El 2013
ha sido un año… raro. Se ha pasado volando. Y nada, o
casi nada ha salido como tenía pensado, más bien todo ha salido al revés de lo
que esperaba. Y sin embargo todo está bien.
Empecé con la operación de mi yaya, que gracias a Dios salió
muy bien y eso sí fue mejor incluso de lo previsto. Todo el esfuerzo, todo el
cansancio y toda la lucha mereció la pena y tengo yaya para rato.
Luego tuve una experiencia que a pesar de parecer
superficial, me enseñó muchísimo, cuando un chico guapísimo y perfecto estuvo
detrás mía sin conseguir que sintiera por él nada más que una escasa simpatía.
Y entonces casi sin darme cuenta y de modo totalmente
inesperado, llegó la despedida del Gordito, mi enésimo re-acercamiento al Ross
y los miles de quebraderos de cabeza que eso conllevó.
Pero llegó el verano. Un verano que parecía que iba a ser
aburrido y solitario, triste y un poco claustrofóbico. Pero no. Un viaje
truncado al Algarve me dejó tirada en Sevilla, entre los brazos de mi niño
chico, abriendo las ventanas de par en par para que entrara aire fresco.
A raíz de ese viaje surgió otro y terminé en Granada, con
dos gemelas piradas, una gallega risueña y una hermana pequeña adoptiva. Esos días
llenaron mi vida de luz y mi corazón de calor. Fui feliz, pero feliz hasta la
médula.
Volví a la lucha, a septiembre y su fea realidad, pero
cuando me he querido dar cuenta, ya era diciembre y estaba preparando la
navidad.
La verdad es que a pesar de las cosas malas, a pesar de los
sinsabores, las decepciones y las cosas ajenas a mí (como la crisis, el paro,
la sociedad que se va a la mierda) no puedo quejarme. Así que no pido nada
especial al Año Nuevo más que salud.
Creo que me repito año tras año, pero es lo único que hace
falta. Salud para afrontar problemas, para arreglar lo que se rompa, para sonreír
aún cuando vengan lágrimas. Si se tiene salud, se puede conseguir el resto. Así
que al 2014 una vez más le pido salud para mí y los míos.
Como mañana bastante tengo con cocinar y recoger los
cacharros y arreglarme un poco para ir decente a casa de mis yayos, os dejo ya
felicitado el Año y mis mejores deseos para todos vosotros. También espero que tengáis
salud, que haya tantos momentos felices que los tristes pasen casi
desapercibidos y que dentro de un año estemos de nuevo deseándonos lo mejor con
una sonrisa en los labios.
En resumen, queridos míos... ¡¡FELIZ, PRÓSPERO Y SALUDABLE AÑO NUEVO!!!