martes, 21 de diciembre de 2010

saliendo del celibato

Hace ya muchos años que perdí la virginidad. Tanto, que lo recuerdo vagamente. Lo que sí recuerdo es que cuando lo dejé con primernovio, tenía un miedo atroz a volver a acostarme con otro. Y no por el hecho en sí, si no por la vergüenza, por la parte de la confianza y todo eso. Es como la piedra de Sísifo, ahora que ya he subido la montaña, la piedra se me cae rodando a tomar por culo y tengo que volver a empezar. Así no hay quien pueda.
Con los años me acostumbré a acostarme con otros tíos y no tener vergüenza. Cogí confianza en mí misma, en mi cuerpo y en mi propia identidad. Y dejó de importarme lo que pensaran los demás. Así conseguí experiencias dignas de contar en otro momento. Pero sobre todo, me acostumbré a ver a gente desnuda, a que ellos me vieran a mí y a tomar el sexo, la desnudez y el dormir con alguien con naturalidad. Casi como algo normal. No es que cada día metiera a un tipo distinto entre las sábanas, pero dejó de darme miedo la idea de ser una golfa por no llegar virgen al matrimonio, o por estar con más de un hombre en toda mi vida.
Luego, empecé a salir con desequilibradomental. Y le fui estúpidamente fiel durante estos años que he desperdiciado a su lado. Podría haberme cepillado a media España. Podría haber probado mil cosas distintas. Podría, simplemente haber estado con alguien que mereciese la pena. Pero eso da igual. La conclusión es que he perdido demasiados años con él y ni siquiera tengo el consuelo de haberme refugiado en brazos de otro. O de otros, en plural. Me había acostumbrado de tal modo a él, que cuando se fue, pensé que me costaría mucho volver a acostarme con alguien. Volvió el miedo y la vergüenza de la rancia virginidad. La sensación de que con otro, igual todo es distinto y voy y lo hago mal y fíjate que ridículo entonces.
La primera idea que se me vino a la mente, fue hablar con mi hombre-polvo. Hombrepolvo es un tipo rubio y guapísimo, con un aire a Beckham que me ha vuelto loca desde hace mucho. Tuvimos una relación de vaivén, de me gustas pero paso, de nos los pasamos genial entre las sábanas pero nos da miedo vernos fuera de ellas. Nos reimos, nos lo pasamos muy bien, pero nunca fue una relación de verdad. Eran sólo polvos mágicos como los de Campanilla, que nos hacían volar un rato y punto. El caso es que siempre ha seguido quedando esa atracción irresistible entre nosotros. Y pensé, le llamo, pasamos un rato y así rompo el celibato a lo grande. Al fin y al cabo, a hombrepolvo ya le conocía. No habría miedo, ni sorpresas, ni tanta vergüenza. Sólo un revolcón y a casa. Pero el caso es que el plan no cuajó. Entre otras cosas porque yo no tenía tiempo, ni en realidad ganas de nada. Y luego, porque había mucho lío en la casa para ponerla mona y tal. Así que lo dejé pasar.

Pero este finde pasado por fin salí del celibato, perdí la sensación de ser infiel y la de vergüenza y la de su puta madre. Y con la mejor persona que podía haber sido. He vuelto al mundo, a la vida y a la cama. Ahora, a recuperar el tiempo perdido y seguir viviendo. Que así es más fácil, más sencillo y más feliz todo. Si lo sé, le pongo en la calle antes.

3 comentarios:

  1. si, si, siiiiiiiiiiii!!!
    Qué razón tienes, nena. Me alegro, aunque en realidad qué más da que me alegre yo o no, lo que cuenta es la alegría que te has echado tú al cuerpo, jajajaja.
    Olé por tí.

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  2. Hala, tía, cómo ha cambiado el cuento... Me alegro de leerte así, con tantas ganas de todo; y también de sexo, ¿por qué no?

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  3. ole, ole y ole!!!!

    y ni se te ocurra quedarte en casa, que el mercado de segunda mano está que se sale, cada vez mejor. Y si sube la autoestima, ella se encarga de tirar del resto de tu vida.

    Muchos besos.

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