sábado, 30 de marzo de 2019

Sería un buen final....


Alguna vez he pensado en cuál podría ser el final de este blog. Me cuestan los finales, se me atragantan. Por eso nunca termino mis escritos, por eso me duele despedirme de la gente aunque se lo merezca, por eso me jode cambiar de trabajo aunque sea para mejor. Porque los finales, aunque sean “felices”, siguen siendo finales.
El otro día sin embargo pensé que si contaba lo que había pasado en los últimos días de la forma adecuada sería un final maravilloso, de esos de película. Y luego lo pensé otra vez y me dije “pues vaya pena, aunque sea en el momento feliz, qué pena terminarlo.” y además me dio un poco el siroco de pensar que después de haber pasado todo o chungo estaba feo irse cuando todo iba bien. Total, que no, no es el final. Sólo es un punto y a parte, un final de una etapa y el comienzo de otra. Como si esto fuera una saga mierder crepusculera o algo así y pasáramos de un libro a otro.

El caso es que ya os conté que el Dorniense y yo nos hacíamos pareja de hecho. Al principio pensamos en hacerlo como el que renueva el DNI, ir, firmar y volver a casa con las mismas. Pero luego le dimos una vuelta. Mi yayo siempre dice que hay que celebrarlo todo porque es lo bueno que te llevas de la vida, porque las oportunidades de hacer cosas buenas se van y a lo mejor no vuelven. Y las mierdas y los malos rollos vienen solos. Así que nos liamos la manta a a cabeza y primero fuimos a firmar con nuestros padre y de ahí les invitamos a un brunch. Todo fue fantástico. El sitio es precioso, el brunch estaba buenísimo, hizo un día increíble y nos hicimos unas fotos muy bonitas. Así que feliz.
A la siguiente semana lo celebramos con amigos. Vinieron nuestras amigas blogger las cabras, mis amigos los satánicos, Chema, Alter, mi amiga Pa, mis niñas del trabajo... un montón de gente maravillosa se quiso reunir por nosotros. Nos hicieron regalitos de esos que llegan al corazón porque has dicho que no quieres nada, pero ellos quieren alegrarse contigo y demostrarlo. Así que cantamos, bailamos, bebimos, nos reímos y fuimos muy, muy felices.

Escribiré un poco más detenidamente de toda esta historia, pero necesitaba hacer un resumen y dar las gracias a la gente, al blog, que gracias a él he llegado hasta aquí, a mis cabras, a mis satánicos, al resto de mis blogger, a mis compis... a todos mil gracias. Y sobre todo a mi Dorniense por haberme cambiado la vida. Por quererme y aguantarme. Por ser lo mejor (junto con Ron y Maya) que me ha pasado en la vida. Gracias simplemente por existir. El mundo es mejor porque él está aquí.


Y esto podría ser un buen final de esta historia. Abrí el blog hecha una mierda, viví aventuras y desventuras, conocí al Dorniense cuando sólo era el Niño Chico, hice amigos, encontré trabajo, mi vida fue mejorando y voilà, final feliz con medio boda incluida. Qué más se puede pedir a un blog.
Pero la vida sigue. No hay fundido en negro. No cae el telón y sale “The End”. Así que seguimos para bingo.

domingo, 10 de marzo de 2019

De hecho


Debería estar limpiando. Depilándome. Haciéndome las uñas. Cociendo patatas para hacer un perolo grande de ensaladilla rusa.
Debería estar haciendo un montón de cosas, pero sin embargo, he decidido sentarme a escribir. Después de ¿un mes? ¿dos? Ni sé el tiempo que hace. Que diréis, si es que queda alguien que aún lea blogs y llegue aquí, pues para qué te pones justo hoy después de tanto tiempo, si ya da igual. So mongola.
Pues ya lo sé, pero mira. Es lo que hay. Es el tipo de cosas totalmente Naar-stile.
También puede que alguno de esos hipotéticos lectores diga que las cosas que tengo que hacer no son tan importantes. Hacerse las uñas es algo que siempre he considerado una pérdida de tiempo. Y no voy a entrar en el debate de la depilación, pero tampoco es algo a lo que me guste dedicar mi tiempo. Lo de limpiar ya es una cuestión de sanidad y lo de las patatas tiene su aquél, que la ensaladilla rusa es algo que nunca sobra. Pero es verdad que podrían parecer banalidades...
Si no fuera porque el martes me medio caso y necesito ir depilada, tener unas manos decentes y mis futuros medio suegros vienen a conocer mi casa y la ensaladilla es lo que van a cenar cuando lleguen de su viaje desde Dorne.
Lo de que medio me caso es extraño. En realidad sólo me hago pareja de hecho. Que me causa risa el nombre. Pareja de hecho. De hecho, somos pareja. Supongo que sin este papel eres pareja, pero de hecho, no. En fin, lo que sea. El hecho (jejeje) es que contando con mis antecedentes de novia a la fuga, es un paso bastante grande. Y me siento rara, porque no estoy tan nerviosa como podría esperarse de alguien como yo, ni tan emocionada como podría esperarse de alguien normal, pero me estresa un poco. Sólo vamos a ir el Dorniense (a.k.a el Niño Chico), mis padres y mis dornienses suegros, pero ay. Ay. Que tengo un montón de cosas que hacer y sigo aquí tecleando con furia con mis dedos pellejosos y mis uñas desiguales mientras Ron duerme en mis piernas peludas y las pelusas campan a sus anchas por el salón.
Supongo que por eso no cierro el blog del todo. Porque a veces, por la razón que sea, necesito volver aquí. Necesito venir a contar algo, a refugiarme, a encontrarme en viejos post. Necesito aún este espacio mío, sólo mío, donde llevo tantos años vaciándome el cerebro y el alma a borbotones. Necesito perder un rato de limpiar, cocinar y depilarme para escribir y ordenar ideas, relajarme y ser yo misma.
No sé lo que tardaré en volver a escribir. Igual dos días, dos semanas o dos meses. Pero volveré. Creo que siempre volveré.