Todo el mundo tenemos ciertas
cualidades que nos hacen ser quien somos. Algunas son muy evidentes,
otras más sutiles. Y muchas veces, nosotros mismos desconocemos
cuales son las que nos hacen especiales. Yo últimamente, tras pasar
por una racha de mierda, he llegado a varias conclusiones sobre mí
misma.
He comentado alguna vez que tengo
endometriosis y problemas con mis reglas y mis ovarios desde que era
una cría de 16 años. Eso me ha llevado a pasar largas rachas con un
anillo de hormonas metido en el mismísimo. Y tiene un lado muy
positivo. Mis reglas se vuelven regulares, de duración y flujo
normal, me encuentro un poco mejor físicamente, no tengo tantos
dolores y cólicos. Además, se me ponen unas tetas envidiables y
cojo algo de peso, por lo que parezco más saludable y los vaqueros
me sientan mejor. Y encima, la ventaja de frungir a prepucio
remangado, que diría mi amigo Gordito.
Y diréis, qué bien, qué de ventajas.
Pues no. No son suficientes. Porque la cara oculta de todo esto es
que dejo de ser quien soy. O, mejor dicho, pierdo todas las cosas
buenas que me hacen ser quien soy, pero potencio lo malo, lo oscuro y
horrible, convirtiéndome en una versión muy negativa de mí misma.
Soy un Mr Hyde hormonado, triste y abatido al que lo único bueno que
le queda son su preciosas tetas.
Hace un mes y una semana que me quité
el anillo y a pesar de que muchas cosas en mi vida no funcionan como
deberían, soy de nuevo una Naar a la que no me cuesta reconocer. No
soy un ente que se sume día tras día en una depresión absurda, con
una negatividad, un mal rollo y una capacidad autodestructiva que la
hace insoportable. Vuelvo a ser yo, con mis días buenos y mis días
malos, pero yo. Vuelvo a tener ganas de reírme, de escribir
historias, de cantar en el coche.
Ya sabía que las hormonas me afectaban
de muy mala manera, sabía que me quitaban la capacidad de reírme
porque hace ya un par de años me lo dijo el Niño Chico y él me
conoce más que nadie. Y es verdad, yo, que le veo la gracia a todo,
me dejo de reír. Dejo de divertirme y de disfrutar. Dejo de reírme.
Y lo repito, porque en la mayor parte de mi vida, ha sido lo que me
ha salvado del naufragio, ha sido mi arma, mi escudo, mi fuerza,
parte de mi identidad. Y lo pierdo. Y qué coño soy yo sin reírme.
Lo malo es que esta vez, que ha sido
muy chungo el tema, he perdido más cosas. Había perdido la
capacidad de escribir. No sólo de paridas, con humor y tal. No era
capaz de juntar tres palabras seguidas. Que quien dijo eso de que en
las malas rachas es cuando se escribe mejor y que la tristeza inspira
mucho, se equivocaba conmigo. Porque no era capaz de escribir nada,
ni alegre, ni triste, ni deprimente. Ni siquiera una nota de
suicidio. Para colmo, no aparecían historias en mi cabeza, de esas
que no llegan a nada, pero que me entretienen, que a lo mejor dan
para un cuento o para un post o lo que sea. No daba ni para contar
una anécdota. Y qué coño soy yo sin historias.
Total, que una vez más, como un ave
fénix que resurge de sus hormonas, estoy reconstruyéndome de nuevo.
Porque no es fácil darte cuenta de que esos demonios viven dentro de
ti y que tienes que luchar con ellos. Que vas a estar toda tu vida
lidiando entre tu cuerpo y tu cabeza, que tienes que elegir entre
sentirte bien físicamente y ser un persona que no te gusta o pasar
la mayor parte del tiempo dolorida y ser medianamente feliz. No es
fácil aceptar que tienes un lado oscuro, jodido y destructivo y tu
única manera de combatirlo es a fuerza de reírte de ti mismo y de
todo lo que te rodea.
No es fácil asumir quién eres, pero
nadie dijo que lo fuera.
es que el cuerpo y la mente están muy relacionados. creer que van cada uno por su lado no es realista.
ResponderEliminaren alguna que otra entrada de estos últimos meses se te veía pachucha de ánimo. me alegra que vuelvas a estar bien. yo también, a mi manera, uso el humor como arma defensiva.
besos, guapa!!
Todo tiene sus pros y sus contras, está claro. Todos tenemos un lado oscuro pero si hay algo que lo potencia, es chungo. Jajajaja. Besotes y sigue riéndote, que tienes una risa muy contagiosa.
ResponderEliminarA mi nunca me ha afectado tener la regla, era poco sensible a los cambios hormonales. Tampoco he tenido depresión post parto ni nada parecido. Sin embargo últimamente noto algo cuando estoy con la regla, me refiero a nivel anímico. Cosa que nunca me había pasado, pero ahora me siento más sensible, más irascible... Menos mal que no me he pasado la vida así, con un poco de suerte, será aguantarlo solo unos añitos.
ResponderEliminarOtra cosa, creo que ya te he comentado alguna vez que yo tuve endometriosis a los veintitantos, me provocó 3 quistes enormes. Me operaron con la paroscopia, detrás tratamiento hormonal seis meses, y ¡nunca más!. Ni dolor, ni quistes ni nada. Lo mío fue un ataque en corto periodo de tiempo pero a lo bestia, y con la misma velocidad lo perdí de vista. Por si puedes consultar si tu caso tiene tratamiento similar, aunque me suena haberte leído que no es tratable, no recuerdo por qué.
Un beso y bienvenida a la nueva Naar (a mi me gustaba lo que escribías últimamente, no noté tu falta de inspiración)
¡Hola!
ResponderEliminarYo soy como era Matt, jamás tuve nada hormonal, ni una molestia ni nada, y no le daba la importancia que tiene hasta que le tocó a mi hija, qué mal. Ella con píldora anticonceptiva lo ha paliado por ahora, pero ha llegad a pasarlo fatal física y anímicamente.
Tu risa es lo más, me alegra que vuelva a ti.
Besos.
Hola!! Todo tiene pros y contras... Yo tras más de 8 años con píldora anticonceptiva sólo le veía el lado positivo, directamente no pensé en que pudiera tener algo negativo. Hace un año que la dejé sin ninguna gana, y me siento mucho mejor: me he desinflado y mi cuerpo funciona por mi mismo, he conseguido paliar la ausencia de hormonas con vitaminas, y aunque no lo he logrado al 100%, de momento me compensa.
ResponderEliminarTal vez encuentres algún remedio no hormonal para alguno de tus problemas.
Un besito
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