sábado, 22 de enero de 2011

tranquila, princesa

A pesar de llevar casi dos años independizada, de haber vivido muchas cosas y de ser bastante madura, es desde hace poco que me siento adulta de verdad. Me he hecho mayor. Pronto se me caerán las tetas, se me descolgará la chicha del brazo y empezaré a recoger gatos tiñosos y a rebuscar en la basura.
Hace no mucho dije que ser adulto es saber que tienes que cuidar de tus padres aunque tú estés jodido. Y esto ya es duro. Pero hay cosas igual o más feas aún. Creo que lo que llevo peor de todo es el no encontrar consuelo.
Cuando era pequeña y me asustaba, mi madre me abrazaba y me daba una solución a mi miedo, que solían ser cosas sencillas, como miedo a un examen, a un compañero que me puteaba o a un profesor que gritaba mucho. Mi madre me decía “tranquila princesa, lo que tienes que hacer es esto y lo otro.” Y yo me lo creía. Y punto. Se acabó el miedo. Además, era su princesa y esa palabra me hacía sentir bien. La forma tan dulce en la que me lo decía mi mamá. “No te preocupes, princesa”.
Lo chungo de ser mayor es que los miedos empeoran, y que ya nada ni nadie te consuela. Porque cuando para colmo vives solo, no hay quien te abrace y te diga “tranquila princesa”. Incluso cuando estaba aquí el desequilibrado no me lo decía nunca. Ni el “tranquila” ni el “princesa”. Y es algo, que al parecer necesito oír.
Mis miedos ahora son más complicados de solucionar, claro. Son cosas como miedo a la enfermedad, a la muerte, a perder a mi escasa familia. Y a quedarme sola. Y no por el hecho de estar sola en sí, si no quedarme sola porque soy insoportable, porque mi abuela paterna tiene razón y soy mala y nublada como ella y su estirpe de solteronas. Es duro pensarlo y es duro oírselo decir a tu propia abuela. Pero trato de que no me afecte. Trato de pensar que no soy ella, que soy la princesa de mis padres.
Hoy he vuelto a tener miedo. Y de una chorrada, porque nunca me había dado miedo la oscuridad. Pero es que he tenido un mal día. Quizás es que llevo unos días malos en general. El caso es que he ido por la tarde a comprar unas cosas y me he quedado en casa de I y G un rato. Necesitaba charlar y estar acompañada. Contar cosas y no pensar en quien no me quiere. El caso es que a la vuelta he descubierto que toda mi manzana estaba sin luz en la calle. En las casas sí, pero las farolas estaban apagadas. Todo más negro que la boca del lobo. Acojonaba, la verdad. Y yo sola, abrazada a mi bolso y apretando con la mano derecha las llaves en el bolsillo del abrigo. Aterida de frío, sin ver a un palmo de mis narices. Casi no acertaba a abrir el portal cuando he llegado. Tenía miedo, sí. Miedo de ir por una calle oscura, vacía, de ir sola. Miedo de no tener una mano a la que aferrarme. Pero he llegado a casa y he respirado hondo. Qué más da. Ya no importa. Estoy en casa, estoy bien, estoy a salvo. Y a falta de alguien que me abrace y me diga “no te preocupes, princesa”, pues me he preparado cena para mí solita y he compartido el jamón de york con el gato. Y gracias a Dios ya es tarde, entre ver la tele un rato y leer la biografía de Madame du Barry, se me hará la hora de ir a la cama y mañana será otro día. Mañana volverá a amanecer y la luz me quitará los restos de miedo que pudieran quedar. Y si no, haré lo que hago en última instancia, me diré “tranquila, que no pasa nada… princesa”.  Y haré como que me creo.

5 comentarios:

  1. Yo (pese a tener compañía) echo de menos cuando me pongo mala que alguien cuide de mí. Antes lo hacía mi madre, pero ahora...

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  2. Tengo una mala noticia, algún día puede que te pongas enferma, si la vida sigue su curso tu familia menguará y seguramente por orden de edad, y bueno... más cosas.

    Pero tengo una buena noticia y es que lo podrás llevar porque descubrirás que es un ciclo más de la vida, la muerte es parte de la vida, la soledad es parte de la compañía y finalmente el miedo es algo que podemos vencer día a día.

    Así que, tranquila princesa, todo se arreglará, no te preocupes por el mañana, disfruta de la salud de hoy, de la presencia del ahora, de los ratitos de compañía.

    Besos y ánimo.

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  3. Querida Princesa!no tengas miedo a nada ,lucha para conseguir tus sueños confía en ti y procura ser feliz, que eres muy joven y todo lo malo también pasa.LUZ

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  4. Pero Naar, eso es normal. :D Yo también me he acojonado cuando he estado en la calle con una oscuridad absoluta. Saber que no dominas la situación y tienes que poner los 5 sentidos en no tropezarte, ser atropellado, ir por el camino correcto y no dar con indeseables, es estresante, y quien diga lo contrario, miente.

    Ojalá todos los miedos se fueran con la misma facilidad con la que los olvidábamos de pequeños...

    PD. Me encanta el nuevo blog. ;)

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  5. para los buenos ratos está todo el mundo a tu alrededor.
    cuando estás de bajón o lo pasas mal... esas personas van siendo cada vez menos y a veces no tienes a nadie.

    y eso no pasa sólo si vives sola eh?
    creo q nos pasa a todo el mundo, vivamos en pareja, en familia, con compañeros de piso o solas.

    ahí todos somos igual de vulnerables.

    besos


    alma

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