tanto deprimente. La muerte nos inquieta, nos incomoda, nos pone en guardia. Quizás porque no la controlamos. Quizás porque sabemos que, sin saberlo, cada año pasamos por el día que vamos a morir. Quizás porque es la única certeza y a la vez la mayor duda que tenemos desde que somos conscientes de nuestra propia existencia. Quizás porque vivimos en una cultura aséptica y estúpida que trata de vendernos la juventud, la belleza y la perfección a todas horas. Quizás, simplemente, porque no sabemos lo que nos espera al otro lado y la incertidumbre nos asusta.

En todo caso, yo trato de tomarlo por el lado bueno, que lo hay. Cada día que estamos vivos es un triunfo. Porque muchos dejan de estarlo. Y cuando va pasando la vida te vas dando cuenta de ello. Vas dejando compañeros y amigos por el camino. Se van quedando y tú sigues. Y no entiendes muy bien la razón de lo uno ni de lo otro. Pero te levantas al día siguiente, vivo. Y tienes que aprovecharlo, porque no hay seguridad, no hay garantías. Todos creemos que llegaremos a viejos, pero quizás no sea así. Quizás, algún día seamos nosotros los que nos quedemos por el camino y otros los que nos recuerden y traten de seguir adelante y de despertarse al día siguiente. Por eso mientras uno pueda tiene que ser feliz, disfrutar, reírse y contar anécdotas divertidas. Tiene que vivir, en la mejor acepción de la palabra. Porque un día, uno, el que sea, ya no podremos hacerlo.

Total, 35 años. No es mucho todavía, pero no es poco. Me gusta, porque va sumando. Porque de momento, hasta hoy, cada vez que el dios de la muerte se me ha presentado le he podido decir: not today.

7 comentarios:

  1. Me encanta este post. Por el frikismo y por el mensaje de carpe diem. Uno de mis amigos de la infancia murió de un derrame cerebral con 30 años: deportista, sano. En esos momentos cuesta entenderlo, pero con el tiempo lo veo todo clarísimo.
    Y 35 años sí que son algo, son un mucho. Pero nada comparado con los que vendrán :) MUAKS!

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  2. 35 añitos no son nada... aunque sí, para algunos 35 años son muchos. La muerte es lo único seguro que tenemos así que nos tenemos que esforzar por hacer lo más agradables posible el resto de cosas. De todas formas, seguro que tú llegas como poco a los 95, igual que esa señora tan maja. Besotes!!

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  3. envejecer es malo pero la alternativa es peor, dicen. en mi promoción del colegio ya hay cuatro compañeros que nos han dejado, y uno de ellos poco después de una quedada a la que finalmente no fue. allí habría tenido mi última oportunidad de verle...
    tú estás estupenda, de físico y de espíritu! una vez en la cola de la panadería, una señora me dijo "oye, tú que eres joven y sabrás de estas cosas, sabrías aumentarme la luz de la pantalla del móvil?". me alegró tanto el día que me llamara joven, que no paré hasta arreglárselo.
    besos!!

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  4. Me han gustado mucho tus reflexiones. Creo que le quitan importancia a todas las chorradas que nos importan (apariencias, tiempo, preocupaciones, etc.) e invitan a disfrutar de la vida.

    Feliz cumple (aunque ya sea tarde) y sigue así, que hay que llegar a los 97. ;)

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  5. Felicidades hermosa y carpe diem

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  6. Primero, felicidades!! tanto por tu cumpleaños como por el post.
    Me ha hecho recordar también a esas personas que vamos perdiendo por el camino. Y es que por desgracia, solo nos acordamos de que nuestra vida es un regalo cuando se le arrebata ese regalo a alguien o la vida te sacude.
    Por desgracia, yo eso lo aprendí a la fuerza. Cuando mi hijo tenía 2 años tuvo meningitis, nos dijeron que no había nada que hacer y la vida nos dio un vuelco.
    Afortunadamente todo fue perfecto y mi príncipe está conmigo, pero te planteas mas veces que la vida está para disfrutarla y que no hay que dar nada por sentado.
    Un besazo ennorme!

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  7. Muy bueno! Y sí, vivamos mientras estemos vivos, porque sin lugar a dudas, algún día dejaremos de estarlo

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