domingo, 24 de junio de 2012

gracias a la guardia pretoriana

Tras unos días de repliegue y reflexión, me asomo un momento aquí para decir una cosa que digo muchas veces, pero me parece una de las palabras más bonitas del mundo: GRACIAS.
En estos días me han llovido los mensajes, las palabras de apoyo, los mails, los ofrecimientos… yo no tengo amigos, yo tengo una guardia pretoriana que cierra filas en torno a mí en cuanto pasa algo. Y mira que he dicho que no era grave, que sólo era una hostia inesperada y traicionera. Pero da igual, mi guardia me cuida, me protege y me defiende con uñas y dientes. No deja que nadie me hiera, ni siquiera yo misma que soy mi peor enemiga. Los amigos de verdad son eso. Y me siento muy orgullosa. No debo hacerlo tan mal cuando tengo gente tan sumamente cojonuda a mi alrededor. Y tanta. Tantísima. Puede que no me lo merezca, pero joder, qué feliz me hace. Qué grande me hacéis sentir. Que reflejo tan bueno dais de mí misma hasta cuando yo no me quiero mirar al espejo. Sacáis lo bueno, lo mejor de mí.  Por eso, gente, gracias. Desde lo más profundo de mi alma: gracias.  Sois la hostia. Ahora sé que si no me caigo es porque estoy apuntalada por los cuatro costados. Ahora sé que si no me duelen las cosas es porque la guardia pretoriana no deja que pase ni una mota de polvo a rozarme. Y además, desde todas partes me llegan estas cosas. Tengo invitaciones para ir a media España. Me han ofrecido hueco en sus casas. Me han ofrecido teléfonos abiertos las 24 horas “para cada vez que lo necesites, no lo dudes.” Me han dicho palabras preciosas. Han pasado horas conmigo, de un modo u otro. Y eso, no tiene precio.
Así que a todos, que lo sepaís, me habéis emocionado como nadie sabe. Mi Ignacio, con nuestras rancheras y nuestro tequila, que me devolvió la vida y que me dice siempre que mis ojos son los más bonitos del mundo. Y que además, en san Juan, desde la playa, a las doce, me mandó una foto de las hogueras y me dijo que si quería que quemara algo por mí. Me llegó muy dentro que estando por ahí de viaje, de vacaciones, de playa, se acordara de mí. Y que encima me dijera, “eso siempre.”  Isita, que me dijo que tengo una habitación con mi nombre en su casa, con vistas al monte, con piscina y con los cuidados de mamá osa. Aún termino en Barcelona dejándome querer. CMQ, que estando en un momento malo, tiene palabras para mí y un teléfono que funciona siempre, el colmo de la generosidad, de la comprensión, del apoyo. Key, que ofrece fiesta en Salamanca para ir a la caza del guiri buenorro o se viene ella a Madrid a seguir buscando, que anda que no hay guiris en estas fechas. Anita, que está jodida pero no cree que lo mío sea una chorrada, si no todo lo contrario, me apoya y me cuida mientras yo me siento inútil por no saber cómo ayudarla. Pa, que vuela a mi lado y me reconforta sólo con su presencia, además de hacerme hueco en su casa de Valencia y prestarme a sus perros, cosa que vale mucho porque abrazar perros siempre me ha dado una sensación maravillosa. Y encima, vino la noche de San Juan y montamos una minihoguera en mi terraza quemando en un cuenco papeles con cosas malas escritas. Para que se reduzcan a cenizas y se las lleve el viento. Jime, que lo está pasando mal y me dijo que íbamos a arreglarlo todo con fiesta y vacaciones, con la alegría que yo la contagio. Que no piense nunca que estoy sola y que una de las mejores cosas que le ha pasado en España soy yo. Al dueño de mis sábanas, porque la otra noche, hablando con él, riéndonos juntos, me di cuenta de que siempre, pase lo que pase, estará ahí. Al otro lado del mundo, quizás, pero ahí. Porque el único cachito de corazón que me queda es el que ocupó él y lo cuidaré con mi vida. El Jimmy, que me dijo una de sus grandes frases con un rotundo: “elige qué necesitas, si venirte de fiesta a Toledo, si que vaya a partirle la cara a alguien o si que vayamos el Rubio y yo a echarte un polvo.” Cuando le dije que no a todo, me dijo, “elige o haremos las tres cosas quieras o no”. Y claro, me hizo reír. Porque sé que lo haría. Todo. Al igual que A, que me llamó y nada más oír mi voz me dijo “¿estás bien? ¿a quién hay que placar?” esos instintos del equipo de rugby que aún no se le han pasado. Cuando le dije que a nadie, me dijo, “bueno, pues estoy con Miguel y con Santama, si no tenemos que placar a nadie, vente, que te hacemos un cachopo entre los tres hasta que se te pase todo.” Y me reí de nuevo. Porque un cachopo es que te hagan una especie de sándwich con ellos como pan. Y claro, son muy grandes. Y me da miedo morir aplastada, pero me anima que te cagas.
Y desde luego a todos los comentarios, los vuelve, los no lo dejes y los te echaremos de menos. Y a Davidsan, que aunque es relativamente nuevo por estos parajes, me dijo cosas estupendas y escribió esto, dándome un último empujón. Ahora sé que no puedo dejaros de ningún modo. Porque escribir me da la vida y ya no puedo hacerlo para mí sola. Porque cuando abrí este blog todo era de verdad un desastre y me convertí en Naar, que puede con todo. Así que imaginaos ahora que en realidad ha sido una chorrada. Porque el espíritu de este blog y de todos los que formáis parte de él es lo que me hace fuerte día a día. Total, si todo sigue así de bien, volveré en breve. Y no me iré nunca. Os lo prometo. Y que os quiero, coño. Que sois la mejor guardia pretoriana que se pueda imaginar. Que así da gusto vivir.

Ah, y un poco más de autobombo: algunos lo sabéis porque os sigo desde allí o ya lo habéis visitado, pero si mientras vuelvo y no, echáis de menos mis estupideces, tengo otro blog donde explico mis peripecias como mujer independiente. Tenéis el enlace ahí a la derecha, bajo mi perfil. Animaros y echad un ojo.

miércoles, 20 de junio de 2012

vivid!!

La vida sólo tiene una finalidad: vivirla. A veces nos complicamos con chorradas. Con preguntas, con dudas, con miedos. Nos ponemos a pensar. Y la liamos. Sería más fácil no pensar nunca. Desconectar ese incómodo órgano tan molesto que hay en la cabeza y se empeña en joderlo todo. Cerebro, tío, cállate y vete a la mierda.
Con los años yo he aprendido a desconectar casi todas las partes de mi cuerpo. Trato de mantenerlas independientes las unas de las otras. O escucho al corazón o a la cabeza. Y generalmente, soy bastante de no hacer caso a ninguno de los dos y guiarme por las tripas. Son más efectivas y para el caso, lo mismo da. Porque hagas lo que hagas, generalmente pensarás que te has equivocado. Y que si hubieras hecho otra cosa, mejor habría sido. Pero nunca lo sabrás.  
Por eso, es mejor pasar de todo y vivir. Lo que venga, lo que sea, vívelo. Y punto. Si es con alegría, disfrútalo. Si es con dolor, afróntalo. Si es un error, aprende de él. Si es un acierto, apúntate un tanto. Y sigue adelante. Que el mundo continúa girando. Esa es la gran verdad por la que nos levantamos a diario. Que por muy alto que vueles o muy bajo que te arrastres, mañana amanecerá de nuevo. Aunque puede ser que no. Quizás no lo haga. Esa es la magia de la vida, que no hay certezas. Y como no lo sabemos, vive mientras tanto. Porque sólo tenemos la certeza del hoy. Del ahora. En este momento estás vivo. Sí. Pues deja de leer este blog absurdo y vete a vivir, coño. 
Yo me he muerto un poco hoy. Lo bastante como para dejar de latirme el corazón. Lo bastante para dejar de tener ganas de tirar para delante por un tiempo. Lo bastante para pediros  perdón y dejar el blog una temporada. Volveré, probablemente. O no. quién sabe. Y qué más da en todo caso. Hacedme caso y vivid. Merece la pena. Incluso en el dolor más insoportable. Incluso ahora. Hacedme caso, joder. Vivid. Vivid hasta que muráis. Como yo he hecho.

martes, 19 de junio de 2012

voy al blog de cabeza...

Voy a ir al blog de cabeza, ¿verdad? Ha sido una de las frases más repetidas durante el fin de semana. Mi niño chico me tiene miedo. Es la conclusión, que le asusto. Me miraba con sus ojos casi negros y esbozaba media sonrisa mientras sacudía la cabeza Ofú, ya lo veo, al blog que voy.
El caso es que la criatura es una mina. No sé si es la juventud, si es el acento del sur, si es él en estado puro o  si es que yo estoy inspirada y lo veo todo gracioso, pero podría estar cachondeándome de él en un número indefinido de post.
Para empezar, como él mismo ha confesado, se pierde por su propia ciudad. Para ir de la estación al hotel me hizo dar un pirulo increíble por media ciudad. Lo mejor es que hacía un calor de pelotas y que eran las dos y media del mediodía. Así que no era hora de perderse. Era hora de dejar la puñetera maleta, beber algo fresquito y comer. Lo más increíble del asunto es que a pesar de llevar seis horas de bus  a las espaldas, él, que venía de su casita, refunfuñaba mucho más que yo. Ofú qué caló. Ofú, la maleta esta que se tuerce. Ofú, esta calle no era. Ofú, qué sudores, madre mía.
Y de vez en cuando levantaba un ojo, me miraba de medio lado y volvía a decirme, “lo vas a contar en el blog, ¿verdad? voy a ser el niño que se perdía por su ciudad.”
Por lo demás, salvo unas cuantas pérdidas más por el barrio de Santa Cruz y buscando un sitio concreto, fue todo de maravilla. Sus amigos me cayeron muy bien. Fanki me hizo reír de esa forma escandalosa que me río yo cuando algo me toca la tecla. Fui a una especie de tablao flamenco donde aluciné en colores. Y me acordé de porqué durante años quise dejar atrás este infierno de asfalto y largarme al sur.  De lo que no me acuerdo es de por qué no lo hice.
En cualquier caso el niño trató de hacerlo todo bien para que luego no viniera aquí a contar anécdotas ridículas. Sin embargo, a pesar de andar con pies de plomo, de vez en cuando hacía cosas graciosísimas, al momento se arrepentía y me decía: “esto no vayas a contarlo ¿eh?”. Aunque cuando me veía reírme, volvía a soltar un resoplido de los suyos y a decir “ya está. Al blog de cabeza”. Como soy una buena persona y le prometí no contar lo más gracioso de todo, voy a dejarlo aquí por el momento. Le chantajearé el resto de la vida con ese tema.
Por lo demás, y ahora en serio, el fin de semana fue una delicia. El niño es una bendición. Es un regalo que me ha hecho la vida. Ojalá tuviera seis años más. Bueno, puestos a pedir, ojalá yo tuviera seis años menos. Aunque él me hace tan feliz que se me olvida. Total, preparaos porque el siguiente post pinta empachoso y no apto para diabéticos. Y es que he perdido la cabeza. Pero he recuperado un trozo de corazón aunque no lo tenga aquí ahora, si no que me lo están cuidando en Sevilla.

viernes, 15 de junio de 2012

entrada programada y meme

Casi nunca hago esto. Yo escribo y publico, sobre la marcha. A veces, como mucho, escribo, guardo en una carpeta y llegado el momento, publico. Pero esta vez, voy a programar el post para que se autopublique solito mientras yo estoy en el autobús de camino a Sevilla. Es una chorrada, pero me parece divertido. Es como si lo hiciera al estilo de mi niño chico, como una carta para la Naar del futuro. Del futuro de dentro de dos días, pero bueno.
Total, que cuando esto se esté publicando estaré montándome en un autocar rumbo a Sevilla. Y me quedarán unas seis horas para que el niño vaya a por mí a la estación y me haga patearme medio Sevilla bajo un sol de justicia.
Me parece raro todo esto. Yo soy una persona muy... especial. Salir de mi casa me resulta incómodo. Hace siglos que no viajo si no es montada en mi coche. Dormir, comer y ducharme en sitios ajenos, me estresa. Y pasar tiempo con un chico en su entorno, con sus amigos y jugando en su terreno me pone a la defensiva. Sin embargo, no sé muy bien por qué, esta vez no me importan demasiado todos esos inconvenientes. O no me importan mientras escribo esto. Lo mismo para cuando se publique, estoy maldiciendo en arameo por haberme metido en este lío.
Espero que todo salga bien, que haga calorcito, que no se me olvide nada de la lista que estoy haciendo de cosas que llevarme, que no se me arrugue mucho la ropa y que las sandalias no me hagan rozaduras. De todos modos, lo contaré cuando vuelva.
Mientras tanto, me han pasado un premio con meme (o al revés, no sé) y lo dejo para que os entretengáis mientras yo estoy por el sur.

Resulta que el premio viene con instrucciones y éstas deben quedar claras en cada blog que recibe premio, a saber:

- El total de nuevos premios a conceder será un máximo de 5, pudiendo hacer una mención extra de carácter honorífico.
- El premio debe otorgarse a un blog del que eres seguidor y sino deberás serlo al tiempo que se lo concedes
- Los blogs ganadores no deben tener más de 100 seguidores en el momento de ser premiados, tienen que estar en activo y actualizados con cierta regularidad.
- Se incluirá una referencia al premio con el logotipo que le da su nombre.
- Para seguir la cadena debes contestar obligatoriamente a las preguntas que se indican.
- Luego puedes eliminar una pregunta y añadir la que tú quieras.

Estas son las preguntas de Mandarica, que a su vez a mí me manda Pere, de cartas a mi futuro yo:

1. Confiesa qué programa de televisión ves o qué música escuchas que te de vergüenza admitir que ves o escuchas.

He confesado tantas veces que ya no me avergüenza. A ver, de la tele no, porque la veo poco y nada que me resulte patético. Aunque alguna vez pincho momentáneamente en chulos, putas y viceversa, pero apenas veo cinco minutos me quiero morir y lo quito. Y precisamente lo pincho para lamentarme de cómo va el mundo de mal.
Respecto a música, lo he dicho muchas veces, soy fan del Chivi, con Anita canto a Mari Trini y con Pa a la Jurado. Escucho música del año de la tos y encima canto fatal, así que…

2. Si pudieras ponerle una bomba en la taza del WC a alguien y salir inmune ¿quién sería tu víctima? (no hace falta justificarlo si no quieres, pero mejor no dejar el personal con las ganas de saberlo).

Me crea la duda de porqué en la taza del váter. Y ya se lo de la peli de Mad Max, pero coño, es raro. En todo caso se la pondría a todos los políticos y banqueros del mundo y adiós crisis. Puede sonar a tópico, pero es que estoy un poco harta ya y mi espíritu antisistema y revolucionario cada vez protesta más alto. Así que me iba a quedar nueva dejando el mundo sin dirigentes. Y de paso pondría alguna más, pero es que claro, le entra a una en ansia de matar y ya no hay quien la pare.

3. Contabiliza las veces que haces X a la semana (siendo X lo que tú quieras preguntar) y las veces que realmente te gustaría hacerlo.

¿X? es ver esa letra y pensar en porno, en serio. No sé, hay cosas que hago a diario y otras que me paso meses sin hacer. Es una pregunta muy rara esta.

4. ¿Cuál es tu postura favorita?

Mierda, vuelvo a pensar en porno. Es oír "posturas" y que me venga a la cabeza en kamasutra.
Ahora en serio, depende de para qué. Yo me muevo mucho, soy un poco rabo de lagartija. Duermo de lado, pero doy doscientas vueltas antes de dormir y pruebo a ponerme de todas las maneras posibles. En el sofá me gusta estirar las piernas o subirlas a la mesa. Cuando llevo falda o me siento en una silla cruzo las piernas. Cuando necesito pensar o estoy triste, me siento en el suelo y me abrazo las rodillas. Y cuando es invierno, me hago un burruño envuelta con la manta y Ron en mi regazo.

6. Cuenta el momento en el que al respirar sintieras que junto con el aire entraba un soplo de felicidad y de paz, haciéndote sentir capaz de conseguirlo todo, ese momento en el que el sueño deja de serlo, para hacerlo realidad.

Puf, yo qué sé. Lo siento muchas veces. Pero otras muchas siento que todo es una mierda y me arrastro a ras de suelo. Soy un poco extremista. De todos modos, soy de sentir felicidad por cosas pequeñas. Cuando me echo la siesta con Ron y le veo sonreír mientras me abraza con sus patitas me siento feliz, pero feliz de que te duela el corazón. Cuando me encuentro con mis amigos los satánicos y nos gastamos bromas de las nuestras. Cuando Anita me dice que está orgullosa de mí. Cuando Pa me da las gracias. Cuando un chico me mira a los ojos y ve lo que hay detrás de mí misma. Cuando veo sonreír a la gente que quiero. Cuando veo a mis yayos mirarse llenos de amor. Cuanddo veo a mis padres reír y pasear de la mano como novios...
Debo ser una moñas, pero es que soy feliz por muchas cosas.

5. ¿Serías amigo tuyo? ¿Por qué?

Si fuera un tío seguramente sí. Si fuera una tía, seguramente no. Suelo caer mal a las mujeres. No sé por qué. En todo caso, creo que soy una buena amiga. Soy una persona fiel, honesta y muy leal. Jamás critico ni hago daño a propósito. No me enfado fácilmente. No dejo a la gente tirada. No voy llorando mis penas y aburriendo al personal con ellas. No sé, está feo que yo lo diga, pero creo que soy buena amiga. (ahora viene Anita y dice lo contrario, jejejeje)

6. Elimino la pregunta tres y añado: ¿cuál ha sido una de las estupideces que has hecho por amor?

… yo, irme a Sevilla en autobús. Jodido niño chico. Esta me la paga, en serio.

Y bueno, lo siento mucho, pero como a mí las normas como que me tocan las narices, paso de nominar o premiar a gente. Espero que CMQ me lo robe y lo haga, porque así me perdona que tenga un mail a medias para mandarle (cuando vuelva de Sevilla te escribo y te lo cuento toooodo) y a todos los que se animen, pues genial.

P.D. Deseadme suerte y un viaje llevadero. Y sobre todo, desead suerte al niño, que tiene que aguantarme tres días seguidos, criaturita...

martes, 12 de junio de 2012

el trauma del bikini transparente

Ayer salí por la tarde a hacer unas cosas y quedé con Anita para que se hiciera  más ameno el asunto. Lo curioso es que durante la tarde, me silbó un tío, dos me hicieron ruiditos tipo llamar a un perro y otros dos me dijeron cosas semiobscenas. Como no iba con escote, ni falda ni nada llamativo, le pregunté a Anita que si llevaba algo raro, una teta fuera o algo parecido. Y ella, me miró muy seria y me dijo:

-         No. Creo que es por las trencitas que te dan aspecto de colegiala cachonda.

Ah, mira, se me quita un peso de encima, oyes. La culpa no es mía, es de la gente que es una pervertida de mierda.
El caso es que mientras volvía a mi casa en tren, me dio por acordarme de un trauma que se me creó hace años y por eso, cada vez que un tío me dice algo por la calle, creo que llevo algo raro. Y me hago repaso: ropa puesta, zapatos puestos, pelo medio peinado… incluso me miro de reojo en algún escaparate o cristal de coche para comprobar que no llevo un bigote pintado o algo semejante. Por si acaso.
Mi chungo con estas cosas empezó hace un montón de años, debía yo ser medio adolescente, con unos 16 años o cosa así. Era verano y estaba en el pueblo del sur un poco aburrida, así que decidí irme a la piscina por la mañana yo sola. Y me puse un bikini que me habían regalado con la crema de protección. Era azul y blanco, de cuadritos, muy mono él. Así que me bañé durante un rato, tomé un poco la sombra (que no el sol), volví a darme un chapuzón y a casa a comer. Como el bikini estaba empapado y hacía un calor de narices, me puse sólo el pantalón corto y me fui tan campante, luciendo mis carnes jóvenes y morenas y mi bikini nuevo. Por suerte, no hay mucha distancia de la piscina a mi casa. Pero por el camino todo el mundo me miraba raro. Los tíos se giraban a mi paso. La gente se quedaba absorta y boquiabierta. Y yo pensé, “joder, qué buena debo estar este año”. Es lo que hace la adolescencia, que uno vive en su propio mundo.
Lo bueno fue cuando llegué a mi casa, entré al baño a cambiarme y descubrí la cruel realidad frente al espejo: que el bikini mojado era más transparente que el papel de fumar. Así que medio pueblo había visto con absoluta definición mis pezones. Genial. Creí que no saldría de casa nunca más. Consideré el empezar a usar burka al pensar en la gente me había visto bañarme y salir del agua casi como vine al mundo. Un sudorcillo frío me recorría la espalda al quitarme el pantalón corto para comprobarlo. Por suerte la parte de abajo del bikini iba forrada y no se transparentaba nada, si no, hubiera sido porno del duro. Que digo yo, ya podían haberse estirado y haber forrado los dos triangulitos de arriba, que no se habrían arruinado. El caso es que a pesar de tener unas tetas bonitas y más por aquellos entonces, se me creó el trauma. Y cada vez que alguien me mira fijamente o que dos tíos seguidos me dicen algo, pienso, “mierda, ya se me están viendo los pezones”. Creo que debería denunciar a la marca de cremas por daños morales y perjuicios a mi imagen.

domingo, 10 de junio de 2012

apretando el cardenal

Tengo venas masoquistas. Me arranco costras, me pongo zapatos que me hacen rozadura, pantalones que me aprietan y me muerdo los pellejitos de los dedos. Pero lo peor de esta vena estúpida de afición al dolor, es mi empeño en ver películas que me retuercen el corazón. No sé qué pretendo con ello, de verdad.
Siempre me había pasado con “Los puentes de Madison”. Me hace polvo, pero la veo. Y ahora me ocurre también con “P.D: te quiero”. La vi por primera vez este invierno pasado, un domingo que la pusieron después de comer. Y empecé a verla medio adormilada y con desgana, con la intención de dormirme. Pero me llegó a la patata. Y la ví, hartándome a llorar. Anoche decidí no salir. El viernes había venido Pa a dormir y estaba cansada. Además he estado la semana un poco pachucha y tengo que recuperarme para el finde que viene. Así que puse la tele, hice un zapping… y oh, horror, estaba empezando. Y me dije: “no la veas, idiota de mierda. Que no sacas nada bueno y te vas a coger un sofoco a lo tonto.” ¿Pero qué hice? Verla. Por supuesto. Y pasar un mal rato, por supuestísimo.
Y a veces me pregunto, ¿por qué lo hacemos? Porque me consta de que no soy la única que hace estas cosas. Quién no ha escuchado música deprimente estando de bajón. Quién no se ha puesto una película triste un domingo lluvioso de invierno. Quién no ha mirado fotos viejas recordando momentos felices que se fueron. Quién no se ha apretado el cardenal alguna vez.

Y en otro orden de cosas, pero hablando de temas que duelen, mi amiga bloggera Abisal ha rescatado una gatita de una muerte horrorosa. Está cuidándola mucho y va a vivir, pero necesita alguien que la acoja, que la quiera y que la de todo el amor que nadie le ha dado hasta ahora. La gatina es preciosa y muy buena. Si alguien puede ayudar, por favor que se ponga en contacto con Abisal, ella le informará de todo.


jueves, 7 de junio de 2012

el niño que no mataba arañas


Como últimamente estoy de un moñas que no me aguanto ni yo, voy a compensar un poco.
El fin de semana pasado fue muy intenso. Vino un niño de Sevilla a robarme un cacho de corazón. Y conocer Madrid gratis, que yo creo que se hizo el blog para explotar el rollito de que es guapo y simpático y viajar gratis.
Bueno, pues ¿os acordáis de la lista de cosas del hombre perfecto? ¿Sí? pues ni una, colega. No es rubio, no es alto, no se parece a Beckham… Y el caso es que con esa lista me flipé un poco y hay puntos que pueden ser negociables. Pero hay una fundamental que este nene se pasa por el forro de los cojones. Y nos traerá problemas en el futuro, lo sé.
El caso es que un día el destino tuvo a bien enviarme una araña horrible para comprobar su capacidad como matarife de arácnidos. Así que yo me levanté del sofá y la vi ahí plantada. Mirándome con sus ocho ojos amenazadores. Y me dije, “guay, Naar. Esta vez no tienes que matarla tú. Tienes un hombre fuerte y poderoso un niño majo que te la mate.” Así que le pegué un chillido, pudiendo por fin comportarme como una mujer y no como el macho de la casa que me empeño en ser a diario:

- ¡¡Arg!! Mátala, mátala, mátala…
- ¿Qué pasa? ¿una cucaracha?
- Qué cucaracha ni qué coños. ¡¡Una araña!! Ven a matarla.
- Voy.

Y he descubierto que en sevillano, “ahora voy” significa “paso de tu culo”. La araña seguía ahí, tan campante. Sabiéndose segura con una mujer histérica y un niño todo tranquilo sin intención alguna de hacer nada. Así que nos miramos de nuevo la araña y yo. Envejeciendo las dos lentamente mientras él pensaba en la infinidad del universo.

- ¿Nene? ¿vas a matarla?
- Sí, sí, ahora voy. - traducción: "paso de tu culo".

A estas alturas la araña podría haberme comido. Podría haber acabado con mi vida envolviéndome en una tela pegajosa de esas que ellas hacen. Total, que me armé de una zapatilla y le arreé un porrazo. Araña fulminada. En ese momento el niño se me acerca con una pachorra indescriptible y observa el cadáver pegado a la suela de la pantufla.

- Vaya araña enorme y horrible. – me dice con sorna. Mira qué gracioso. Esto debe ser el humor andaluz.
- Tenías que haberla matado tú.
- Ohú. No me ha dao tiempo, illa.
- Hombre, si tu plan era matarla de vieja o de aburrimiento te han faltado un par de minutos.
- ¿Me estás llamando huevón?
- Te estoy diciendo que las arañas se matan rápido. Antes de que tengan posibilidad de esconderse o de que me dé un infarto.
- Vale, lo entiendo. A la próxima lo haré mejor.

Eso, al parecer también significa “paso de tu culo”.Tengo la extraña sensación de que me da la razón como a los locos. Pero como el destino es benévolo con los inocentes, al día siguiente le dió otra oportunidad. Yo había recogido mi ropa de la cuerda y al doblarla, comprobé que algo se movía al fondo del barreño. Una asquerosa araña blanca. Y esas me desatan mucho la histeria. Pero traté de controlarme y explicarle el tema con claridad.

- Cariño… hay una araña en el barreño. Mátala. Mátala ahora. Y rápido, las arañas blancas me ponen especialmente nerviosa.

El nene suspiró un ofú de los suyos y se metió en el baño. ¿¿Hola?? ¿Me estás vacilando? Así que cogió un papel y volvió, con toda su calma. Miró el barreño durante unos cuantos minutos, tratando de matarla con el poder de su mente. Como no funcionó, al final metió la mano para matarla, pero se lo pensó demasiado.

- ¡¡Mátala, joder!!
- Ya voy. – traducción de nuevo: “paso de tu culo”.

Así que la araña se le escapa entre los dedos y vuelve a caer al barreño, escondiéndose de nuevo entre mis calcetines limpios. Aquí ya sí que no pude más, pegué un grito y le dí un manotazo.

- Mátala, me cago en la puta. ¡¡Mátala!! ¡¡Ahora mismo!!
- Ohú, me poneh nervioso, illa.

¿Nervioso? ¿Sabrá el significado de esa palabra? Creo que no sabe lo cerca que estuvo de dormir esa noche en la calle. Pero debió intuirlo en mis ojos desorbitados y al final volvió a la carga. Pero no lo hace bien. Esa no es la técnica. Porque la cogió con el papel, abrió los dedos y la araña seguía viva, así que le empezó a corretear por la mano. A las arañas hay que fulminarlas sin opción a réplica. Si no, estás perdido. Así que volví a desgañitarme que o la mataba o me daba algo mientras me rascaba hasta arrancarme la piel a tiras. Y la mató, pero no sé cómo porque estaba al borde del colapso nervioso. Le obligué a enseñarme el papel con el cadáver (necesito pruebas de la muerte, sin cadáver ni hay delito). Y terminé de doblar la ropa escudriñando cada calcetín por si había más amigas llenas de patas, más cabreada que una mona. Y en esto que me mira medio enfurruñado y me dice, enseñándome un dedo:

- Mira, creo que me ha picado.
- Pues te jodes, eso por no matarlas bien.
- La próxima vez, me dejas solo con la araña y yo la mato.
- Sí, de aburrimiento. Además, no te creo. La próxima vez la mato yo, que soy más efectiva.
- Ea, como quieras.

Mierda, era todo un plan para no matar arañas. Estaba todo pensado. Fijo que las arañas las puso él para que yo llegara a esa conclusión y quitarse el marrón de encima. Jodido niño inteligente. Para un requisito de mi lista que cumple y tiene que ser ese.

martes, 5 de junio de 2012

joder, mamá

Yo quiero a mi madre, como todo el mundo. Pero como todo el mundo también, a veces la mataría. O la torturaría. O algo.
Anoche me acosté súper pronto porque hoy tenía que madrugar de cojones para llevarla a hacerse una mamografía. Así que, a pesar de dormir un poco regular y de encontrarme peor que regular, me he levantado a las siete y media. He conducido por ese Madrid endiablado de las horas punta y he aparcado en zona verde gastando unas cuantas monedas. Putas tragaperras sin premio.
De ahí entramos a la clínica, mi madre entrega el papel y se pone a rellenar formularios tan contenta. Hasta que la chica de recepción la mira, mira el calendario, mira el volante, vuelve a mirar a mi madre...

-         Esta cita es para el día 12.
-         No. – dice mi madre toda convencida. – es para hoy.
-         No, para el 12.
-         No, de eso nada. Es para el 5, o sea, hoy. – insiste como su la otra fuera tonta.
-         No, señora. Mire el papel. Aquí pone día 12.

Ganas de matar aumentando, aumentando…
Entonces mi madre coge el papel, lo mira y se echa a reír. Como si fuera divertido. Ahora sé de dónde he sacado este humor absurdo mío que me hace reírme de cosas que no tienen sentido.
Total, que salimos, vuelvo a coger el coche y vuelvo a atravesar Madrid de regreso a mi casa. Mi madre sigue diciéndome:

-         El caso es que yo estaba convencida de que era hoy. Es raro, yo no me suelo confundir con estas cosas. porque además pensé, “qué mal que sea martes que es el día que peor me viene.” Así que tenía que ser hoy.
-         Mamá, el día 12 también es martes. Todas las semanas hay un martes, de hecho.
-         Ya, pero yo creía que era hoy. Jejeje, todo será que hoy tuviera que hacer otra cosa y no me acuerde.
-         Todo será que el alemán te esté cambiando las fechas.

El día 12 la mando a la clínica de una patada en el culo, en serio.

domingo, 3 de junio de 2012

no escupas al cielo...

… que te puede caer encima.

¿Os acordáis de cuando yo decía que estaba harta de no sentir nada? ¿De cuando deseaba sentir algo hasta tal extremo que me dio por hacer estupideces?
Bueno, pues ya me he arrepentido de haberlo dicho. Porque ahora sí siento y me cago en mi vida. ¡Seré subnormal-profunda-retrasada-mental! Y por más que busco el botón de off, que tiene que estar por ahí, que lo sé yo que está, no lo encuentro. Y me cago en mi puta vida de nuevo.
El caso es que una tiene que ser responsable y adulta. Sobre todo cuando es tan estúpida como  para colgarse de un crío. Sobre todo cuando es tan, pero tan imbécil como para pillarse de un crío que encima vive en la otra punta de España. Sobre todo, cuando se es tan pero tan, tan, tan gilipollas como yo.
Total, que por si el niño es un indómito como yo y no hace caso de mis recomendaciones, que sepa un par de cosas:
Una, me has hecho feliz. No es que me hayas hecho sentir joven, como tú me decías. Es que me has hecho sentir viva. Es que has hecho que me lata el corazón de nuevo. Es que has sacado todo eso de mí que estaba escondido en un rincón desde hacía años. Es que me has devuelto la capacidad de sentir, de reír hasta quedarme sin respiración, de ser yo sin maquillajes ni historias. Es que me has devuelto una parte de mí que creía que se habían llevado al otro lado del charco. Pero me lo has devuelto y te has ido. Así que ahora estoy peor que antes, con todo esa parte que había logrado anestesiar totalmente despierta y sin ti. O sea, jodida. O sea, me cago en mi vida.
Dos, me has quitado el miedo. El único miedo que me quedaba a parte de las arañas. El miedo a ser incapaz de compartir mi espacio por más de unas horas. Porque cada segundo de cada minuto, de cada hora y de cada día que has pasado aquí lo has llenado todo con tu presencia sin estorbarme ni un solo instante. No he tenido ganas de echarte, de que te fueras, de irme yo corriendo, de saltar por la ventana. No he tenido ganas nada más que de parar el tiempo, detener las agujas del reloj y quedarme entre tus brazos. No he querido otra cosa que estar contigo. Y gracias a ti sé que podría volver a hacerlo. Que podría volver a compartir, a convivir, a caminar de la mano con alguien por la vida, aunque fuera sólo una temporadita. Lo jodido es que no quiero. No quiero, porque tú, que eres el que me ha hecho sentir esto no puedes, ni quieres, ni debes quedarte a mi lado. Y ahora mismo, pensar que esa posibilidad puede darse con otro es una puñalada en mi maltrecha alma. Porque te quiero a ti aquí conmigo. Y como no va a ser, me cago en mi vida.
Y tres, sé que yo soy la adulta, la responsable, la que debe saber qué hacer, la que debe tener respuestas. Pero sabes que soy una inmadura de mierda. Y así pasa. Que sé qué es lo correcto, pero no me apetece hacerlo. Por eso me cago en mi vida.