viernes, 27 de diciembre de 2019

Estoy trabajando (guiño, guiño, codazo)


Como decíamos ayer...

Se me ha estropeado el móvil del trabajo. Y contando con que la mitad de mi trabajo es llamar por teléfono y la otra mitad el recibir llamadas, pues me diréis qué hago yo sin teléfono. A ver, que sí, que hago más cosas... pero no precisamente para ocupar toda la mañana. Así que estoy aburrida y desocupada pero no puedo irme de compras navideñas porque estoy pendiente del mail por si llega algo urgente que tenga que resolver. Y me he acordado de que el primer blog que abrí, allá por el dosmilypoco, fue precisamente porque tenía un trabajo en el que me aburría soberanamente y me sobraban horas a porrillo.
No sé el resto de la gente, pero en la mayoría de los trabajos que he tenido a lo largo de mi vida me he aburrido como una mona. A mí me sobra más de la mitad de la jornada siempre. Y diréis que soy una vaga y no hago nada, pero es más bien que como soy un nervio andante lo hago todo demasiado rápido y luego ya me quedo sin cosas que hacer. A ver, que hay días y días. Hay veces que no tengo tiempo ni para hacer pis en toda la mañana y eso es malísimo para el riñón, pero hay otros días que podría dedicarme a la vida contemplativa mientras sumo horas cotizadas a mi vida laboral.

En fin. Sé que tengo el blog abandonado, como casi todo el mundo. No voy a volver a decir lo de que los blog han muerto, pero sí, han muerto. Lo que me da coraje es que estoy haciendo lo que siempre odié, dejarlo ahí vagando por el espacio internauta sin rumbo ni misión. Que la gente (qué gente, mongola, qué gente si aquí ya no hay nadie) no sabe si me ha tocado el euromillón y he huido al Caribe o si he muerto en trágicas circunstancias.
El caso es que por las mañanas trabajo o hago como que tal y por las tardes no tengo ganas de ponerme delante de la pantalla otra vez. Y por las noches, que antes era mi momento cumbre del escribimiento, ahora estoy en la compañía del Dorniense, que me alegra la vida y ocupa mi tiempo aún no sé cómo.
La verdad es que estoy bien, bastante feliz y me siento afortunada. Hay cosas feas, como la enfermedad de la yaya y las preocupaciones del día a día, pero estoy mucho mejor que la primera vez que me senté en este mismo salón a escribir la primera entrada de este blog. Tampoco es difícil, estaba hecha mierda entonces. Pero ahora estoy mejor de lo que podría haber imaginado. Tengo a mis niños Ron y Maya, un trabajo que me agrada en lo posible y al Dorniense haciendo de mis días algo mucho más bonito. Tanto, que me voy a casar con él. Yo, la antibodas, me he liado la manta a la cabeza. Ya ves tú. Hay una parte de mí que lo hace por la yaya. Que lo vea, si Dios quiere, y que tenga tanta ilusión como tiene ahora me hace feliz. Y hay otra parte que es que he encontrado el mejor compañero de viaje. Y las cosas bonitas, queridos, hay que celebrarlas. Lo feo viene solo, así que el amor y la alegría hay que compartirla.
Sin embargo me planteo la idea de que la mayor parte de los escritores buenos han sido solteros, solitarios, amagados de varios tipos o simplemente han hecho la vida digamos “difícil” a sus parejas. Y lo entiendo. Yo era mejor escribidora (lo siento pero escritora se me queda muy grande y me parece muy engreído la gente que se denomina así a sí mismo) cuando estaba soltera y sola. Ahora invierto tiempo en el Dorniense, en nuestras familias y en nuestros planes de boda y me queda poco para venir a contar chorradas. Pero aún así, los astros se alinean, me dejan sin móvil de trabajo y aquí estoy, un viernes 27 de diciembre pensando que hace unos días mi blog cumplió años y ni me acordé.
Lo que sí recuerdo es que mañana mi Maya cumple tres años mañana. Y fue la mejor cosa que me ha pasado un mes de diciembre. Tan pequeñita, tan negra y tan adorable como sigue siendo, hecha una bolita en mis brazos y dispuesta a llenar la casa de maullidos, alegría y ternura. Feliz cumpleaños, muñeca.
Acabo de releer el post y es tan caótico y absurdo como yo. No sé si he perdido práctica y cada vez escribo peor o que antes simplemente estaba más acostumbrada a mis propias mierdas y no me daba tanta cuenta. En fin, tanto da, si ya no lo va a leer nadie.
Y bueno, dadas las fechas, a todos los que ya no me leéis, pero seguís en mi corazón de blogger, Feliz Navidad y que el 2020 se porte bien con todos nosotros, que nos dé salud y alegría y que no se acabe el mundo antes de que se cumpla el milagro de verme pasar por el altar.