Desde que dije que había escrito una
no-novela, todo el mundo (o sea, los cuatro o cinco lectores que
tengo) me han dicho que les gustaría leerla. Genial. Sólo tengo que
convencerlos de que me paguen mil euros cada uno para que el asunto
sea medio rentable y pueda al menos hacer un viajecito.
En fin, de verdad que cuando lo conté
fue porque me sentía orgullosa de haber terminado un proyecto por
una vez en la vida, no porque realmente quiera que la gente me haga
la bola y me diga que anda, que me anime, que publique y que blablá.
No es mi rollo. Si alguna vez escribo algo que crea que merece la
pena lo publicaré y lo diré y punto. Incluso puede que lo reparta
gratis si realmente creo que mola leerlo, como publico gratis mis
mierdas en el blog. Pero en este caso no es así. He leído lo
suficiente como para saber cuando algo es bueno y cuando no. No es
falsa modestia, no es buscar el halago, no es nada de eso. Es que no
escribo lo bastante bien y no tengo suficiente ego como para publicar
una patata y esperar que alguien lo lea.
Lo mejor de todo ha sido hoy, que me ha
llamado mi amigo Poli. Aún me sorprende tener un amigo policía. Y
aún creo que o es el peor policía del mundo (que yo diga esto es un
halago. Un halago extraño, pero un halago) o que tiene dos caras.
Eso no sería raro, yo no soy la misma en el trabajo que en mi vida.
Mis compañeros que creen que soy un tanto fría y distante, que
tengo mal pronto y que estoy medio loca, alucinan porque en cuanto
salgo por la puerta del despacho me deshago en mimos con los abuelos,
les doy besos, les hago bromas y no pierdo nunca la paciencia. Igual
mi amigo Poli es así. No lo sé. Y espero no tener que comprobarlo.
El caso es que me ha llamado con la
perra de que quiere leer mi no-novela. Le he dicho que no. Y he
empezado con sus técnicas de interrogatorio propias de un policía
tipo “porfa, porfa, porfa, anda, porfiiiii”. Como eso no ha
funcionado, ha intentado buscar un punto débil en mi argumentación.
Si a mí me da vergüenza enseñar mi novela, él podría hacer algo
vergonzoso a cambio. Ha pensado un segundo y me ha dicho “puedo
leerla desnudo”.
He soltado una carcajada de tal
magnitud que he despertado al pobre Ron, que intentaba dormir la
siesta en mi regazo apaciblemente. La verdad es que no me planteo que
nadie lea lo que escribo, pero que lo lea desnudo es más de lo que
puedo imaginar sin entrar en shock.
Como eso tampoco ha funcionado, más
que nada porque no quiero un culo peludo en mi sofá ni me apetece
ver a nadie desnudo, ha decidido negociar. Y espero que nunca sea
policía de esos que negocian con secuestradores o atracadores de
bancos o estamos perdidos. Ha empezado porque le dejara leer un par
de capítulos. Ha bajado a uno. Luego me ha intentado sobornar
diciendo que está fuerte y podría hacerme un dirty dancing (lo de
levantar por el aire, ya sabéis). 15 minutos de lectura y tres o
cuatro dirty dancing. Sin que yo dijera nada, ha bajado a 10 minutos
de lectura e infinitos dirty dancing. Mientras yo me reía, ha
ofrecido dirty dancing gratis, sin leer ni nada. Luego lo ha pensado
y me ha pedido leer durante 5 minutos. Y al final se ha rebajado a sí
mismo a leer lo que yo le diera, lo que fuera. Y eso, con infinitos
dirty dancing.
Me le imagino hablando con los
atracadores de un banco “¿Queréis tres millones de euros? ¡Os
doy cuatro! ¡No, cinco! Y un avión privado para huir. Y podéis
llevaros a los rehenes. ¡Seis, seis millones! ¡Y que alguien les
mande unos bocatas de tortilla mientras se lo piensan, rápido!”
Total, puede que Poli sea el peor
negociador del mundo. Puede que no sea muy bueno interrogando. Puede
que ni siquiera me pueda levantar por el aire a lo dirty dancing y
sea una vacilada suya. Pero es un amigo estupendo. Puede que el mejor
amigo que tengo ahora mismo. Es noble, leal y puedes contar siempre
con él. Me ayuda, me escucha, me hace reír. Me cuenta cosas, me
comprende y a veces viene a mi trabajo para tomar café conmigo. Me
da unos abrazos estupendos. Le puedo contar todo. Podemos debatir de
machismo y acepta sus privilegios y quiere aprender a ser mejor. Y lo
pasamos bien juntos. Y aunque nunca se lo diga, es guapo y tiene unos
ojos verdes preciosos. Poli mola, mola muchísimo. Y me alegro mucho
de que se cruzara en mi vida porque nunca viene mal un amigo que esté
del lado de la ley. Y porque me temo que al final me convenza y sea
el único lector de mi no-novela. Y porque espero que después de
leer ese truño que he escrito siga pensando que soy guay, que
escribo bien y me haga un dirty dancing.
P.D. Poli, esto no es que esté segura
de dejarte leerla, es sólo que lo estoy considerando. Pero lo demás
es cierto. Lo sabes, porque nos lo decimos todo, pero a veces está
bien escuchar o leer las cosas en público. Eres el mejor amigo del
mundo. Y tienes tu novia y tu niña, y yo tengo mis propios asuntos,
pero como somos gente sana mentalmente lo puedo decir bien alto: te
quiero, te quiero muchísimo.