miércoles, 13 de marzo de 2013

traumas de bodas y zapatos


Vale, igual es un problema de mierda, pero a mí me tiene de cabeza el asunto. Es lo que tiene vivir en el primer mundo… de momento.

Voy a empezar haciendo un poco de historia. Soy una enamorada de los zapatos y las sandalias. Me gustan, me encantan, me flipan. Mi madre dice que alucinaba con ellos desde que era un bebé y me quedaba embobada mirándolos, a parte de meterme en la boca los míos y chuparlos con fruición. Luego empecé a caminar y dejé de chuparlos, pero seguían siendo mi pasión. Yo pasaba de los vestidos y los lazos y los perifollos que me ponía mi madre. Pero cuando tenía que comprarme zapatos, era feliz. Al parecer tengo un afán de actriz porno o algo, porque yo estaría encantada de ir por ahí con ropa interior y tacones. Tengo que hacérmelo ver.
El caso, en mi época de niña cursi, con tres o cuatro años, me encantaban los zapatos de charol, con floripondios, moños, brillantitos y todas las cursilerías del mundo. Así que para una boda de una prima lejana de mi madre, me dejó comprarme unos así. Y yo iba muy feliz con ellos hasta que, oh horror de los horrores, perdí uno de los moños que llevaban delante. Y yo, que era una niña bastante razonable y muy bien educada, me eché a llorar desconsoladamente. Durante horas. Horas y horas de berrinche. Y reconozco que al principio lloraba por el moño del zapato, que ya no estaba tan bonito. Luego porque me di cuenta de que no estaban iguales y a mí me parecía la peor de las humillaciones ir con un zapato con moño y otro sin él. Y después porque mi padre me miraba con tal cara de estar a punto de freírme a azotes que tenía miedo de dejar de llorar.
Ahí comenzó mi trauma con las bodas y con los zapatos con moño.
Para colmo, años después, cuando iba a hacer la comunión, no encontraba zapatos que me valieran. Unos porque se me salían, siempre he tenido el pie estúpidamente estrecho. Otros porque no me gustaban. Y otros porque mi padre nunca jamás me dejó comprarme zapatos que tuvieran un moño delante. Así que a un mes de la comunión yo no tenía zapatos. Y me imaginaba con mi precioso vestido pomposo y los zapatos azul marino horrendos del uniforme del colegio. Tenía pesadillas con el tema, en serio. Por suerte, encontré unos en el último momento. No sé si eran bonitos o feos, pero eran blancos y no tenían pompón delante que pudiera perder y arruinaran mi día. Así que valían.
Con los años he ido almacenando montones de zapatos y de sandalias que no valen para nada porque me hacen un daño inhumano, me hacen unas pupas en los deditos que me dan ganas de morir o porque son altísimos y al final me duele hasta la vida de ir ahí subida. Por desgracia, ninguno me sirve para la boda de Gordito por una razón o por otra. Unos porque no pega el color. Otros porque son muy abiertos y se me salen. Otros porque me hacen daño y quiero pasarlo bien, bailar y no andar como un pato mareado. Y lo de cambiarme de zapatos no mola porque al final no aguanto nada y voy siempre con zapatos mierderos desde el principio y arrastrando el vestido por los suelos.
Total, que al fin, en rebajas encontré unos zapatos preciosos y de muy buena calidad. Zapatos de piel, de ante, color perfecto, tacón perfecto, cómodos y estupendos. Así que me los compré. Los comparé con el vestido. El color iba a las mil maravillas. Y aunque tienen un moño delante, creí que había superado mi trauma. Y si no, siempre puedo llevar un bote de superglue en el bolso.  Así que estaba tan contenta con mi adquisición, hasta que tuve la genial idea de probármelos con el vestido puesto. Y no quedan nada bien. Nada. Porque los puñeteros moños de delante se enganchan con el bajo del vestido y hacen un efecto horroroso. Como si fueran zapatos de payaso, o zapatillas de estar por casa o yo que sé. El caso es que no me gusta ni un pelo. No puedo ir así, en serio.
Así que estoy en crisis. De nuevo a un mes del evento en cuestión sin putos zapatos. Me veo con los azules del colegio. Y ya no voy al colegio, ni tengo zapatos feos azul marino, pero da igual. El trauma persiste.
Y eso sin contar con que el vestido es de tirantes y tal y como está el tiempo este año, debería ponerme algo encima… ¿pero qué? ¿qué diablos pega con un vestido largo? ¿el plumas de diario? ¿alguno de mis jerseys de pelotillas?

Conclusión, iré descalza y muerta de frío. Como una pordiosera con un vestido largo que acabe de encontrar en la basura o algo así. Estupendo. Fantástico. Genial.
En serio, detesto las bodas. 

11 comentarios:

  1. Yo no soporto el frio y hace dos años tuve una boda en un pueblito del Pirineo, en el mes de marzo. Llevé una torera de pelo que, por suerte ne dejaron. Aunque es una prenda que puede quedar bien con unos vaqueros.
    Era parecida a esta, pero en color negro.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Tengo el mismo problema que tú, el pie muy estrecho, encontrar zapatos también es un vía crucis. Pero me han dado un consejo, comprar por internet en Light in the box. Mírate ahí zapatos, son chulísimos y a muy buen precio. Sí, a mi tampoco me hace ni gracia comprar algo sin probar, pero la verdad es que tienen muy buena pinta, y le he visto a una chica zapatos de ahí y son preciosos. Por lo menos échale un ojo. Si te sirve la idea ya me contarás. Biquiños!

    ResponderEliminar
  3. Yo los zapatos para las bodas los suelo comprar en Fosco (más que nada porque trabajan el 35 y son una de las pocas zapaterías que lo trabajan sin cobrarte un ojo de la cara por los zapatos). Tienen cosas chulas, cómodas y siempre los he conseguido en un tacón de alto manejable. Lo que no sé es si los tendrán con pompones...

    Por encima te puedes poner un chal, un bolerito o una torera, al gusto. Besotes!!!

    ResponderEliminar
  4. Pégate algodones a los lados del pie, así la anchura incrementará jajajajaja
    Naar que en Madrid hay miles de tiendas! Busca bien!
    Y en lo de taparte pues un chal como dicen por ahí arriba es lo que más pega xD
    Besos Tomatiles

    ResponderEliminar
  5. Si el problema ahora es q ya me he comprado unos y me quedan fatal... Y no puedo gastarme dinero en otros zapatos. Fatal.
    Y los chales no me gustan y encima no abrigan.
    Un drama todo vaya.

    ResponderEliminar
  6. Qué me vas a decir a mí... con el problema añadido de que uso un 40-41, números no tan fáciles de encontrar cuando de zapatos bonitos se trata...

    Ánimo, seguro que acabas encontrando unos. Y por cierto, Naar, me encanta la forma que tienes de contarnos tus cosas. Un beso!!

    ResponderEliminar
  7. Yo tengo unas sandalias muy chulas que siempre me hacen sangre y es raro, porque por mucho que las miro no veo nada clavable, xo siempe me hacen herida.
    Qué risa tu padre prohibiéndote los pompones xd

    ResponderEliminar
  8. Madre miaa, es que los zapatos con un trauma de narices... Y has probado a que te los arregle un zapatero??? tal vez sea más barato y para el frio un abrigo largo oscuro y la mar de arreglada:P

    ResponderEliminar
  9. Imagínate más o menos lo mismo, pero con tu propia boda... Quería morirme. No podían terminarme el largo de la falda hasta que no tuviera los zapatos. ¡¡Un estrés!!

    Con vestido largo yo me pondría una capa, me encantan las capas. Pero un shal a juego con los zapatos también quedaría genial.

    Seguro que encuentras unos zapatos preciosos en el último momento, no lo dudo.

    Mucho ánimo!!

    ResponderEliminar
  10. El jersei de pelotillas, sin duda alguna Naar. Ya sabes, ande yo caliente... que les den por saco a los demás!

    Prueba a quitarles el moño absurdo, a ver como quedan. Sino, siempre puedes con zapatillas de ir por casa; eso seguro que no se lo esperan xD. Además, cómoda iras.

    ResponderEliminar
  11. Que problemas tienes hija mía. Tú, con lo guapa que eres y el tipazo que te gastas... me dan ganas de colgarte!!

    ResponderEliminar

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!