Me hace gracia cuando la gente te dice
con tono acusador que lo que estás haciendo es una huida hacia
delante. ¿Pues qué quieres que haga si no? ¿Huir hacia atrás en
mi máquina del tiempo? ¿Huir de lado haciendo un Zoidberg? ¿La ya tan manida pero siempre cómica idea de huir haciendo la croqueta? Y ya, ya
os veo venir, que el problema es que el hecho de huir.
A ver, sé que las huidas tienen mala
prensa. Quedas como un desertor, un cobarde, un pringao. Pero yo creo
que hay momentos en los que lo mejor que puedes hacer es darte media
vuelta e irte. Yo soy de naturaleza batalladora, soy fuerte,
persistente, tenaz y no me suelo dar por vencida. Pero llega un punto
en el que te das cuenta de que estás luchando en la nada, que estás
como la Armada Invencible tratando de plantar cara a los elementos
que te son hostiles. Y entonces, si eres lo más mínimamente
inteligente debes parar un segundo y decir, ¿pero qué coño estoy
haciendo? Que igual no merece la pena este desgaste tan tonto y estoy
haciendo el capullo, oyes.
Y ese es el momento de dejar de darte
de hostias contra la nada, de dejar de darte cabezazos contra un muro
y darte media vuelta. Y sí, huyes hacia delante. No huyes corriendo
con el rabo entre las piernas, sólo te vas, te alejas, te apartas de
esa batalla que no ibas a ganar nunca y posiblemente tampoco a perder
pero en la que te estabas dejando la salud, la paciencia, las
fuerzas, las ganas, la alegría... la vida.
Y una vez puesto a irse uno, pues que
sea hacia delante. Vamos digo yo. Que es el lema el blog. Si esto
fuera Juego de Tronos la casa Naar viviría en el sur, en tierras
cálidas, seríamos famosos por nuestras comidas y nuestras siestas,
tendría un gato como estandarte y nuestro lema sería “no hagas el
calimero y tira palante o te arreo dos collejas, hombreyá”. Me
temo que no fuéramos muy populares, pero bueno, tampoco aspiramos al
Trono de Hierro ni pretendemos ser ricos como Lannister. Sólo
queremos estar tranquilos y a nuestra bola.
Al igual que en mi vida real, parece
ser que en Juego de Tronos también sería una marginada. En fin,
creo que es mi destino, estar sola y pertenecer al clan de los
primos. Y es bueno asumirlo de una vez por todas.
Sea como fuere, estoy pensando
seriamente huir de una lucha que lleva abierta en mi vida más de una
década. Y ya empieza a ser suficiente. El problema es que más de
una vez la he dejado, agotada, exhausta, en los huesos. Pero luego he
vuelto. Más armada, más fuerte, con nuevas técnicas de guerra.
Creyendo firmemente que esta vez ganaré, que será la definitiva,
que ya nadie va a poder conmigo. Y lucho a brazo partido, lucho,
lucho... y tras quedar de nuevo agotada y en los huesos, compruebo
que he obtenido los mismos pésimos resultados. Y ahora, los años,
la madurez, la mierda de la edad, las repetidas experiencias y los
muchos fracasos me están haciendo plantearme que quizás esta
batalla no conduce a nada. Que es la guerra de los cien años de
Naarlandia. Y que por muchas veces que vuelva, por muchas técnicas
que idee, por muchas armas nuevas que invente, por mucho que me
fortalezca... siempre va a pasar igual. Así que me planteo si seré
capaz de hacer una huida hacia delante y no volver a mirar atrás.
Porque es una historia que no se va a zanjar nunca. Y de la que no
soy capaz de desprenderme. Siempre vuelvo, siempre la retomo, siempre
creo que si cambio la táctica, esta vez me saldrá bien. Porque hay
algo, hay alguna mierda en mi interior que me arrastra a luchar una
vez tras otra. Pero no es verdad. Nunca saldrá bien. Sólo tengo que
convencerme de ello, asumir quién soy, asumir lo que no puedo tener
y seguir caminando.