He dudado seriamente si publicar este post o no. Las razones para no hacerlo son conservar la poca dignidad que debo tener a estas alturas ante los ojos de mis lectores. Pero me puede el ansia. Y me he reído tanto, que creo que merece la pena.
Ayer por la tarde estaba hablando con Anita por facebook. Estaba contándome que su chico se ha dejado barba. Y la conversación derivó en esto:
- ¿Barba? ¿pero en plan suave o en plan rasca-coños?
- Luego yo soy la bestia hablando, no te jode!! Rasca-coños, dice la tía. Pues también hay coños rasca-pollas, que lo sepas.
- ¿Pero quién ha dicho que yo se fina? – me asombra que a estas alturas piense eso. - ¿Y por qué estamos hablando de esto? Que yo sólo quería saber qué tal le queda la barba a tu chico.
- Porque hay entrepiernas rasca-huevos y esconde-huevos. – cuando Anita se mete en el fango, no hay modo de que vuelva a tierra. – Y hay pechos de hombres exfoliantes. Y piernas de mujeres rasca-espaldas.
- Nena, vas a ir al blog, que lo sepas. – últimamente la amenazo con eso cada dos por tres. – bueno, mira, que se te va la olla. Así que te dejo, que me estoy riendo a carcajadas yo sola en el salón, para variar. Y además tengo que ir a comprar cosas al carreflur.
Así que nos despedimos hasta mañana que vuelva con alguna de las suyas. Y yo, aún riéndome, me pongo unos vaqueros y me voy a comprar un armario para la terraza. Pero ya que estoy en el carreflur, digo, voy a aprovechar. Así que compro un recambio de cera para depilarme las piernas que vuelven a estar peludas. Y no quiero ser de esas que pueden rascar espaldas, como dice Anita. Ya me ha traumatizado, y tengo miedo de convertirme en mujer-lija. Y por una extraña asociación de ideas de los encargados de la colocación de productos, al lado de la cera están los condones. Hummm. Debería comprar una cajita. Por si hay suerte algún día de estos. Y porque siempre voy con mi madre y prometí no volver a comprarlos en el mercamoñas de mi barrio. Además, que desde entonces no he comprado. Vale, voy a comprar unos, ¿qué puede pasar esta vez? estoy lejos de casa, no me conoce nadie…
Entonces, oh, idea, voy a llamar a Pa, que me dijo que había unos sin látex que eran buenísimos, pero no recuerdo como se llaman. Así que la llamo.
- ¿Schiiii?
- ¿Pa? ¿Te he despertado?
- Do. Ed que edtoy acatarada.
- Oh, pobre. Escucha nena, esos condones que me dijiste que eran la polla… ¿Cuáles eran?
- ¿Para la polla? ¿Para eso no son todos?
- No he dicho “para”. Que dicho que “son” la polla, en plan que son muy buenos.
* Nota mental… ¿Por qué las cosas buenas son “cojonudas” o “la polla” y las cosas malas con un coñazo? Qué sexismo, oiga.
- Ahhhh, schi. Ya me acueddo. Schon unosh de duresss. Se llaman… no lo sché. Pedo la caja es doja.
- ¿Roja? La única caja roja son los sensitive y son de látex.
- Do, esos do son. Son unos que se llaman… super-feel… o sexy-feel o…
- ¿real feel?
- Schiiiii, eschos schon.
- Pero la caja es marrón.
- Schí, escho, madón.
- Joder, Pa, así no hay quien se entienda.
- Joooo… esche que tengo bucha fiebdeeee.
- Vale, anda, ya hablamos.
- Edte finde te llamo.
- ¡¡¡NOOOO!!! Este finde no.
- ¿Bod qué do? ¿Vas a quedar con alguien pada usad los condondes?
- Pa, tienes fiebre, ya hablamos cuando te mejores y vocalices.
Así que me voy a la caja con mi cera de depilar, mis condones y mi armario. Y me toca el único cajero chico que hay. Genial. Esto de la cola única es una mierda, que lo sepan los señores del carreflur. Así que el tío me mira como si fuera una depravada y me dice con media sonrisita burlona:
- ¿Esto es todo?
Y yo, por no decirle que si hubiera llevado más dinero, me habría comprado un lubricante con sabor a piña y un gel estimulador de orgasmos, le digo:
- Sí, es que este fin de semana salgo del armario, por eso necesito uno. El resto es para la fiesta de después.
El tío me mira asombrado, pero no dice palabra hasta que me susurra cuanto le debo, incapaz de levantar los ojos del suelo. Hurgo en mi monedero y me falta pasta. Mierda. No puede ser, me faltan diez euros que estaba segura de llevar. No puedo prescindir de ninguna de las tres cosas. Necesito imperiosamente depilarme para ponerme pantalones cortos, que hace calor. Quiero recoger toda la mierda de la terraza para poder salir a tomar mojitos al fresco, que hace calor. Y vale, no necesito los condones, pero quién sabe, que con el calor… Y estos guays no los tienen en el mercamoñas. Así que estrujo el cerebro. Y caigo en la cuenta. Por la mañana mi madre me ha dado diez euros que me debía, pero yo no llevaba bolsillos así que me los he guardado en el sujetador. El tipo está esperando aún, con mi dinero en la mano cuando le digo:
- Ay, espera, que ya sé dónde llevo el resto.
Así que, ante su estupefacta mirada me meto la mano por el escote de la camiseta, me hurgo en las tetas y saco un billete de diez doblado y calentito. El pobre chaval duda entre olerlo como un pervertido o cogerlo con las pinzas de la barbacoa. Y yo me siento como una stripper. Lo mismo si me miro en la goma de las bragas llevo algún billete más. Y puedo comprarme el lubricante de piña, el estimulador de orgasmos, anillos vibradores y todo lo que haya en el stand porno. Pero no. Nada. Ni un eurillo. Jo.