El Niño Chico se ha venido a vivir a
Madrid. No a mi casa, porque pasar de vivir a 600 kilómetros a
vivir en 40 metros cuadrados es demasiado radical. De momento vamos a
tentar a la suerte viviendo en la misma ciudad, que no es poco.
El caso es que he decidido celebrarlo
con una especie de conjuntivitis o algo semejante. Siempre que me he
ido a vivir con uno de los ex o que la relación se ha puesto más
seria, mi cuerpo ha dado claros avisos de querer boicotearme. Al
menos está vez ha sido poca cosa, sólo son ojos irritados
inyectados en sangre y con un escozor brutal. Peor fue cuando empecé
con el Ross y tuve unas hemorroides que me llevaron a urgencias (y
que curiosamente luego desaparecieron como si nada). Mezclado con la
dermatitis aquella de origen desconocido y con una caída de pelo que
pensé que me iba a convertir en la señora bombilla.
En fin, lo que sea.
El caso es que llevo toda la semana con
los ojos súper llorosos, rojos e hinchados. Y sí, he ido al médico,
me mandó un colirio y me lo doy puntualmente porque me gusta echarme
cosas en los ojos que no sirven para nada.
En el centro los abuelos me consuelan
todo el rato. Creen que me pasa algo y me abrazan y me dicen que no
me preocupe. Y yo ahí, aguantando el tirón mientras las auxiliares
se parten de risa.
Y no sé si por lo de los ojos o por
qué, pero estoy un poco... irritable. Sí, eso.
En parte porque con los ojos así no
puedo trabajar bien y se me está acumulando el trabajo. El miércoles
doy una charla en el centro y me temo que vaya a tener que improvisar
las diapositivas el día de antes porque no he podido ponerme a
hacerlas, por las mañanas tengo los ojos mucho peor y mirar la
pantalla del ordenador es una tortura.
En parte también estoy de mal humor
porque no duermo bien. A ratos tengo frío y a ratos calor, doy
vueltas en la cama y tengo sueños rarísimos de esos que te
despiertas aún con el cabreo. Ron ha decidido que las cuatro de la
mañana es buena hora para un tentempié y viene a exigir bolitas a
cabezazo limpio hasta que me rindo, me levanto y se las pongo. Y para
colmo mi vecino ronca como un demonio. Lo he dicho más veces, ese
hombre ronca a niveles no conocidos por el ser humano hasta ahora.
La otra noche por ejemplo, me acosté
pacíficamente a las doce y media de la noche. Lo que para mí es
prontíííísimo. Y según me meto en la cama, digo qué cojones es
ese ruido. Levantaba la cabeza como los perros cuando enderezan las
orejas. Nada. Volvía a apoyarme en la almohada. Ruido. WTF?
Levantaba cabeza. Nada. Así un rato. Identifiqué por fin al
gilipollas roncador a la vez que Maya, que sube siempre a dormir
conmigo, daba vueltas por la habitación también buscando el ruido,
ya que cada vez que el desgraciado roncaba ella hacía un ruidito de
interrogación. Los que tenéis gato sabéis a qué ruidito me
refiero. Te miran y hacen “prrrraw??”. Y a ver cómo le explico
al mico negro que es el vecino y que se duerma.
Así que hice lo que haría cualquier
persona irracional y absurda como yo: poner la melodía de Juego de
Tronos a todo volumen en el móvil y pegarla a la pared colindante.
¿Y por qué esa música? Primero, para dejar claro que iba a
declarar la guerra a medio mundo si seguía oyendo sonidos sólo
conocidos más allá del Muro y segundo porque es lo que tengo en el
móvil.
Curiosamente, no funcionó. El roncador
siguió a lo suyo, es decir, roncando.
Así que me poseí por el espíritu de
marujona que tengo en mi interior, me armé del palo de la escoba y
le di unos cuantos mamporros a la pared a la vez que reprimía las
ganas de gritar “callaos, gamberros, que no son horas”. Y no lo
hice, porque francamente, ante unos ronquidos esa frase no procede.
Pero los golpes sí hicieron efecto. Al menos durante suficiente
tiempo como para que yo pudiera dormirme y dejar de oírle.
Y este es mi resumen de la semana.
Estoy cansada, medio ciega, con cara de zombi y una presentación sin
hacer. Todo funciona a las mil maravillas. Puro Naar style.
P.D. No os habéis dejado ningún
capítulo sin leer, el Niño Chico y yo retomamos lo nuestro y somos
muy, muy felices, pero no quiero hablar demasiado de él en el blog
por razones que no me da la gana de explicar. Pero estamos muy bien y
me alegro mucho de que vivamos a menos de 500 kilómetros por primera
vez en la vida.
yo soy un poco alérgico al polen y se me irritan los ojos, pero ya paso de echarme gotas, porque se nota poca mejoría para lo que cuestan.
ResponderEliminarlos gatos tienen los oídos más sensibles que los humanos, con lo cual imagínate si perciben los ronquidos y otros ruidos vecinales...
si en venganza pones a red hot chili peppers a todo el volumen (que los estoy escuchando justo ahora), con lo fuerte que suena siempre el bajo en sus canciones, harías temblar las paredes. :D
besos, guapa!!
¡Suerte con los ojos!
ResponderEliminarLo de los ojos es un petardo, afecta mucho tenerlos mal. Qué bien lo del niño Chico.
ResponderEliminarBesos y que descanses bien
Hay que ver la suerte que tenemos con los vecinos... Regálale un spray de esos antirronquidos. Son mano de santo. Jajajaja. Con la sordera de mi vecina no sé bien qué hacer. Tal vez regalarle unos cascos...
ResponderEliminar¿Y no te han dado la baja con la conjuntivitis? No creo que sea bueno para tus ojos estar mirando un ordenador... espero que te mejores pronto.
¡Felicidades por lo del Niño Chico! A ser felices y comer perdices, resalaos. Besotes!!!
"Así que hice lo que haría cualquier persona irracional y absurda como yo: poner la melodía de Juego de Tronos a todo volumen en el móvil y pegarla a la pared colindante. "
ResponderEliminarMe meo... jajajajajajajjaja
Tu vida es la bomba, en serio... pero me alegro mil por ti!!