Me
reconozco poco sentimental. Y admito que las historias (películas,
libros, anuncios, lo que sea) que van directamente a sacar la lágrima
y a emocionar a costa del recurso barato, lo que hacen es cabrearme.
A todo esto le sumamos que iba predispuesta a que no me gustase el
anuncio de la lotería porque la verdad es que nunca me gustan. Y
porque les tengo manía, que nunca me cae ni la cochina pedrea.
Entonces,
lo ponen y al Ross le da la risa floja. Él, que se le salta la
lagrimilla viendo a Pocoyó, a carcajada limpia en el sofá mientras
todo el supuesto pueblo, no sé muy bien por qué, participa en
mentir a una vieja chocha. Y claro, me lo pega. Y yo me río, sin
saber muy bien por qué, mientras él, entre hipos me suelta “la
puta vieja, jajajaja, está vacilando a todo el pueblo, jajajaja”.
Y el colmo es el final, cuando el hijo va a decirle que no ha tocado
nada y ella le regala el décimo, que obviamente no vale lo que han
pagado por él. Que lo que cuenta es la intención y que la mujer lo
que quiere es darle todo al hijo, blablá. No me vengáis a dar
explicaciones, coño, que lo he pillado, que no es tan profundo.
Entonces es cuando el Ross se retuerce en el sofá a la vez que se
ríe, tose y se medio ahoga. Y a mí me pega las carcajadas mientras
dudo si la tía realmente es estúpida, chochea en plan “hay que
llevar a la abuela a un sitio especial” o se está quedando con
todo el mundo y vengándose del hijo por algún retorcido y oscuro
secreto del pasado, cosa que no me extrañaría ya que en este pueblo
todo el mundo parece muy predispuesto a mentir sin ton ni son.
Me
da por pensar en Homer cuando dice lo de "Y Lisa lloró. Y yo
lloré. Y a Maggie le dió la risa... es más mona esa criatura".
Porque claro, media España diciendo lo mucho que le ha tocado la
patata el anuncio y el Ross y yo mientras, aquí descojonados.
Y
es que a mí se me plantean muchas dudas. ¿Por qué es bueno mentir
a una vieja? ¿Tanto poder tiene el gobierno que hasta en los
anuncios hace apología de mentir a los pensionistas para ganar
votos? ¿Por qué a todo el mundo le parece bien seguir la bola? La
ilusión, blablá. Yo es que odio que me mientan, aunque sea para
algo “bueno”. Porque vale, supongamos que la engañan. Que ya es
inocente y pazguata la mujer para los años que gasta, pero vale. ¿Y
ahora qué? ¿La engañan de por vida? ? ¿O algún día alguien le
va a contar la verdad de UNA PUTA VEZ? ¿O hay que esperar a que
llegue el cuñao de alguien y le diga eso de “pero que era una
broma, mujer, que hay que tener sentido del humor” mientras le da
palmadas en la espalda? O no, toda la vida pensando que tiene dinero
y es más pobre que las ratas pobres. Porque esa es otra. Se lo da al
hijo... ¿Y? ¿Ahora el hijo tiene que empezar a vivir como si le
hubiera tocado la lotería? ¿pedir un préstamo para mantener la
ilusión de la madre? ¿decirle que compró preferentes y lo perdió?
¿O como no queremos dar disgustos a la vieja hay que seguir
mintiendo y gastando lo que no tenemos hasta que la visite la parca?
Vaya herencia que nos dejó la abuela, oye. La muy cabrona. El puto
pueblo endeudado por culpa de una anciana que chochea. Y a todo esto
la nuera, que parece encantada con la mentira. Intuyo que la nuera la
odia y quiere que a la vieja le dé un infarto, bien por la alegría,
bien por el batacazo que se va a llevar al saber la verdad. No hay
más que verla, parece que se relame pensándolo “déjala que se lo
crea, la muy gocha, que no ha puesto ni una pasta para el café en su
vida y ahora quiere celebrarlo. Vas a celebrarlo, sí... pero rodeada
de velas, mala pécora.” Qué familia, señor, qué familia más
perturbada.
Además,
me vienen ideas muy perversas a la mente. ¿Os acordáis de ese
pueblo que puso molinos de viento y con lo que se supone que iban a
ganar se iban de viaje al caribe y llevaban a estrellas a las fiestas
del pueblo y construyeron toda clase de chorradas? Ahora están
endeudados hasta las trancas para los restos. Como media España que
hizo carreteras, aeropuertos y toda clase de cosas inútiles, por
cierto. Que en las épocas de vacas gordas la gente gastó y gastó
hasta lo que no tenía. Luego vino la crisis y así nos luce el pelo.
Pues el anuncio es lo mismo. Que como le hace ilusión a alguien,
vamos todos a dejar que corra la bola, que se haga bien gorda y que
ya se ocupe otro cuando todo se vaya al garete. Igual es una forma
subrepticia de meternos el mensajito de “habéis vivido por encima
de vuestras posibilidades porque se ha fomentado así, peeeero... era
por vuestro bien, para que tuvierais ilusión.” Pues me cago en la
madre que parió a panete, oigan.
O,
mejor aún, igual es otro mensaje más feo aún y menos retorcido que
es algo tan sencillo como “no os va a tocar ni un duro, pringaos,
pero comprad con ilusión que es lo que cuenta.” Ya la mitad se la
va a llevar el estado sí o sí, quizás dentro de poco no haya
premio ni nada de nada y el sorteo sea simbólico, te toque, pero no
te den un duro. Pero oye, la ilusión y tal.
Como
se puede ver, soy una entusiasta de la lotería. Y de las viejas
chochas. Y de los asuntos familiares ocultos, las venganzas y los
mayordomos asesinos.
P.D.
Para Reyes me pido un gorrito de albal para que los globos sonda del
gobierno no puedan leer mis geniales pensamientos.