Siempre he reconocido tener una vena paranoica bastante
seria. Me viene de familia, ya lo expliqué una vez. Para los nuevos os resumo
que un tío abuelo mío era panaroico diagnosticado y no medicado que creía que
Alfonso Guerra le tenía mucha manía y le mandaba mensajes ocultos en sus
mítines. Y ni hablar de Perales, que la canción de “Y quién es él” se la
cantaba a él con malvadas intenciones coactivas. Tal y como os lo cuento.
El caso es que yo no llego a esos extremos (aún) pero tengo
mis momentos chungos con las cosas más absurdas. Por ejemplo yo no me suelo dar
por aludida con las indirectas, ni me preocupan lo más mínimo las críticas que
me pueden hacen medio encubiertas. No me quita el sueño lo que la gente piense
o diga de mí. Ahora bien, lo que sí me mosquea bastante es el anonimato. Me da
por pensar quién estará detrás, si no será nadie o si será alguien que ya me
conoce y juega con ventaja. Eso desata mis venas paranoides y me dan unas
irresistibles ganas de ponerme un embudo en la cabeza y forrarme de albal para
que los aliens, la NASA ,
el tipo gordo que me censura y las logias judeomasónicas no puedan controlarme.
Eso explica que durante años me resistiera a tener ninguna
clase de contacto con el rollo virtual, donde todo el mundo se puede esconder
detrás de una pantalla y fingir ser lo que le dé la gana. Luego me metí en el
mundo del blog, le fui perdiendo el miedo a los aliens y los vendedores deaspiradoras y aquí me veís, tan feliz con mi blog, con mis amigos del otro lado
de la pantalla y mi chico conocido a través de este mundo. Zas en toda la boca
que se llama. Pero a pesar de todo esto,
cuando llega alguien nuevo a mi vida por este medio, cuando me comenta un
perfil que no conozco, cuando en twitter me sigue gente rara… me da el
cortacircuito mental. Y salgo corriendo a hacerme un gorrito de albal para que
dejen de vigilar mis pensamientos.
Quizás por eso (entre otras cosas) tengo los comentarios
anónimos restringidos. Y por eso cuando alguien me sigue en twitter lo primero
que hago es ir a ver su perfil (o como coño se llame lo de twitter) y curiosear
lo máximo posible. No es por que yo sea una cotilla, es por seguridad. Por
convencerme de que no es nadie raro con pérfidas intenciones hacia mi
personita. Así suelo estar más tranquila y un poco más feliz.
Hasta que ocurren cosas como esta.
El otro día abrí mi cuenta B
de twitter que ignoro de mala manera. Pasan las semanas y no me acuerdo
de que la tengo. Sin embargo a veces me da por mirarla así con desgana, para
asegurarme de que sigue ahí y de que las dos o tres personas reales que sigo
están vivas. Y lo primero que me encuentro es que me sigue un grupo rarunísimo y que tiene un extraño simbolito de un círculo con un triángulo
dentro que a su vez tiene otro circulito dentro. Una lumbrera el que lo diseñó,
oiga. Los colegas en cuestión tienen
puesto en su definición: “Somos un grupo de contacto con seres humanos del
cosmos, de la
Confederación de Mundos Habitados de la Galaxia con más de 130
libros en descarga. Varios paises.” Y luego añaden esto “ar bo cl co cr es mx pa pe ve”.
Y SE QUEDAN TAN ANCHOS. No sé muy bien si estas letras del final son un código
alienígena, si son siglas de países, si son símbolos químicos de la tabla
periódica o si es que el mono que escribe sus mensajes se quedo sin plátanos y
aporreó el teclado furioso.
Y qué queréis que os diga. A mí esto me caga de miedo. No
por que me sigan, por una vez y sin que sirva de precedente mi vena paranoide
se ve eclipsada por la racional y sé que están haciendo un bombardeo masivo a
seguir gente buscando el followback. Sé que no es nada personal conmigo. Pero
el mero hecho de que estas cosas existan me da susto. Porque tienen casi 18.000
seguidores. Eso es mucha gente. Con que la mitad o menos les lean o les crean
mínimamente, ya estamos jodidos. Porque
a riesgo de juzgar precipitadamente, esto huele a secta que se mata. Y si no,
visitad su página web y decidme qué pensáis. Y no sé, a mí estas cosas me
preocupan. Porque a mí me parece que nadie puede tragarse ni dos palabras de
estos tipos o de otros tantos semejantes, pero hay mucho loco suelto, mucho
necesitado de creer en algo, de pertenecer a algo. Porque a mí puede parecerme
impensable, pero la gente siguió a Manson, le gente se suicida en masa
esperando a la nave espacial que viene a por ellos, la gente sube a los montes
esperando la llegada de vete a saber qué. Y creen en ello más profundamente de
lo que posiblemente nunca crea yo en nada. Y eso me acojona, qué queréis que os
diga. Porque los fanatismos me asustan, los alienamientos me asustan y desde luego,
estos supuestos humanistas que vienen a salvarnos en los tiempos revueltos me ponen
los pelos de punta. Está claro que atravesamos malos tiempos, todos
necesitaríamos una tabla de salvación que nos hiciera pensar que las cosas van
a mejorar de verdad. Y de esa desesperación viven estos grupos de gentuza,
donde siempre hay alguien que saca tajada. Y eso es realmente lo peligroso. Que
de la flaqueza de muchos se hagan fuertes unos pocos.
Quiero añadir que no estoy en contra de las religiones, de
las asociaciones o de los grupos diversos. Todos pertenecemos a algo, de un
modo o de otro. Y creer no es malo. Lo malo es perder el norte, no ver, no
pensar y no decidir libremente. Lo malo es seguir ciegamente a los iluminados
que aparecen en ciertos momentos.
Y bueno, qué se yo, igual estos tipos son super majos y
realmente un día va a aparecer una nave espacial que los salve del fin del
mundo. O lo que sea que defiendan. Yo ya dudo de todo. Yo no sé nada. Yo soy
una loca, una paranoica, una fan de las teorías conspiranoides. Que no sé para
qué me meto yo en este jaleo sabiendo que las altas esferas vigilan mi blog y
Perales cantaba a mi tío. A mí qué me preguntáis, joder. Voy a ponerme un
embudo forrado de albal en la cabeza y a hablar con mi gato que es el único que
me comprende.