He pasado la Semana Santa haciendo el
vago. Lo necesitaba, las semanas anteriores fueron bastante chungas
en el trabajo y estaba cansada. Así que he visto un montón de
series, he leído mucho, he escrito bastante y he dormido siestas
largas abrazada a los gatos. Ha sido una gran semana.
También quedé una tarde con Chema y
con Álter, nos pelamos de frío pero nos reímos mucho y aprendí lo
que son los límites matemáticos, que hay gente que tiene el pelo
peludo y que la canción de la numeración del Puma es una plaga.
Al día siguiente me quedé en casa
atrincherada porque me dolían los ovarios y tenía aún dos
capítulos de la tercera temporada de Outlander, que sin ser como la
primera, me ha gustado mucho. Ahora me siento sola y vacía sin mi
pelirrojo y voy a tener que ver las escenas porno en bucle hasta que
salga la cuarta temporada. Ya por la noche estaba aquí tirada en
pijama y despeinada cuando me llamó mi amigo Poli. Que qué tal, que
blablá. Que quería cenar gratis, vaya. Se vino y se acopló en mi
sofá y se tapó con mi manta. No sé qué tiene este sofá baratero
de ikea que todo el que viene se hace una especie de nido en una
esquina y se queda atrapado. Luego nos contamos cosas, nos reímos
muchísimo y hablamos de millenials y de heces restregadas en la
pared. No preguntéis.
Y entonces, entre risas y
conversaciones, pasó lo que tenía que pasar. Ocurrió, no vamos a
negarlo. Era algo que tenía que llegar tarde o temprano.
ME HIZO UN DIRTY DANCING.
Empezó a pedirme leer un poco de mi
no-novela. Le dije que no y a pesar de sus técnicas policiales de mierda, le dije que si hacíamos el dirty dancing me lo pensaba.
Francamente, pensé que no podía hacerlo. A ver, que sí, que está
más o menos fuerte y yo peso poco. Pero. El caso es que aceptó, muy
decidido como es él. “Claro que sí, dirty dancing, venga, vamos.”
Y yo le miraba y valoraba la escena. El tipo medirá algo más de
1,70. Si estira los brazos por encima de la cabeza nos ponemos a una
altura de más de dos metros. Si a eso le añadimos que soy más
torpe que un pato, vamos mal. Si también contamos con que estaba con
la regla y eso hace que esté menos fuerte, menos flexible y
considerablemente hinchada, vamos peor. Y si terminamos de rematarlo
con mi capacidad para la risa floja y absurda, pues ya vamos fatal.
Así que pensamos en hacerlo con él de rodillas. Se pondría de
rodillas delante de mi cama, yo saltaría, él me cogería y en el
peor de los casos, caería de cabeza en la cama. Los daños parecían
mínimos para la posibilidad de cumplir el sueño de mi puta vida y
hacer un dirty dancing. O algo remotamente parecido.
Así que al final me decidí a
intentarlo. Las primeras veces conseguí patalear un poco en el aire
y descojonarme de la risa mientras iba de cabeza a la cama. Pero poco
a poco pulimos la técnica. Y sí está fuerte el Poli, sí. Que el
tío me levanta y me aguanta ahí arriba como un jabato. Al final,
cuando estaba a punto de asumir mi derrota, mi fracaso, mi
incapacidad para cumplir mi sueño, lo conseguí. Me quedé en el
aire, estiré bien las piernas, hice fuerza con el abdomen a pesar de
lo mucho que me dolía el puñetero útero y abrí los brazos. Qué
maravilla. Algún día moriré y después de de mi temporada en el
purgatorio, iré al cielo y buscaré a Patrick Swayze y le pediré un
bailecito con momento volandero incluido. Obviamente para entonces yo
bailaré bien, porque es lo que tiene el cielo, que tienes todas las
cosas guays que deseabas en vida y sonará Hungry Eyes y el bueno de
Patrick llevará su camiseta negra ceñida y estará tan guapo como
en esa peli. Y bailará conmigo y me levantará por los aires. Y
todos aplaudirán. Y seré la reina del baile en vez de la torpe de
la esquina por una vez. Y entonces vendrá mi pelirrojo y me cogerá
de los brazos de Patrick y me llevará a una ladera escocesa
cabalgando los dos juntos tapados con su tartán y luego junto al
fuego...
Vale, creo que he visto muchas veces
las escenas erótico-festivas en los últimos días.
El caso, que he conseguido algo
remotamente parecido a un sueño que tenía yo ahí enquistado. No es
el hombre de mis sueños el que me levantaba, no tengo cojones para
hacerlo de pie e iba con un pijama en lugar de llevar un vaporoso
vestido. Pero bueno, yo soy así, muy de low cost.
Y por cierto, por si también es
vuestro sueño os informo: si estás un rato ensayando, al final te
quedan cardenales en las caderas. Que en las películas estas cosas
no te las cuentan.
P.D: le dejé leer tres páginas de la
no-novela.