lunes, 30 de diciembre de 2013

ADIÓS 2013... FELIZ 2014!!

El 2013 ha sido un año… raro. Se ha pasado volando. Y nada, o casi nada ha salido como tenía pensado, más bien todo ha salido al revés de lo que esperaba. Y sin embargo todo está bien.
Empecé con la operación de mi yaya, que gracias a Dios salió muy bien y eso sí fue mejor incluso de lo previsto. Todo el esfuerzo, todo el cansancio y toda la lucha mereció la pena y tengo yaya para rato.
Luego tuve una experiencia que a pesar de parecer superficial, me enseñó muchísimo, cuando un chico guapísimo y perfecto estuvo detrás mía sin conseguir que sintiera por él nada más que una escasa simpatía.
Y entonces casi sin darme cuenta y de modo totalmente inesperado, llegó la despedida del Gordito, mi enésimo re-acercamiento al Ross y los miles de quebraderos de cabeza que eso conllevó.
Pero llegó el verano. Un verano que parecía que iba a ser aburrido y solitario, triste y un poco claustrofóbico. Pero no. Un viaje truncado al Algarve me dejó tirada en Sevilla, entre los brazos de mi niño chico, abriendo las ventanas de par en par para que entrara aire fresco.
A raíz de ese viaje surgió otro y terminé en Granada, con dos gemelas piradas, una gallega risueña y una hermana pequeña adoptiva. Esos días llenaron mi vida de luz y mi corazón de calor. Fui feliz, pero feliz hasta la médula.
Volví a la lucha, a septiembre y su fea realidad, pero cuando me he querido dar cuenta, ya era diciembre y estaba preparando la navidad.
La verdad es que a pesar de las cosas malas, a pesar de los sinsabores, las decepciones y las cosas ajenas a mí (como la crisis, el paro, la sociedad que se va a la mierda) no puedo quejarme. Así que no pido nada especial al Año Nuevo más que salud.
Creo que me repito año tras año, pero es lo único que hace falta. Salud para afrontar problemas, para arreglar lo que se rompa, para sonreír aún cuando vengan lágrimas. Si se tiene salud, se puede conseguir el resto. Así que al 2014 una vez más le pido salud para mí y los míos.
Como mañana bastante tengo con cocinar y recoger los cacharros y arreglarme un poco para ir decente a casa de mis yayos, os dejo ya felicitado el Año y mis mejores deseos para todos vosotros. También espero que tengáis salud, que haya tantos momentos felices que los tristes pasen casi desapercibidos y que dentro de un año estemos de nuevo deseándonos lo mejor con una sonrisa en los labios.

 En resumen, queridos míos... ¡¡FELIZ, PRÓSPERO Y SALUDABLE AÑO NUEVO!!!

viernes, 27 de diciembre de 2013

Liebster award, o sea, un premio con meme

Mi querida Mandarica me otorga un premio y aprovecho para publicar algo antes de mi resumen de fin de año… eso si no ocurren cosas extrañas antes. Pero bueno, así vamos haciendo tiempo, como quien dice. El premio tiene normas que me paso por el arco del triunfo, pero contesto a las preguntas de mil amores.

1. Si tuvieras que cambiarle el nombre a tu blog, ¿cuál le pondrías?
Vete a saber… ya lo cambié una vez y en realidad este me gusta, así que le pondría uno del estilo. Si alguien tiene alguna sugerencia ingeniosa, será bien recibida. Y luego haré lo que me dé la gana, claro.

2. Crees que en la blogsfera hay demasiados blogs que hablan sobre...
Sobre casi todo. Pero es lo que tiene la era digital, aquí todo el mundo viene y cuenta lo que le sale del chiflo. Y me parece estupendo, ahí está el gusto de cada uno leyendo lo que le gusta.

3. ¿Dónde escribes las entradas? ¿En papel o directamente en el ordenador?
En hojas de Word en el ordenador y luego lo publico,  no me complico demasiado.

4. ¿Qué Bso le pondrías a tu blog?
No sé, escucho todo tipo de música, podría ser cualquier cosa. Soy bastante adicta a Rock FM, por si os sirve para haceros una idea.

5. ¿Cuál es, para ti, la entrada favorita de tu blog?
Quizás, ésta. Pero me gustan todas por una razón o por otra. Quiero pensar, así en plan ególatra que cuentan una historia, la mía.

6. Y ¿cuál es, para ti, la entrada favorita de mi blog? (si hay alguna digna de serlo xddd)
Ésta, la primera. Fue toda una declaración de intenciones. Y yo sé bastante de eso de empezar de cero, de mandarlo todo al carajo y decir “aquí estoy yo”.

7. De los blogs que lees habitualmente, ¿de cuál te hubiese gustado ser tú el autor/a?
Me gusta mucho Lorzagirl, tiene un sentido del humor fascinante. Pero todos los que leo me gustan por algo, así que…

8. ¿A cuántos bloggers conoces personalmente?
Huy, a unos cuantos ya… creo que en total son 10, pero puede que haya alguno más. Y desde luego hay gente con la que hablo tanto que ya son parte de mi vida. ¡Si hasta a mi novio le conocí por el blog!

9. ¿A qué famoso le darías un beso de tornillo bien dado si se hiciese un blog?
A Beckham, pero porque cualquier razón sería buena para morrearle.

10. Si pudieses mandar directamente a la mierda a alguien sería a...
Pues no a mucha gente, porque a los que me incordian, les mando y ya. No soy yo de andarme con rodeos.

11. ¿Colacao o Nesquik?
Colacao forever, el nesquik es caca de la vaca paca.


Y se supone que tendría que hacer once preguntas y pasarlo a once blogs y blablablá. Pero no tengo ganas, qué queréis que os diga. Estoy un poco estresada estos días, así que os dejo esto para despejarme un poco y pronto os cuento cosas nuevas.



lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz (aunque estresante) Navidad

No soy una persona fácil de llevar en general. Tengo mala leche y me estreso y me agobio fácilmente. Tratar de organizarme el tiempo, atarme las semanas con planes, presionarme, que se me acumulen cosas pendientes, sacarme de mi rutina… son cosas que me ponen nerviosa. Así que en estas fechas generalmente estoy más desquiciada, irritable e insoportable de lo habitual.
Este año además se me están empalmando unos planes con otros y la lista de cosas pendientes es infinitamente mayor que la de cosas hechas. No me voy a poner a detallaros todos mis problemas a día de hoy, pero lo resumiré fácilmente… AAAAAARRRGGGG!!!

De todos modos, me sigue gustando la navidad. Me gusta ver disfrutar a mis abuelos, me gusta que venga gente a mi casa, me gustan los regalos, me gustan los imprevistos aunque me saquen un poco de quicio. Y me gusta mucho estar rodeada de gente a la que quiero. Tengo mucha suerte.
Por eso quiero aprovechar el único momento del día que me he sentado (así, en plan madre total) para felicitaros las fiestas y dedicar unas palabras a todos los que me importan en estas fechas.
Lo primero, a mis padres, mis yayos, mi familia. Ellos no vienen a este blog (por suerte) pero son el pilar de mi vida. Sin ellos nada, nada, sería como es. No podría tener unos mejores. Y desde luego a mi Ron, que siempre vigila lo que escribo sentándose a mi lado o tumbándose en mis piernas como está ahora mismo. Él es el amorcito peludo de mi vida.  
También a mis amigos de la vida real. A mis queridos, queridísimos, satánicos, que son un regalo que me dio la vida. Mil gracias por todos los post que me inspiráis y sobre todo por esas cosas que precisamente no cuento. Por ese colchón que tengo siempre con vosotros. Ninguna caída es dura si vuestros brazos están cerca para recogerme. Os quiero con toda mi alma.
Por supuesto al niño chico, que es un santo y se gana el cielo aguantándome. Doy gracias a Dios porque este año volviera a juntarnos, por ese mágico momento en el que me quedé en Sevilla a pasar una semana que se ha alargado seis meses. Tú eres mi persona ahora mismo, eres mi apoyo, mi consuelo, mi desahogo y mi alegría. Tú eres mi niño chico y te adoro.
Quiero hacer una mención especial a esas niñas que conocí en Granada este verano. Porque son unos ángeles y me dieron unos días de felicidad absoluta a parte de todas las risas, las cosas que nos contamos, los mensajes que me animan un día gris, los mails en los que nos desahogamos, las canciones horteras y las fotos memas. Sois mis amigas, mis niñas, un pedazo enorme de mi corazón. Y os quiero.
Y por supuesto, a todos los que ya formáis parte de mi vida con este blog. Este sitio es lo mejor que he tenido en muchos años, me ha dado tantas alegrías, tanta gente, tantos amigos, tantas buenas noticias… madre mía, es tanto que parece mentira. Así que mil gracias a todos los que pasáis por aquí a menudo, a los que siempre comentáis, a los que me escribís mails, a los que os he desvirtualizado, a los que estáis en la sombra… a todos los que hacéis que esto tenga sentido.

Con esto sólo quiero deciros que os deseo una muy Feliz Navidad y que disfrutéis de estas fechas un poco estresantes pero muy entrañables a la vez.

El año ya os lo felicito la semana que viene cuando esté aún más estresada que ahora.  

viernes, 20 de diciembre de 2013

Amigo invisible y langostinos para Ron

Nunca me gustó el “amigo invisible”. Es un juego estúpido en el que siempre te toca regalar al que peor te cae del grupo y generalmente recibes un regalo que no te gusta del segundo que peor te cae. Eso o soy la pringada de turno, que también podría ser.
El caso es que hace un mes o más mis amigos decidieron hacer el amigo invisible por navidades. No sé qué tienen estas fiestas, siempre que te juntas con gente hay alguien que dice la frase mágica “oye, ¿y si este año hacemos un amigo invisible?”. Y aunque a nadie le apetece, todo el mundo aplaude la idea.
Por supuesto, me tocó la mujer de Gordito. Que no es que me caiga mal… es que no llevamos el mismo rollo. Y a penas nos conocemos ni tenemos confianza. Y tiene un sentido el humor nulo. Y es un poco rancia. Y no tenemos el mismo gusto en casi nada.  Y yo le caigo mal. Y vale, no, no me cae muy bien.
Pero como soy una buena amiga y una buena persona y además adoro a Gordito, he estado varias semanas pensando en qué podría comprarle. Bueno, varios días. Y quien dice días, dice horas. O minutos. Vale, no lo he pensado una mierda.
Pero tenía que comprar algo guay. Algo súper chulo que por fin nos convierta en amigas. O algo que le mejore su imagen de mí. O algo que le guste. O algo que le sea útil. O algo con lo que pueda quedar bien al menos. O algo que… me importa una mierda, ¿vale?
Al final fui a lo cómodo y decidí comprar algo que pueda cambiar fácilmente. Así me quito el marrón de encima. Mira, toma el regalo y el ticket, cámbialo por lo que te salga de los cojones y déjame en paz. Por mí como si lo cambia por la pasta y se lo gasta en… en… en lo que sea que le guste, que no tengo la menor idea de lo que es.
Total, que compré un jersey y un pañuelo del cuello con sus correspondientes ticket de tiendas conocidas. Y a cagar a la vía. A mí me parecen super monos, pero que haga lo que quiera.
Ahora sólo me queda ensayar mi cara de “oh, gracias por esta mierda con la que no sé qué hacer”. Y rezar por que tenga ticket para cambiarlo.
Y claro, no puedo hablar de los problemas y quebraderos de cabeza que me está dando el regalo del niño chico  porque lee el blog, pero joder. ¿Quién sabe qué se puede regalar a un tío? ¿Algo que no sea sexo?
Total, que el único que tiene su regalo asegurado es Ron, que obtiene comida de bolsa con salsita  en los días especiales y un langostino en Nochebuena, otro en Nochevieja y otro en Reyes. Y tan contento, oyes.
En fin, que no sé por qué me relaciono con personas con lo fácil que es regalar a los animales.  Creo que voy a empezar a acumular animales y a dejar de relacionarme con humanos antes de lo previsto. Eso, o empezaré a regalar langostinos a la peña. Sin ticket. Y que se las apañen.


lunes, 16 de diciembre de 2013

PREMIOS!!!

Queridas y queridos míos:
Lo primero muchas gracias por participar en el sorteo y por las palabras cariñosas por mi tercer aniversario de este blog.
Lo segundo, debo confesar que soy una torpe de narices y aunque miré otros métodos para hacer el sorteo, al final opté por la versión cutre y casera de una bolsa con las papeletas de los nombres dentro. Eso sí, tuve la ayuda inestimable de una mano inocente. O una pata malvada, según se mire. Es posible que eso haya influido en la elección de las ganadoras, aunque el resto de participantes se lo merecía igual.
El caso, finalmente las ganadoras son…
Tann tachán!!!  (redoble de tambores)

-         Alter Ego, amiga mía en persona y con gato Forlán coleguita de Ron.
-         Abisal, buena bloguera, mejor persona y amante de los animales hasta la médula. Puede que eso y sus dos preciosos nenes hayan hecho pensar a Ron que lo merecía sin duda.
-         Minino y Ary, porque mi Ron siempre está haciendo amigos.

En fin, súper enhorabuena a las premiadas, mandadme lustra dirección de correo postal por mail lo antes posible para que os pueda enviar el regalito.

Y a los demás, más suerte para la próxima loto-Naar, mil gracias por apuntaros de nuevo y espero que os gusten las fotos del sorteo como premio de consolación. 


Aquí Ron queriendo participar a toda costa en el sorteo...


Eligiendo ganadores...

Buscando en el fondo para que no se diga que hay trampa...

martes, 10 de diciembre de 2013

tres años y sorteo!!

Tres años ya. Han pasando muchas cosas. Os he contado unas 368. Diría eso de que se han pasado volando y sería verdad. Pero a la vez parece que hace un siglo de aquello. Es raro.
Lo he repetido mil veces, empecé este blog con la vida patas arriba. Mi ex el desequilibrado se había ido de casa, entre otras cosas porque le eché yo, claro. Se lo había llevado todo, los muebles, las lámparas, el sofá… él creía que se lo llevaba todo. Pero no era verdad. Me dejó la ilusión de estar bien, las ganas, las fuerzas. Me dejó mi espíritu inquebrantable, mi gato, mi mundo interior. Me dejó esas cosas que nada ni nadie me puede quitar. Me dejó a mí misma, se llevó la soga al cuello que me hundía y no tardé en patalear para salir a flote.
En estos tres años he vivido mucho y muy intensamente. He caído mil veces, me he levantado. Volví a decorar mi casa, volví a tener cosas materiales. He vuelto a creer y a decepcionarme. He vuelto a sonreír, a llorar, a reír a carcajadas. He viajado, he conocido gente a la que quiero un montón. Son tantas cosas y las he vivido todas con tanta fuerza, que merece la pena celebrarlo.
Y como todas, como mis triunfos y mis fracasos también son un poco vuestros porque los habéis vivido conmigo, quiero haceros unos regalitos. Así celebramos el tercer aniversario del blog y la Navidad todo en uno. No van a ser gran cosa económica porque no tengo ni pa pipas, pero os aseguro que van todo mi cariño y con toda la ilusión, hechos con estas manitas que os escriben.
Es fácil, si queréis participar sólo hay que decirlo en un comentario y de paso hacerme un poco de publi, podéis enlazar el blog en twitter, en el vuestro blog o en facebook o donde os de la gana para que participe cuanta más gente mejor. Con eso ya entráis en el sorteo de los regalitos y en unos días os comunicaré quién son los ganadores.
¡¡Suerte!!


miércoles, 4 de diciembre de 2013

laca en defensa propia

El tema de la derogación de la doctrina Parot está trayendo cola. En gran parte con razón. En unas pocas semanas se han puesto en la calle un buen puñado de terroristas, violadores y demás gentuza. Claro, que nos tiramos de los pelos porque han sido todos de golpe y porrazo, pero a la mayoría les quedaban diez años en prisión como mucho. Y es que en este país algunas leyes son de chirigota. Y desde luego el rollito de que las cárceles son para rehabilitarse me lo paso por el mismísimo forro de las bragas.
Pero no me voy a poner seria y a hablar del tema en tono jurídico ni social, ni nada de nada. Eso ya lo hacen otros más y mejor que yo.
El caso es que la otra mañana vino mi madre a traerme el pan y un par de cosas a casa. Entre ellas me trae un recorte de periódico.

-         Nena, - me dice muy seria. – me imagino que habrás visto esto por Internet y el wasap y esas cosas… pero te traigo las fotos de los tipos esos que han soltado.
-         Ah. Claro. – no estoy entendiendo nada.
-         Hay que estar atenta… porque si tú fueras un delincuente o un violador, ¿qué harías?
-         Delinquir y violar, supongo.
-         No, venirte a vivir a Madrid. Aquí nadie te mira, nadie se fija en nada. Si el tonto este – me señala a Ricart el de las niñas del Alcasser. – vuelve a su pueblo le linchan. Pero si viene a Madrid… ¿tú crees que alguien se va a dar cuenta de que es él?
-         No lo sé, tiene sentido lo que dices, pero… ¿va a venir a este barrio?
-         Ah, quién sabe. Y ese es el de menos, así te lo digo. Que la gente se echa las manos a la cabeza porque fue un caso muy mediático y tal, pero anda que no hay tipos peores aquí. Y todos, nena, todos pueden acabar en Madrid.
-         Vale, mamá, me quedaré con sus caras. Así al menos me violará un conocido.
-         Huy, qué gracia. Tú es que todo te lo tomas a risa, hija, pero no, no es gracioso. Además, el caso no es ese. El tema es que con esta gente en la calle y toda la que va a salir… y toda la que hay por ahí, hay que ir protegidas. Porque tú vives sola y sales sola y vuelves sola.
-         Sí… aunque sabes que en invierno yo soy más de manta y sofá.
-         Total, que quiero que vayas protegida.

Antes de que mi madre decidiera ponerme un guardaespaldas, le expliqué esto que contó Key de que llevar un spray de pimienta es ilegal y que pueden multarte por llevarlo en el bolso, aunque no por usarlo en defensa propia… ¿no os decía que las leyes a veces son de risa? Pues eso. Pero mi madre es bastante terca.

-         No, me he informado y los sprays esos son un rollo, por lo que se ve luego te pones malísimo y tal. Pero ¿sabes lo que no es ilegal? La laca.
-         Sí, ya… ehhh… ¿cómo dices?
-         La laca, nena, la laca del pelo. Puedes llevar un bote pequeñito de esos de viaje en el bolso. En caso de duda, se la enchufas a alguien en la cara y anda que no jode.
-         Hummmm… ya.

Contando con los pelos que llevan la mayor parte de los excarcelados, si alguno me ataca, aun le hago un favor y todo. Y al tal Ricart (que yo creo que no es tan peligroso como lo pintan) puedo devolverle su tupé post ochentero.  A parte de eso, tengo mis dudas respecto al plan de mi madre.

-         Bueno, en caso de auténtico peligro, la laca es altamente inflamable… puedes montar un lanzallamas casero en un segundo. – le explico. – Yo lo hacía con los desodorantes cuando íbamos de campamentos y…
-         Pues mira, eso no lo había pensado, pero es buena idea.
-         Vale mamá, pues compraré un botecito de laca. Y si no, pues oye, con un poco de suerte iré bien peinada este invierno sin que sirva de precedente. 


Total, que si sois un criminal o un violador o semejante, manteneos alejados de mí. Que estoy muy loca, que llevo un bote de laca en el bolso y sé cómo usarlo. Anda que no he quemado yo bichos en los campamentos. Y si no queréis atracarme ni violarme, os puedo dejar unos flequillos monísimos. 

lunes, 2 de diciembre de 2013

Locuras en tiempos de paz

Seré un poco rara (vaya novedad) pero las rachas buenas me asustan. Son la calma que precede a la tempestad. La risa que precede al llanto. Son el jodido ojo del huracán. No me gustan en exceso, qué queréis que os diga. Y todo el mundo dirá, mujer, estás loca, ¿acaso prefieres una mala racha? Pues a ver, en teoría no. No me gusta pasarlo mal, es de Perogrullo. Pero en esos momentos sé que todo pasará, que ya lo que queda es mejorar. Sin embargo cuando va todo “demasiado” bien lo único que puede pasar es que las cosas empeoren.
Además, estoy acostumbrada a que mi vida sea un auténtico caos, una montaña rusa, un sube y baja de emociones. Cuando está todo tan tranquilo me aburro y dedico las neuronas que suelo usar para salir de mis líos para cosas mucho más absurdas y autodestructivas.
Por ejemplo, cuando mi vida está bien, cuando todo parece rodar sobre la marcha, yo me altero muchísimo porque creo que cada pequeña cosa va a ser eso que me saque de nuevo de mi estado de paz y desate de nuevo la locura. Así que estoy a la que salta, con las alarmas desatadas, viendo fantasmas en todas partes.
Que Ron estornuda dos veces seguidas. Ay dios mío, seguro que ha cogido una gripe gatuna incurable y muere irremediablemente. Así que le observo fijamente con el corazón en un puño mientras él se lame tan tranquilo y me trae su pelotita hecha con una media vieja para jugar. Ah, pues no, oye. Muy moribundo no parece.
Que me llama mi abuela, como casi todos los días. Ay dios mío, seguro que ha pasado una tragedia, que mi yayo se ha caído mientras miraba por la ventana y mi yaya se ha tirado detrás y me llama la policía desde su casa para darme la noticia. Contesto totalmente fuera de mí y mi abuela me pregunta a cuánto he comprado yo los tomates, porque en su hiper están de oferta a 0,89 y si quiero me coge un kilo para cuando vaya a verla tenerlos preparados. Ah, pues no. Parece que nadie ha caído por la ventana.
Que llamo a mi madre y no me contesta. Ay dios mío, seguro que ha entrado alguien en casa y está secuestrada, maniatada y amordazada mientras una banda organizada de albanokosovares de esos con pasamontañas negros rebuscan joyas por la casa, pero claro, como no hay seguro que se enfadan. Me planteo llamar a la policía, pero antes de que me de tiempo de marcar, me suena el teléfono. Seguro que es el albanokosovar del pasamontañas para preguntarme dónde guardamos las joyas. Mi madre me dice al otro lado que la he pillado haciendo pis, que ya está lista y que puedo ir a recogerla cuando quiera. Ah, pues no. Parece que no hay ninguna banda organizada tratando de robar las joyas inexistentes. Que por otro lado no es de extrañar, porque en casa de mis padres no cabe una banda de nada, ni organizada ni sin organizar.
Y así todo el día, esperando el susto que vuelva a ponerlo todo patas arriba. Cierto es que de momento no ha llegado. Y que ojalá me equivoque como casi siempre y no pase nada raro. O como mucho, cosas de esas mías, de exnovios que atacan de nuevo  o locas de coño que me quieren culpar de algo o chorradas semejantes. Eso me da igual y le echa un poquillo de sal a la vida y al blog.

Además, me lo tomo a coña y exagero mucho, pero de verdad que me alegro de que las cosas estén bien. Ron está como una rosa, juega mucho, come mucho y duerme mucho. O sea, lo normal. Mis padres y mis yayos están estupendos y que así me duren cien años más. El niño chico y yo estamos muy bien y nos reímos mucho juntos de chorradas. Y rezo cada día para que eso se mantenga así. Que las buenas rachas hay que aprovecharlas. Mientras duren. Y cuando no, esperaremos a que vuelvan. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

Absurdos febriles

Dije que no me gusta noviembre. Que le tengo un poco de miedo. Con razón.
En lo que llevo de mes he tenido una semana de regla horrible, un primer resfriado, un problemilla intestinal y oh, sorpresa, un segundo resfriado corregido y aumentado. El resfriado 2.0.  Y estoy hasta las narices ya. Literalmente, porque tengo la nariz llena de heridas, pelada y dolorida. Me escuece, me pica y me paso el día con un pegote de crema untado para ver si se cura. Pero no, porque me tengo que sonar tanto, tantísimo que es un trabajo inútil. Total, que si ya de por sí mi nariz es fea, ahora mismo podría cambiarla por un pimiento morrón medio pocho y nadie notaría la diferencia.
Como además vivo sola y no quiero que mi madre se contagie de virus (y ella tampoco quiere, no nos engañemos), tengo que hacer cosas, sólo hago lo justito, a medio fuelle y tirando a mal. O sea, que la casa está sucia y desordenada hay pañuelos usados por todas partes y ropa encima de las sillas. Pero qué queréis, no puedo con mi cuerpo y he perdido la mitad de mi masa encefálica por la nariz y la otra mitad está encharcada en mocos. Así me pasa, claro.
El otro día por ejemplo fui a prepararme algo para cenar. Abrí el frigorífico, cogí una manzana del cajón de las frutas, la miré extrañada, la toqueteé, la volví a mirar y pensé “joder, vaya tomate más raro”. Os lo juro. Como no me convenció su aspecto, abrí el otro cajón donde guardo las verduras, cogí un tomate y pensé “este sí parece un tomate”. Sólo en ese momento me di cuenta de que lo primero era una manzana. A un pelo estuve de hacerme una tostada de manzana frotada con jamón. Así, a lo cocina innovadora.
Para colmo, no sé si por la carencia de oxígeno en mi cuerpo, si por el haberme reenganchado como una yonki al espray nasal o por qué, pero sueño cosas raras. A veces son pesadillas, como la otra noche que me desperté llorando y gritando porque habían atropellado a mi Ron. Como duerme encima mía, le abracé y le llené de besos ante su extrañada y molesta mirada de “¿qué coño quieres? ¿no ves que estaba durmiendo?”. Por suerte otras veces sueño cosas más agradables. A ver, agradables en el momento. Que luego lo pienso y es todo muy extraño. Pero en el momento me siento genial y me olvido de que cuando despierte seguramente me quiera morir del malestar, la congestión y todas esas cosas. Además hay ciertas personitas, ciertos lugares y ciertas épocas que siempre vuelven a mi cabeza en los malos momentos. No es de un modo consciente, pero se me aparecen en sueños. Y aunque sea sólo verlo de pasada en un mundo que no es real, me siento un poco mejor. Me devuelven a años más sencillos, más felices, en los que todo era mucho más fácil y no parecía tener consecuencias determinantes. Son como ese lugar feliz del que hablé una vez. Y aunque algunas de esas personas reales no tengan nada que ver con las que yo sueño, como los lugares ya no son lo que eran, ni las épocas pasadas vayan a volver, lo agradezco. Hacen más llevadero todo el mal rollo que tengo encima.
Por ejemplo esta noche he soñado que estaba en mi pueblo… o en un sitio que yo creía que era mi pueblo del sur, pero que no se parecía en nada. Y allí estaba yo, de fiesta en fiesta, como los viejos tiempos. Lo mejor de todo es que iba acompañada por los Backstreetboys. Así, como lo más normal del mundo. Que por cierto seguían siendo jóvenes como cuando yo los escuchaba, en plena adolescencia. Y diréis, qué hortera eres, maja. Pues no, si fuera por la música que escucho en la vida real, soñaría con los Creedence o con Darkness o con algún grupo setentero o rockero, pero yo también tengo un pasado. También fui adolescente y quise integrarme, jolines. Y lo mejor de lo mejor es que en mitad de la fiesta y de mis jaleos con los backstreetsupuñeteramadre aparecía una sonrisa socarrona del pasado. Una sonrisa de esas que me devuelven a los años mozos. Una sonrisa y unas palabras susurradas al oído en mitad de una multitud como antaño. Una sonrisa y unos ojos negros que me hacían despegar los pies del suelo. Eso casi compensa lo de los bacstreethoretras.

Total, que entre sueños raros dignos de volver loco a Freud, confusiones culinarias y narices peladas y enrojecidas va pasando el mes. Yo, conste, estoy hasta los cojones ya de invierno. Y no es invierno aún, pero me la pela. Si tengo que envolverme en mi batamanta eléctrica y salir a la calle como michelín, envuelta en mil capas debajo del plumas, es invierno. Y esto no es nada para lo que nos espera. No sé yo si sobreviviré o si tendré que hacer un testamento blogueril. Deseadme suerte. 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

En la luna


En 1971 dos hombres viajaron a la Luna. Serían el quinto y el sexto en pisarla. Dejando de lado el prodigio en sí mismo del evento, ya antes lo habían conseguido otros. Por eso en este caso pudieron estar más tiempo y hacer algunos experimentos innovadores. Uno de ellos, Alan Shepard, cumplió uno de sus sueños jugando al golf en la superficie inerte y polvorienta de la Luna. El otro, Edgar Mitchell no hizo nada que se recuerde en una foto icónica. Sólo encontró un profundo sentido a la existencia. Tomó una consciencia cósmica del universo, del espacio, de la inmensidad de la vida. Recomiendo encarecidamente escuchar la entrevista que le hicieron en Milenio 3, el programa de radio de Iker Jiménez.
No voy a hablar sobre mi opinión al respecto de la carrera espacial ni de la NASA ni de los viajes espaciales porque sería largo y tedioso de explicar.  Pero a raíz de este detalle estuve pensando. Seguramente el tipo que jugó al golf ha pasado a la historia como un símbolo del triunfo humano sobre no sé muy bien qué. Ojo a cómo molamos que nos vamos a pegar con un palo a una pelota a la Luna. Mira qué bien. Y cumplió su sueño, pasándolo bomba seguramente haciendo esa gilipollez. El otro, un tipo raro, reflexivo, anduvo horas por una superficie que el mismo ha definido como inerte y de escaso interés, donde su trabajo era puramente mecánico. Pero tuvo revelaciones místicas que le han hecho nadar en contra de la corriente durante el resto de su vida. Recomiendo de nuevo investigar un poco sobre este curioso hombre.
Y es que hay dos tipos de personas. Las que hacen cosas guays y molonas, las que se hacen fotos memorables que enseñar a la gente y las que se empapan de lo intangible.
Yo, en mi humilde casa, en mi humilde barrio, en mi humilde sofá del Ikea que queda a muchos miles de kilómetros de la Luna, soy del segundo grupo. A veces me quedo embebida mirando la nada. A veces, en mitad de un viaje o de una fiesta atesoro en mi corazón las sensaciones, las palabras, los gestos, los pequeños detalles. A veces reflexiono sobre las mayores estupideces porque soy de vivir en mi interior, de tener un mundo más grande de piel para dentro que de imagen hacia fuera.
Por eso no hago muchas fotos, por eso no cuelgo mucha información mía en facebook o por eso no se ve cada pequeña cosa que hago. Porque no me hace falta. Que no haga una foto de cada cosa que como no significa que me muera de hambre. Que no haga una foto de cada vez que salgo a dar un paseo no significa que no me pierda por rincones preciosos. Que no me haga fotos con el niño chico, que no cuelgue cada beso que nos damos o que no le mencione cada día en twitter no significa que no le quiera, que no me divierta con él, que no tengamos una relación bonita. Que no saque a mis amigos a la palestra cada semana no significa que no salga con ellos, que no hablemos, que no quedemos, que no haya entre nosotros unos lazos irrompibles y verdaderos. Que no muestre constantemente mi vida a quien no le importa no significa que no la tenga.
Todo esto no es ningún alegato en contra de las fotos ni de las redes sociales. Yo agradezco muchísimo cuando en un viaje o una fiesta alguien hace fotos y luego me las pasa porque son un bello recuerdo. Pero hay momentos que aunque no tenga en formato jpg forman parte de mí y no iba a romperlos sólo para dejarlos impresos.
Por ejemplo, en el viaje a Granada de este verano que tan maravilloso fue, hubo una noche que me levanté al baño cuando los demás dormían. Debió ser la primera o segunda noche. Al volver a la cama, vi que por la ventana del salón se veía una Luna enorme y preciosa. Me asomé y me apoyé en el alféizar. El niño chico vino y me abrazó por detrás. No hay foto, no hay constancia, no hay nada. Pero en esos minutos mirando el cielo de verano tomé consciencia del momento en el que me encontraba, del lugar, la compañía y el instante mágico y efímero en el que estaba inmersa. Interioricé muy profundamente todo aquello y esa sensación me acompañará siempre.

No creo que haya mejores o peores formas de afrontar la vida. No creo que mi postura de ir por ahí como una esponja dispuesta a absorber sensaciones pseudomísticas sea un acierto o un error. No creo que haya verdades absolutas y yo cada vez lo que tengo son más dudas. Pero tengo claro que si fuera a la Luna, posiblemente lo último que hiciera sería jugar al golf. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

gustos raros

Supongo que de todas las cosas subjetivas del mundo (que son la mayor parte) la más subjetiva de todas es la belleza. Hay gente que se supone que es súper guapa y a mí me horroriza y nos les tocaría ni con un palo. Ya hablé de ello una vez, al igual que hablé de los tipos raros que me gustan a rabiar. Soy bastante especial, qué queréis que os diga.
Y he vuelto a esta meditación sobre mis gustos rarunos porque después de unos cuantos años, me he reencontrado con una serie británica que me encanta, SKINS.
Me la consiguió el Niño Chico y me he visto las cuatro primeras temporadas en un par de semanas. Es una serie que me hurga un poco en las entrañas y me emociona profundamente, pero reconozco que no es una serie al uso, no es una de esas series made in USA a las que estamos acostumbrados. Y claro, eso resulta extraño, sobre todo al principio.
Y yo es que siempre he sido muy antiyanki, pero con los años reconozco que me voy radicalizando y cada vez me dan más por el culo sus películas, sus costumbres y sus historias que nos venden como la quinta maravilla del mundo. A veces tengo la sensación de que todo está calcado lo uno de lo otro, todas las películas se parecen, todas las series se parecen y desde luego, todas las personas se parecen. Y a mí eso no me gusta. Y sí, estoy generalizando. Sé que se hacen cosas buenas, pero la norma general me deja siempre el mismo sabor de boca.
Puede que yo sea un poco rara, pero me gustan las cosas con personalidad, con alma. Por eso me gustan los hombres que a pesar de no ser bellísimos tienen carácter, tienen algo especial en la mirada, en la sonrisa, en la forma de hablar. Por eso me gustan las películas diferentes y por eso me gusta esta serie.
Y sobre todo, por eso me gusta uno de sus personajes.
Los capítulos que he visto con el Niño siempre nos han llevado a la conversación de si los británicos son feos. Yo opino que no, que simplemente son diferentes a lo que estamos acostumbrados, a esas bellezas americanas que rozan la perfección, con sus facciones pulidas y sus dientes blancos y cuadrados perfectamente alineados, con sus pelos bien peinados y sus narices operadas. Esa belleza absurda y hueca, que ni es real, ni es natural ni es nada de nada. Los británicos se parecen a ese prototipo, pero no. No son tan perfectos, no están tan pulidos, todos tienen algo raro. Y eso es lo que me gusta.   
En el caso del personaje que me tiene enamorada es verdad que tiene los dientes descolocados y raros, es verdad que tiene la nariz en un ángulo raro y es verdad todo lo que quieras. Además lleva tatuajes feos, fuma y se peina con flequillito como un tonto. Bueno, pues me lo quedaba mil veces antes que ningún guaperas hollywoodiense. Soy rara, no sé si lo había dicho ya.




sábado, 9 de noviembre de 2013

Indignación de revista

Últimamente parezco mi amiga Quejica elevada a la enésima potencia, gruñendo por todo a todas horas. Pero es que esto no es normal. Al final voy a terminar siendo una feminista radical y ya veréis qué bien.
El caso es que la otra noche me aburría y me puse a ojear una revista de esas “femeninas”. A mí me llegan con un retraso temporal interesante añadido al retraso mental que de por sí tienen esas revistas. Y es que las compra una amiga de mi madre, que las lee y las comparte con su pareja, que es una versión rubia y regordeta de Mario Vaquerizo. Como nota al margen, reflexiono sobre que debe ser estupendo eso de estar casado con tu mejor amigo gay, pero yo reconozco que lo que me gusta son los hombres. Los gays me encantan para ser amigüitos y tal, pero para vivir y meterme en la cama, me gustan los hombres. Esos que no se planchan el pelo más que yo, ni hablan de sí mismos en femenino, ni van repartiendo piquitos y llamando “cari” y “chochi” a todo el mundo. En fin, cosas raras que tiene una, que le gustan los hombres que son y parecen hombres.
Decía que las revistas estas guays las compran la amiga de mi madre y su marida, las leen y las comentan y cuando mi madre y su amiga se ven, se las da. Luego las ojea mi madre. Y luego ya me las pasa. Y yo, francamente, las uso para ir al baño. Me gusta leer en el baño, qué pasa. Pero no cosas que realmente me interesen o me quedo encajada en la taza del váter y no salgo en todo el día. Tienen que ser cosas absurdas, que me entretengan un rato, pero el justo.
Sin embargo la otra noche estaba aburrida y me puse a ojear una con un poco más de atención de la habitual. En buena hora. Debería haberme metido palillos bajo las uñas para entretenerme con menos sufrimiento.
A parte de la apología del consumismo y el materialismo más absurdo y ridículo, tienen unos conceptos muy extraños de la belleza. No os voy a hablar demasiado de sus consejos de moda porque como ni entiendo ni me interesa, no sé si tienen razón o se sacan las cosas de la manga. Sé que no me gusta nada de lo que proponen y que desde luego, si alguien hace caso, irá por la calle hecho un fantoche. Luego decimos que si los ochenta fueron el colmo del ridículo con las hombreras y blablablá. Nos vamos a cagar dentro de diez años cuando las siguientes generaciones vean nuestras fotos. Pero vale, lo que sea, que se llevan los cuadros escoceses, los botines raros, los pantalones de pijama y los pelos alborotados. O sea, que si no tenéis dinero para ropa, no pasa nada. Podéis rebuscar en un cubo de basura o en vuestro cajón de la ropa de estar por casa y seguro que encontráis algo que valga. También se llevan cosas que no sé lo que son como los kitten heels o los vestidos boho o los estampados barrocos bizantinos. No os molestéis en explicármelo si acaso sabéis lo que son, de verdad. Me importa un carajo, sólo que es incómodo ojear una revista estúpida y encima enterarte de la mitad porque hablan en su propio idioma para memas obsesionadas con la imagen. Me siento como cuando las niñas guays del cole no me querían hablar en el recreo y se cuchicheaban cosas al oído e inventaban lenguajes para que yo no participara de sus cuchipandas.
En fin, tanto dan ahora mis traumas infantiles. El caso es que había una sección en la que hablaban de trucos para esconder defectos. Contando con que ponen de ejemplo a modelos, actrices y tal, no sé yo qué defectos pueden tener, pero vale. Aquí mi indignación crecía por momentos. Si la chica estaba delgada se leían cosas como, y cito textualmente: “sus contras son que usa una talla 34 y sus piernas son muy delgadas.” ¿Pero no se supone que ese es el canon de belleza que se busca? ¿Ahora hay que adelgazar para luego disimularlo o cómo va esto? Y otras lindezas como “tiene un culo pequeño, cintura imperceptible y poco pecho.” O “tiene una silueta rectilínea y los brazos delgados”. Pues eso es lo que potenciáis no es por nada. En todo caso, podría estar remotamente de acuerdo con estas críticas si no fuera porque una página después dicen de Rihanna “sus generosos muslos son su mayor defecto.” Y de Blanca Suárez que “tiene tripita y unos brazos generosos”. O sea, que si estás muy delgada malo y si estás delgada pero no enferma, malo también. Oiga, me expliquen qué es lo que hay que hacer para estar bien. Porque el colmo de los colmísimos es que dicen de Kate Upton “sus contras es que tiene una talla 95 de sujetador y poca cintura.” Tócate los cojones. Pero a dos manos. Ningún hombre en su sano juicio diría que eso es un contra. Ni siquiera Mario Vaquerizo o la marida de la amiga de mi madre. Nadie, nadie, nunca diría que una mujer con un pecho generoso (que no exagerado) y una cintura fina tiene mala figura. Y si lo dicen me ofenden.
Total, que llegado a este punto, me harté de la revista, escribí un par de tuits de lo más enfadada y me puse a comer chocomentas del lidl, que deben estar hechos con sangre de unicornio rosa, porque si no, no me explico que sean tan jodidamente deliciosos. Y unos bizcochos. Así, para que me expliquen luego qué ropa debo ponerme para disimular mis enorme muslos o mis horribles tobillos o mis tetas gordas o mis cojones en vinagre.

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jueves, 7 de noviembre de 2013

indignación menstrual

Vale, lo confieso, escribo esta entrada desde el dolor y en un mal momento. Mucho dolor. Y muy mal momento. Pero es lo que toca una vez al mes.
Os lo digo en serio, odio ser mujer. No me considero feminista por el mero hecho de que creo que ser mujer es horrible y absurdo y estúpido. No le veo las ventajas, no le veo el lado bueno. No le veo nada más que una especie de castigo que tengo que pagar con sangre, sudor y lágrimas literalmente. Y estará la que rápidamente me diga “pero las mujeres podemos dar a luz a nuestros hijos y blablablá”. Pero yo no quiero tener hijos y tengo el instinto maternal de una patata, así que ya se jodió la ventaja.
De todos modos aunque sea una mujer un tanto desnaturalizada, de vez en cuando me sale la vena feminista y me enfadan ciertas cosas.
Una de ellas es la publicidad. Me enfada que nos hagan pensar que necesitamos mantenernos jóvenes eternamente, que necesitamos potingues, cremas y ungüentos. El otro día vi un anuncio de un champú para mantener el pelo joven. WTF?? Qué pelo joven ni qué diablos. Ya es lo que me faltaba. Tenemos que estar delgadas, bellas, sin pelos en el cuerpo, sin arrugas, sin ojeras y ahora también tenemos que tener el pelo joven. Vaya presión absurda y alienante. Porque ya no es tener el pelo sano, bonito o brillante… es joven. Ojo al matiz.
Y el colmo de mi cabreo son los anuncios de compresas. A ver, señores publicistas, a ninguna (o casi ninguna) mujer nos gusta tener la regla. Dejen de vendernos que por llevar esta compresa nos van a dar ganas de montar a caballo o de salir a pegar saltos mortales. Porque NO es verdad. Es falso como el beso de Judas. La mayor parte nos pasamos esa semana doloridas, dobladas por la mitad, tratando de no morir en el intento. Y llevar una compresa es lo más asqueroso del mundo. Son como un puto pañal de plástico que se pega al culo, se nota con la ropa, cruje y molesta. La primera vez que me puse una me quise tirar por la ventana, así de claro. Y sobre todo, huelen. Ahora anuncian las compresas que quitan el olor. Y es un anuncio súper falso con tías vestidas con ropa impensable para llevar con compresa, haciendo pasitos de ballet y pasando el chichi por la cara a tíos, demostrando así que no huele. Y aunque esto suene un poco asqueroso, os lo digo bien claro: la regla huele fatal por culpa de las compresas. Porque para que sean blancas y bonitas, los materiales están tratados con cloro. Eso hace una reacción chunga con la sangre y apesta a mil demonios. A parte del hecho de que por mucho que te cambies, la sangre se queda acumulada en la compresa durante bastante tiempo. ¿Cómo no va a oler? Os lo digo yo que uso la copa menstrual: la sangre de la regla es totalmente estéril y NO HUELE a nada. Esa peste que todas conocemos es culpa de las compresas, no nuestra. Así que no nos vendan que ahora van a neutralizar nuestro olor para que nos sintamos limpias. ¡¡Es lo que me faltaba!! Yo ya estoy limpia, que una se lava todos los días. Y no necesito que se neutralice ningún repugnante olor que salga de mi cuerpo porque no es verdad que sea así. Que sólo les falta decir que nos metamos un ambientador de pino por el coño, joder. Así que para las mujeres que aún no conocen la copa menstrual, os lo repito: haced lo que queráis, pero que nadie os haga sentir sucias, que nadie os haga pensar que la culpa de que eso huela a rayos es vuestra. La regla es limpia y no huele. No se puede decir más claro.
Y estará quien me salga con los tampones. Los tampones son una solución comercial para todos estos engorros de las compresas, pero no son buenos ni saludables. Yo los usé durante años, entre otras cosas porque no conocía otro remedio. Y el ginecólogo me los prohibió absolutamente. El flujo de la menstruación tiene que salir. Y por mucho que absorba un tampón, efectivamente tapona como su nombre indica. Eso es malo, niñas. Además que la sangre de la regla no es ese fantástico liquidito azul de los anuncios. Es espesa y tiene cuajos. No es agradable decirlo, ni sentirlo, pero es lo que hay. Y eso los tampones NO lo pueden absorber, por lo que los coágulos se quedan dentro durante más tiempo.  A todo esto, añadimos de nuevo el problema del cloro. Al parecer las mujeres somos estúpidas (o los fabricantes piensan que lo somos) y queremos que nuestros productos de higiene sean blancos impolutos y huelan a frescor de montaña. Eso se consigue blanqueando el algodón y la celulosa con cloro. Y eso, niñas, también es malo. Los tampones causan una barbaridad de reacciones alérgicas por los compuestos químicos con los que han sido tratados y que se absorben a través de la vagina, lo que en casos extremos se conoce como el SST (síndrome de shock tóxico). Como son dosis muy pequeñas, la mayor parte ni los notan, pero hay mujeres, como una servidora que somos más sensibles y hemos sufrido terribles irritaciones en tan delicadas partes. Y no os lo recomiendo.  En todo caso, por muy bien que penséis que os funcionan los tampones, pensad en la cantidad de horas que ese producto potencialmente tóxico está en vuestro interior. Sin hablar de lo sumamente agresivo que es para las paredes vaginales el tirón de sacárselo…

Y diréis, ¿qué nos quiere vender esta chalada? Pues os juro que nada. Aunque deberían planteárselo porque les hago una publicidad impagable, los de las copas menstruales no me dan ni un céntimo. Y la mía me la tuve que comprar con mi dinerito. Ahora bien, ha sido la gran inversión de mi vida. Los treinta euros mejor gastados en muchos años. Qué felicidad, qué liberación y qué todo. Más bien que nada. Adiós alergias, adiós irritaciones, adiós incomodidades, adiós al puto olor que ahora me quieren vender que es mi culpa…
Total, que ya hablé de este tema hace tiempo y sé que me repito, pero es que me indigna. Es que, por poco feminista que seas, una se siente indignada de que te estén atacando a tu naturaleza constantemente. Que te digan que apestas y que eres guarra con cosas como “ahora el sistema que elimina tu olor” o “ahora te sentirás limpia”. Oiga, guarra igual era su puñetera madre. Me enfada, me enfada mucho.
Y como se puede deducir del post, la copa menstrual no quita el mal humor, ni los dolores, ni los altibajos emocionales, ni las ganas elevadas de matar. Pero aún así merece la pena. El resto, se puede arreglar con chocolate, culpando a los churris de todo y con un gato caliente sobre la tripa.

Y hasta aquí el naar-consejo y la naar-indignación de hoy. He dicho. Coño ya. 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Noviembre y de todo un poco

No me gusta demasiado el mes de noviembre. Es frío, gris y lluvioso. Y a la gente le empieza a entrar la neura prenavideña mucho antes de tiempo. Lo único bueno es que hay días que puedo permitirme el lujo de no hacer nada y como hoy, ponerme ropa roñosa y llena de pelotillas, sentarme en el sofá al lado de la estufa y escribir. Si no tuviera más vida, el mes de noviembre yo podría escribir novelas rusas.
En los últimos días sin publicar no ha pasado gran cosa, parece que el niño neutraliza mi capacidad de atraer el absurdo y cuando está él, mi vida se convierte en algo normal. No hay locas que crean que voy a robarles a sus novios, no hay acosadores que salen de la nada… un gusto.
Tan tranquila me siento que hasta fui a la peluquería. Y eso es mucho decir contando con mis traumas respecto al pelo. La verdad es que al final no me hice ningún corte radical. Obviamente. No sé si alguien en algún momento pudo pensar que sí lo haría y me cortaría la melena. Porque ese momento NO ha llegado aún. De lo que sí me di cuenta es que mi trauma comenzó ya de mayor, porque de pequeña me gustaba el pelo corto. De hecho, cuando hice la comunión llevaba el pelo largísimo y estaba deseando hacerla para pegarme un tajo, porque mi madre no me dejaba antes. Y fue dicho y hecho, al poco de hacer la comunión fui a la peluquería y zas, melena al hombro. Y estaba súper contenta. Me veía estupenda y durante años no tuve ningún miedo a de vez en cuando meter tijera y dejarme el pelo por el hombro. Hasta que con los quince una peluquera del infierno me hizo un estropicio que tardé años en arreglar. Y desde ahí mi chungo mental que me obliga a llevarlo largo, largo como Rapunzel.
Y eso, que me corté un buen trozo porque lo tenía estropeadillo por las puntas, pero nada grave. Aún me toco las puntas por la espalda y poco me falta para que me llegue a la cintura. Que me la bufa que se lleven las medias melenas y blablablá. No os voy a decir por qué pelos me paso yo las modas, pero os podéis hacer una idea. El día que me de la gana ya me lo cortaré y punto.
Os cuento también que estoy rumiando un par de post sobre temas feministas, asunto un poco peliagudo en mí, pero me apetece bastante hablar de ellos, sólo que necesito ordenar las ideas claramente en mi cabeza para poder darles forma. Espero tenerlos para finales de esta semana.
Aprovecho ya que estoy para felicitar a Madarica, que cumplió 26 años el domingo y se merece todo lo mejor y mucho más. Estoy segura de que todo eso llegará para ella, pero cada cosa llega en su momento y hay que saber dejar que la vida fluya. 26 años son el principio y los pasos que está dando ahora estoy segura de que serán el comienzo de un buen camino.

Y poco más por el momento, noviembre es un mes raro y me asusta un poco, pero esperemos que este año sea mejor que otros anteriores.


sábado, 26 de octubre de 2013

iluminados y paranoias

Siempre he reconocido tener una vena paranoica bastante seria. Me viene de familia, ya lo expliqué una vez. Para los nuevos os resumo que un tío abuelo mío era panaroico diagnosticado y no medicado que creía que Alfonso Guerra le tenía mucha manía y le mandaba mensajes ocultos en sus mítines. Y ni hablar de Perales, que la canción de “Y quién es él” se la cantaba a él con malvadas intenciones coactivas. Tal y como os lo cuento. 
El caso es que yo no llego a esos extremos (aún) pero tengo mis momentos chungos con las cosas más absurdas. Por ejemplo yo no me suelo dar por aludida con las indirectas, ni me preocupan lo más mínimo las críticas que me pueden hacen medio encubiertas. No me quita el sueño lo que la gente piense o diga de mí. Ahora bien, lo que sí me mosquea bastante es el anonimato. Me da por pensar quién estará detrás, si no será nadie o si será alguien que ya me conoce y juega con ventaja. Eso desata mis venas paranoides y me dan unas irresistibles ganas de ponerme un embudo en la cabeza y forrarme de albal para que los aliens, la NASA, el tipo gordo que me censura y las logias judeomasónicas no puedan controlarme.
Eso explica que durante años me resistiera a tener ninguna clase de contacto con el rollo virtual, donde todo el mundo se puede esconder detrás de una pantalla y fingir ser lo que le dé la gana. Luego me metí en el mundo del blog, le fui perdiendo el miedo a los aliens y los vendedores deaspiradoras y aquí me veís, tan feliz con mi blog, con mis amigos del otro lado de la pantalla y mi chico conocido a través de este mundo. Zas en toda la boca que se llama.  Pero a pesar de todo esto, cuando llega alguien nuevo a mi vida por este medio, cuando me comenta un perfil que no conozco, cuando en twitter me sigue gente rara… me da el cortacircuito mental. Y salgo corriendo a hacerme un gorrito de albal para que dejen de vigilar mis pensamientos.
Quizás por eso (entre otras cosas) tengo los comentarios anónimos restringidos. Y por eso cuando alguien me sigue en twitter lo primero que hago es ir a ver su perfil (o como coño se llame lo de twitter) y curiosear lo máximo posible. No es por que yo sea una cotilla, es por seguridad. Por convencerme de que no es nadie raro con pérfidas intenciones hacia mi personita. Así suelo estar más tranquila y un poco más feliz.
Hasta que ocurren cosas como esta.
El otro día abrí mi cuenta B  de twitter que ignoro de mala manera. Pasan las semanas y no me acuerdo de que la tengo. Sin embargo a veces me da por mirarla así con desgana, para asegurarme de que sigue ahí y de que las dos o tres personas reales que sigo están vivas. Y lo primero que me encuentro es que me sigue un grupo rarunísimo y que tiene un extraño simbolito de un círculo con un triángulo dentro que a su vez tiene otro circulito dentro. Una lumbrera el que lo diseñó, oiga.  Los colegas en cuestión tienen puesto en su definición: “Somos un grupo de contacto con seres humanos del cosmos, de la Confederación de Mundos Habitados de la Galaxia con más de 130 libros en descarga. Varios paises.” Y luego añaden esto “ar bo cl co cr es mx pa pe ve”. Y SE QUEDAN TAN ANCHOS. No sé muy bien si estas letras del final son un código alienígena, si son siglas de países, si son símbolos químicos de la tabla periódica o si es que el mono que escribe sus mensajes se quedo sin plátanos y aporreó el teclado furioso.
Y qué queréis que os diga. A mí esto me caga de miedo. No por que me sigan, por una vez y sin que sirva de precedente mi vena paranoide se ve eclipsada por la racional y sé que están haciendo un bombardeo masivo a seguir gente buscando el followback. Sé que no es nada personal conmigo. Pero el mero hecho de que estas cosas existan me da susto. Porque tienen casi 18.000 seguidores. Eso es mucha gente. Con que la mitad o menos les lean o les crean mínimamente, ya estamos jodidos.  Porque a riesgo de juzgar precipitadamente, esto huele a secta que se mata. Y si no, visitad su página web y decidme qué pensáis. Y no sé, a mí estas cosas me preocupan. Porque a mí me parece que nadie puede tragarse ni dos palabras de estos tipos o de otros tantos semejantes, pero hay mucho loco suelto, mucho necesitado de creer en algo, de pertenecer a algo. Porque a mí puede parecerme impensable, pero la gente siguió a Manson, le gente se suicida en masa esperando a la nave espacial que viene a por ellos, la gente sube a los montes esperando la llegada de vete a saber qué. Y creen en ello más profundamente de lo que posiblemente nunca crea yo en nada. Y eso me acojona, qué queréis que os diga. Porque los fanatismos me asustan, los alienamientos me asustan y desde luego, estos supuestos humanistas que vienen a salvarnos en los tiempos revueltos me ponen los pelos de punta. Está claro que atravesamos malos tiempos, todos necesitaríamos una tabla de salvación que nos hiciera pensar que las cosas van a mejorar de verdad. Y de esa desesperación viven estos grupos de gentuza, donde siempre hay alguien que saca tajada. Y eso es realmente lo peligroso. Que de la flaqueza de muchos se hagan fuertes unos pocos.
Quiero añadir que no estoy en contra de las religiones, de las asociaciones o de los grupos diversos. Todos pertenecemos a algo, de un modo o de otro. Y creer no es malo. Lo malo es perder el norte, no ver, no pensar y no decidir libremente. Lo malo es seguir ciegamente a los iluminados que aparecen en ciertos momentos.

Y bueno, qué se yo, igual estos tipos son super majos y realmente un día va a aparecer una nave espacial que los salve del fin del mundo. O lo que sea que defiendan. Yo ya dudo de todo. Yo no sé nada. Yo soy una loca, una paranoica, una fan de las teorías conspiranoides. Que no sé para qué me meto yo en este jaleo sabiendo que las altas esferas vigilan mi blog y Perales cantaba a mi tío. A mí qué me preguntáis, joder. Voy a ponerme un embudo forrado de albal en la cabeza y a hablar con mi gato que es el único que me comprende.


miércoles, 23 de octubre de 2013

El tinglado donde no pinto nada, capítulo 2

Ya sabía yo que el tema no quedaba tan pacíficamente. Porque la gente que es tocapelotas, no lo es un poco. Es MUY tocapelotas.
Hablo del post anterior, claro.
El asunto es que la despechada mujer que al principio se dirigió a mí tan amablemente, poco a poco se fue poseyendo por el demonio de los cuernos. Que a mí me parece estupendo que te pongas furiosa, pero mira a ver con quién.
El caso es que la histérica mujerzuela fue subiendo de tono y me dijo que si yo me había metido en medio de ellos, que no se creía que no hubiera pasado nada, que era yo la que había hablado con su novio por facebook cuando estaba en casa con ella y con su hija, que si era culpable de todo y que si le había jodido la vida. Y NO, señora mía. Yo he intentado ir por las buenas y explicarte que no pasó nada. He tratado de ser maja y comprensiva y de comerme un trozo de un marrón que no es mío. Pero no tengo que aguantar insultos y descalificaciones de nadie.  Así que le dije que no había manera de hablar con ella y la bloqueé de facebook. Acto seguido le mandé el mensaje a su novio que os pongo a continuación para que veáis lo clarito que yo hablo y le bloqueé también.
En vez de preocuparte tanto de decirme lo que tengo o no tengo que hacer y que decir (que estaría bueno que tuviera que hacerte caso), mejor sería que le explicases bien las cosas a tu futura mujer. Yo no tengo por qué mentir ya que no hice nada malo ni pasó absolutamente nada. Te estoy tapando y no dejo de decir a tu novia que hable contigo y crea lo que tú dices porque no tengo interés en haceros daño, pero NO quiero que me llegue ni un solo mensaje suyo más y menos en el tono que lo está haciendo ahora. Le he respondido y he tratado de hablar de buenas maneras con ella porque sé que lo estará pasando mal y no me hace ni puta gracia esta situación y estar salpicada de esta mierda, pero ahora se está poniendo borde y no lo voy a consentir. Así que te lo digo a ti una sola vez: dile lo que te salga de las narices pero déjale claro que no me escriba más y que yo no tengo nada que ver en todo esto. Desde luego le he repetido mil veces que no pasó nada entre nosotros y que no nos hemos vuelto a ver porque es LA VERDAD, pero ella no me cree. Y no voy a consentir que se ponga en duda lo que digo o lo que hago, que se apele a mi conciencia diciendo que no la tengo tranquila, que me diga que soy una mentirosa o que me he metido en medio de vosotros y no sé qué historias. Tú sabes de sobra que hubo un beso porque TÚ lo buscaste mil veces y poco menos que me lo diste por la fuerza, te hice varias “cobras” y te dije que no me iba a liar contigo. Por supuesto no pasó nada más después de eso, digo yo que por algo sería. Y desde luego, la única conversación que tuvimos por facebook la empezaste TÚ. Yo no me he puesto jamás en contacto contigo, ni te he buscado, ni he tratado de ligar contigo toda la noche ni nada de nada. Que no se me ponga a mí de guarra y de ir metiéndome donde no me llaman porque no es la historia. Y no me hagas recordar lo que me respondiste cuando te pregunté si no era verdad que tenías novia o mujer o lo que fuera.
Y tranquilo, no le voy a decir nada de esto a tu novia, puedes borrar este mensaje en cuanto lo leas y no habrá más pruebas, pero sabes bien que tengo razón y que el único que tiene que perder aquí eres tú. Dile bien claro a tu novia que NO vuelva a escribirme, que NO me insulte ni ponga en duda lo que digo, que yo NO me he metido en ningún sitio y que yo NO le he jodido la vida a nadie porque estoy empezando a cansarme.
De verdad espero que arregléis las cosas porque es una auténtica chorrada lo que pasó y no creo que merezca la pena. Yo también tengo mi novio y mi vida y lo último que quiero es que esto me afecte más.
Con esto pongo punto y final a toda esta fea historia y NO quiero más respuestas por parte de ninguno de los dos. Espero que haya quedado bien claro.

Una vez dicho esto y mandados los dos a tomar viento fresco, debo decir que el tema me ha hecho pensar un poco sobre las reacciones de la gente. Y es que a veces somos absurdos. A ver, si tu novio o tu marido te pone los cuernos, el culpable es él y solamente él. Por mucho que zorree una tía con él, tiene la opción de decir que no. Si la tía ni siquiera quiere algo con él como fue el caso, desde luego ya es el colmo. No vale decir que le han buscado, que le han dicho o que le han provocado. Uno tiene la decisión de hacer o no hacer las cosas, nadie te pone una pistola en la sien para que seas infiel. Así que jódete y asume que has compartido una parte de tu vida con un gilipollas y deja de buscar culpables fuera.


Por suerte ya sí que ha terminado el cuento porque están bloqueados y como alguien más se ponga en contacto conmigo voy a tomar medidas más serias. Que sólo me falta a mí tener que aguantar gilipolleces semejantes. Hombre ya. 

lunes, 14 de octubre de 2013

y en todo este tinglado... ¿qué pinto yo?

De verdad, de verdad, que no busco yo que me pasen estas cosas. Que yo quiero ser una persona aburrida, sosa y anodina. Soy feliz con mis pequeñas cosas del día a día, con mi rutina, mi gato, mi sofá, mis pensamientos absurdos, mis lecturas, mis escritos, mi novela que me va a sacar de pobre y nunca pasa del tercer capítulo… que para mí un problema es que me coincida la hora de ducharme con la de hablar por teléfono con el niño chico. Y me gusta esta etapa de relativa calma que me está brindando la vida. De verdad de la buena, quiero disfrutar de cierto aburrimiento.
Pero no, pa qué. El universo funciona mejor si de vez en cuando me llevo al menos un sobresalto.
Hagamos memoria para que la historia tome sentido. Algún sentido. Bueno, para que entendáis algo.
Hace dos años se casó mi amiga N. Anita y yo fuimos y lo pasamos muy bien y blablablá. Bailamos, charlamos y ligamos mucho. Y uno de los tipos que quiso ligar conmigo al final me dio un beso de esos por la fuerza tras mil cobras y otras mil negativas. No me molestó demasiado porque estaba pasándolo bien y no quise chinarme por una tontería, pero tampoco es que me hiciera mucha gracia. Además yo intuía por ciertas cosas que el tipo estaba casado, comprometido o semejante aunque él me lo negó como si le fuera la vida en ello. Que no, que no, que yo tuve novia muchos años pero nos iba muy mal, ya se había acabado todo hace tiempo y hace poco que al fin hemos roto, blablablá… Esas cosas que sabes que son mentira. Lo que pasa es que me importaba una mierda porque él no me gustaba y tenía claro como el agua que no le iba a volver a ver. A pesar de ello nos intercambiamos los facebook para pasarnos las fotos de la boda y tal. Y unos días después me habló él, que si qué tal, que si me gustó mucho conocerte el otro día, que si podíamos volver a vernos… whatever.
Yo le di largas porque NO me gustaba y porque el facebook demostraba que sí tenía novia y una hija en común con ella, pero no quería ser borde porque es amigo de una amiga y lo habíamos pasado bien. Pero dejé claro que no íbamos a vernos ni nada.
Fin de la historia que ocurrió hace dos años y de la cual no me había vuelto a acordar jamás.
Pues esta mañana estaba yo felizmente de compras con mi madre cuando me llega un mensaje a facebook de este tipo con un “hola guapa, aún me acuerdo mucho de ti”. He flipado un poco y he despotricado un rato. Cómo un tío que se va a casar con su novia y con una hija de diez años se atreve a hacer esto. Es demencial. Pero no contesto y sigo a lo mío porque había visto unas bailarinas monísimas rebajadas. Hasta que llego a casa feliz como una patata con mis bailarinas y un vestido y descubro que tengo cuatro mensajes más en el facebook y una solicitud de amistad. La solicitud es de la novia del tío este y los mensajes son de él explicándome que el mensaje de antes me lo había mandado su novia, que había descubierto la conversación que tuvimos años ha y pretendía “pillarme”. Que estaba enfurecida y quería dejarle a cuatro meses de la boda. Y a mí qué coño me cuentas, colega. No, en serio, qué quiere que yo te diga.
Total, que tras dar vueltas y NO dormir la siesta, le respondo que esa pelea no es mía, que lo siento mucho pero que yo ahí no me voy a meter y que allá se las compongan. Pero entonces me llega un mensaje de la novia. WTF?? La tía me decía, de muy buenas maneras, eso sí, que era la novia de fulano de tal y que tenían una hija de casi diez años. Que había descubierto una conversación entre él y yo del 2011 y que si podía explicarle qué había pasado entre su fulano y yo. Y mientras el otro mandándome mensajes de que le diga a su novia tal y cual, que él le ha contado no sé qué bola y que yo la siga.
Y ya se me han hinchado las narices, claro. Primero, si eres un puto infiel, asúmelo y jódete si te pillan. Segundo, no me pidas que mienta, porque eso es algo que me puede y no te debo nada ni yo tengo nada que ocultar como para mentir y andar con embrollos. No me sale del coño, fíjate tú. Y la novia pasándolo mal, pidiéndome por favor que le dijera con qué clase de persona iba a casarse en tan pocos meses.
Total, que ya hasta el higo de jaleos en los que no sé por qué estoy metida, he contestado a la chica que sentía mucho esta situación por la que está pasando, que de verdad la entiendo mejor de lo que puede creer, que entre el tipo ese que tiene por novio y yo no pasó nada ni le he vuelto a ver desde la boda, pero que las explicaciones se las pida a él. Y que ella sabrá con quien vive después de diez o doce años, que no se lo voy a decir yo por diez minutos que conocí al tipo en una boda hasta arriba de wiskicolas.


Y creo que mi breve aparición en el culebrón del día ya ha finalizado. O eso espero. Que tengo que seguir ocupada en asuntos mucho más importantes como pensando si me corto el pelo o no, a qué hora me ducho para poder hablar con el niño a gusto y cómo ahorrar unos eurillos para hacerme un tratamiento ultrarejuvenecedor que me quite las manchas de la cara. Y jugando con el gato a tirar y perseguir bolitas de albal. Y mirando las partículas de polvo en suspensión delante de la ventana. Lo que sea. Pero culebrones no, gracias. 

Dilemas capilares

El otro día hablábamos de los pelos de gitano del niño chico. Hoy vamos con los míos. Total, donde hay pelo hay alegría, ¿no?
No estoy muy en mis cabales. Tiene que haber una enfermedad mental para denominar lo que yo tengo, pero no la conozco. Igual la invento yo.
Hay gente que es tanoréxica y por muy renegrida que esté siempre cree que no está lo bastante morena y gente anoréxica y por muy delgada que esté sigue pensando que está gorda. Pues yo lo mismo, pero con el pelo. Por muy largo que lo tenga, siempre creo que no es bastante. Aunque la coleta me arrastrara y fuera barriendo el suelo, pensaría que no está suficientemente largo.
Y de vez en cuando me da el chungo y creo que estoy preparada. Me harto de verme en fotos de años y años y siempre llevar la misma melena. Y digo, que sí, que me lo corto. Pero luego no. NO PUEDO. Y me enfada, porque veo fotos de mis amigas, que cambian de look y están tan monas ellas. Y me imagino con esas medias melenas tan sexys, tan chulas y tan monas. Me imagino con cortes guays y molones que me favorecen mucho. Me imagino haciéndome peinados distintos. Me imagino guapa y fabulosa. Pero luego… luego nada. Luego me sigo dejando mi melena pantojil hasta la cintura. Y me miro en el espejo y no me parece lo bastante larga. Lo dicho, estoy enferma.
Hace poco me dio el siroco que me da todos los otoños. Estoy harta de estos pelos, me lo voy a cortar. Sí, mucho, muchísimo. Me voy a hacer una media melena. O bueno, una melena por debajo de los hombros para poder recogérmelo. O quizás un poco más, así como a media espalda. O… bueno, puedo cortarme como cuatro dedos o un poco más. Aunque para eso  también puedo cortarme las puntas y ya. O nada. Puedo hacerme nada y seguir con el pelo larguísimo.
Y exactamente eso es lo que hago… NADA. Y no me convence, pero soy incapaz de hacer otra cosa.
Para colmo, esta vez estaba bastante segura de ir a la peluquería y aprovechar el momento de locura para pegarme el tijeretazo. Pero como no sabía qué hacer para verme mona mientras ahorraba un poco, aprendí una nueva forma de hacerme ondas que no me molesta, no requiere ni un minuto, es súper cómoda, no estropea el pelo y me queda genial. Y me lo veo taaaaan chulo que ahora sí que no me lo puedo cortar.
Y pensé hacerme flequillo otra vez para cambiar de look. Pero el niño dice que los flequillos-felpudo (sólo él sabe por qué diablos los llama así) no le gustan. Genial. Iré igual para los restos. Con razón cuando fui a renovarme el DNI este mes me dijeron que si la foto era la misma que hace cinco años (vale, seis, que lo tenía súper caducado). Pues no, no es la misma, oiga. Que una envejece y se afea y se chuchuría pero mantiene el peinado. O sea, como la reina Sofía.  Geeeeeenial. Ahora sí que me estoy deprimiendo.
Encima miro en Internet y todas las páginas sobre el asunto son de “miedos infantiles”, entre los que están las pataletas que les dan a los críos cuando les pretendes cortar los cuatro pelos esponjosos esos que tienen. Se supone que de mayor pierdes el miedo al asunto. Pues vaya mierda pinchada en un palo, oyes. Ahora resulta que yo, que fui la niña menos niña del mundo sigo teniendo un miedo infantil a los 30 tacos.
Total, que ya si eso para el mes que viene lo pienso. Para cuando esté la luna creciente de nuevo, que mi madre dice que si te cortas el pelo cuando la luna está en cuarto creciente, te crece más rápido. Por si acaso.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Por los pelos

¿Sabéis eso de que los padres siempre te ven como una niña pequeña y tratan de cuidarte y protegerte y blablablá? Pues mi padre no. Mi padre me quiere. Creo. Pero no es un padre protector ni mucho menos. Y desde hace años, cada vez menos. Ha asumido que soy lo bastante fuerte e independiente como para que él no tenga que pasarse la vida velando por mí. Así que no se preocupa demasiado por las cosas que hago ni por los chicos con los que salgo. El niño chico le cae bien porque es de pocas palabras y le ha ayudado con un par de cosas que él aborrece hacer, pero no me hace preguntas. Creo que ha aceptado la idea de que no soy la hija virginal con la que sueñan los padres y prefiere ignorar el asunto.
Sin embargo para ese tipo de cosas está mi yayo. El yayo, desde que yo era pequeña siempre me decía que debía buscarme un novio que fuera español, blanco, rubio y de derechas. Era una broma, obviamente, pero el caso es que ninguno de mis novios le ha gustado. Y eso que todos eran españoles. El primero era feo y raro y fumaba mucho. El Ross, que sí era blanco y rubio y aunque no era de derechas podría haberlo parecido porque no habla nunca de política, tampoco le convencía. El desequilibrado no le gustaba nada de nada. Incluso le dijo que se anduviera con ojo porque él tenía una pistola de cuando estuvo en la mili en África. No es verdad que mi yayo tenga una pistola, pero se lo dijo igualmente. Varias veces.
Ahora ha conocido al niño chico. Y bueno, no dice mucho porque aún no ha tenido tiempo de tratarle a fondo, pero ya le está viendo pegas. Como a todo. Al novio de mi prima la de Granada (que por cierto es bien majo y bien guapete) cuando le conoció le dijo: “huy hijo, te imaginaba mucho más alto y más fuerte, no así tan birrioso.” Y para arreglarlo, ante los codazos y las miradas asesinas de mi yaya añadió: “yo qué sé, que como mi nieta es así tan alta y tan fuertota te había imaginado más grande… porque como ella es así grandona, como una mula normanda pues pensé que tú serías igual.” Por eso cuando les iba a presentar al niño cogí a mi yaya y  le dije que por favor, controlara al yayo para que no dijera ninguna de las suyas. Y en el momento se comportó bien, pero luego me pilló a mí por banda el otro día.

-         Nena - me dice – ese chico amigo tuyo… ¿es andaluz, no? – mi abuelo, la perspicacia en persona.
-         Sí yayo, es de Sevilla.
-         Ya. Hum…. Hum. ¿Pero es español?
-         Pues claro.
-         No sé. Hummm. Parece así como… como… como moruno, niña, parece moruno. – sí, como un pincho.
-         Pero qué dices, yayo. Es español, sevillano de pura cepa.  
-         Sí, sí, ya… hummm… pero no sé.
-         ¡Que se apellida García!
-         Hum. García. Hummm. Ya. Pues no sé. ¿Y gitano? ¿No será gitano, verdad niña? ¡Porque mira que como sea gitano…!
-         ¡Pero qué gitano ni gitano! – nota mental, ocultar el resto de la vida que la abuela del niño es mitad gitana.
-         Pues no sé. Hummmm.
-         Yayo, ¿se puede saber qué te pasa?
-         No, nada. Si parece un chico majo, ¿eh? Y educado, eso sí. Pero parece… parece… hummm.
-         ¿Qué parece?
-         Que tiene mucho pelo, niña. Mucho pelo y muy negro. Ese pelo… ese pelo no es español. Ese pelo es pelo gitano. ¿Yo no te dije que te buscaras un novio rubio?
-         Sí, y español y de derechas.
-         No, ya no quiero que sea de derechas. Pero español y rubio sí debería ser.
-         ¡¡Pero si es español!!
-         Bueno. Pero tiene pelo de gitano. Dile que mi padre era guardia civil de tráfico. A ver qué dice. Porque los gitanos huyen de la guardia civil, así que díselo, a ver qué pasa.
-         ¿Le digo que tienes pistola?
-         No. Pero pregúntale si tiene una navaja.

Genial. Ahora mi abuelo cree que salgo con un gitano. Y el niño va a raparse al cero cuando lea este post, claro. Y a mí no me gustan los tíos rapados, así que le dejaré. Y mi padre torcerá el morro porque este chico sí le cae bien y además a ver quién le ayuda ahora a cargar la furgoneta con material para la obra de la casa del sur. Y mi madre se enfadará con mi padre por no querer ir a cargar más furgonetas sin ayuda. Y entonces los dos me mirarán mal por haber dejado al chico que ayudaba a cargar cajas de azulejos. Un drama todo, oyes. Y todo por culpa de los gitanos, claro.

jueves, 3 de octubre de 2013

Crónica de la boda de los yayos

Bueno, he sobrevivido. Pensé que no, ¿eh? Pero sí, lo conseguí.
Al final salió todo bastante bien. Tuvimos la mala suerte de que hizo un día horrible y llovió sin tregua, con súper tromba de bienvenida a la entrada a la iglesia. Eso hizo que cancelásemos la copa de cóctel previa a la cena en el jardín del restaurante. Pero bueno, lo demás fue bastante sobre ruedas.
La ceremonia salió muy bonita, el dueto de violín y chelo tocaron de maravilla y la soprano era soberbia. El cura se portó de maravilla y nos dedicó unas palabras, además de dejarnos leer a toda la familia y hacer unas ofrendas preciosas. Mis yayos se emocionaron mucho y creo que fui la única que mantuvo el tipo sin llorar.
El convite, quitando el fastidio de la copa de bienvenida al aire libre fue estupendo, comimos muy bien, nos sentamos de forma premeditada para que no hubiera altercados y los camareros fueron majísimos.
Después de la tarta y los cafés pusimos música. Y mis yayos se bailaron el tango de rigor haciendo llorar a toda la concurrencia y emocionando hasta a los que acababan de llegar. Y luego bailaron todo lo que se les puso por delante. Mi yaya no parecía acordarse ese día de que le duelen los tobillos ni las articulaciones ni nada, porque no se sentó en toda la noche y hasta se le hizo corto. Es el alma de la fiesta, la jodía.
El niño chico y mi amigo I llegaron al baile y las copas, lo que fue estupendo, me ahorré el mal rollo de las presentaciones y las preguntas pero me sentí acompañada y hasta bailé un poco y todo.
La parte mala la dejo para otro post de despelleje, pero puedo decir que mis primas son cada vez más estúpidas.
Mi amiga Pa hizo un buen montón de fotos, ya colgaré alguna cuando las analice detenidamente y crea que alguna pasa el visto bueno. Os puedo decir que mi vestido triunfó muchísimo y que aguanté con los zancos mejor de lo que pensaba, aunque al día siguiente apenas me podía mover.

Y por el momento poco más. El niño chico aún está por aquí y la verdad es que eso hace que escriba menos y que os lea desde el móvil, lo que me impide comentar porque es un reverendo coñazo, pero poco a poco vamos consiguiendo una rutina y pronto me pondré al día comentando y escribiendo con frecuencia.

Muchas gracias a todos por los ánimos y las palabras amables, la verdad es que han sido de ayuda en los momentos de crisis nerviosa.