Hoy he venido a descubriros que en
realidad soy una moñas. Mucho rollo de chica dura, mucha mala leche,
mucho blablá y al final, una moñas. Para que veas. Quién me lo iba
a decir. Y he llegado a esta profunda conclusión gracias a
Outlander. Y diréis “¿ya viene la pesada esta a hablarnos otra
vez de series y del pelirrojo de sus amores?”. Evidentemente SÍ. Y supongo que habrá algú spoiler, así que si sois de los susceptibles que se quejan porque se desvela en final de la Segunda Guerra Mundial, no leais más.
A ver, ya he dicho mil veces que las
series son mi pasión. Y descubrí Outlander casi por casualidad. Me
la recomendaron, la ví anunciada y al final me animé a verla. Pero
vamos, que al principio sin mucha ilusión puesta en el tema. Luego
me enamoré mucho. Del pelirrojo, de la trama, de los vestidos
antiguos, del pelirrojo, de los kilt, del acento escocés, del
pelirrojo, de Escocia, del culo del pelirrojo, de los hombros del
pelirrojo, de los pectorales del pelirrojo, de los abdominales y los
oblicuos del pelirrojo... en fin. Os hacéis una idea.
El final no me gustó mucho. Pero aún
así, me descargué la novela y me la leí un poco en diagonal. No
tengo mucha paciencia para ciertas lecturas, pero devoré el tocho
buscando las cosas que no salen en la serie o que son diferentes. Y
bueno, no es un buen libro, pero yo visualizaba al pelirrojo y me
valía todo.
Entonces llegué a la segunda
temporada. Y tengo que decir que no me gustó nada. Hay un montón de
problemas, intrigas palaciegas que no interesan a nadie, una batalla
absurda contra el destino y cuando al fin vuelven a Escocia, es para
pasar penurias. Y a todo esto, ni una escena de sexo decente.
Capítulos enteros sin verle el culo al pelirrojo. Oiga, yo no he
venido aquí para esto.
Porque a ver, es algo que quiero
comentar de esta serie y de paso, del libro. No es que yo vaya
buscando porno. Si quisiera porno, vería o leería porno. Es
cuestión de que si empiezas una escena, dame un poco más que un
fundido en negro. Digo yo, vamos. En la primera temporada hay
capítulos que piensas “¿Pero cuánto folla esta gente? ¿No se
cansan? ¿Pero otra vez? Madre mía, qué virilidades las del
pelirrojo...” Y venga a verle el cuerpo ese que Dios y el gimnasio
le han dado. Pero en la segunda temporada, entre que la historia es
otra, que entre los personajes hay problemas y que el director debía
ser más recatado, no hay nada. Y en una ocasión que parece que por
fin va a haber algo de carnaza, pum, fundido en negro. No me jodas.
En el libro pasa algo parecido. Hay
veces que la tía se explaya un poco más, veces que lo deja muy en
el aire y veces que te pone los dientes largos para nada porque
cuando está realmente entrando en materia, cambia de escena y ya ha
pasado todo. A mí eso me parece un coitus interrumptus
literario en toda regla. Y no me gusta excesivamente la narrativa
erótica, pero coño, una escena bien llevada no tiene por qué caer
en groserías ni en vulgaridades y ser sensual y darle un toque a la
historia.
Bueno, resumiendo, que la segunda
temporada no me ha gustado nada y he visto demasiado poco el culo del
pelirrojo. Y que como decía al principio me he dado cuenta de que
soy una moñas. Porque la gente se queja de que la primera temporada
roza lo empalagoso con tanto amor y a mí precisamente es lo que me
gustó. Quizás busco en las series una especie de sobrecompensación,
pero estoy harta de problemas, de gente que se muere, de enfermedad,
de soledad, de pérdidas, de echar de menos, de tensiones. Vivo a
diario con esos malos rollos en el trabajo, porque es lo que tiene
trabajar con ancianos. Les adoro y soy feliz en mi trabajo, pero la
realidad es esa: enfermedad, muerte, problemas, soledad,
enfrentamientos. Y cuando salgo y me repanchingo en el sofá, lo que
quiero es gente feliz, mucho amor, risas y culos bien formados de
pelirrojos fornidos. Así que ahora veo series que me hagan feliz o
que me cuenten una historia que me interese, pero nada que me torture
el alma.
Ahora he empezado la tercera temporada.
No sé qué pasará con la trama pero de momento me está gustando un
poco más. Y la media de culos de pelirrojo por capítulo no es
óptima, pero no está mal del todo. Así que por ahora, me quedo.
Por cierto, he vuelto a mis clases de
inglés que tuve que abandonar cuando tuve los dos trabajos a la vez.
Y diréis, ah, qué bien, para saber más, conocer otro idioma,
viajar, tener mejores oportunidades laborales en el futuro. Pues no.
Es por si un día me encuentro con Sam Heughan, para poder hacerle
ofrecimientos obscenos que no pueda rechazar. O por si un día me da
un siroco y me voy a Escocia en busca de culos pelirrojos. Lo que
ocurra antes.