Todas y sí, digo bien en femenino, todas, hemos oído alguna
vez el rollo ese de que debemos arreglarnos, pintarnos y ponernos ropa bonita
por nosotras más que por los hombres que nos van a mirar. Y me parece una
soberana chorrada.
No seamos hipócritas. Nos arreglamos como rito de
apareamiento. Si no fuera así, nos pondríamos súper guapas para estar tiradas
en el sofá y saldríamos de fiesta con los andrajosos pantalones de chándal y
los pijamas de pelotillas. Pero no. ¿Por qué? Pues porque todos necesitamos
gustar, queremos atraer miradas o la atención del sexo opuesto. O del propio. O
de lo que nos guste.
El caso es que yo soy vaga tirando a muy vaga. Así que
reconozco que me cuesta un triunfo arreglarme si no es por un buen motivo. Y me
gustaría ser de esas chicas capaces de levantarse media hora antes para llegar
super bien maqueadas al trabajo o a clase o a lo que sea. Pero no. Yo me lavo
la cara y me doy crema hidratante y punto. Y me visto, por aquello de lo
socialmente incorrecto que resulta ir en pelotas por el mundo actual. Pero no
me como la cabeza. No me sale ponerme un vestido, medias, zapatos y blablablá
para ir al mercamoñas o para bajar al despacho a deshacer los entuertos informáticos
de mi padre.
A veces sí me da el punto y me pongo mona un día…. Pero es
raro. Y además, no me siento mejor ni peor por ir con pintas roñosas o con
aspecto de revista de moda. Me la trae muy floja todo. Hay gente que dice que
si te arreglas y tal, te sube la autoestima y por lo tanto tu estado anímico
mejora. Es posible. Pero de nuevo es por la razón de que te ves más guapa y
crees que ese chico tan mono que está de cajero en el mercamoñas lo pensará
también. O sea, no te arreglas por ti. O no sólo por ti.
El colmo es lo de la ropa interior. Que si vas bien por
dentro te sientes mejor y tal. Eslogan de tiendas de bragas, vaya. Yo necesito
llevar bragas medianamente cómodas. Ir constantemente rascándote el culo porque
las monísimas bragas brasileñas se te meten por el ídem es lo más grosero del
mundo. Y no me fastidiéis, cuando una se pone ropa interior de esa tan chuli como
incómoda es porque tiene la esperanza de que alguien se la quite. Yo misma lo
he hecho en más de una ocasión. Hasta que descubrí que los hombres por lo
general pasan de la ropa interior como de comer flores. Que sí, que ven el
desfile de victoriasecret y se les cae la baba porque no les riega la sangre al
cerebro, pero una vez metidos en lío con una mujer normal, no se detienen a
observar tus preciosas bragas con cristales del swarosky incrusrtados que por
cierto, te han hecho yagas en las ingles. O al menos esa es mi experiencia.
Yo sólo he encontrado un hombre que realmente se deleitaba
con la ropa interior y con los años he llegado a pensar que era porque le
hubiera gustado más llevarla él que vérmela a mí puesta. El resto, han pasado
mucho del asunto. Que síiiii… que te ven con ella puesta y lo mismo hasta te
dicen algo o provocas que dejen de jugar al ordenador para jugar contigo. Pero
supongamos que llevas el conjunto de encaje más mono del mundo debajo de la
ropa de calle y él no lo sabe. Lo más posible es que una vez metido en faena,
te arranque las bragas a la vez que los vaqueros y que forcejee con el
sujetador hasta desistir y sacártelo por la cabeza sin reparar en que es
preciosérrimo y que te ha costado un dineral como para que lo tire al suelo sin
miramientos. O al menos, esa ha sido mi experiencia en general.
Total, que ahora me he hecho vaga también para la ropa
interior. Y llevo bragas de algodón y sujetadores con remiendos debajo de mis
chándal raídos y mis vaqueros desgastados. Ahí, molando fuerte.
Y por cierto, estoy un poco cansada de la gente que llega a mi blog con búsquedas como tetas, culos, follar con vecinos, bikinis transparentes y demás cosas cochinas. Esto NO es un sitio porno por más que os empeñéis. Y si no me pagáis no va a serlo nunca, hombre ya.