Alguna vez he pensado en cuál podría
ser el final de este blog. Me cuestan los finales, se me atragantan.
Por eso nunca termino mis escritos, por eso me duele despedirme de la
gente aunque se lo merezca, por eso me jode cambiar de trabajo aunque
sea para mejor. Porque los finales, aunque sean “felices”, siguen
siendo finales.
El otro día sin embargo pensé que si
contaba lo que había pasado en los últimos días de la forma
adecuada sería un final maravilloso, de esos de película. Y luego
lo pensé otra vez y me dije “pues vaya pena, aunque sea en el
momento feliz, qué pena terminarlo.” y además me dio un poco el
siroco de pensar que después de haber pasado todo o chungo estaba
feo irse cuando todo iba bien. Total, que no, no es el final. Sólo
es un punto y a parte, un final de una etapa y el comienzo de otra.
Como si esto fuera una saga mierder crepusculera o algo así y
pasáramos de un libro a otro.
El caso es que ya os conté que el
Dorniense y yo nos hacíamos pareja de hecho. Al principio pensamos
en hacerlo como el que renueva el DNI, ir, firmar y volver a casa con
las mismas. Pero luego le dimos una vuelta. Mi yayo siempre dice que
hay que celebrarlo todo porque es lo bueno que te llevas de la vida,
porque las oportunidades de hacer cosas buenas se van y a lo mejor no
vuelven. Y las mierdas y los malos rollos vienen solos. Así que nos
liamos la manta a a cabeza y primero fuimos a firmar con nuestros
padre y de ahí les invitamos a un brunch. Todo fue fantástico. El
sitio es precioso, el brunch estaba buenísimo, hizo un día
increíble y nos hicimos unas fotos muy bonitas. Así que feliz.
A la siguiente semana lo celebramos con
amigos. Vinieron nuestras amigas blogger las cabras, mis amigos los
satánicos, Chema, Alter, mi amiga Pa, mis niñas del trabajo... un
montón de gente maravillosa se quiso reunir por nosotros. Nos
hicieron regalitos de esos que llegan al corazón porque has dicho
que no quieres nada, pero ellos quieren alegrarse contigo y
demostrarlo. Así que cantamos, bailamos, bebimos, nos reímos y
fuimos muy, muy felices.
Escribiré un poco más detenidamente
de toda esta historia, pero necesitaba hacer un resumen y dar las
gracias a la gente, al blog, que gracias a él he llegado hasta aquí,
a mis cabras, a mis satánicos, al resto de mis blogger, a mis
compis... a todos mil gracias. Y sobre todo a mi Dorniense por
haberme cambiado la vida. Por quererme y aguantarme. Por ser lo mejor
(junto con Ron y Maya) que me ha pasado en la vida. Gracias
simplemente por existir. El mundo es mejor porque él está aquí.
Y esto podría ser un buen final de
esta historia. Abrí el blog hecha una mierda, viví aventuras y
desventuras, conocí al Dorniense cuando sólo era el Niño Chico,
hice amigos, encontré trabajo, mi vida fue mejorando y voilà, final
feliz con medio boda incluida. Qué más se puede pedir a un blog.
Pero la vida sigue. No hay fundido en
negro. No cae el telón y sale “The End”. Así que seguimos para
bingo.