sábado, 14 de mayo de 2011

el primer amor

Siempre digo que sólo he amado a dos hombres en mi vida. A los dos de diferentes maneras, y ambos con terribles resultados.
El primero-primero fue un amor medio platónico, medio adolescente, medio de verano. Nada bueno podía salir de esa combinación. Era un chico del pueblo del sur, alto y guapo, con 17 años cuando yo acababa de cumplir 14. Y sé que fue una historia preciosa, porque durante años la recordé con arrobo y dulzura. Porque durante muchos años me impidió amar a ningún otro. Yo quería a ese chico. O al que se había formado en mi mente a partir de su imagen y de un puñado de noches de verano a su lado mirando estrellas. Con los años volvió a mi lado. Pero no volvió un príncipe azul, si no un monstruo. Y no me apetece recordar esa segunda parte de la historia. Sólo sé que partió mi vida por la mitad. Que cercenó al amor tan puro que crecía en mi interior y me dejó doblada en dos para siempre. Él se fue, el dolor perdura. Perdura de tal manera que nunca pude volver a recordar mi primer amor con ternura. Que durante años pensé que no amaría jamás. Y que aún hoy duele y me hace desconfiar, retraerme, y preguntarme si ese estúpido sentimiento existe o es una tomadura de pelo.
A veces me pregunto si fue un amor de verdad, dado que cuando más le quise es cuando estaba lejos de mí. En cuanto volvió, supe que todo aquello había sido una mentira y convirtió mi vida en tal infierno que me resultó muy difícil no odiarle.
Mi otro amor es el Ross. Lo saben hasta los chinos a estas alturas. Lo curioso es que aprendí lo mucho que le quería cuando le perdí. Cuando el dolor de su ausencia me demostró que su amor era lo que me calmaba y me dejaba vivir con cierta paz. Le amé desmesuradamente. Desde el primer día que le encontré en el autobús hasta hoy, aunque lo aprendiera tarde. Hubo otros antes que él. Y muchos después. Pero mi corazón sigue siendo suyo. Y maldita sea mi estampa por ello. Querría ser más lista, darme cuenta de las cosas antes. Haber hecho caso a lo que me decían las tripas, a ese “es él”, que oía en mi pecho cada vez que me latía el corazón. Querría habérselo hecho saber antes. Querría  no haberle perdido. Y querría que el amor no me hubiese partido la vida… otra vez. Y ésta de un modo aún más cruel, retorcido y desgarrador.
Pero no importa. Una y mil veces me caeré y me levantaré. El amor me odia, ya lo he asumido y ahora es más fácil porque el conocimiento nos hace fuertes ante el enemigo. Ya sé lo que tengo que evitar. Y volveré a querer, seguro. Quise a todos los hombres que pasaron por mi vida, de un modo o de otro. Aunque no les amara, aunque no sintiera esa fuerza que se agarra al interior. Y puedo querer a otros tantos.

Esta reflexión viene porque el otro día me encontré a mi primer novio. No fue un primer amor, aunque sí fue el primero en muchas cosas. Perdimos la virginidad juntos en un viaje a Italia. Fue el primero que me dijo “te quiero”, aunque creo que yo no se lo dije nunca. Fue el primero con el que dormí, con el que salí a cenar, con el que fui a un acto familiar. Fue el primero con el que intuí que la vida en pareja no era lo mío. El caso, es que él siempre me insiste en que fui su primer amor y que por eso no me olvidará nunca. Y yo me encojo de hombros y me preguntó si de pequeño vería más películas de disney que yo. Esta vez no fue menos. Me mandó un mensaje por la noche diciéndomelo, que nos veíamos un día si yo quería, que él para su primer amor siempre tendría tiempo. Y yo no le contesté. Porque qué puñetas respondo a eso. Si no tengo claro que el amor de verdad exista. Si el mito del primer amor se me cayó a golpes. Si tengo el corazón roto en mil pedazos y sólo siento un agradable calorcillo en mi pecho de hojalata cuando mi gato ronronea lamiéndome la cara para despertarme.
Hay veces, que intento rememorar mi primer amor. Pero es sólo como un pensamiento oscuro y esquivo, como un recuerdo huraño que se esconde cuando quiero mirarlo. Como un cardenal que no se toca porque duele, pero está ahí y lo sabes. Como una herida que nunca cierra, como una sombra que ni a la luz ni en la oscuridad se desvanece del todo.
Así es mi primer amor. O su recuerdo, más bien.

4 comentarios:

  1. a veces los recuerdos q nos quedan transforman la realidad de la situación.

    pero... cuando pasa el tiempo sólo nos queda eso, los recuerdos.

    estos pueden ser buenos o malos, lo q hay q conseguir es q, hoy día, no nos hagan daño.

    besos


    Alma

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  2. Ocurre con mucha frecuencia,idealizamos a una persona,la hacemos a nuestra medida, tal como nosotras la necesitamos pero el "príncipe azul" es como es y no como nosotras soñamos y claro así llega la desilusión .Deja que el tiempo cure las heridas y después ya estarás preparada para amar otra vez.

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  3. Naar, el amor no te odia. El amor te espera en algún sitio. Igual está muy escondido, pero no te preocupes. No hay prisas. Llega, llegará...

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  4. Mi primer amor siempre será el último... ya sabes de lo que te estoy hablando. Es él, lo supe desde mi infancia y sique siendo él, por más amores que pasen. El siempre será mi AMOR, con mayúsculas...
    Un beso enorme.

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