jueves, 11 de mayo de 2017

Mr Hyde hormonado

Todo el mundo tenemos ciertas cualidades que nos hacen ser quien somos. Algunas son muy evidentes, otras más sutiles. Y muchas veces, nosotros mismos desconocemos cuales son las que nos hacen especiales. Yo últimamente, tras pasar por una racha de mierda, he llegado a varias conclusiones sobre mí misma.

He comentado alguna vez que tengo endometriosis y problemas con mis reglas y mis ovarios desde que era una cría de 16 años. Eso me ha llevado a pasar largas rachas con un anillo de hormonas metido en el mismísimo. Y tiene un lado muy positivo. Mis reglas se vuelven regulares, de duración y flujo normal, me encuentro un poco mejor físicamente, no tengo tantos dolores y cólicos. Además, se me ponen unas tetas envidiables y cojo algo de peso, por lo que parezco más saludable y los vaqueros me sientan mejor. Y encima, la ventaja de frungir a prepucio remangado, que diría mi amigo Gordito.
Y diréis, qué bien, qué de ventajas. Pues no. No son suficientes. Porque la cara oculta de todo esto es que dejo de ser quien soy. O, mejor dicho, pierdo todas las cosas buenas que me hacen ser quien soy, pero potencio lo malo, lo oscuro y horrible, convirtiéndome en una versión muy negativa de mí misma. Soy un Mr Hyde hormonado, triste y abatido al que lo único bueno que le queda son su preciosas tetas.

Hace un mes y una semana que me quité el anillo y a pesar de que muchas cosas en mi vida no funcionan como deberían, soy de nuevo una Naar a la que no me cuesta reconocer. No soy un ente que se sume día tras día en una depresión absurda, con una negatividad, un mal rollo y una capacidad autodestructiva que la hace insoportable. Vuelvo a ser yo, con mis días buenos y mis días malos, pero yo. Vuelvo a tener ganas de reírme, de escribir historias, de cantar en el coche.

Ya sabía que las hormonas me afectaban de muy mala manera, sabía que me quitaban la capacidad de reírme porque hace ya un par de años me lo dijo el Niño Chico y él me conoce más que nadie. Y es verdad, yo, que le veo la gracia a todo, me dejo de reír. Dejo de divertirme y de disfrutar. Dejo de reírme. Y lo repito, porque en la mayor parte de mi vida, ha sido lo que me ha salvado del naufragio, ha sido mi arma, mi escudo, mi fuerza, parte de mi identidad. Y lo pierdo. Y qué coño soy yo sin reírme.
Lo malo es que esta vez, que ha sido muy chungo el tema, he perdido más cosas. Había perdido la capacidad de escribir. No sólo de paridas, con humor y tal. No era capaz de juntar tres palabras seguidas. Que quien dijo eso de que en las malas rachas es cuando se escribe mejor y que la tristeza inspira mucho, se equivocaba conmigo. Porque no era capaz de escribir nada, ni alegre, ni triste, ni deprimente. Ni siquiera una nota de suicidio. Para colmo, no aparecían historias en mi cabeza, de esas que no llegan a nada, pero que me entretienen, que a lo mejor dan para un cuento o para un post o lo que sea. No daba ni para contar una anécdota. Y qué coño soy yo sin historias.

Total, que una vez más, como un ave fénix que resurge de sus hormonas, estoy reconstruyéndome de nuevo. Porque no es fácil darte cuenta de que esos demonios viven dentro de ti y que tienes que luchar con ellos. Que vas a estar toda tu vida lidiando entre tu cuerpo y tu cabeza, que tienes que elegir entre sentirte bien físicamente y ser un persona que no te gusta o pasar la mayor parte del tiempo dolorida y ser medianamente feliz. No es fácil aceptar que tienes un lado oscuro, jodido y destructivo y tu única manera de combatirlo es a fuerza de reírte de ti mismo y de todo lo que te rodea.

No es fácil asumir quién eres, pero nadie dijo que lo fuera.  

6 comentarios:

  1. es que el cuerpo y la mente están muy relacionados. creer que van cada uno por su lado no es realista.
    en alguna que otra entrada de estos últimos meses se te veía pachucha de ánimo. me alegra que vuelvas a estar bien. yo también, a mi manera, uso el humor como arma defensiva.
    besos, guapa!!

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  2. Todo tiene sus pros y sus contras, está claro. Todos tenemos un lado oscuro pero si hay algo que lo potencia, es chungo. Jajajaja. Besotes y sigue riéndote, que tienes una risa muy contagiosa.

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  3. A mi nunca me ha afectado tener la regla, era poco sensible a los cambios hormonales. Tampoco he tenido depresión post parto ni nada parecido. Sin embargo últimamente noto algo cuando estoy con la regla, me refiero a nivel anímico. Cosa que nunca me había pasado, pero ahora me siento más sensible, más irascible... Menos mal que no me he pasado la vida así, con un poco de suerte, será aguantarlo solo unos añitos.

    Otra cosa, creo que ya te he comentado alguna vez que yo tuve endometriosis a los veintitantos, me provocó 3 quistes enormes. Me operaron con la paroscopia, detrás tratamiento hormonal seis meses, y ¡nunca más!. Ni dolor, ni quistes ni nada. Lo mío fue un ataque en corto periodo de tiempo pero a lo bestia, y con la misma velocidad lo perdí de vista. Por si puedes consultar si tu caso tiene tratamiento similar, aunque me suena haberte leído que no es tratable, no recuerdo por qué.

    Un beso y bienvenida a la nueva Naar (a mi me gustaba lo que escribías últimamente, no noté tu falta de inspiración)

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  4. ¡Hola!
    Yo soy como era Matt, jamás tuve nada hormonal, ni una molestia ni nada, y no le daba la importancia que tiene hasta que le tocó a mi hija, qué mal. Ella con píldora anticonceptiva lo ha paliado por ahora, pero ha llegad a pasarlo fatal física y anímicamente.
    Tu risa es lo más, me alegra que vuelva a ti.
    Besos.

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  5. Hola!! Todo tiene pros y contras... Yo tras más de 8 años con píldora anticonceptiva sólo le veía el lado positivo, directamente no pensé en que pudiera tener algo negativo. Hace un año que la dejé sin ninguna gana, y me siento mucho mejor: me he desinflado y mi cuerpo funciona por mi mismo, he conseguido paliar la ausencia de hormonas con vitaminas, y aunque no lo he logrado al 100%, de momento me compensa.

    Tal vez encuentres algún remedio no hormonal para alguno de tus problemas.
    Un besito

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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