El viernes pasé la tarde-noche con mi gurú Seis. En una de nuestras múltiples conversaciones (no sé cómo podemos hablar tanto, tan seguido y de tantas cosas), le explicaba un detalle de “Los Puentes de Madison” que a los hombres les suele pasar desapercibido. Efectivamente ni él, que es la mayor inteligencia humana que he tenido el placer de conocer en persona, lo había captado. O me lo invento yo o es un tema femenino.
El caso es que le hablaba de que una de las razones por las que Francesca no se va con Robert (los protas de la peli) es porque su amor ha sido demasiado perfecto para estropearlo. En un momento dado le dice algo como que si se va con él, hasta el recuerdo de esos cuatro días que han sido los más maravillosos de su vida será sólo algo sórdido.
No puedo evitar entenderla. El amor es como la piel, se estropea con el tiempo y cada vez se hace más feo, más seco, más arrugado y te dará más coraje verlo. Pero no hay remedio, es parte de la vida.
Y así, divagando, nos pusimos a hablar de los amores perfectos. Esos que tocan tu vida sólo en un punto, como líneas que se cruzan y en ese momento estalla un flash de luz que alumbra mucho más allá de lo que dura el idilio. Amores que son perfectos porque no los ensucia la fea rutina. Amores, que juegan a ser perfectos en nuestra mente porque no hay día a día que nos contradiga. Amores, que fueron perfectos porque no les dio tiempo a dejar de serlo.
Lo malo es que cuando surge esa magia, es difícil resistir la tentación de dilatarlo en el tiempo y con ello perder la perfección. Creemos que será maravilloso para siempre, sin ver que las broncas, los defectos menos visibles, la ropa sucia y las manías romperán la magia. Creemos que siempre será como esos primeros días de risas, de besos, de música y de perfección. Creemos que los defectos nunca saldrán a la luz o serán tan ínfimos que apenas los veremos y nunca nos molestarán. Pero nos equivocamos.
Hay una gran realidad que no nos planteamos muy a menudo para no pegarnos un tiro y es que todas las relaciones acaban, aunque algunas lo hacen sólo con la muerte de uno de los cónyuges. Y curiosamente, esas son las más afortunadas, las que mejor han salido. Las otras se acaban por cosas tan dolorosas como la traición, la mentira o el desamor y hay que seguir viviendo con ello. Y lo que es peor, volver a empezar. Volver a empezar algo que se acabará. Empezar una y otra vez para acabar una tras otra. Como Sísifo y la puñetera piedra que debe subir a la montaña, pero cuando está a punto de conseguirlo, los dioses se la mandan rodando de nuevo ladera abajo. Porque todas las relaciones de nuestra vida se rompen antes o después, excepto si tienes suerte y en la última mueres tú primero.
Y ya lo sé, hay gente que encuentra el amor de su vida siendo adolescente y pasa toda la vida con él. Lo veo a diario, mis padres, mis abuelos, mis amigas del pueblo. Todos llevan toda la vida juntos. Y se quieren y todo. A veces creo que yo soy la más idiota. O que tengo una afición al fracaso incontrolable. ¡Ahí va, mira, una oportunidad de salir herida! Y voy corriendo. Y sólo un par de mis relaciones han sido perfectas, porque han acabado antes de que el tiempo las estropeara. Y eso significa que han sido demasiado cortas para ser llamadas relaciones. Pero aun así, siguen siendo mágicas, siguen siendo maravillosas, siguen siendo… perfectas.
Y ahora voy yo y te digo eso de "no sabes cómo lo entiendo!!"
ResponderEliminarBueno... si lo sabes. Es perfecto.
Mil besos.
Yo creo que no hay amores perfectos. Puede haber momentos perfectos, o que nos parecen perfectos. Pero en nuestra búsqueda de ese amor perfecto a veces nos perdemos los mejores momentos.
ResponderEliminarBesos.
Mmmm... no sé. Discrepo un poco (qué raro, jeje). Es que a mí lo perfecto, aaaags, me da como un patrás que no te cuento. Será porque yo vengo tarada de serie, ejem. A lo mejor la cosa está en reírse de las imperfecciones. No cabrearse ni pensar que oh, se ha acabado la magia, porque el otro se ha dejado los gayumbos en el suelo y la tapa del wáter levantada, o porque tú le mandes a comprar tampax...
ResponderEliminarPor cierto, ¿te he dicho alguna vez la rabia que me da cuando insinúas que eres idiota o alguna cosa de esas bonitas que tú te dices solita? Ay, nena. Yo no tengo ninguna amiga idiota. Ninguna. Que lo sepas.
(Que te quiero).
Hola, tienes un premio en mi blog. Pásate a recogerlo. Un beso.
ResponderEliminarDemasiado nos dejamos guiar por las pelis y los libros ...
ResponderEliminar¿Q nuestra vida no es tal y como hemos visto en el cine plasmada? ¿Ya no es perfecta?
no... es q se idealiza la cosa demasiado.
Nuestras vidas son completamente diferentes, y tan sólo hay q buscar la felicidad en lo q tenemos, q se encuentra y se está genial.
besos
Alma