He descubierto por qué los pantalones tienen bolsillos. Y no es para guardar cosas. Las mujeres no guardamos cosas en los bolsillos de los pantalones. Como mucho un pañuelo, un billete de metro o la lista de la compra. Para almacenar mierda tenemos el bolso. El guardar compulsivamente porquerías en los bolsillos es puramente masculino.
En embargo los vaqueros y la mayor parte de pantalones para chica van llenos de bolsillos. Y vale, los de culo favorecen, pero los de delante no. Marcan más las cartucheras y hacen bulto. ¿Y entonces? ¿Por qué los ponen, eh?
Pero ya sé el por qué. Los fabricantes de pantalones son sabios de narices.
Los bolsillos sirven para que las solteras tengamos dónde meter las manos cuando paseamos. Así de duro.
Yo siempre había ido de la mano de alguien por la calle. De pequeña, de la de mi madre o mi padre o mis abuelos. Y tanto me acostumbraron, que aún hoy lo hago. Voy con mi madre de la mano. O del brazo. O algo. Pero agarrada a mi madre como si fuese un mono diminuto de esos que no sueltan el pelo de su mamá mona por nada del mundo. En fin, cosas ridículas que tiene una.
Luego empecé a ir de las manos de mis novios. No de todos a la vez, se entiende. Uno tras otro. Pero siempre había alguno. He ido empalmando relaciones durante años, así que siempre había una mano a la que agarrarme. Y durante los últimos años, me había agarrado a la del desequilibrado día tras día.
Ahora llevo meses soltera y sin mano a la que asirme. Tanto metafórica como literalmente. Y hasta ahora, el invierno y el frío me habían dado la posibilidad de llevar las manos escondidas en los abrigos, protegiéndolas del frío. Pero ahora ya no llevo chaqueta y entonces me pregunto ¿qué coño hago con las manos? Me siento tonta, con los brazos colgando y sin saber qué hacer con ellos. 28 años y aún estoy aprendiendo a caminar por la calle sin dar la mano a alguien. No sé si se puede ser más estúpido que yo.
Pero, ah, descubrimiento, los pantalones tienen bolsillos. Aunque vaya en camiseta tengo donde meter las manos. Y no es lo mismo que agarrarse a un maromo, pero vaya, al menos sé dónde ponerlas.
Hola Naar,
ResponderEliminarQuiero dar a tu blog el premio simbólico Sunshine Award. Porque me gustas, llevo un tiempo leyéndote.
Te indico seguidamente sus reglas: 1º-agradecérselo a quien te lo ha dado 2º-escribir un post sobre ello 3º-entregarlo tú mismo a 12 blogs que creas que lo merecen 4º-poner un enlace de los blogs premiados 5º-mandar un comentario o correo comunicándoselo.
Es la primera vez que me pasa esto y mi me ha hecho mucha ilusión pero no es obligatorio aceptarlo ni mucho menos.
Lametones gordos
No se por qué, me has recordado la frase aquella de "si necesitas una mano amiga, tienes una al final de cada uno de tus brazos". Pero... qué hacer con ellas, sean amigas o no? jajaja.
ResponderEliminarMe encanta tu teoría. Por fín una explicación lógica a la existencia de los bolsillos!!!
(Cielo, mira los comentarios antiguos, no me había enterado de que has escrito en las últimas semanas... qué desastre)
Te quiero!!!
Jolín, pues igual hasta tienes razón. A mí me pasa lo mismo con las manos, cuando no sé qué hacer con ellas las meto al bolso, mejor que estén escondidas.
ResponderEliminarBuena teoría, me gusta. Es más, tengo la excepción que la confirma... ¿que se hace con los novios que pasan de ir por la calle de la mano porque les parece una horterada? Yo tengo uno de esos y aunque al principio me costó un huevo, luego me he dado cuenta de que me gusta más ir suelta por la vida.
ResponderEliminarBesos.
Si, los bolsillos son un gran invento. Yo ya los usaba antes de estar sola. Me toco uno de esos poco romanticos que no les gusta ir de la mano. Luego empezó a ir dos pasos por delante de mi, hasta que un dia me paré, el siguió y ya no lo vi más. Por suerte ya estaba acostumbrada a usar los bolsillos.
ResponderEliminarUn beso.
Pues un gran descubrimiento el de los bolsillos, pero para que nos vamos a engañar, a mí me quedan los pantalones llenos con los michelines, y no puedo meter las manos ;)
ResponderEliminarO a lo mejor es que ya ni me acuerdo de qué es eso de metérmelas tranquilamente; desde que entré en el mundo maternal mis manos siempre están ocupadas: niños, juguetes, carro, merienda, más juguetes, pañuelos, cantimplora, más juguetes... a mí lo que me hacen falta son más manos.