Llevo escribiendo toda la vida. No me
recuerdo a mí misma sin saber leer y escribir. Lo primero que hay
por ahí escrito por mí es una felicitación de navidad a los yayos,
deseando feliz 1986. Yo tenía dos años y medio. Fui, digamos,
precoz. Y no creo que es porque fuera especialmente lista, es
simplemente que los juegos de niños no me gustaban y yo quería
saber qué ponía en esas cosas que los mayores miraban durante tanto
tiempo con atención. Fue más curiosidad que otra cosa.
Mi primera historia completa se llamaba
“El sol y yo” y era un cuento ilustrado con dibujos en el que el
sol venía a despertarme y llamaba a mi ventana y nos hacíamos
amigos. Es que la lluvia nunca me ha gustado. Tenía 4 años, porque
lo hice en clase de párvulos mientras me aburría porque mis
compañeros estaban aprendiendo las vocales. El siguiente fue “El
perro de P.S”, que era mi amiga de clase y contaba la historia del
perro de su abuelo, que le ponían el collar y lo sacaban a pasear.
También tenía sus dibujos y todo. Digamos que los 4 años fueron
una época de mucha productividad literaria debida a mi aburrimiento
supremo en el colegio.
Desde entonces he escrito casi sin
parar. Diarios, cuadernos, meditaciones, sueños, cartas, cuentos,
historias, el primer blog, este blog... si todas las letras que he
escrito en mi vida tomaran forma, como las de la sopa, me sepultarían
viva.
Sin embargo, ahora, por primera vez, he
terminado algo que podría ser una novela. Quizás, como diría
Unamuno, no llegue a ser novela y sea “nivola”. Y claramente
tampoco sería eso porque osar a compararse con Don Miguel es
demasiado para cualquiera. Quizás sea una no-novela, que es como si tartamudearas y la negaras a la vez. Así que no lo será, no os preocupéis,
no voy a publicarla y a daros la tabarra para que la compréis. Me
muero de vergüenza sólo de pensarlo. Hoy en día cualquier
mongoloide junta cuatro letras y las publica. A veces es famosete de
medio pelo y se la publican. Otras, su propio ego le hace
autopublicarla y creerse escritor. Porque veo cada cosa en twitter,
por ejemplo, que no doy crédito. Y se llaman a sí mismos poetas por
ponerse intensitos y decir obviedades absurdas utilizando el intro de
manera aleatoria para crear espacios. Escritores y poetas. Y se lo
dicen ellos solitos. Madre mía los egos. Y hay quien les lee y todo.
En fin. What time to be alive.
Decía que no, no publicaría nunca.
Pero la he terminado. Y me siento extrañamente orgullosa de mí
misma. Porque la mayor parte de las veces escribo sin ton ni son y no
son cosas con un principio y un final, que cuenten una historia más
o menos bien hilada. Sólo sólo retazos desordenados y caóticos,
como yo misma. Pero esta vez lo he conseguido. Y aunque no llegue
nunca a ver la luz, quería decirlo.
Y habrá quien diga, “mujer, ya que
lo has escrito...” Pero no. Creo que la frase esa de que hay que
escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol ha hecho mucho
daño. Y de verdad, el mundo no necesita más niños malcriados, ni
más libros de mierda. Mejor plantad tres árboles y con un poco de
suerte no moriremos asfixiados en un par de décadas. Pero bueno,
esto es una visión chunga mía del asunto, que creo que sobramos
humanos y que la mayor parte de lo que se escribe hoy en día es de
ínfima calidad. Y como no creo que yo lo haga mejor, pues me quedaré
aquí con mi blog sin ínfulas pretenciosas. Yo es que soy una mujer
humilde. Prefiero los gatos a los hijos y los post divertidos de blog
en vez de los libros malos.