domingo, 19 de mayo de 2019

La sonrisa del Diablo


Siempre he dicho que me podría enamorar del mismo diablo si tuviera una sonrisa bonita. Creo que es en lo que más me fijo de las personas en general y de los hombres en particular. Un chico que no sea muy guapo pero tenga una sonrisa bonita, tiene mucho ganado. Si lo acompaña de sentido del humor y de ser capaz de reírse de su sombra, media polla dentro. Si por el contrario un tío es muy guapo pero tiene una sonrisa de esas que no encajan con la cara o que le hacen una mueca rara, hasta luego Lucas. Y ya ni te digo si no se sabe si tiene la sonrisa bonita o no porque es un sieso y/o intensito de los cojones y se pasa la vida con cara de oler a culo.
Total, que las sonrisas a mí me importan. Y no necesito que sean perfectas, ni en plan profidén. Necesito que sean bonitas, que trasmitan algo guay, que iluminen la cara.
Y sí, por una sonrisa me enamoré del Diablo. Del mismísimo Lucifer.
En mi ansia diaria por ver series en mi escaso tiempo libre, me topé con esta serie y dije “po güeno”. Desde el primer capítulo me enganché y así sigo. Entre otras cosas, me encanta porque el personaje de Lucifer es el mejor elegido que he visto nunca. El actor es guapo a rabiar, pero sobre todo es que tiene una mirada y una sonrisa que te hacen dudar de si será el demonio de verdad y en caso de que lo sea, que venga y me lo dé con todo el fuego del infierno en las mismas entrañas.
Además no es exactamente una comedia, pero tiene capítulos muy divertidos, puntos que me han hecho soltar una carcajada y un ambiente bastante despreocupado en general. Cosa que agradezco. Estoy hasta las narices de personajes y series circunspectos, serios y estreñidos en general. La vida es un rollo muchas veces, pero por poner cara de mierda no se arregla nada y te amargas cantidad a lo tonto. Sin embargo, Lucifer es fantástico porque se toma todo a broma. Se ríe constantemente, hace bromas con todo, sonríe toooodo el tiempo y le hace gracia casi todo lo que le rodea. Y se enfada, claro. Y es inteligente, que a veces tomamos el humor como sinónimo de ser un simple y nada más lejos. Pero él se ríe, se ríe mucho. Y me enamora muy fuerte esa sonrisa y esa pose burlona frente al mundo. Puede que en el medievo tuvieran razón y la risa sea el arma del diablo para llevarnos a su terreno (¿habéis visto/leído El Nombre de la Rosa? Deberíais. Sobre todo leerlo. En serio, leedlo), pero si es así, anda y que le den a todo. No pienso aburrirme toda la vida, me reiría aunque de verdad fuera pecado.
Hablando de series de gente estreñida, por ejemplo, Outlander. Sabéis que me encanta esa serie. Sabéis que el pelirrojo es el hombre de mis sueños. Y lo que no sabéis es que la última temporada me ha aburrido soberanamente. Además, me leí los libros y una de las cosas que siempre se dice de él es que tiene mucho sentido del humor, que se ríe mucho, que hace bromas, que canta aunque lo haga mal, que tiene un carácter súper agradable. Bueno, pues no. Constante cara de culo durante toda la temporada. Eso añadido a dos (sólo dos) escenas de sexo aburrido y soso y a no verle en pelotas en ningún momento. No siquiera con el kilt. Así no, tío, así no.
De todas formas, tengo la sensación de que siempre se critica a los personajes que dan el contrapunto cómico, a las escenas más relajadas de ambiente, a las bromas. Siempre se infravalora a las comedias y se da mucho bombo a los dramas. Por qué, es algo que desconozco.
Por ejemplo, anda que no le ha caído caña a Tormund (Juego de Tronos) por tener siempre el punto más risueño y más bromista de de serie. Y es un personaje fantástico y de una consistencia monumental. Pero oh, no, mejor cualquiera de los otros que no sonríen ni por asomo. Qué cansancio, de verdad.
Otro ejemplo son las modelos. Te miras una fotos del catálogo de cualquier marca de ropa y te dan ganas de cortarte las venas. Todas lánguidas, sosas, con cara de asco, en posturas absurdas y con gesto de oler a pedo. No sé qué estrategia de márketing es esa, pero desconfío de ella.

Y todo este rollo para dos conclusiones: ved Lucifer (está en Netflix) y enamoraos del diablo. Y sonreíd más, coño, que es gratis.



jueves, 2 de mayo de 2019

Mötley Crüe


Tengo una personalidad levemente compulsiva. Me obsesiono por cosas y me paso el día pensando en ellas... hasta que pierdo el interés y me obsesiono por la siguiente. Por eso no soy constante en casi nada, porque casi nada consigue mantener interés una vez se me pasa el subidón de los primeros días. Luego empiezo a aburrirme y a interesarme por algo nuevo. Me pasa hasta con la comida. Me dio hace poco por las croquetas congeladas de una marca que son sin leche y las engullía como si no hubiera un mañana. Hasta me iba a comprarlas a castroculo de abajo porque en mi barrio no las hay. Ahora tengo dos bolsas en el congelador y ahí están, aburridas. Así con todo.
No es algo que me guste precisamente de mí misma, pero he aprendido a vivir con ello.

Mi última fijación, que seguramente se me pasará dentro de poco, son los Mötley Crüe. Y diréis, a ver chalada, ahora te da por pensar en un grupo de los 80. Ahora que son viejos y están casi extintos. Pues mira. Qué le voy a hacer si en lo que a música se refiere nací demasiado tarde para todo lo que me gusta. No me va a dar por obsesionarme con lo que sea que esté de moda ahora, que ni lo sé, o con la Rosalía esa de la que habla todo el mundo y que me parece una choni barata que hace algo que daña mis oídos.

El caso es que hace unas semanas me puse a ver la peli The Dirt en Netflix. La puse con el plan que pongo las películas los sábados a medio día: dormirme la siesta con lo que sea de fondo. Pero fue un error. No dormí siesta y me pasé la hora y media con los ojos pegados a la pantalla. No es que sea una gran película, pero es muy, muy entretenida y la música me gusta. Siempre me ha gustado la música de los Mötley, pero igual que digo que soy un poco obsesivo-compulsiva-volátil, también digo que soy una fan horrible, pasota e infiel. Tengo montones de discos de canciones sueltas que me gustan y apenas sé de qué grupo son. No me intereso lo más mínimo por la vida o los miembros de las bandas que me molan y paso mil del rollo de la idolatría. Así que tenía canciones suyas por ahí, sabía quienes era... y me daba totalmente igual. Pero la película me gustó y me dio por curiosear un poco más. Ví que en 2001 sacaron un libro sobre sus memorias en el que se habían basado para saltar a la pantalla y me dio curiosidad. Así que busqué un poco y me lo compré por wallapop a un tío con el que apenas crucé tres palabras y 17 euros. Lo de wallapop es otra historia. La compra me trajo un rato infame perdida por el metro de Nuevos Ministerios después del trabajo con más hambre que un perro y me ha acarreado un par de pesadillas con estaciones laberínticas e infernales desde entonces. Lo mismo da.
El caso es que me compré el libro y me dije que lo leería en el metro de camino al trabajo y de vuelta a casa y como es un poco gordo, me duraría hasta mediados de mayo que cambiaré de oficina. Ese era el plan. Ja. Mis cojones 33. Me lo he cepillado en menos de una semana. Y con frecuencia me despierto escuchando en mi cerebro el “Girls, girls, girls” o “Same ol' situation”, lo que al menos, ya que vivo condenada a los gusanos musicales, me libra del Puma y la numeración infame. A veces incluso llego al trabajo cuando aún no son las 8 de la mañana y me pongo a repasar cuadrantes mientras tarareo “Shout at the Devil”. La gente debe pensar que soy una pirada, pero tampoco es que haya tratado de ocultarlo nunca.
El libro en sí no es literatura excelsa, pero está bien escrito, bien hilado y tiene puntos delirantes, en los que te saca más de una sonrisa. También te agarra del corazón más de una vez y te revuelve el estómago con frecuencia. Es sólo la historia de 3 degenerados que llevaron demasiado lejos lo de “sexo, drogas y rock and roll”... y su adorable y sufrido guitarrista. Me gusta porque es una historia sincera, donde no es oro todo lo que reluce y la vida no es terciopelo rosa sino cuero negro. Me parece digno de ser leído.

Dicho esto, también estoy bastante a tope con Juego de Tronos y la última temporada. Espero hacer algún post cuando termine por completo.

¿Y en qué futura obsesión se embarcará nuestra loca protagonista? ¿Recrear Invernalia con bloques de lego? ¿El macramé? ¿La pintura abstracta a base de kétchup y mostaza? ¿Fabricar bigotes postizos con los pelos que sueltan sus gatos? Quién sabe. Más obsesiones e idas de olla en próximos capítulos.